
Número 154 de febrero de 2017
Notas del mes
Por Albert Recio Andreu
Por Antonio Madrid Pérez
Empleo y condiciones de trabajo en la "recuperación"
Por Albert Recio Andreu
El 2017 y las nucleares en España, crónica de enero
Por Miguel Muñiz
A las compañeras y compañeros del magisterio
Por José Manuel Barreal San Martín
Por Juan-Ramón Capella
Por Josep Maria Fradera
El extremista discreto
Las vuvuzelas de la decadencia
El Lobo Feroz
La Biblioteca de Babel
La sociedad noviolenta. Conversaciones con Pepe Beunza
Pere Ortega
Leonardo Sciascia
Manuel Milián Mestre
El gran delirio. Hitler, drogas y el III Reich
Norman Ohler
En la pantalla
John Berger
Georgina Cisquella y Pere Joan Ventura
De otras fuentes
Philip Maugan
Carles Bellsolà
Rafael Poch de Feliu
Rafael Poch de Feliu
Pilar Lucía López y Agustín Moreno
Entrevista a Susan George de ATTAC
Marina Estévez Torreblanca
Joan M. Girona
El mercado eléctrico: un sistema perfecto para enriquecer a unos pocos
Pep Puig i Boix
Agustín Moreno
Informaciones
La izquierda ante el colapso de la civilización industrial
Manuel Casal Lodeiro
El país dels comuns
Albert Recio Andreu
I
El domingo 29 de enero tuvo lugar el acto de presentación del nuevo proyecto de espacio político catalán en las Cotxeres de Sants. Unas 2000 personas superamos con creces el aforo del local. Estaba una buena parte de la gente más activa en las movidas políticas y sociales, la de la vieja izquierda y la de la generación eclosionada con el 15M. La misma mezcla de activistas que llevan un par de meses trabajando en la configuración de un proyecto cultural común, y que ya ha tenido una experiencia previa de trabajo en las candidaturas municipales y en la campaña de las generales. De momento, este es el proceso más inclusivo que existe en el Estado español, pues trata de unificar en una sola formación a la gente proveniente de Iniciativa per Catalunya, Esquerra Unida i Alternativa, Podem, los diferentes grupos afines a Guanyem Barcelona, parte del antiguo Procés Constituent, y a la gente independiente que ha participado en las plataformas municipales. No se parte de cero. Hay ya una experiencia acumulada, aunque queda mucho por hacer.
Es una buena noticia que contrasta con la habitual ración de enfrentamientos de la izquierda hispánica, casi endémica en Izquierda Unida, y ahora instalada en Podemos. Hace años que alguien tildó el ámbito político catalán de “oasis”, para reflejar el ambiente versallesco que predominaba en la política local, y el acuerdo tácito en los grandes temas de la llamada “sociovergencia”. Alguien podría pensar que este espíritu pactista se ha transferido a la izquierda, pero la verdad es algo más compleja y vale la pena entender el proceso que nos ha llevado hasta aquí.
En el tardofranquismo la base social de la izquierda era muy amplia, con un PSUC hegemónico y con una miríada de activistas integrados en los diferentes grupos de tradición marxista (maoístas, trostkistas, marxistas heterodoxos, consejistas…). Gente que estuvo en todas las movilizaciones y que construyó las grandes fuerzas sindicales y el movimiento vecinal. A principios de los ochenta, el PSUC se rompió, y la mayoría de grupos a su izquierda desaparecieron (aunque el remate final se produjo en la década siguiente tras la fallida unificación del MC y la LCR, último intento de crear una alternativa radical). Mucha gente se fue a casa, aunque una parte de los viejos activistas se mantuvieron en los viejos movimientos sociales (AV, sindicatos) o en otros nuevos: ecologismo, feminismo, pacifismo. Y constituyeron el núcleo activador de las grandes movidas de la época: la lucha contra la OTAN, la huelga general del 14-D, las movilizaciones contra la guerra. Movimientos que ayudaron a generar sentido colectivo entre gente que, en el pasado, había formado parte de grupúsculos diversos. En el lado más institucional, el rompimiento del PSUC en dos momentos diferentes, que dio lugar al nacimiento del PCC, del PSUC Viu y de EUiA, acabaron con una experiencia que parece haber sido decisiva: la de ir separados a elecciones y situarse al borde del colapso. Esta vieja izquierda acabó entendiendo que la unidad era básica para afrontar un proceso electoral con garantías, y aunque las diferencias, y a veces los malos rollos, existen, se ha alcanzado una situación de convivencia que permitió consolidar un espacio político a la izquierda.
La década de los años 90 vio eclosionar una nueva movida, con una base generacional y social diferente. Básicamente, de jóvenes con formación universitaria que constituyeron el núcleo del movimiento anti-globalización, del antimilitarismo, y de la “okupación”. A menudo con pocas conexiones con la vieja izquierda, y con una clara hostilidad con su fracción más institucional. A medida que estos movimientos fueron entrando en luchas más arraigadas al territorio, especialmente los problemas relacionados con la vivienda, se reforzó la densidad de sus propuestas y se crearon algunos puentes con movimientos de la vieja época. Quizás ahí está uno de los gérmenes de la situación actual. No hay duda de que la explosión del 15M fue un empuje necesario. Que acabó por replantear a esta nueva izquierda la necesidad de intervenir también en la esfera institucional. Y que le llevó a entender su necesidad de ganar músculo en base a aliados. De la misma forma que, para la izquierda convencional, el 15M le obligó a replantearse su papel social y a entender la necesidad de abrirse a una nueva experiencia política y organizativa. La construcción de alternativas municipalistas primero, y de la coalición En Comú Podem después, ha impulsado este proceso, el que nos ha llevado hasta aquí. Contar con un activo como la carismática Ada Colau constituye sin duda otro factor que refuerza esta tendencia a la confluencia.
Hasta aquí, he tratado someramente de explicar un largo proceso histórico que ha conducido a una confluencia entre las viejas y las nuevas izquierdas, entre militantes de distinta trayectoria vital, aunque hace años que muchos hemos convivido, colaborado, y discutido en procesos muy diversos. Lo cual ha generado un mínimo clima de confianza y tolerancia mutua sin el cual sería impensable abordar lo que ahora se intenta construir. Algo, por otra parte, necesario, y que puede ayudar a otras organizaciones y procesos en otras partes de la península. Por eso es tan necesario que la cosa salga bien, y por eso vale la pena detectar aquellas cuestiones que pueden dar al traste con un buen proyecto.
II
De momento, se ha empezado por lo que resulta más fácil. Ponerse de acuerdo con el proyecto político abstracto. Y es más fácil por dos razones: primero, porque muchas de las ideas básicas que antes dividían a la izquierda, como el ecologismo o el feminismo, forman parte del marco de valores común a la inmensa mayoría de activistas. Y segundo porque, aquello que posiblemente genere sensibilidades más diversas, como es el caso del carácter socialista o comunista de un nuevo modelo, ha quedado en parte aparcado tras el hundimiento de los viejos regímenes burocráticos y su adscripción a diferentes variedades de neoliberalismo o de capitalismo estatista. Es cierto que, para la gente de mi generación, chirría en el programa la ausencia de referencias a la clase obrera o al socialismo. Pero también es cierto que la mayoría de propuestas recogen ideas (o las reformulan) que han formado parte de esta tradición: democracia económica, municipalización, predominio de lo público o colectivo, igualitarismo, etc. Como ya he comentado en diversas ocasiones, la izquierda alternativa actual aún tiene pendiente la elaboración de propuestas serias de superación del capitalismo que no supongan recaer en el viejo modelo de economía burocrática, y que den respuestas satisfactorias a los retos de la economía ambiental. Y, por tanto, no puede pedirse a un manifiesto inicial que resuelva de golpe un problema de fondo.
El único punto problemático es el del tratamiento del tema nacional. Lógico, porque entre las bases del nuevo proyecto coexisten independentistas y no independentistas, y los primeros suelen tener una fijación especial en este tema. La coexistencia refleja la propia complejidad de la izquierda catalana (de hecho, la existencia de ambas posiciones se encuentra en el seno de cada una de las organizaciones que participan de la confluencia), y de la misma sociedad (el independentismo es claramente hegemónico fuera del área metropolitana de Barcelona y, por tanto, emerge en cualquier intento de construir una estructura política que abarque todo el territorio). Se ha tratado de elaborar una propuesta de síntesis en base a un concepto de soberanismo abierto que apela más a la democracia económica que al cierre nacional, que se posiciona a favor del referéndum de autodeterminación, y que apela a la necesidad de generar confluencias y fraternidad con el resto de España. No estoy seguro de que el resultado sea satisfactorio, aunque me parece que la dificultad no viene tanto de la propia solución teórica (buena es si permite la coexistencia y la cooperación entre gente con sensibilidad diversa en este campo y con afinidad en muchos otros), sino del contexto político en el que nos podemos encontrar los próximos meses, que obligará a adoptar posicionamientos políticos.
III
En los próximos meses, en Catalunya posiblemente habrá que afrontar una situación compleja. El bloque independentista se ha marcado un objetivo ―el referéndum a corto plazo― cuya renuncia le provocaría una debacle. Después del anunciado apoyo de la CUP a los presupuestos, hay menos razones para renunciar al referéndum. Resulta bastante evidente que, en las actuales circunstancias, el único referéndum posible es una nueva variante de la consulta del 9-N, o sea más una movilización independentista que un verdadero proceso referendario con debates abiertos. Es posible que una convocatoria de este tipo eleve el grado de presión del Gobierno Rajoy, y que se produzca una situación de fuerza. Algunas voces sugieren que esto puede formar parte de la estrategia independentista, que la represión de Madrid ayude a generar un clima favorable en el resto de Europa. Suena demasiado rebuscado. La tercera posibilidad es que se renuncie un referéndum y se convoquen nuevas elecciones. Si el bloque independentista las gana, el paso siguiente es el de proclamar la independencia. Y, si las pierde, se abren otros escenarios en función de quién sea el ganador.
De los cuatro escenarios posibles ―referéndum sin consenso, represión del proceso, victoria electoral del bloque independentista y victoria de otra fuerza política― sólo hay una variante que puede resultar cómoda para Un País en Comú. Curiosamente, se trata de un resultado indeseable: la victoria del bloque de la derecha. Todas las demás generan problemas. Y obligarán a maniobras que hoy no están claramente planteadas.
El punto de acuerdo más sencillo sobre el tema del referéndum dentro de Un País en Comú es el de dejar libertad de voto, que los ciudadanos se pronuncien (de hecho, esto es lo que ya hizo Iniciativa-EUiA en la consulta anterior). Pero los escenarios que he dibujado generan nuevos problemas.
El del referéndum unilateral genera un grave problema de déficit democrático, puesto que difícilmente va a producirse en un contexto de serenidad y campaña informada. Hasta hoy mismo, Xavier Domènech ha tenido la valentía de recordar que sólo se dará apoyo a un referéndum en condiciones democráticas aceptables y con una pregunta correcta. Este es el acuerdo y el pensar de la inmensa mayoría de activistas. Pero una cosa es mantenerla cuando el referéndum es una posibilidad etérea y, otra, si existe una convocatoria y un clima de enfrentamiento y pasión como el que, previsiblemente, veremos si finalmente se produce la convocatoria. Algo parecido puede ocurrir en los escenarios dos y tres, en situaciones que tienden a ser de blanco y negro, donde las posturas se radicalizan y afloran los subjetivismos. ¿Y, qué ocurriría si en unas hipotéticas elecciones ganara Un País en Comú y se encontrara en situación de tener un papel parlamentario decisivo? ¿Cómo responder en este caso a las presiones de uno y otro bando, que pondrían en peligro el equilibrio de fuerzas interno?
No quiero ser agorero. Si dibujo estas posibilidades es porque considero que en todas ellas habrá que tomar decisiones en un clima de tensión. Un clima que puede afectar a los equilibrios internos entre sensibilidades diferentes, y dañar la propia credibilidad social del nuevo proyecto. Lo que une a la gente de Un País en Comú son la mayoría de problemáticas de la vieja y la nueva izquierda: justicia social, anticapitalismo difuso, ecologismo, feminismo, democracia participativa. Lo que más diferencias genera es la cuestión de la independencia o, por decirlo de otra forma, el marco político de Catalunya. Una división que, de hecho, también existe entre las propias bases sociales a las que el proyecto apela, y donde se mezclan sensibilidades muy diversas que se plasman claramente en la diversidad comarcal. Por ello, me parece que en los próximos meses habrá que hacer un esfuerzo por alcanzar un claro posicionamiento ante cada uno de los posibles escenarios. Al menos, contar con una mínima hoja de ruta que impida que el proyecto, de largo recorrido, naufrague en la vorágine del primer oleaje.
