La diferencia fundamental [de la cultura obrera] con la cultura de los intelectuales que tan odiosa me resultaba es el principio de modestia. El militante obrero, el representante obrero, aunque sea culto, es modesto porque, se podría decir, reconoce que existe la muerte, como la reconoce el pueblo. El pueblo sabe que uno muere. El intelectual es una especie de cretino grandilocuente que se empeña en no morirse, es un tipo que no se ha enterado que uno muere, e intenta ser célebre, hacerse un nombre, destacar… esas gilipolleces del intelectual que son el trasunto ideal de su pertenencia a la clase dominante.
Una fuerza del pasado
Trotta,
Madrid,
166 págs.
Antonio Madrid
Una fuerza del pasado habla de Pasolini como pensador creativo que se enfrenta con su tiempo en un ejercicio de dignidad personal e intelectual. El libro se centra en la reflexión social y política que propuso Pasolini, de forma especial en sus años de madurez. El lector hallará las principales coordenadas para comprender la visión pasoliniana de las transformaciones culturales, políticas, sociales, económicas y antropológicas que presenció y supo reconocer. A poco que el lector se interrogue por los contextos culturales, económicos, sociales y políticos en los que se desarrolla la vida contemporánea, al leer este libro se sentirá interpelado no sólo sobre el pasado, sino también sobre el presente. Ésta es la fuerza viva del pasado que nos presenta Antonio Giménez Merino en un libro muy recomendable.
4 /
2003