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El Lobo Feroz

Hablan y hablan

Los políticos hablan y hablan. Pero hasta ahora a ninguno le he oído decir la verdad de verdad. Piden al pueblo soberano que les elija. Pero ¿para hacer qué? Miserias. Arreglitos.

Para ser veraces tendrían que decirle al pueblo soberano, antes que nada, que no es soberano. Que han vendido su soberanía económica a Bruselas, y que Bruselas es esencialmente capitalismo neoliberal. Con Bruselas los gobiernos tienen las manos atadas. Están esposados a las políticas de Bruselas. No pueden tener una política económica propia, y por eso hasta los más reformistas poco pueden hacer para la gente que se gana la vida trabajando —y no mandando trabajar—.

Y también han vendido la soberanía militar, de la defensa, a la Otan, que miren por donde también tiene su sede en Bruselas. Y la Otan solo nos quita y nada nos da. Para empezar, Ceuta y Melilla están excluidas de defensa por la Otan ante un ataque. ¿De dónde más nos puede venir un ataque militar? A Ceuta y Melilla la Otan no las defiende. Entonces, ¿para qué estamos en la Otan? Obviamente, para lo que los USA quieran. La falta de soberanía militar se traduce en muertes de soldados españoles en «misiones» en lugares donde no se nos ha perdido nada. Y el dinero para esas misiones y para el mantenimiento de unas fuerzas armadas desproporcionadas para las necesidades de España, y preparadas para cosas que no necesitamos los españoles, lo pagamos tú, lector, y yo con nuestros impuestos, sin que podamos objetar siquiera la cuantía militar de esos impuestos en el IRPF —y en el IVA ni hablemos—. O sea que cornudos y apaleados.

Si el pueblo, la gente, no se entera de estas cosas, o si les quita importancia, no es pueblo soberano sino soberasno. Y de ahí los límites de nuestro querido sistema político democrático, siempre el régimen menos malo de los posibles —según se ha creído hasta ahora—, pero ahora peor, porque entre la economía financierizada y el Imperio americano nos quedamos a dos velas. A dos velas enmedio de mucha indignación. Hala, «como estoy cabreado voy a votar a Vox»  —se dicen muchos. Claro, como la gente empieza a saber que la izquierda queda limitada a cosas de sobreestructura pero no de base, o bien se queda en casa o se desnorta y acaba votando a la extrema derecha.

No hay que mentirle al pueblo, por mucho poder que tengáis en los media, por muchos sacerdotes de las tertulias que os bailen el agua a unos y a otros, porque al final todo os desborda a todos. Y ahora, además, le ocultáis a la gente las dimensiones del problema ecológico de fondo para que no vea vuestra incapacidad para encaminarnos a otro tipo de sociedad. ¡Qué bien os viene que haya tanto bruto entre nosotros!

Uf! ¡Y qué harto está el Lobo que suscribe de casi todo!

Postdata: Y no es que los arreglitos vengan mal, cositas como el salario mínimo, etc., pero ocurre que demasiada gente sufre demasiado; nunca tendrá un solo día como uno cualquiera de vuestros días, incluidos los peores.

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2022

La política electoral, si bien no debe desestimarse, no puede ubicarse en el centro de ninguna acción política radical seria, orientada a cambiar las instituciones que sustentan el sistema político, desmantelar las ideologías hegemónicas y fomentar el tipo de conciencia de masas en que habría de basarse un cambio social y político desesperadamente necesario.

Noam Chomsky
The Precipice (2021)

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