IV
Hay una segunda cuestión que, de momento, no está planteada, al menos al nivel de activista de base en el que participo, y que puede ser otra fuente de problemas. Se trata de la cuestión organizativa. De cómo integrar fuerzas diferentes, en experiencia organizativa, cultura política, historia, en un solo proyecto. De cómo conseguir que el todo sea mayor que la suma de las partes, y evitar que las aspiraciones o recelos de cada una de ellas lo debiliten. Creo que la integración es una tarea razonable, deseable. Y se percibe, de momento, buena predisposición en todas las partes (una buena muestra lo fue el mitin de ayer, se podía comprobar que todo el mundo había movilizado a su gente, que había entusiasmo colectivo). Habrá que ver si también en esto la capacidad creativa, las ganas de construir algo grande, se imponen. Pero se trata de un ejercicio que exigirá un esfuerzo político para que las piezas encajen. Un encaje que, a menudo, es tan complejo por arriba como por abajo (por arriba porque siempre hay latente una lucha por el poder, por abajo porque suelen pesar demasiado los viejos desencuentros), y que exige compromiso democrático y sensibilidad para orillar los conflictos.
V
Uno puede pensar que trato de tirar un jarro de agua fría al destacar los puntos críticos, cuando es todo lo contrario. Se trata precisamente de adelantarse a las dificultades para hacerles frente. Porque el proceso tiene mucho valor, no sólo en Catalunya, sino en otras partes. Si aquí somos capaces de construir un proyecto en común y encajar un engranaje tan complejo, vamos también a ser útiles para otros proyectos amigos. Porque, de lo que se trata, es de que las cosas aquí salgan tan bien que ayuden a generar una corriente de procesos en muchos otros lugares. Y es que, frente a la barbarie de los Trump, los ultras europeos, y la derecha neoliberal, es una necesidad vital que se articule una izquierda que ofrezca un proyecto de sociedad decente, que luche unida para que sea posible.
31/1/2017
Lo más duro...
Antonio Madrid Pérez
“Lo más duro es ver cómo todos lo ven y nadie hace nada”.
Hace unos días recibí estas palabras. Me llegaron vía correo electrónico. Con esta frase, su autora comentaba un artículo que yo había publicado hacía unos días.
La autora del correo electrónico expresaba con precisión un sentimiento que es compartido por muchas de las personas que han sufrido o sufren abusos en entornos de poder institucionalizado: el abandono, la denegación de ayuda, el mirar para otro lado, el consentir el mal, cuando no colaborar en que se produzca y se mantenga, el ejercicio abusivo de poder utilizando los privilegios institucionales…
El análisis de parte de los casos de abusos y acosos sexuales en las Universidades muestra que el abuso y el acoso sexual los ejercen en muchas ocasiones personas que detentan poder institucional. En el caso de la Universidad de Sevilla, el catedrático condenado a 6 años y 9 meses de prisión por abusos sexuales sobre profesoras en situación precaria actuó, tal como relata la sentencia, aprovechándose de la prevalencia que le daba su posición de poder académico.
El entorno institucional confiere poder a una persona que luego hace un mal uso de este poder y acaba abusando o acosando. A esta primera característica, se suma una segunda que debería hacer saltar las alarmas. Es frecuente que cuando se dan estos casos de abuso y acoso, la reacción institucional, si se da, sea lenta, dubitativa y, en ocasiones, complaciente si quien agrede ostenta poder institucional. Suele ocurrir que los expedientes se alargan en el tiempo, que los delitos prescriben y que las Universidades aducen que no tienen instrumentos para sancionar. Como si el derecho sancionador administrativo estuviese escrito para otros, no para la administración universitaria. Por este motivo, en el caso de Sevilla se ha condenado a la Universidad como responsable civil subsidiaria por no haber protegido debidamente a las víctimas.
Esta condena es posible porque existen cadenas de responsabilidad que actuaron incorrectamente. El victimario es responsable, y también lo son las autoridades académicas que no toman medidas de protección desde el momento en que tienen conocimiento de que se está produciendo el abuso. Es frecuente delegar responsabilidades en cadenas: arriba-abajo, abajo-arriba con un resultado final que en muchas ocasiones es inaceptable en términos legales y morales. Las cadenas de responsabilidad deberían contribuir a un mayor ejercicio responsable del poder, no a la desrenponsabilización del mismo.
El primer y el segundo rasgo comentados mantienen entre sí una relación funcional: se detenta poder institucional y la institución protege a quien detenta ese poder. El problema se plantea si esa protección también se da cuando se abusa del poder. En estos casos, los responsables institucionales deberían entender que la defensa de la institución pasa por impedir los abusos de poder, no por consentirlos o taparlos.
Sin embargo, en ocasiones las autoridades tapan, disimulan, silencian, justifican… los abusos de poder. Y no lo hacen solas. También hay compañeros de trabajo que actúan de la misma forma. No sólo obviando el abuso de poder, sino también, en ocasiones, atacando a quienes apoyan a la víctima, yendo contra quienes se atreven a hablar. El silencio cómplice ha sido y en parte todavía es una receta que se sigue en los entornos de poder institucionalizado.
“Si no te quieres complicar la vida, calla”. Esta sería la máxima que subyace en la contemplación cómplice de las violencias ejercidas en entornos institucionalizados. Por este motivo se han impulsado campañas como “Es un valiente, no un chivato” (Comunidad de Madrid). Mediante esta campaña se intenta combatir la presión existente en las escuelas contra quienes denuncian situaciones de acoso. Una de las premisas de esta campaña es que el acoso escolar sólo es posible si el grupo se hace cómplice del agresor. Y lo hace al callar, al reírle las gracias, al mirar para otro lado, al abandonar a la víctima.
Los factores que favorecen la existencia del abuso y del acoso sexual en el ámbito universitario (y que dificultan su prevención) también se hallan presentes en otros ámbitos de poder institucionalizado en los se producen abusos.
La corrupción en la política y en la administración
Una buena parte de las personas que denunciaron casos de corrupción política vio su vida personal y profesional seriamente perjudicada. La denuncia por corrupción supone, de entrada, que quien denuncia se enfrenta a un entramado de poder que echa raíces en el entorno de los partidos políticos, de las administraciones y de las empresas que colaboran en las tramas corruptas.
El juego de los sobres exige que colaboren suficientes jugadores como para mantener la ganancia del juego. Quien denuncia se enfrenta frecuentemente a una red de poder que le supera. Ante esta realidad, la Plataforma por la honestidad presentó hace unos meses un anteproyecto de ley con la intención de mejorar la lucha contra la corrupción. En concreto, el anteproyecto propone que quien denuncia no pierda su puesto de trabajo o que no tenga que cambiar de residencia. También propone medidas de protección para el entorno familiar del denunciante.
Esta propuesta evidencia la necesidad de proteger a quien denuncia. No se le puede pedir al denunciante que se comporte como un héroe. También identifica esta propuesta otra realidad: la existencia de grupos de personas que actúan contra quien denuncia y contra quien da apoyo al denunciante. Si se permite la acción impune de estos grupos, se favorece la continuidad de la corrupción.
A la vista de este anteproyecto de ley, Jueces para la democracia pidió que el legislador desarrollara instrumentos legislativos concretos que protegiesen a las víctimas, a los denunciantes y a los testigos contra cualquier acto de acoso, mobbing, difamación, injurias, calumnias o cualquier medio tendente a la presión del denunciante y a desincentivar la denuncia o testimonio, como la estigmatización, aislamiento, precariedad económica o afección psicológica.
Las violencias en las fronteras: el caso del Tarajal
El documental “Tarajal: desmontando la impunidad en la frontera sur” (2016, Xavier Artigas, Xapo Ortega, Marc Serra) analiza y denuncia la muerte de por lo menos 15 personas en la frontera ceutí entre España y Marruecos. El caso fue archivado pero hace unas semanas ha sido reabierto.
El documental muestra las dificultades existentes al exigir responsabilidades, la manipulación que se intenta hacer al seleccionar qué información se transmite y cuál se oculta, qué imágenes se publican o cómo se interpretan los hechos. En un momento en el que las medidas tomadas por el gobierno Trump han provocado la crítica de una parte de la población, la consideración de lo ocurrido en la frontera del Tarajal en 2014 muestra la dificultad de luchar contra la impunidad. Ya se dé esta impunidad en determinados actos represivos en las fronteras, ya se dé en los casos de corrupción, ya se dé ante los abusos sexuales y el acoso en las universidades o ya se dé esta impunidad en los casos de violencia institucional.
SIRECOVI: un instrumento para prevenir y reaccionar frente a la violencia institucional
Hace unas semanas el Observatorio del sistema penal y de los derechos humanos (OSPDH, UB) presentó el SIRECOVI: sistema de registro y comunicación de violencia institucional. El vídeo de presentación se puede ver aquí.
Se entiende a los efectos de este instrumento que violencia institucional es la violación de derechos humanos ejercida por funcionarios del Estado, como los integrantes de cuerpos y fuerzas de seguridad, los miembros del ejército o los funcionarios de centros de privación de libertad.
La violencia institucional queda oculta en muchas ocasiones. No resulta fácil probarla, entre otras cosas porque frecuentemente es la misma institución la que tendría que aportar las pruebas del delito, o la que tendría que favorecer su investigación. Frente a las situaciones de abuso de poder institucional que se puedan dar, el SIRECOVI apuesta por el trabajo de denuncia y respuesta en red.
Las violencias comentadas en este texto comparten factores que se hallan en su etiología y también factores que las posibilitan y que se hallan en su modus operandi. La distribución de poder institucionalizado, la tolerancia y/o connivencia con los abusos de poder y el silencio cómplice frente a los abusos, cuando no el ataque añadido a quienes se solidarizan con las víctimas y con los valores de justicia, son rasgos que se encuentran en buena parte de los abusos comentados.
En todos estos casos es preciso proteger a quien denuncia y a quienes dan apoyo a la víctima. Es preciso exigir responsabilidades a quienes apoyan a los abusadores. Es preciso exigir responsabilidades institucionales. Y es preciso creerse que quien tiene mayor poder ha de tener mayor responsabilidad, no menor responsabilidad.
31/1/2017
Empleo y condiciones de trabajo en la "recuperación"
Cuaderno de incertidumbre: 17
Albert Recio Andreu
I
Según la visión convencional, la crisis es un hecho del pasado. El PP no para de recordarnos que llevamos años de crecimiento sostenido y de caída del desempleo, y que, con la nueva legislatura que tiene asegurada, saldremos definitivamente del bache. Como era previsible, todo el mérito se lo atribuye a lo acertado de sus políticas, y sus aliados/mentores en la Unión Europea no paran de celebrar estos éxitos y de recordarnos que hacen falta nuevas vueltas de tuerca para alcanzar el paraíso. La publicación de la última Encuesta de Población Activa del año es una buena ocasión para ver lo que ha ocurrido realmente. Siempre, claro, que la EPA refleje fielmente la situación del mercado laboral (al menos, hay evidencias de que sus datos son más fiables que otras fuentes mucho más manipulables, como es el paro registrado). Para entender lo que ha ocurrido, me he permitido comparar la situación en tres momentos diferentes: los últimos trimestres de 2007 (el inicio de la crisis), 2011 (el fin del Gobierno Zapatero) y 2016. Aunque hay que aclarar que los primeros años del Gobierno Rajoy agudizaron la crisis, y la “recuperación” no empezó hasta finales de 2014.
II
En primer lugar, podemos ver lo que ha ocurrido en términos de empleo, paro y actividad. Fijarse sólo en la variación del paro puede oscurecer la realidad. Por una razón muy simple, y es que del paro se sale de dos formas: o bien encontrando empleo o bien dejando de buscarlo. La forma como se mide si una persona está o no buscando empleo tiende a subvalorar el paro, pues elimina a los “parados desanimados”, que son los que quieren trabajar pero no buscan activamente porque su experiencia de búsqueda anterior se ha demostrado inútil. Hay que tener en cuenta, además, que del paro también se puede salir emigrando, algo que han hecho tanto jóvenes nativos (mayoritariamente de clase media y elevada educación) como antiguos inmigrantes extracomunitarios (que han vuelto a su país de origen o se han ido a otro lugar) (Tabla 1).
Analizando en conjunto el período Rajoy, puede verse que su éxito neto es más que mediocre, y que en la reducción total del paro ha tenido más importancia la exclusión del mercado laboral que la creación neta de empleo. Además, hay que advertir que en el primer período de la crisis se produjo una fuerte entrada en el mercado laboral de mujeres adultas que trataban de paliar la crisis en la economía familiar por la enorme destrucción de empleo (el llamado efecto “trabajador adicional”).
Cuando los datos se desgranan por género, se observa que casi toda la salida del mercado laboral ha sido masculina: en el período 2011-16 han salido del mercado laboral 672.000 hombres y sólo 4.000 mujeres, y para el conjunto del período considerado han entrado 900.000 mujeres al mercado laboral y han salido 815.000 hombres. El resultado es una fuerte reducción del diferencial de la tasa de actividad (el porcentaje de personas en edad de trabajar que están empleadas o buscan empleo). En 2007, las tasas de actividad eran del 59,47% para los hombres y del 49,9% para las mujeres (10 puntos de diferencial) mientras que la última EPA las sitúa en 58,95% y 53,41% respectivamente (el diferencial se ha reducido casi el 50%). La salida de hombres del mercado laboral no es homogénea, se concentra sobre todo entre los jóvenes y las personas de más de 45 años, dos cohortes de edad que encuentran graves dificultades para encontrar empleo y que prefiguran vidas laborales mucho más cortas que en el pasado. No deja de ser sorprendente (aunque a quienes trabajamos en el mundo académico es difícil que pueda sorprendernos la incapacidad del enfoque dominante por reconocer los problemas reales) que mientras hay una continua obsesión por la pirámide poblacional, no hay ninguna referencia a este acortamiento de la vida laboral, que tiene efectos devastadores para el actual sistema de pensiones.
