La diferencia fundamental [de la cultura obrera] con la cultura de los intelectuales que tan odiosa me resultaba es el principio de modestia. El militante obrero, el representante obrero, aunque sea culto, es modesto porque, se podría decir, reconoce que existe la muerte, como la reconoce el pueblo. El pueblo sabe que uno muere. El intelectual es una especie de cretino grandilocuente que se empeña en no morirse, es un tipo que no se ha enterado que uno muere, e intenta ser célebre, hacerse un nombre, destacar… esas gilipolleces del intelectual que son el trasunto ideal de su pertenencia a la clase dominante.
Wisława Szymborska
Somos hijos de la época,
la época es política.
Todos tus asuntos, los nuestros, los vuestros;
asuntos diurnos, asuntos nocturnos,
son asuntos políticos.
Quieras o no quieras,
tus genes tienen un pasado político;
la piel, un matiz político;
los ojos, un aspecto político.
Lo que dices, así suena,
lo que callas, también suena,
de cualquier forma, político.
Caminando por el bosque, por la selva,
son políticos tus pasos
sobre un fundamento político.
Los poemas apolíticos son políticos también,
y arriba brilla la Luna,
un objeto no lunático.
Ser o no ser, ésa es la cuestión.
Qué pregunta, contéstame, cariño.
Una pregunta política.
No es necesario siquiera que seas un ser humano
para cobrar importancia política.
Es suficiente que seas petróleo,
forraje o materia reciclada.
O una mesa de debates sobre cuya forma
se ha discutido varios meses:
¿dónde negociaremos sobre la vida y la muerte?,
¿en una redonda o en una cuadrada?
Mientras tanto, ha muerto gente,
han muerto animales,
han ardido casas,
y se han perdido campos de cultivo,
como en los tiempos antiguos,
y menos políticos.
En: Poesía no completa
Fondo de Cultura Económica, Ciudad de México, 2002
Traducción de Abel Murcia
30 /
05 /
2022