La diferencia fundamental [de la cultura obrera] con la cultura de los intelectuales que tan odiosa me resultaba es el principio de modestia. El militante obrero, el representante obrero, aunque sea culto, es modesto porque, se podría decir, reconoce que existe la muerte, como la reconoce el pueblo. El pueblo sabe que uno muere. El intelectual es una especie de cretino grandilocuente que se empeña en no morirse, es un tipo que no se ha enterado que uno muere, e intenta ser célebre, hacerse un nombre, destacar… esas gilipolleces del intelectual que son el trasunto ideal de su pertenencia a la clase dominante.
Julieta Valero
Niño soñado
Baviera, noviembre de 2012
María, hay nieve por todas partes.
Los árboles se visten de caída, detienen
la breve desgracia.
Para que sepan
los copos, les leo: que nos convertimos
en nosotros mismos cuando algo
nos es concedido o nos es
arrebatado.
Sangre qué dura
la que se espera.
En: De Chueca al cielo. 100 poemas celebrando la diversidad LGTBI
(recopilado por Lawrence Schimel), Transexualia / Área de Políticas de Género y Diversidad del Ayto. de Madrid, 2018
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2022