La crisis de 2007 produjo una curiosa tendencia igualitaria en términos de género en el mercado laboral. Curiosa por perversa: no es que se produjera una mejora real de la posición laboral de las mujeres, sino que la debacle produjo una compleja tendencia a la igualdad. Las tasas de paro eran en 2007 el 6,89% para los hombres y el 10,8% para las mujeres. Cuatro años después eran casi idénticas pero mucho peores (el 22,2% y el 22,9% respectivamente). Aunque se había llegado a esta situación por vías diferentes: los hombres por una masiva destrucción de empleo masculino (más de 2,1 millones), y las mujeres por una considerable entrada en el mercado laboral (más de 1 millón) para paliar los efectos de la hecatombe. Cinco años después, las cosas vuelven a divergir. La tasa de paro se sitúa en el 17,22% para los hombres y en el 20,25% para las mujeres. Esta divergencia es sobre todo debida al mayor abandono masculino del mercado laboral. Por lo que se refiere a creación de empleo neto en el período 2011-16, 91.000 han sido masculinos y 264.000 femeninos, aunque esta situación tiende a revertirse en la última fase de crecimiento, a partir del primer trimestre de 2014. En este último período se han generado 1,55 millones de empleos, de los cuales 906.000 para hombres y 651.000 para mujeres. Parece, pues, que el mal igualitarismo fue solo un espejismo de la crisis, y que ahora no sólo estamos peor, sino que vuelven a tomar impulso las viejas desigualdades.
III
Si la creación de empleo es insuficiente, más aún lo es su calidad. La EPA sólo da algunas pistas en términos de tipos de contrato.
Por lo que respecta al empleo temporal, la crisis provocó un extraño fenómeno, pues se redujo el porcentaje de personas asalariadas que declaran tener una relación temporal. La razón de esta “mejora” de la precariedad no es otra que el hundimiento del empleo en la construcción y la no renovación de contratos temporales como medida de ajuste ante la crisis. Una vez más, se trataba de una mejora estadística que simplemente reflejaba que mucho empleo temporal se había convertido en no empleo. La elevada temporalidad es una mala señal sobre la calidad del empleo (por eso tanta insistencia en el contrato único como forma de camuflar algo indeseable). Las mismas reformas laborales de 2010 y 2012 trataron de justificarse como un intento de dotar a las empresas de flexibilidad interna para mantener el empleo y reducir la temporalidad. La EPA refleja lo contrario: la expansión del empleo ha vuelto a relanzar el empleo temporal, sin alcanzar las cotas de 2007 pero en clave ascendente. (Tabla 2). Persisten desigualdades de género, aunque parece que en el último período tienden a reducirse.
Al hablar de contrato temporal, hay que aclarar un par de cuestiones que habitualmente generan confusión. En primer lugar, esta cifra del 26% contrasta con la información del INEM, en la que los temporales constituyen casi el 90% del total de contratos realizados. La diferencia estriba en que, en un caso, se calcula el porcentaje de contratos realizados y, en el otro, el porcentaje de personas que están con algún tipo de contrato temporal. Una persona que encadene un contrato temporal tras otro de poca duración puede haber tenido 10, 15, o más contratos a lo largo del año. En cambio, el que ha sido contratado establemente sólo tendrá uno. Pero la EPA sólo contará a esta persona una sola vez, por eso se produce la diferencia. Aunque haya personas que tienen muchos contratos al año, en conjunto representan algo más de la cuarta parte de la fuerza laboral. En segundo lugar, la contratación no es homogénea en todas las empresas y sectores; algunos tienden a utilizar mucho más la contratación temporal que otros (por ejemplo, la construcción y la hostelería son sectores de alto volumen de empleo temporal) y por eso el porcentaje final está influido por las variaciones en la estructura ocupacional y no puede explicarse sólo como un efecto de la legislación. En todo caso, el 26% es un porcentaje muy alto, reflejo del modelo productivo y empresarial local.
La segunda variable es la del empleo a tiempo parcial. En este caso, la evidencia es clara: aumentan los empleos a tiempo parcial. Y afectan especialmente a los asalariados y aún más especialmente a las mujeres. Sabemos también que en su mayoría no son voluntarios. Y, analizando la Encuesta de Estructura Salarial que pública el INEM, se constata que el empleo a tiempo parcial es la mayor fábrica de trabajadores pobres, puesto que la práctica totalidad de personas que ganan al año por debajo del salario mínimo son personas con empleos a tiempo parcial. Un empleo que es fundamentalmente funcional a las empresas para cubrir puntas de actividad, sustituciones etc., o un mecanismo para reducir el pago de contribuciones sociales. Es también una forma de reproducir las desigualdades de género y crear otra variante del modelo de familia tradicional con el hombre en el mercado laboral y la mujer de ama de casa y alguna “faenilla complementaria”. Algo, por otra parte, muy habitual en la clase obrera española desde tiempo inmemorial.
Hay por último una cuestión sobre la que se insiste de forma reiterada y sobre la que la EPA no parece ofrecer confirmación. Se trata del tema de los falsos autónomos, de la proliferación de autoempleo forzado. Es un tema que aparece en casi todos los debates de izquierdas, pero que curiosamente no se constata en las estadísticas. De hecho, había más empleo no asalariado al principio de la crisis (un 17,4% del total) que actualmente (un 16,5% en 2011 y un 16,8% en 2016). La tendencia histórica ha sido a la reducción del porcentaje de no asalariados. Hay sectores de autónomos en permanente declive, como la agricultura o el comercio minorista, y es posible que este declive se combine con un renacimiento en otros campos. O, simplemente, que las situaciones de falsos autónomos que realmente existen nos produzcan un impacto sensorial que acaba por aumentar la sensación de importancia.
IV
Hay otra cuestión a considerar que parece importante: analizar cuáles han sido los cambios más relevantes del empleo en cuanto estructura sectorial. Se trata de cambios que son el resultado de un cúmulo de dinámicas: especialización productiva, cambios en las demandas sociales, políticas públicas, etc. Antes de la crisis (unos cuantos años antes) ya podían detectarse problemas analizando esta variable. A partir del año 2000 era visible el exagerado peso que tenía la construcción en la estructura productiva española, lo que debería haber implicado realizar políticas de corrección que no sólo no se hicieron, sino que tal estructura se impulsó desde el sector financiero y desde el propio Gobierno (especialmente a través de ambiciosos y discutibles programas de inversión). Cuando estalló la crisis, hubo un corto tiempo en el que se habló de la necesidad de replantear el modelo productivo, pero este fue un debate de corta duración que acabó por liquidar el triunfo electoral de Rajoy. La política industrial o sectorial es prácticamente inexistente en España. Los recortes en el gasto en investigación son un indicativo de renuncia a una política de reorientación hacia una producción más sofisticada. La política energética ha colocado al gobierno Rajoy en un avanzado de las políticas que va a desarrollar Trump. De hecho, la única política que realmente ha realizado el Gobierno es la de poner nuevas bases para una nueva fase de especulación inmobiliaria (concesión de permiso de residencia a compradores de inmuebles, cambios en la ley de costas, SOCIMIs…).
Ver cómo ha cambiado la estructura ocupacional da pistas de hacia dónde se mueve nuestra estructura productiva. Como el análisis detallado puede resultar farragoso, comento sólo los aspectos esenciales del cambio. Y me concentro en el período de recuperación.
Las cifras dan la razón a la percepción social: la hostelería y la restauración han sido los principales impulsores de la creación de empleo (220.000). El peso de los puestos de trabajo en este sector ha pasado de ser el 6,5% del empleo en 2007 al 8,5% en la actualidad. No es la burbuja de la construcción, pero indica otra peligrosa especialización del país (hay que contar que el peso del turismo es mayor, pues deberíamos sumarle el empleo en agencias turística, parte de las actividades recreativas que han generado 72.000 nuevos empleos, parte del empleo en el transporte, parte de los 33.000 del comercio minorista, y los empleos indirectos que se generan en otros sectores). Otro sector de crecimiento es el de actividades socio–sanitarias, aunque su mayor crecimiento tuvo lugar con el Gobierno de Zapatero (y el 50% del crecimiento del empleo se ubica en el sector de residencias de tercera edad). El tercer sector de mayor crecimiento es el de “actividades profesionales y científicas” (92.000 empleos netos), pero su atractivo efecto se disipa cuando se constata que el grueso de su crecimiento se produce en “actividades jurídicas y contables” y “personal de sedes centrales”. Es decir, burocracia empresarial y asesores y especialistas en blindar los intereses empresariales. En cambio, se reduce el empleo en actividades de I+D.
En el capítulo de pérdidas destaca la construcción (1,6 millones de empleos perdidos desde el principio de la crisis), la industria, que perdió casi 800.000 empleos en la crisis y ha quedado estancada en la recuperación (sólo el sector del automóvil ha generado un volumen vistoso ―28.000 de nuevos empleos―) y el sector financiero.
Por tanto, lo que indica este cuadro es que, lejos de llevar a cabo una reorganización de la anterior estructura productiva, el capitalismo español y las élites gobernantes siguen centrándose en aquellas partes del viejo modelo que aún funcionan (como el turismo), esperando recuperar el pulso inmobiliario en un remedo del “esperando a Godot” y soñando que un tirón exterior, que cada vez parece menos probable, nos saque del abismo.
V
Para completar este cuadro deberíamos incluir los datos de salarios. Llevo años peleándome con las estadísticas salariares, pero éstas nunca tienen la calidad de las de empleo. El INE publica sólo datos agregados (que empiezan por excluir sectores de bajos salarios como la agricultura o el servicio doméstico), lo que genera muchos efectos de composición y permite poco análisis. El trabajo con microdatos sale fuera de mi capacidad de trabajo, pero los colegas que lo intentan chocan con nuevas dificultades técnicas que el INEM justifica para garantizar que no se pueda identificar la empresa concreta. Este es uno de los mayores contrasentidos de la protección de datos. Mientras que los investigadores públicos no pueden acceder a datos fiables de salarios, los grandes grupos financieros tienen una información fidedigna de ingresos y desarrollan (y están creando filiales de negocio) esta información para su explotación comercial.
Con todo, la Encuesta de Estructura Salarial permite constatar que en los últimos años se ha producido un retroceso del salario medio y, por tanto, que ésta constituye la otra cara de la precariedad contractual.
Quizás no tan apocalíptico como algunos a veces pensamos. Pero sí suficientemente significativo como para explicar el aumento de las desigualdades y la inseguridad económica de gran parte de la población. Y, además, no parece que el cambio en el empleo vaya a propiciar una economía menos proclive a los sobresaltos, más adecuada hacia un modelo ambientalmente sostenible, más igualitaria en términos de clase y género. La recuperación actual, lejos de situar la economía en una orientación más deseable, es un repunte aún más cruel del modelo depredador al que las clases dirigentes son tan adictas, tan inflexibles e incapaces de eludir.
30/1/2017
El 2017 y las nucleares en España, crónica de enero
Miguel Muñiz
Pues amarga la verdad,
quiero echarla de la boca;
y si al alma su hiel toca,
esconderla es necedad.
Francisco de Quevedo, con música de Paco Ibáñez
Un apunte previo: este artículo, y los que le seguirán a lo largo del año, pueden tener una extensión superior a la que es habitual a mis colaboraciones en Mientras Tanto porque 2017 será un año clave para el futuro de la energía atómica [1]. De hecho, el mes de enero ya lo ha sido. Sirva la situación excepcional como disculpa.
Aunque los medios sólo ofrecen apuntes fragmentados, la información existente es abrumadora; aparecen tantos datos conectados entre sí sobre la evolución y tendencia de los acontecimientos que una crónica mensual debe seleccionar hechos y datos, para dar interpretaciones que permitan entender lo que está pasando. No proceder así, intentar abarcarlo todo, convertiría cada crónica mensual en un “dossier” extenso y, por tanto, de difícil lectura. Aunque la propia selección ya implique una interpretación a la que se deben añadir las valoraciones del cronista.
En la energía atómica, como cualquier otro tema en que se mueven intereses, no existen visiones “neutrales”, ni los analistas y expertos que se invocan para complementar las informaciones se hallan en posición neutral. Estas crónicas son exposición de criterios, que cada lector o lectora debe confrontar con otros relatos para formarse su propia opinión: esa verdad que cantan los versos que encabezan este artículo.
Por tanto, para abordar enero se han seleccionado cuatro ámbitos de análisis: el conflicto de Almaraz, el de Garoña, las actividades del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), y la creación en Cataluña de un “impuesto” que legaliza los impactos sobre la salud de las emisiones de radiactividad de las centrales. Los cuatro tienen trascendencia para el que es el gran conflicto de fondo: la voluntad de la industria nuclear y sus seguidores de renovar los permisos de funcionamiento para que las centrales funcionen hasta los 60 años [2]. Ello no significa que lo relacionado con el ATI de Cofrents, o el retroceso en el bloqueo de la construcción del ATC en Villar de Cañas no sean trascendentes. Lo son, pero las limitaciones imponen la selección, y se tratarán en otras crónicas.
