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Verónica O'Keane

El bazar de la memoria

Cómo construimos los recuerdos y cómo los recuerdos nos construyen

Siruela,

Madrid,

2021,

336 págs.

Antonio Giménez Merino

A picture containing text, businesscard Description automatically generatedEl bazar de la memoria reúne un conjunto de elementos relevantes para la comprensión de nuestra especie elaborados desde la amplia experiencia teórico-práctica de la autora en el campo de la psiquiatría y la neurociencia. Los avances recientes en estos campos y su aplicabilidad a la comprensión de cómo funcionan nuestras cabezas son descritos amenamente —con el apoyo de la creación artística— y con una claridad digna de encomio, sobre todo desde el punto de vista del lector poco familiarizado con este tipo de literatura.

En síntesis, el estudio aborda la naturaleza profunda de lo que llamamos experiencia: cómo los datos que proceden de nuestra percepción inmediata son interconectados a través de la memoria, cobrando sentido, y cómo ésta opera a su vez como sustrato de nuestra capacidad para producir ideas. En esta segunda dirección, la memoria nos es revelada como algo muy distinto a la imagen tópica de “un almacén de recuerdos disponibles a la evocación”.

Desde el punto de vista del investigador social, la principal enseñanza —de las muchas extraíbles— de este fascinante ensayo sobre los procesos que intervienen en la memoria tiene que ver con la ambigüedad de la misma. Ni la memoria individual ni la cultural o “colectiva” (como la acuñó primitivamente Maurice Hallbwachs en Les cadres sociaux de la mémoire, 1925) son estáticas, sino que se ven sometidas a una continua reconstrucción desde el presente. Este prisma permite, por un lado, desestigmatizar las llamadas “enfermedades mentales” (cuya casuística, a partir del bagaje práctico de la autora, sirve de hilo conductor del libro) y, por otro, comprender mejor cómo las creencias del presente (sometibles a manipulación desde el exterior) influyen en la comprensión retrospectiva del pasado.

En este punto, resulta admirable cómo la psiquiatra y neurocientífica irlandesa nos acerca a la comprensión de la importancia de la “memoria representativa” o reflexiva, que nos permite tanto desarrollar la autoconsciencia (lo que se expresa por ejemplo en la sensación de soledad, o en la consciencia emocional) como apreciar la consciencia de los demás (que permite percibirnos, en cambio, como seres indisolublemente unidos a los demás, y por tanto afrontar moralmente los problemas de especie).

Es inevitable, siguiendo las revelaciones de O’Keane, pensar en cuánto ha influido sobre la atrofia de la capacidad empática hacia el dolor ajeno (y sobre la falta de autoconsciencia acerca de la responsabilidad propia en su causación) la progresiva reducción de la experiencia directa con el entorno natural y humano que ha traído consigo la hipermediación de la técnica, en la medida en que ésta dificulta nuestra capacidad de mirarnos a nosotros mismos “como una persona aparte” (la llamada “metaconsciencia”). E igualmente, es fácil proyectar socialmente sus observaciones acerca de nuestra capacidad individual para manipular los recuerdos (para darnos y dar a los demás una imagen de lo que queremos ser) hasta convertirlos en creencias.

Sin embargo, O’Keane nos muestra a la vez —como ya hiciera Henri Bergson hace más de un siglo— la capacidad inagotable que la cabeza nos proporciona para “narrativizar” nuestras vidas, lo que significa que no existe ningún condicionante determinista que impida trascender el relato oficial acerca del tiempo que nos ha tocado vivir.

La ciencia de la consciencia, por tanto, confirma la legitimidad y la necesidad de crear las condiciones para que se generalicen, antes de que sea demasiado tarde, “nuevos niveles de conciencia” sobre de la insostenibilidad (social, económica, política) de la desigualdad, o sobre los problemas de especie que nos acechan.

24 /

8 /

2022

Mas no por ello ignoramos
que también el odio contra la vileza
desencaja al rostro,
que también la cólera contra la injusticia
enronquece la voz. Sí, nosotros,
que queríamos preparar el terreno a la amistad
no pudimos ser amistosos.

Bertolt Brecht
An die Nachgeborenen («A los por nacer»), 1939

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