Vosotros, los que estáis ahí, sí, vosotros, mis contemporáneos que os creéis superiores a
las generaciones precedentes y que os consideráis vacunados contra esta propaganda de
guerra simplista y burda que engañó a nuestros padres, a nuestros abuelos, a nuestros bisabuelos, ¿estáis seguros de que lo que os dicen ha sido así? Haríais mejor examinando más de cerca lo que acaban de deciros vuestros medios de comunicación, porque puede que os lo hayáis tragado ¡No hay que remontarse a 50 o 100 años atrás! sino a ayer mismo, durante la guerra contra Irak, Yugoslavia, Rusia y Palestina.
Denise Levertov
Los golpeadores
Un hombre sentado junto a la cama
de una mujer a quien golpeó,
cura sus heridas,
suavemente palpa los moretones.
La sangre forma un charco a su alrededor,
se oscurece.
Atónito, se da cuenta que ha comenzado
a quererla. Siente terror.
¿Por qué nunca había
visto, antes, lo que era?
¿Y si deja de respirar?
Tierra, ¿será que no podemos amarte
a menos que creamos que el fin se aproxima?
¿Que no creamos en tu vida
a menos que pensemos que agonizas?
La certeza
Han perfeccionado los medios de destrucción,
la ciencia abstracta casi visiblemente brilla,
tan refinadamente pulida. Armas inmateriales
que nunca nadie podría tener en las manos
se abren paso por la oscuridad, atraviesan grandes
distancias,
introduciéndose por laberintos hasta llegar
a blancos que son conceptos.
Pero una antigua certeza
se mantiene: la guerra
significa sangre que se derrama de los cuerpos vivos,
significa extremidades cortadas, ceguera, terror,
significa duelo, agonía, huérfanos, hambruna,
prolongada desdicha, permanente resentimiento y odio y culpa,
significa todo esto multiplicado, multiplicado,
significa muerte, muerte, muerte y muerte.
De: Evening Train, 1992
Traducción de Cynthia Mansfield
Fuente: www.omegalfa.es
30 /
4 /
2022