Almaraz
Sobre Almaraz ya se hizo un reciente análisis de perspectivas y limitaciones en Mientras Tanto [3]. No se repetirán las argumentaciones desarrolladas allí, en todo caso se mencionarán. Este conflicto ha acaparado la mayoría de las actuaciones del Movimiento Ibérico Antinuclear (MIA), y es importante seguir las tres variables en que se desarrolla: internacionalización, movilización e implicaciones locales.
La implicación del gobierno portugués y los partidos políticos está generando mucha cobertura, pero limitada a Portugal, una cobertura que no es habitual y que ha llegado hasta la realización de debates televisivos en programas de máxima audiencia con participación de miembros del gobierno, de fuerzas políticas y de representantes del movimiento de resistencia a nivel ibérico. Personas del MIA han sido entrevistadas y han podido manifestar opiniones en medios de comunicación portugueses. También se ha mantenido la voluntad del gobierno portugués de recurrir a las instituciones europeas. Todo ello ha ampliado bastante la internacionalización del problema.
En la primera etapa de movilización, el factor determinante fue la filtración a los medios de un informe por parte de un equipo de inspectores del CSN. Esta segunda etapa ha girado en torno a la entrevista entre el Ministro de Medio Ambiente portugués y la ministra equivalente del PP. Celebrada el 12 de enero en Madrid, estuvo rodeada desde el principio de una nube de rumores: desde que no se celebraría porque el gobierno portugués daría “plantón”, hasta que permitiría cerrar el conflicto. El resultado fue que, tras no llegar a ningún acuerdo, el gobierno portugués decidió presentar una queja ante la Unión Europea (UE).
Las tres partes, los dos gobiernos y la UE, actúan con mucha prudencia. La queja se presentará invocando el impacto potencial transfronterizo, pero sólo sobre la construcción del Almacén Temporal de residuos radiactivos (ATI), no sobre la continuidad de la central. El margen de maniobra es aún amplio, y las posibilidades de que, en un caso extremo, los residuos puedan acabar almacenados en Francia o en otro lugar no se descarta.
La internacionalización del conflicto despierta un lógico entusiasmo en el movimiento de resistencia antinuclear activo en la zona, pero un repaso de la cobertura informativa permite percibir que es abundante en Portugal, pero que en España se trata poco y, normalmente, en las ediciones de Extremadura de los medios electrónicos. Es normal, es mucho más fácil realizar denuncias de un conflicto desde el exterior que desde el territorio implicado; Portugal no tiene reactores nucleares, el peso de los grupos de presión pro-nucleares es muy inferior al que se da en España, y por ende hay más libertad para debatir. Se trata de una coyuntura favorable que se debe aprovechar, pero sobre la que basta razonar un poco para descubrir los límites.
El mayor peligro que encierra la internacionalización es que pueda provocar un rebote de afirmación patriótica en los sectores sociales que apoyan al PP, Ciudadanos, y otros partidos del nacionalismo español; ello arrancaría el conflicto de Almaraz del campo del debate nuclear en el que nos movemos los activistas y lo llevaría a un ámbito mucho más complicado y peligroso. No es un peligro presente a día de hoy, pero hay que tener en cuenta que es un peligro potencial. La internacionalización se debe gestionar con cuidado.
Afortunadamente, la movilización en enero se ha mantenido en un nivel elevado: se han producido manifestaciones y concentraciones en Portugal y en España, la visita del ministro portugués se encontró con una concentración de denuncia ante el Ministerio en Madrid, y para los días 4 y 5 de febrero se ha convocado en Lisboa, con un notable éxito, una Conferencia Internacional del MIA que tratará especialmente el conflicto. Esta crónica se redacta sin disponer aún del Programa, pero todas las plazas de transporte para asistir a la misma están cubiertas desde el 25 de enero. En la crónica de febrero será posible informar de resultados.
En política, las implicaciones locales continúan moviéndose entre la necesidad de sacar provecho de la situación y el temor a que el conflicto se extienda demasiado. El gobierno de Extremadura realiza ejercicios verbales de denuncia, pero procura no dar pasos políticos que puedan conducir a enfrentamientos internos y externos en una situación política de tensión, con apelaciones grandilocuentes a gobernabilidad, responsabilidad política y otras solemnes zarandajas [4].
Garoña
El máximo exponente del carácter surrealista de la protección política de que goza la energía nuclear sigue el guion previsto. Su papel fue analizado en el número de enero de Mientras Tanto [5]. La línea marcada, consistente en situar Garoña en un limbo legislativo en el que dispondría de permisos para funcionar hasta los 60 años, pero sin conectarse a la red, se detectó en los movimientos del CSN: el 22 de enero se dio un nuevo paso. Las informaciones hacen el habitual hincapié en las “inversiones” (hace ya mucho que referencias a cosas como la contaminación, las enfermedades, los residuos o la seguridad han desaparecido de las noticias del día a día nuclear) pero desligándolas de la autorización para su conexión. Un nuevo episodio en la guerra de movimientos hacia la consolidación de los 60 años.
La decisión del CSN provocó una movilización social en Euskadi: el 26 de enero se realizó una concentración en Bilbao. Habrá que esperar a ver cómo reaccionan las instituciones vascas, que ya han manifestado su rechazo a la puesta en funcionamiento del reactor. Habrá que ver si se adaptan a la estrategia del limbo legislativo, en que Garoña estará activa legal y formalmente, pero parada realmente, o si van más allá [6].
Consejo de Seguridad Nuclear
El papel del CSN como garante de los intereses de la industria nuclear se desarrolla hace tiempo sin tapujos [7]. El organismo ha dado un paso más en enero para liberar a ENEL-ENDESA, IBERDROLA y GAS NATURAL-FENOSA de las molestias (leves, por otra parte) que les suponen las actividades de los técnicos inspectores. Aunque la decisión se tomó en diciembre, el 16 de enero trascendió que se había decidido que el trabajo de los inspectores estuviese centralizado jerárquicamente en una persona con funciones de controlador, evitando contactos y consultas horizontales entre inspectores y técnicos.
En otros escritos hemos informado de que incluso la opacidad informativa de las actas de inspección no podían ocultar los forcejeos que se producían entre inspectores del CSN y técnicos y directivos de las centrales con motivo de las revisiones. Con su última decisión, el llamado “organismo regulador” refuerza el control sobre un colectivo potencialmente problemático, y ayuda al objetivo de los 60 años.
Lógicamente La Asociación Profesional de Técnicos en Seguridad Nuclear y Protección Radiológica (ASTECSN), emitió un comunicado de protesta [8].
El “impuesto” que legaliza los impactos sobre la salud de las emisiones de radiactividad de las centrales nucleares
Esta crónica se redacta cuando la campaña contra el denominado “impuesto radiotóxico” se encuentra en su recta final. Todo parece apuntar a que, el 8 y 9 de febrero, el Parlament de Catalunya aprobará los presupuestos del 2017 con una mayoría suficiente. La sorpresa para el movimiento de resistencia a la energía nuclear consistirá en que los tres partidos del Parlament que se manifiestan contrarios a la energía nuclear votarán a favor del Capítulo de los presupuestos que instituye el “impuesto”.
Para entender la importancia de un asunto que podría considerarse una cuestión territorial hay que partir de la situación previa: desde los inicios de la energía atómica ha existido una pugna entre los sectores de la ecología y la medicina que denunciaban que la emisión rutinaria de radiactividad del funcionamiento cotidiano de los reactores tenía impactos en la salud de las poblaciones cercanas y lejanas. La respuesta a esa denuncia ha consistido siempre en negar que el tal impacto existiese. Para ello, se ha contestado cada estudio científico de denuncia con un estudio contrario en que la estadística ha jugado un papel clave [9]. El resultado era siempre el mismo: se llegaba a la conclusión de que las emisiones radiactivas en “bajas dosis” eran inofensivas, que no existía relación entre el funcionamiento de las centrales nucleares y la salud de la población.
Lo que ha hecho el gobierno formado por dos partidos pro-nucleares, PDECAT (la antigua CDC) y ERC, ha sido reconocer que las emisiones rutinarias de los reactores tienen un impacto sobre la salud de la población, pero sólo con la finalidad de cobrar dinero, pasando inmediatamente a gravarlas con un “impuesto” y eludiendo las implicaciones sanitarias del reconocimiento.
Al saltarse la evaluación del impacto sobre la salud de la población, el gobierno PDECAT-ERC ha tomado decisiones graves: la primera, ignorar el deber de cualquier gobierno de anteponer los intereses de las personas que lo han votado a los intereses de los grupos de presión; en segundo lugar, ha legitimado el derecho de las empresas eléctricas a provocar enfermedades con las emisiones radiactivas, legalizando el impacto de dichas emisiones; en tercer lugar, ha abierto un camino que facilita el alargamiento a 60 años de los reactores atómicos por la vía de la legitimación de sus impactos y, en cuarto lugar, también ha abierto el camino a dicha legitimación en todas las comunidades con competencias ambientales y centrales nucleares en su territorio, mediante la promulgación de “impuestos” similares.
Pero lo más llamativo ha sido la voluntad de ocultar el debate público a la hora de enfrentar la campaña de denuncia puesta en marcha desde el Movimiento Ibérico Antinuclear en Cataluña, una campaña que pedía sólo la retirada del Capítulo séptimo de la Ley de Presupuestos, y que cuenta, cuando se escribe esta crónica, con 527 apoyos de personas de todo tipo, varias de ellas de reconocido prestigio en ámbitos como la universidad, la salud y la ciencia.
Las excusas de los defensores del PDECAT-ERC para justificar el “impuesto” se han difundido con toda discreción y se reducen a dos: que ya que las centrales nucleares existen y contaminan, mejor que paguen por ello; y que, políticamente, las instituciones de Cataluña carecen de competencias para hacer nada en el tema nuclear. Para justificarlo, se recurre a la economía neoliberal, a la identificación entre legalidad y realidad, y a la “lógica” abstracta.
Sobre la primera excusa basta recordar que el predominio de la economía sobre las personas no es un valor admisible; sobre la segunda, los defensores del PDECAT-ERC realizan una interesada maniobra de confusión entre falta de “competencias” y falta de mecanismos de intervención. Se trata de un juego familiar para todos los que vivimos en Cataluña: la falta de competencias se invoca selectivamente, bien como realidad fatal u obstáculo insuperable cuando conviene, o bien como factor de movilización cuando interesa.
Las instituciones de Cataluña disponen de mecanismos de intervención y presión, y los usan cuando les conviene. Basta leer las informaciones políticas de los últimos cuatro años para ser plenamente conscientes de ello. Pero el tema nuclear está excluido de estos mecanismos por la presión transversal de los grupos defensores de las nucleares en Cataluña, aquellos que defienden el alargamiento de Ascó y Vandellós hasta los 60 años, y que no son sólo perversas compañías eléctricas con sede fuera de Cataluña.
Pero, si todo esto es perfectamente comprensible en el caso de partidos defensores de la energía nuclear, lo sorprendente es que las tres fuerzas políticas, con presencia en el Parlamento (CSQEP, PSC y la CUP), que plantean desde diversas posiciones el cierre de las centrales nucleares, se sumen a las excusas del PDECAT-ERC y voten a favor del Capítulo séptimo de la Ley de presupuestos.
Nos hallamos aquí ante otra muestra de surrealismo que, sin llegar al nivel de Garoña, también ilustra contradicciones entre la realidad nuclear y política nuclear. Explicar en detalle la contradicción de unos partidos que se declaran contrarios a la energía nuclear ―pero que hacen frente común con los partidos pro-nucleares en apoyo al “impuesto”― y que, además, son cómplices en silenciar el debate social que debería generar la medida, exigiría mucho más que un “dossier”, llevaría a redactar un libro.
Pero, a falta de un libro, bastará con un botón de muestra: una anécdota.
El 26 de noviembre de 2016 se realizó la segunda reunión ibérica del MIA. En dicha reunión se escucharon testimonios impactantes de amenazas, acoso, negación de derechos y violencia contra vecinos, activistas sociales o simples discrepantes políticos en los pueblos cercanos a las centrales; los que realizaban esas actuaciones eran políticos locales y partidarios de la industria nuclear que, a veces, también trabajaban en ella. Los testimonios procedían de Paca Blanco, una activista histórica de Extremadura que ha llegado a sufrir violencia física, y del compañero que participaba en el movimiento de oposición a las empresas de minería de uranio en Salamanca. Su narración era una muestra de cómo funciona el caciquismo moderno allí donde el poder nuclear actúa directamente.
Pero en Cataluña estas cosas no pasan. Como mucho se evocan recuerdos de Joan Carranza, el alcalde, ya fallecido, que osó plantar cara y frenar durante un tiempo la construcción de Ascó y que lo pagó con el exilio. Pero eso fue hace muchos años. Hoy, cuando se dan encuentros con representantes de CSQEP, PSC o la CUP, lo único que se pueden oír sobre la situación del “territorio” son lamentos por la triste situación de los municipios situados en el área de influencia de las centrales nucleares. En Cataluña no hay caciquismo, todos somos víctimas.
