La diferencia fundamental [de la cultura obrera] con la cultura de los intelectuales que tan odiosa me resultaba es el principio de modestia. El militante obrero, el representante obrero, aunque sea culto, es modesto porque, se podría decir, reconoce que existe la muerte, como la reconoce el pueblo. El pueblo sabe que uno muere. El intelectual es una especie de cretino grandilocuente que se empeña en no morirse, es un tipo que no se ha enterado que uno muere, e intenta ser célebre, hacerse un nombre, destacar… esas gilipolleces del intelectual que son el trasunto ideal de su pertenencia a la clase dominante.
Pierre Bourdieu (dir.)
La miseria del mundo
Akal,
Madrid,
2003,
564 págs.
Antonio Madrid
Este libro es el resultado excelente de un trabajo colectivo. Se aborda en él cuestiones tan interrelacionadas como la estructuración de las periferias de algunas grandes ciudades, la convivencia entre personas de diferentes raíces culturales, la presentación que los medios de comunicación hacen de los problemas sociales, el funcionamiento de los servicios sociales como exponente de la dimisión del estado, la cambiante organización del trabajo, la percepción que las personas tienen de su propia existencia en las condiciones espirituales y materiales actuales, etc. El libro ofrece un cuadro que permite al lector reflexionar acerca de las condiciones culturales, económicas, políticas y morales en las que transcurre la vida en las sociedades contemporáneas. El método de trabajo elegido para conseguir este fin ha sido la entrevista. Tanto el lenguaje utilizado en la formulación de las preguntas, como el empleado en las respuestas, es un lenguaje directo que huye de complejidades estériles. Se consigue de esta forma una imagen fresca y tremendamente interesante para comprender una parte de La miseria del mundo.
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2003