Entrar en el caciquismo nuclear aquí está mal visto, se considera un ataque a un concepto potente de hegemonía de los que mandan llamado la “autoestima de país”. Es esa complicidad con la “autoestima de país” lo que permite entender los consensos compartidos en el tratamiento de la cuestión nuclear, entre ellos el consenso en dar prioridad al dinero sobre las personas.
El uso de un concepto psicológico individual como la “autoestima” para aplicarlo a la hegemonía política de todo un país daría mucho que pensar y escribir. También nos supera. Mejor vayamos al dinero.
Los municipios de Cataluña pertenecientes a la Asociación de Municipios en Áreas de Centrales Nucleares (AMAC) son los siguientes : Mont-Roig del Camp, Pratdip, Tivissa, Vandellòs i L'Hospitalet de l'Infant, Ascó, El Molar, Garcia, La Figuera, La Palma d'Ebre, La Torre de l'Espanyol, Mora d'Ebre, Mora la Nova y Vinebre. Y han recibido, a lo largo de los 30 años largos de funcionamiento de las centrales, importantes sumas de dinero de las empresas y los gobiernos. Los cálculos son difíciles, la AMAC ofrece abundantes imágenes bucólicas en su página web, pero escasa información detallada.
Lo que sí se sabe es que los cargos públicos de esos municipios han utilizado los recursos que les llegaban de diversas maneras. Se sabe que desde 2006 ese dinero ha disminuido, aunque continúa fluyendo, y se sabe que se han dado conflictos entre las empresas, el gobierno del PP, los alcaldes de las zonas y los consejos comarcales. En resumen, que se necesitan nuevas fuentes de ingresos para mantener el nivel de bienestar y las inversiones.
Que partidos pro-nucleares como PDECAT y ERC den prioridad a esos intereses por su hegemonía en la zona es comprensible. Eso explica la campaña de propaganda sobre la distribución de recursos del anterior intento de “impuesto” en 2015-2016; explica también la escasa cuantía calculada del “impuesto”, apenas el beneficio de diez días de funcionamiento de los reactores según el MIA, una cantidad ridícula para las empresas, pero sobrada para los compromisos de los municipios de la zona y algunas de las políticas del PDECAT-ERC. Que otros partidos pro-nucleares del Parlament como PP y Ciutadans no se preocupen por el “impuesto” también puede ser comprensible.
Lo que no se explica es que fuerzas políticas que se declaran partidarias del cierre nuclear, como CSQEP, PSC o la CUP, se apunten a la misma cadena de justificaciones sin tener en cuenta esos datos. Las preguntas se acumulan, y se plantean dudas en relación al apoyo que brindan al alargamiento de las centrales y a la trascendencia que el “impuesto” tiene fuera de Cataluña [10].
La renovación de permisos al 2020, 2021 y 2024, y el ATC al fondo...
En el capítulo de despropósitos, la abundancia de casos dificulta establecer categorías. El caso del ATC de Villar de Cañas es un ejemplo de irracionalidad respaldada con una voluntad política de hierro. Cuando parecía que la amenaza del ATC se alejaba, gracias a la declaración institucional de zona protegida, una decisión del Tribunal Supremo decide dar prioridad a los residuos radiactivos sobre los espacios naturales [11]. La acumulación de irregularidades y negligencias no afecta a la “lógica” de las leyes. Por otra parte, las empresas se preparan para el alargamiento a los 60 años haciendo caso omiso de la retórica gubernativa [12].
De manera marginal aparecen confusas informaciones sobre actividades políticas relacionadas con la renovación de permisos y los 60 años. Parece ser que los únicos partidos que han mencionado el tema en sus programas electorales, PSOE y Unidos Podemos, mantienen contacto con Ciudadanos, que no mencionaba el tema en su programa, para preparar una ley de “cierre progresivo de plantas” [13]. Si realmente PSOE, Unidos Podemos y Ciudadanos (¿?) son tan ingenuos de pensar que podrán hacer frente al poder de las eléctricas y los bancos que las respaldan sin apoyar una movilización social, limitándose a la redacción de una Ley, la industria nuclear y sus seguidores tienen asegurados, ya de entrada, los 60 años de funcionamiento.
Pero eso será tratado en crónicas posteriores.
Notas
[1] Ver http://www.mientrastanto.org/boletin-153/notas/2017-ano-decisivo-para-la-energia-atomica-en-espana
[2] Artículo de Mayo de 2015 en Mientras Tanto: http://sirenovablesnuclearno.org/nuclear/nuclearcatalunya/articles/MTagendanuclearagendaantinuclear.pdf
[3] http://www.mientrastanto.org/boletin-152/notas/almaraz-es-una-grieta
[4] Para no llenar la crónica de referencias numéricas a pie de página se ha optado por agrupar todas las que ilustran las valoraciones sobre el conflicto de Almaraz en este apartado, que contiene una muestra de la abundante información, la mayoría de ella en portugués:
Debate en programa de máxima audiencia de la TV portuguesa « Pros e contras: O medo de Almaraz». Primera parte. http://www.rtp.pt/play/p3033/e268871/pros-e-contras
Segunda parte. http://www.rtp.pt/play/p3033/e268871/pros-e-contras/551786
(16/01/2017).
Ministro ameaça boicotar reunião com Espanha se aterro nuclear de Almaraz 02/01/ 2017
http://www.esquerda.net/artigo/ministro-ameaca-boicotar-reuniao-com-espanha-se-aterro-nuclear-de-almaraz-avancar/46222 .
Espanha garante que aterro nuclear em Almaraz não é assunto encerrado. 11.01.2017
http://expresso.sapo.pt/dossies/diario/2017-01-11-Espanha-garante-que-aterro-nuclear-em-Almaraz-nao-e-assunto-encerrado
Reunião sobre Almaraz termina sem acordo. Portugal apresenta queixa. 12/01/2017
https://www.publico.pt/2017/01/12/sociedade/noticia/reuniao-em-madrid-sobre-almaraz-termina-sem-acordo-1758033
Comisión Europea: Si Portugal envía una queja sobre Almaraz la analizaremos y pediremos a España que la aclare. El portavoz de Medio Ambiente del Ejecutivo comunitario dice que se trata de un asunto complejo que analizarán cuando reciban la queja formal. 13/01/2017
http://www.eldiario.es/eldiarioex/politica/Comision-Europea-Portugal-Almaraz-Espana_0_601240636.html
Portugal faz uso inédito do tratado europeu contra mais dez anos de Almaraz. O artigo que permite a um Estado-membro chegar ao tribunal europeu é pouco utilizado, dizem os especialistas. Governo quer ter voz no debate sobre o prolongamento da vida da central que fica a cerca de 100 quilómetros da fronteira. 25/01/2017.
https://www.publico.pt/2017/01/25/sociedade/noticia/portugal-faz-uso-inedito-do-tratado-europeu-contra-mais-10-anos-de-almaraz-1759545
La batalla de Almaraz
José Luis Navarro, consejero extremeño de Economía e Infraestructuras, con competencias en materia energética.
http://www.interviu.es/reportajes/articulos/la-batalla-de-almaraz
Podemos trabajará con la izquierda portuguesa en estrategia contra Almaraz. 13/01/2017
http://www.finanzas.com/noticias/empresas/20170113/podemos-trabajara-izquierda-portuguesa-3550558.html
Manifestação pelo fecho da central nuclear de Almaraz marcada para quinta-feira. 11/01/2017,
https://www.publico.pt/2017/01/11/sociedade/noticia/manifestacao-pelo-fecho-da-central-nuclear-de-almaraz-marcada-para-amanha-1757870
Conferencia Internacional del Movimiento Ibérico Antinuclear
Lo sentimos pero se ha alcanzado el cupo máximo de participantes. 29/01/2017
https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLSciFO75z-3LlulUEGGXAr5dfDdJdKrsCA8_kYK2QbJjFBCGDA/closedform
Extremadura critica que el Gobierno no ha contado con Portugal para autorizar el ATI de Almaraz. 04/01/2017
http://elperiodicodelaenergia.com/extremadura-critica-que-el-gobierno-no-ha-contado-con-portugal-para-autorizar-el-ati-de-almaraz/?platfor
La Junta de Extremadura hizo alegaciones en contra y cree que la ampliación de almacenamiento no es necesaria. 06/01/2017
http://www.eldiario.es/eldiarioex/sociedad/Portugal-construccion-almacen-residuos-Almaraz_0_598790454.html
[5] 2017, año decisivo para la energía atómica en España. http://www.mientrastanto.org/boletin-153/notas/2017-ano-decisivo-para-la-energia-atomica-en-espana
[6] Igual que en el apartado relativo a Almaraz, se ha optado por agrupar los enlaces.
Los técnicos del CSN permiten la apertura de Garoña. 23-01-2017.
http://cincodias.com/cincodias/2017/01/23/empresas/1485197589_089313.html
La dirección del Consejo de Seguridad Nuclear avala la reapertura de Garoña
Los consejeros deberán ahora dar su visto bueno a la autorización, que estará condicionada a más inversiones. 23/01/2017 http://politica.elpais.com/politica/2017/01/23/actualidad/1485192984_543040.html
Medio centenar de personas exigen en Bilbao el desmantelamiento de Garoña. 26/01/2017.
http://www.elcorreo.com/bizkaia/201701/26/medio-centenar-personas-exigen-20170126125239.html
Europa Press 26/01/2017. Piden el cierre definitivo de la Central Nuclear de Garoña
http://www.europapress.es/videos/video-piden-cierre-definitivo-central-nuclear-garona-20170126134019.html
[7] Serie de análisis en http://sirenovablesnuclearno.org/nuclear/nuclearcatalunya/nuclearcsninstitucionsorganismes.html
[8] El paso del CSN: http://www.eldiario.es/economia/regulador-autonomia-inspectores-centrales-nucleares_0_602290699.html
Los conflictos del trabajo de inspeccionar: http://www.mientrastanto.org/boletin-150/notas/los-servicios-del-csn-a-la-industria-nuclear-2 o http://sirenovablesnuclearno.org/nuclear/nuclearcatalunya/articles/CSNserviciosindustrianuclear2.pdf
La respuesta del ASTECSN: http://www.eldiario.es/economia/regulador-atentado-seguridad-autonomia-inspectores_0_602990439.html
[9] Ver la serie de artículos sobre contaminación radiactiva cotidiana y las llamadas “bajas dosis” en http://sirenovablesnuclearno.org/nuclear/nuclearcatalunya/nuclearcontaminaciocodosresidusatcmtc.html
[10] La abundancia de información obliga a sintetizar. Sobre el pronunciamiento del MIA y de Ecologistes en Acció de Catalunya basta realizar una búsqueda en internet. Sobre la campaña del Manifiesto https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLScMnyZDN7v890Y7NPGQsseMKl-o2N0U8fn_dfezZwCGs_xFIQ/viewform?c=0&w=1 . El carácter pro-nuclear de CDC-ERC se comprueba leyendo sus programas http://sirenovablesnuclearno.org/zportada/eleccionseleciones2016.html . La respuesta desde el entorno de los partidarios del gobierno PDECAT-ERC ha sido mayoritariamente privada. Sobre la importancia de los grupos de presión nuclear de Cataluña http://sirenovablesnuclearno.org/nuclear/nuclearcatalunya/nuclearcentralesescatgarona.html
El concepto de autoestima aplicado al país o al “poble” tiene multitud de referencias en internet. Una muestra desde el más absoluto respeto http://www.elperiodico.cat/ca/noticias/ciencia/foscor-hem-dintentar-acostar-nos-llum-5256452 , Sobre la AMAC http://www.amac.es/ . Sobre los beneficios económicos “El chollo de ser pueblo nuclear”. 12 / 03 / 2010 http://www.tiempodehoy.com/espana/el-chollo-de-ser-pueblo-nuclear . Sobre el conflicto 03/04/2013 . Municipios nucleares modificarán su estrategia ante la "voluntad del Estado de no cumplir sus compromisos" de 2006 La Asociación de Municipios en Áreas de Centrales Nucleares (AMAC) realizarán una "reflexión profunda" sobre sus estrategias futuras tras "certificar" la voluntad del Estado de "no cumplir con los compromisos tomados con la asociación AMAC en el año 2006", respecto a los ingresos en estas zonas para asegurar su desarrollo futuro .http://www.20minutos.es/noticia/1775577/0/ y 06/06/2015.
Interior convoca subvenciones para municipios del Plan de Emergencia Nuclear
http://www.amac.es/interior-convoca-subvenciones-para-municipios-del-plan-de-emergencia-nuclear/ . Sobre la propaganda del anterior intento de “impuesto”. 27/04/2016 http://www.lavanguardia.com/vida/20160427/401411744604/els-municipis-beneficiaris-de-l-impost-nuclear-lamenten-que-se-ls-privi-d-uns-recursos-imprescindibles-i-urgents.html
[11] ATC El Supremo suspende el acuerdo para declarar espacio protegido los terrenos para el ATC. 18/01/2017. http://www.europapress.es/sociedad/medio-ambiente-00647/noticia-supremo-suspende-acuerdo-declarar-espacio-protegido-terrenos-atc-20170118154649.html
Critican el auto del Supremo sobre el ATC de Villar de Cañas. 19/01/2017
http://www.ecologistasenaccion.org/article7732.html
[12] Las centrales crean sus depósitos sin esperar al gran cementerio nuclear. 22/01/2017
http://www.elperiodico.com/es/noticias/sociedad/las-centrales-crean-depositos-que-cuestionan-necesidad-del-gran-cementerio-nuclear-5756024
[13] ¿Nucleares con fecha de caducidad? La oposición empieza a negociar una ley que imponga el cierre progresivo de las plantas españolas. PSOE, Unidos Podemos y Ciudadanos aún mantienen planteamientos diferentes
22/01/2017
http://www.elperiodico.com/es/noticias/sociedad/nucleares-con-fecha-caducidad-5756139
[Miguel Muñiz Gutiérrez es miembro de Tanquem Les Nuclears - 100% Renovables, del Col·lectiu 2020 Lliure de Nuclears, y del Moviment Ibèric Antinuclear en Cataluña. Mantiene la página de divulgación energética www.sirenovablesnuclearno.org]
31/1/2017
A las compañeras y compañeros del magisterio
Más allá de Pisa y pactos educativos
José Manuel Barreal San Martín
Sé que estáis preocupados. La gente opina sobre vuestra labor; desde la administración educativa, que bien está que opine, aunque la mayoría de las veces lo haga con criterios tecnocráticos, hasta sectores financieros, empresariales y políticos que nada tienen que ver con vuestro trabajo. Eso y más, sé que os ocurre. En estos momentos dos aspectos salen por enésima vez a vuestro encuentro. Son el "Informe Pisa" y el "Pacto Educativo". Sobre el primero, decir que es como un "circo bianual", en el que se mide todo menos el reconocimiento a la labor del profesorado; casi diría que todo lo contrario, se os pone en el disparadero y en la diana de las críticas. En cuanto al llamado "Pacto Educativo", aún está por llegar la fiesta con todo el faranduleo que conlleva. Pero vosotros, maestras y maestros, os preocupáis por cosas más interesantes. Así, por esos ojos del niño o de la niña mirándote como reaccionas, tal vez como entras en el aula, si vienes contenta o de malhumor. Ese pequeño, que espera de ti lo animes a seguir adelante; que quiere no le culpes por algo que no se le da bien y que espera de ti una explicación o a su edad, una solución.
Sabéis cosas que los burócratas de la política ignoran, y es que cada niño y cada niña es diferente; que no se puede tratar a todos de la misma manera, que eso sí que es injusto. Cada uno, tiene su ritmo y que ni Pisa, ni el Pacto Educativo, tienen: tampoco les preocupa la solución; solo tú, en tu aula, es quien debes de intentar resolver tan importante "enigma".
Sabéis que el trabajo con niñas y niños, es con personitas que son como esponjas; que tu cara, tu sonrisa, esa mueca de cabreo, esas palabras; todo y más les transmitís, y aunque haya gente que no lo entienda, esa trasmisión brotará en la niña y en el niño igual que esa semilla que se planta y más tarde da fruto. Por eso, en vuestro trabajo tenéis sumo cuidado en no utilizar palabras o tener actitudes que mañana, tal vez, puedan hacerles daño. Qué saben de esto, los tecnócratas y los políticos.
Sé de vuestra paciencia, de cómo en muchas ocasiones la incomprensión es la compañera de vuestro trabajo y os sobreponéis, no porque os paguen para eso, como dicen los estultos opinadores, sino porque os gusta vuestra profesión, la sentís y con ella os acostáis, levantándose al día siguiente con la preocupación que el niño o la niña A, es distinto del B y claro, a ver cómo me las arreglo para que los dos puedan entender lo que quiero enseñarles. Tenéis entonces que adaptar, en lo en que sea posible, esos contenidos y dar un giro en algún objetivo; es cuando se choca con el sistema, con el currículo, con muchos padres y madres; es aquí, donde surge la incomprensión; o la administración educativa, en su sublime pragmatismo, toma partido por "lo oficial". Son esas "personas mayores", que no distinguen " un sombrero" de la "serpiente boa comiéndose un elefante". No os entenderán, seguro. Pero sabéis que la enseñanza no debe de ser frustrante, sino todo lo contrario, tiene que ser cómoda para que triunfe sobre la frustración. Por eso algunas de las opiniones de "las personas mayores" se irán al contenedor del patio del colegio.
Querido maestro, querida maestra, el tiempo que pasáis con los niños y las niñas es, comparado con su vida futura, muy pequeño. No obstante, siendo así, lo que hagáis o digáis les influirá para bien o para mal. Lo sabéis. No lo saben, los hacedores de Pisa, del posible "Pacto Educativo", o mejor no lo quieren saber. Solo les interesa la rigidez en el sistema educativo, los intereses económicos. Es decir, todo lo que dificulta vuestra labor educativa y el potencial educativo de cada niña y niño. Un saludo.
10/1/2017
El factor humano
Juan-Ramón Capella
Los movimientos políticos, los regímenes, etc., han de contar con el factor humano. Se había supuesto que la revolución socialista daría paso a un hombre nuevo. Y los revolucionarios de Octubre pusieron sus esperanzas en el hombre nuevo. Sin embargo el hombre nuevo resultó ser una figura evanescente; apareció en los años que siguieron inmediatamente a Octubre y luego, al parecer, acabó eclipsándose bajo el peso del terror staliniano, de la guerra, de la reconstrucción y de la burocracia. Con Breznev ya ni se mentaba al hombre nuevo.
¿Cómo hablar del factor humano para el postcapitalismo? Sólo sé hacerlo mediante ejemplos, mediante historias, historias que hablan tanto de hombres nuevos como de hombres infinitamente viejos. Éstos son los que más abundan. Pero de todo se puede aprender.
El padre de Alexander Dubcek
Ya casi nadie debe acordarse de Dubcek, el principal dirigente de la Primavera de Praga, una esperanza checoslovaca de renovación socialista desde abajo que la Urss de Breznev y sus aliados pseudosocialistas cortaron de raíz en 1968. Alexander Dubcek fue sin duda un "hombre nuevo", uno de esos comunistas democrátas cuyas políticas fueron derrotadas por la fuerza. Pero también fue un hombre nuevo su padre. El padre de Dubcek trabajaba, en lo que hoy es Eslovaquia, en una fábrica de cerrajería cuyos operarios eran socialistas y funcionaban en régimen cooperativo. Aquellos hombres, a finales de la década de los veinte del siglo pasado, decidieron que era preciso ayudar a la Unión Soviética, y para ello se ofrecieron a trasladarse allí, a llevar a sus familias y su fábrica a la Urss, cosa que hicieron. No regresaron a su país hasta 1937, después de haber formado a trabajadores soviéticos. (La circunstancia fue muy importante para Dubcek hijo, un niño durante aquellos años, al aprender ruso). Se necesita valor y gran entereza política para cambiar de país en ayuda de una revolución. Muchos hombres de la III Internacional fueron así. Capaces de desprenderse de los viejo que había en ellos.
Quiñones
De Quiñones no se sabe ni su nombre verdadero. Fue un comunista moldavo a quien la III Internacional envió a España para ayudar a los comunistas españoles en los años treinta del siglo XX. Durante la guerra civil fue el principal dirigente político en Menorca, donde ejerció una durísima represión que respondía preventivamente a la infinitamente terrible de los franquistas en Mallorca (Los grandes cementerios bajo la luna, ¿recuerda alguien ese libro de G. Bernanos?). Quiñones se enamoró de una compañera española, y cuando todos los dirigentes comunistas, derrotados en la guerra, abandonaron el país, Quiñones decidió quedarse. Anduvo por Valencia comerciando con patatas hasta que logró pasar a Madrid. En Madrid se dedicó a reconstruir en la clandestinidad el partido comunista, sin órdenes ni instrucciones de nadie. Consiguió poner en pie una estructura de partido en los primeros años cuarenta del siglo XX. La caída de un compañero propició su detención. Fue torturado salvajemente sin que por ello diera un solo dato que la policía no conociera ya. Le fusilaron atado y sentado en una silla porque no podía tenerse en pie: los torturadores le habían roto la columna vertebral. Ésta es la historia terrible de un hombre nuevo derrotado. Para más inri, los dirigentes comunistas españoles a salvo en Moscú, a quienes la actividad de Quiñones había dejado con el culo al aire, sostuvieron falsamente que se trataba de un agente británico. Estos calumniadores no eran precisamente hombre nuevos.
Shostakovich
Dimitri Shostakovich, el gran músico, sostuvo el ideario comunista desde su juventud. La perversión staliniana le golpeó de lleno e influyó en su actividad creadora.
Es sabido el disgusto de Stalin al asistir a una representación de la obra vanguardista de Shostakovich Lady Macbeth de Mtsensk (que a mí, la verdad, tampoco me gusta). Aquel disgusto del dictador se tradujo en una censura pública de las características de la música de Shostakovich, quien en adelante, mientras vivió Stalin, se dedicó prudentemente a evaporarse tanto como pudo y a componer sobre todo música de cámara. Stalin, que detentaba el supremo poder económico, político y estatal de la Unión Soviética, se creía autorizado a ejercer también, él mismo, el máximo poder cultural (e hizo el ridículo sin dejar de ser terrorífico). Estaba ciego de poder.
Una de las más conmovedoras sinfonías de Shostakovich, la séptima, está escrita en 1941 inspirada por el heroismo de los habitantes de Leningrado bajo el asedio de los alemanes y en su lucha contra el nazismo.
El sufrimiento impuesto por el régimen a Shostakovich, su ninguneo durante años, debieron de preocuparle seriamente: sabía que su existencia y la de su familia estaba amenazada como la de tantos otros. Y sin duda hay huellas de eso en su música, a veces muy expresiva de la tristeza y de la amargura.
Existen algunas filmaciones en las que aparece el compositor. En una de ellas, muerto ya Stalin, el nuevo dirigente principal, N. Khrushev, le saluda muy calurosamente al entregarle una condecoración: es de notar la sorpresa y la reserva con que Shostakovich acoge las efusiones del político (a quien debía haber visto muchas veces al lado de Stalin en retratos y noticiarios cinematográficos); su desconfianza, en suma, cuando hace tiempo que ha comprendido que la deriva del régimen no es precisamente socialista.
Otras filmaciones muestran más tarde a Shostakovich, convertido en algo así como presidente de los músicos soviéticos (honor al que no se podía negar), aplaudiendo protocolariamente con fastidio en actos rituales institucionales; o repartiendo a su vez medallas, por razón de su cargo, con cara de hacerlo sin ningunas ganas. No creía en el valor de las medallas.
Y sin embargo Dimitri Shostakovich fue uno de los grandes artistas de la Unión Soviética que habían simpatizado con la Revolución de Octubre y la habían apoyado activamente.
Una historia de Alberto
El escultor y pintor vanguardista Alberto Sánchez, autor muy conocido por su obra titulada El pueblo español tiene un camino que conduce a una estrella, vivió exilado en Moscú. Visitaba yo, ya en el siglo XXI, una exposición retrospectiva suya y al contemplar sus primeras obras, de los años treinta, podía ver en ellas a un artista muy destacado entre las vanguardias de la época. Luego, misteriosamente, sus pinturas se volvían anodinas, triviales, incluso temáticamente insípidas, hasta 1953, en que repentinamente resurgía el autor innovador, con una catarata de obras de arte verdaderas. 1953 fue el año de la muerte de Stalin.
Aquella exposición me hizo comprender que el pintor comunista había vivido aterrorizado en Moscú, hasta el punto de ocultar sus tendencias artísticas nada conservadoras para no ser objeto de la represión staliniana. Una muestra de un elemento del stalinismo: no sólo meterse donde no le llaman, sino capacidad de aterrorizar; y capacidad de sentirse aterrorizado justamente por ser comunista, en el caso de Alberto.
Una observación banal de Khrushev
A principios de los años sesenta del siglo XX, caveat lector, Khrushev, como máximo dirigente de la Unión Soviética, visitó Rumanía. Sabedores de las aficiones y el conocimiento agrícola del dirigente soviético, sus anfitriones le llevaron a ver unas excelentes plantaciones de cultivo de, digamos, X que le gustaron mucho y les felicitó por ello. Casualmente comentó que en su tierra natal, Ucrania, en terrenos parecidos, cultivaban Y. Durante su siguiente visita al país pudo ver horrorizado que toda la plantación de X había sido arrancada y sustituida por plantas Y.
Eso muestra que el lameculismo (habría que inventar alguna palabra culta para eso, tan frecuente) no lo remedian las intenciones socialistas. Tampoco hubo nadie que se atreviera a decirle a Fidel Castro que los alrededores de La Habana no eran adecuados para que crecieran cafetales. El dirigente los quiso imponer y fue un fracaso.
El carro de los vencedores
Los mediocres oportunistas experimentan la tendencia espontánea a subirse al carro de los vencedores y mezclarse con ellos. Suelen alardear ocasionalmente de ser de la primera hora. Las victorias de los de abajo, que siempre cuestan tanto, han de cargar también con esta peste, que tergiversa los objetivos, opera pro domo sua, y es de lo más dogmático cuando le conviene. De hombre nuevo, aquí nada: estos oportunistas son de lo más viejo del hombre viejo.
En realidad hay personas mejores y peores. La cuestión es inventar una sociedad en que abunden las mejores.
13/12/2016
CTD, 1976-2017
Josep Maria Fradera
El Centre de Treball i Documentació tanca les seves portes i abandona l'activitat pública que des de fa molts anys, des de l'acabament mateix del franquisme, ha dut a terme. És un acord de la Junta Directiva que comunica als socis per tal de prendre la decisió definitiva. El país ha canviat i nosaltres mateixos també ho hem fet. La utilitat de continuar com a entitat oferint debats i un punt de trobada és problemàtica, s'ha desplaçat cap altres bandes. Aquesta constatació no té, òbviament, res a veure amb el compromís individual i amb l'amistat i connexió política i moral que molts de nosaltres sens dubte pensem mantenir, sense necessitat de més escarafalls. Dit d'una altra manera, tanquem però no ens tancarem a casa, cívicament parlant. Motius per debatre i militar n'hi ha tants com sempre o més; caldrà fer-ho d'altres maneres i en altres llocs.
Aquesta modesta entitat va néixer en unes circumstàncies molt concretes. Aviat està dit: a les acaballes mateixes del franquisme. I va néixer amb un propòsit molt definit: canalitzar la inquietud política de molts militants del PSUC i d'altres formacions de l'esquerra davant d'un canvi polític que s'atansava. Hi havia una preocupació molt estesa entre molts de nosaltres que l'esquerra comunista, en el sentit més ampli, sortia mal preparada culturalment i políticament davant del canvi polític, d'un canvi polític que ningú no era capaç de preveure ni com seria ni allò que vindria després. El CTD va permetre disposar d'un lloc on, sense pretendre assenyalar mai una nova ortodòxia, les preocupacions de tots plegats es poguessin expressar i compartir en llibertat. Si alguna persona personificava llavors la voluntat de posar el patrimoni ideològic sobre la taula aquesta era, indiscutiblement, Manuel Sacristán. En efecte, ell mateix s'havia compromès de paraula i per escrit a emprendre aquesta tasca ideològica i cultural crítica quan el 'doble aldabonazo' de 1968 a París i Praga, per citar les paraules del propi Sacristán.
En aquesta direcció el CTD va arrencar empès per l'energia i lucidesa de dues persones claus aleshores i molt enyorades després: l'Octavi Pellissa i en Felip Palma. El compromís, la lucidesa i la ironia intel·ligent de l'Octavi, en particular, eren insubstituïbles a l'hora de definir objectius i de llimar tensions entre les persones i sensibilitats diverses que poblaren el primer CTD. Cal afegir-hi a Ramon Garrabou, fundador de l'entitat i columna vertebral de la mateixa fins al darrer dia, fins aquest 13 de desembre de 2016. L'altre pilar ha estat la fidelitat d'un nombre suficient de socis que permeté mantenir el local de Gran de Gràcia i una infraestructura mínima de secretària que ha resultat clau. Comptant amb això, el Centre desenvolupà activitat al voltant de dues vies en paral·lel.
D'una banda, promovent iniciatives cíviques i polítiques quan considerava que l'actuació i el capteniment dels partits polítics no estaven a l'alçada de les circumstàncies. Val la pena recordar algunes de les campanyes que varen dominar l'activitat oberta del Centre, convocant altres grups i persones. En dono una llista breu: la campanya 'aturem les nuclears'; contra la repressió i la tortura en el postfranquisme; la discussió crítica sobre del significat de la guerra civil i la repressió posterior; per saber més coses de l'antifranquisme i el moviment obrer i sindical; contra l'entrada a la OTAN i el trampós referèndum que el govern de Felipe González organitzà per assolir-la; contra les dues guerres del Golf, en les quals el CTD es va convertir en el pal de paller de la confluència de molts grups.
La segona línia d'actuació -santa ingenuïtat!- consistí en la temptativa de forjar una espècie de Institut Gramsci italià a la catalana. La idea era reunir a persones identificades amb la idea d'una renovació del pensament marxista i emancipador, entès això altre cop de manera molt àmplia i generosa i en diferents àmbits. Arrancaren amb força grups d'historiadors, amb Josep Fontana al capdavant; d'economistes alternatius amb Alfons Barceló i Jordi Roca; seminaris d'ecologia amb Joan Martínez Alier i el propi Manuel Sacristán, llavors en la direcció de la revista Mientras tanto. Es reuniren també en moments diversos advocats i professionals vinculats al dret. Una part de l'activitat d'aquests grups es va mantenir força temps, amb aportacions d'interès que es podrien resseguir en les publicacions de l'esquerra i en la feina disciplinar de moltes de les persones que trobaren llavors allí un espai interessant de discussió.
El CTD no tractà mai de construir ni de imposar una política. S'acceptaven iniciatives per consens. Mai es vetà la presència de ningú de l'àmbit de l'esquerra o amb aportacions interessants a fer. Mentrestant, al voltant seu, els partits, els sindicats i la pròpia acadèmia s'anava articulant cada cop amb més densitat, establint uns i altres les normes molt sovint desconfiades i llunyanes envers iniciatives sorgides informalment a altres llocs, des de la perifèria del mon oficial i dels satèl·lits (subvencionats) que l'envolten. La circulació de persones ha estat també rellevant, de vegades fins i tot desconcertant. Em vist passar a persones i grups de l'extrema esquerra més agressiva al socialisme democràtic més pansit passant a voltes per un comunisme 'euro' de circumstàncies; del internacionalisme més confús al nacionalisme més desimbolt. S'ha vist de tot i encara resta una bona estona d'espectacle. Mentrestant, una nova generació ha agafat les regnes i es disposa a lluitar pel mon alternatiu al qual els membres de la més modesta de les entitats no hem deixat mai de sentir-nos cridats a contribuir per fer-lo possible. I, com que la nostàlgia és humana però és un error, nosaltres ara diem: el CTD és mort, visca el CTD! En definitiva, les idees d'una humanitat reconciliada que el Centre ha dut com una petita espelma a la processó son tan vives i necessàries com ho eren en aquell ara llunyà any 1975.
13/1/2017
El extremista discreto
El Lobo Feroz
Las vuvuzelas de la decadencia
Un patoso Donald
Ellos han dicho siempre que cualquiera puede llegar a presidente de los Estados Unidos, y Trump parece confirmar esa burrada. Ocupa ya la presidencia un tipejo que no tiene la menor idea de la política, que cree que se puede gobernar como se dirige una empresa, negociar como lo hace un matón y calcular como puede hacerlo el jugador de póker más rico de la mesa. El pensamiento, por llamarle algo, de Trump esta compuesto por elementos contradictorios: por una parte el apogeo del neoliberalismo: la sustitución de la política por el mercado (el gobierno a las claras del mercado sobre la política), querida por los grupos sociales más retrógrados de los Estados Unidos. Conjugado, si pudiera ser así, con hiperpoliticismo proteccionista. La incoherencia elevada a principio. Y por otra parte represión pura y dura contra los no white people que habitan el territorio Usa.
Casi todo apunta a que Trump tendrá problemas para terminar su mandato; creará a los estadounidenses y a sus instituciones más líos de los aceptables. Pero sólo casi todo: el vicepresidente que tendría que reemplazarle es un republicano de modos menos extravagantes pero incluso más derechista que el propio Trump.
La trompeta de la decadencia del imperio americano ha sonado, al final, como una vuvuzela.
Y otro que se va sin pena ni gloria
A Obama le hará parecer bueno su sucesor. Pero no ha cerrado Guantánamo ni abrogado la Patriot Act, con la que se ha encontrado muy a gusto. Con ella se permitía los asesinatos selectivos de personas —algunas de ellas connacionales suyos— mediante drones. A eso le llamaban en la Casa Blanca "los viernes negros", porque se solía matar en viernes. Su mejor hazaña bélica ha sido el asesinato de Bin Laden —desarmado, lo hubieran podido tomar preso—; pero como no había pruebas de que tuviera responsabilidad en lo de las Torres Gemelas, su juicio podía haber sido contraproducente para la presidencia. Además sabía demasiado. La orden era matarle, y echar su cadáver al mar en lugar desconocido, y santas pascuas. Hay una foto de Obama y Mrs. Clinton, entre generales, siguiendo cuidadosamente la operación, que pasará a la historia. Y nadie se ha atrevido a protestar por el procedimiento...
Por lo demás, sabemos gracias a Snowden a qué se dedicaban los funcionarios al mando del señor Obama.
Regia metedura de pata
Hasta ahora Felipe VI daba muestras de tener más sensatez que su predecesor en la jefatura del estado. Claro es que sus discursos institucionales eran eso, institucionales. Institucionales de unas instituciones españolas actuales que, si navegan, lo hacen igual que ese submarino que la armada se está construyendo a costa nuestra. Sin embargo no se le conocen al sucesor cacerías de elefantes ni cartas a monarcas extranjeros pidiéndoles pasta. Ahora, sin embargo, ha metido la pata o ha dejado que le hicieran meter la pata.
Porque la visita a la Arabia Saudita como embajador —más que de España— de la empresa pública Navantia, una entidad constructora de armamento, para venderles a los saudíes varias corbetas, un puerto militar y otras exquisiteces se da de narices con el compromiso de España con la paz, o, por emplear palabras más ciertas y menos altisonantes, con los deseos de paz de la mayoría de los conciudadanos, que quieren siempre que su Estado se aparte de las guerras.
Los saudíes han armado y animado políticamente la guerra en Siria e intervienen con fuerza en Yemen. Por otra parte el régimen saudí no respeta los derechos humanos sino que los desprecia. En Arabia saudí se sigue cortando manos, torturando en las cárceles, azotando a mujeres "adúlteras" (en realidad, y a menudo, violadas); con pena de muerte mediante decapitación por brujería o hechicería, e igualmente, claro por delitos menos fantasiosos. Los latigazos forman parte de la penalidad habitual por delitos menores. Entre ellos la apostasía. Como la fustigación puede acarrear la muerte, eso se practica por tandas quincenales de 50 azotes, hasta completar penas de 1000, por ejemplo, si el supliciado, como es natural, no muere antes.
Felipe VI ha ido a vender armamento a esos bárbaros impresentables. Se supone que el viaje encontrará también una "justificación" social, porque en Ferrol y en Cádiz podría haber trabajo para bastante gente durante varios años en los astilleros y en las empresas de armamento..
La intangibilidad jurídica actual de la jefatura del estado vuelve inviable la exigencia de responsabilidad política. Pero esa responsabilidad es también del gobierno y ésa sí es exigible
En cualquier caso, una Presidencia de la República no habría podido ir a vender armas a Arabia saudí.
Las meteduras de pata siempre tienen costes. Si no, que se lo pregunten a Juan Carlos de Borbón. En España la monarquía no consigue desenredarse del ejército.
A propósito del submarino
Se trata, naturalmente, del S-81, el ultramoderno submarino de la armada, que no flota. Las eminencias de la armada creen que podría flotar —la teoría es tan simple como el principio de Arquímedes— aligerando el peso o alargando la nave. La última solución supondrá siete millones de euros por metro alargado. Los cuatro submarinos previstos para la Armada costarían, antes de estos problemas, 2.200 millones de euros. A lo que hay que añadir el coste de mantener operativos los submarinos de la serie S-70 hasta que se solucione el desaguisado y, claro, lo que acaben costando los S-81 en realidad.
La pregunta que se hace el Lobo es doble: quién o quiénes son los zotes responsables de que el submarino no flote, y por qué nadie les pide responsabilidades. Si esto fuera una democracia alguien tendría que responder, creo yo, y alguien debería atreverse a preguntar por el debido cauce parlamentario.
Además, señalar que esos submarinos los exige la Otan, no la gente ni la defensa de los que vivimos aquí. Quienes aprobaron los créditos para construirlos son palanganeros de la Otan. Que actúan a espaldas de la gente, amparándose en los renglones torcidos del presupuesto. Y la prensa le pone sordina a todo eso.
Cuestiones de lenguaje: "arrestos"
Las cuestiones de lenguaje siempre tienen su importancia, porque a veces se tarda en entender el cambio en la terminología. Así, "director de recursos humanos" sustituyó a "jefe de personal", "flexibilidad en el empleo" a "despidos", "emprendedores" a "trabajadores autónomos", etc.
De un tiempo a esta parte las emisoras de radio (sobre todo, muy acusadamente, la radio pública), arrastrando a parte de la prensa, han sustituido la palabra "detención" por "arresto". Las personas han dejado de ser detenidas y empezado a ser arrestadas. Eso merece un poco de análisis.
Los arrestos, hasta ahora, podían ser o bien lo que les caía a soldados sancionados a unos días de calabozo por faltas menores, o bien, y hasta las últimas reformas del código penal, una forma de pena: arresto mayor, para delitos menores, y arresto menor para lo que se conocía como falta (más o menos; el Lobo que suscribe sólo tiene vagos conocimientos jurídicos). Quienes padecían estas sanciones contaban sólo con los derechos y garantías de los sancionados.
Los detenidos, en cambio, no son personas sancionadas. Su inocencia se presume (habrá que probar su culpabilidad, cosa que muchísimas veces no se conseguirá) y pueden acabar no procesados y libres. Tienen derechos y garantías de las que carecen los arrestados en cualquiera de sus acepciones.
La pregunta maliciosa es: llamar arrestados a los detenidos, ¿es mero analfabetismo de los periodistas? ¿Es simple moda, influencia de las deleznables películas norteamericanas de bandidos? ¿Es voluntad de contribuir a dejar sin derechos a los detenidos? ¿Tiene eso algo que ver con la ley mordaza? Todas las hipótesis son lícitas, pero a pesar de que la primera parezca muy probable en una época en que la ortografía y la sintaxis han dejado de ser norma hasta en los titulares periodísticos, la experiencia indica que parece más probable la tercera hipótesis, o sea, el designio de crear confusión acerca de los derechos de las personas corrientes, en coherencia con las últimas tendencias institucionales.
('Arrestos' es también palabra con otro significado, como se expresa en 'tener arrestos'; los golfos y los militares dicen lo mismo de otra manera.)
Otro chiste: refundación del Psoe
Después de que Felipe González y otros santos barones se pusieran de los nervios ante la posibilidad de que Pedro Sánchez pactara con la izquierda, y no dudaran en dividir el partido para impedirlo como matones; y después de que la autoritaria gestora del Psoe resultante materializara una gran coalición en la sombra, y también después de poner por otra parte todo tipo de trabas a la intervención política de sus militantes de base en efectiva minoría de poder, toda esa gente —desde la derechista Susana Díaz a los barones varones que le van a la zaga— ha puesto de moda hablar de refundación del partido.
Pero ese partido no tiene hoy por hoy nada que refundar. Si quisiera hacerlo tendría que abandonar su neoliberalismo económico, contraponerse de veras al PP y moderar radicalmente su entusiasmo europeista. Por supuesto, no lo harán. No tienen nada de nada para refundar nada. Aspiran solamente a que su pacto de facto con el PP lo sea también de iure y cobrarse así algunos cargos públicos bien remunerados. Hoy muchos cuadros del Psoe están preocupados por saber, sobre todo, de dónde sacarán un sueldecillo después de las próximas elecciones.
Apéndice: curiosamente Iceta, rara avis, está resultando ser al mismo tiempo el político profesional que mejor sabe posicionarse en Cataluña. ¡Quién lo iba a decir!
Desobediencia civil
La desobediencia civil consiste en no obedecer las leyes por motivos político-morales. Sus requisitos son que la desobediencia sea pública y que el desobediente esté dispuesto a soportar las consecuencias de sus actos. De otro modo se comportaría como un simple delincuente.
La idea subyacente a la desobediencia civil es mostrar públicamente que la posición moral del desobediente es superior a la de las leyes que se desobeden.
Lo que no vale en ningún caso es pretender desobedecer a la ley y escapar a las consecuencias: ahí se está por debajo de la moral, de la política y del derecho. Una posición sorprendente la de los cargos públicos catalanes desobedientes de las normas, al pretender impunidad. ¿Cómo gobernarían ellos con sus propias normas? ¿Como El Padrino?
Corolario: una perlita, la noticia de ese mosso d'esquadra sancionado por no traducir al catalán a un declarante castellanohablante. En el ambiguo mundo del secesionismo siempre se puede encontrar una consigna que vaya más allá de las leyes; consignas sacadas de la manga de cualquier jefecillo, y de ahí para arriba, todos. El patriotismo —alguien lo dijo— es el último refugio de los canallas.
Culto al estómago
El culto al estómago, cuando tanta gente pasa literalmente hambre, retrata a la sociedad oficial y a sus figurantes oficiosos. Empezó hace ya mucho tiempo. Prensa y radio no paran de hablar de estrellas Michelin, los cocineros aparecen en la tele y hasta alguna universidad oportunista les echa el honoris causa. Quizá no podía ser de otro modo en un país que ha sustituido el boom inmobiliario por el boom turístico (que también puede hacer un ¡bum! muy repartido). Lo último han sido cocineros en la tele que visitan restaurantes cochambrosos y concursos de chefs. Lo peor, los concursos en que los cocineros son niños. Por lo visto la audiencia babea ante el televisor al ver guisar a las precoces y encantadoras criaturitas. Vomitivo.
25/1/2017
La Biblioteca de Babel
Pere Ortega
La sociedad noviolenta. Conversaciones con Pepe Beunza
Dharana, 2016, 180págs.2016
Biografía a dos voces
En la historia del régimen del 78, no todo fue consenso por arriba y desmovilización por abajo. Desde los márgenes del sistema, sin flotadores políticos y sin apenas recursos, surgió un potentísimo movimiento social que se enfrentó con éxito al ejército español sin recurir en ningún momento a la violencia. Me estoy refiriendo al movimiento de objetores e insumisos al servicio militar obligatorio. Una de sus publicaciones más emblemáticas se titulaba La puça i el general (La pulga y el general). Sus redactores, desde luego, no engañaban a nadie; más bien, de entrada, se reían de si mismos sin que eso les hiciera perder el ardor combativo. Con el tiempo la pulga se convirtió en una manada de ellas, para acabar transformándose, a mediados de los años 90 del siglo pasado, en una verdadera marabunta que obligó a los mandamases del Estado español a abolir el servicio militar obligatorio. Y todo eso ocurrió en un país en que el ejército había provocado una guerra civil, había participado directamente en la represión de una dictadura sanguinaria y había amagado en varias ocasiones en dar un golpe de estado en los inicios del proceso de democratización.
La primera pulga, esto es, el primer objetor que quiso hacer, en pleno franquismo, de su acto de desobediencia el inicio de una campaña política, se llamaba Pepe Beunza y este libro explica su historia. Lo hace a dos voces, junto al autor del mismo, Pere Ortega, brillante investigador y analista en paz y desarme, presidente del Centro Delàs d'Estudis per la Pau, antiguo presidente de la Federación de ONGs por la paz de Barcelona y uno de los pacifistas más sólidos y coherentes que existen en Catalunya.
Esto dota al libro de un gran interés. P. Ortega era un militante clandestino del PSUC cuando Pepe Beunza estaba en las cárceles de Franco por haber objetado a la mili y, por tanto, alguien muy alejado entonces del ideario gandhiano de Beunza. Sin embargo, ambos se acabarían encontrando en el movimiento anti-OTAN y, como le ocurrió a tanta gente con un recorrido vital similar al de Pere Ortega, contaminándose el segundo con las ideas del primero que, vale la pena insistir en ello, eran muy minoritarias en los supuestamente muy revolucionarios años setenta del siglo pasado. En definitiva, un libro muy recomendable para rescatar del olvido una historia que rara vez aparece en la mitológica historia oficial de la actual monarquía parlamentaria.
José Luis Gordillo
27/1/2017
Leonardo Sciascia
Una comedia siciliana
Trad. David Paradela
Gallo Nero, 2016, 197págs.2016
Sciascia antes de Sciascia
Este es y no es un libro de Sciascia. Reúne escritos elaborados por él en su camino a convertirse en escritor. Se trata de textos por demás interesantes, sí, aunque su autor está todavía lejos de haber encontrado su propia voz, que sólo se prefigura fragmentaria e intermitentemente. Para los enamorados de este autor, resultan apasionantes hasta sus indecisiones, su búsqueda de temas, de la concreción de su estilo, de su punto de vista personal y único. Sciascia excluyó estos escritos de su El mar del color del vino, donde ya se manifestaba en todo su esplendor literario. Cuando un autor es grande, puede quizá disculparse que se publiquen textos de su mano que él no quiso publicar pero tampoco destruir.
Que se trate de textos primerizos de un gran escritor no significa que sean triviales. El libro, además, contiene algunas perlas que prefiguran directamente al escritor maduro, como «La licenciatura» o el breve cuento titulado «Llegan los nuestros», impagable.
J.R.C.
26/1/2017
Manuel Milián Mestre
Els ponts trencats
Pòrtic, 2016, 570págs.2016
Sobre el catalanismo reaccionario
En la psique colectiva de una parte significativa de la izquierda catalana opera un maniqueísmo de una simplicidad apabullante. Ese maniqueo se puede expresar así: toda forma de catalanismo es intrínsecamente progresista, toda forma de españolismo es intrínsecamente reaccionaria. Obviamente, eso se interioriza después de haber rechazado la opción antinacionalista, que es tan catalana (esto es, que ha tenido tanto arraigo social en Catalunya) como la nacionalista, y que se podría resumir con la frase "estamos hasta las narices de las patrias y de los deberes para con ellas". Es esta una posición que, en los inicios del siglo XX, comienza su andadura con la Solidaridad Obrera, la cual, como todos sabemos, surgió en oposición a la Solidaritat Catalana de los Prat de la Riba, Cambó, Puig i Cadafalch y compañía.
El catalanismo político, en realidad, ha jugado históricamente a varias bandas y ha tenido efectos políticos diversos: a veces progresistas, a veces reaccionarios y a veces muy reaccionarios, como los que tuvo la apuesta final de los prohombres de la Lliga Catalana de Cambó por la dictadura fascista del general Franco.
Manuel Milián Mestre, un curioso hombre-orquesta de los empresarios catalanes, viene de ahí, de las consecuencias de esa apuesta. Sin embargo, en este libro mal escrito, repetitivo y egocéntrico hasta la náusea, explica un par de cosas que los progres y neoprogres catalanes deberían tener presente cuando se debaten entre proponer la república catalana o la república federal española (o ibérica o como se la quiera llamar, que a los bisniestos políticos de Salvador Seguí nos resulta indiferente). En contra de lo que muchos catalanes de izquierdas creen, el catalanismo en la transición jugó un papel políticamente ambiguo al principio y francamente reaccionario al final. En ese sentido, Manuel Milián, entre otras muchas cosas, expone con detalle la tramoya de dos hechos decisivos que conoce muy bien porque participó en ellos en primera fila y que son claves para entender por qué la transición en Catalunya supuso el declive de la izquierda catalana (por cierto, ¿para cuando una revisión crítica de la transición en Catalunya?). El primero es la Operación Tarradellas y el segundo la Operación Pujol. Las dos se hicieron en nombre de la defensa de los derechos históricos de Catalunya y las dos comportaron sendas derrotas políticas para la izquierda catalana.
Se recuerda ahora que el retorno de Tarradellas supuso el reconocimiento de la legitimidad de una institución, la Generalitat, que procedía directamente de la Segunda República. Es cierto, pero eso fue una cuestión menor frente a los efectos que tuvo ese regreso urdido por Adolfo Suárez, el rey, el CESID y el grueso del empresariado catalán al que Milián Mestre servía con fervor y eficacia. La Operación Tarradellas, como explica sin pelos en la lengua Milián, fue sobre todo una jugada política para impedir que el Gobierno provisional de la Generalitat estuviera hegemonizado por el PSC y el PSUC, las dos fuerzas políticas que habían obtenido una amplia mayoría en las elecciones del 15 de junio de 1977.
Tres cuartos de lo mismo se puede decir del apoyo financiero que Fomento del Trabajo Nacional, la organización de los empresarios catalanes, le prestó a Jordi Pujol para que le cerrara el paso a la izquierda catalana. Tal y como explica Milián, el apoyo de la patronal catalana a Pujol incluyó la financiación de ERC para que ese partido rechazara formar parte de un gobierno tripartito de izquierdas, lo cual era parlamentariamente posible dado que los convergentes no tenían mayoría absoluta en el Parlament, e invistiera al líder de CDC como primer Presidente electo de la Generalitat. Con Pujol en el poder autonómico comenzó el pujolismo, el tronco principal del catalanismo político de los últimos cuarenta años. Y el pujolismo se desdobló a su vez en dos alas: un pujolismo de derechas y un pujolismo de izquierdas que es de donde vienen la actual ERC y buena parte de la CUP. Pero eso ya es otra historia. El libro de Milián es un buen complemento a Una vida entre burgesos de Manuel Ortínez (Edicions 62, Barcelona, 1993), otro correveidile de la burguesía catalana y otro importante muñidor de la Operación Tarradellas.
José Luis Gordillo
2/2017
Norman Ohler
El gran delirio. Hitler, drogas y el III Reich
Crítica, 2016, 329págs.2016
La historia del uso y abuso de las drogas es uno de los pocos temas sobre el cual todavía no existía ensayo alguno en la vasta literatura acerca del nazismo. El libro del periodista Norman Ohler pretende llenar este vacío. De hecho, El gran delirio no se puede decir que sea una obra excepcional, entre otras cosas, porque el autor dedica demasiado espacio a asuntos un tanto anecdóticos desde el punto de vista del historiador académico, como la relación entre Hitler y su médico privado, Theodor Morell, y muestra debilidades importantes en el entendimiento del régimen nazi. Pero la originalidad del tema y los preciosos datos que contiene su ensayo lo justifican.
La lectura de El gran delirio es aconsejable sobre todo por dos razones: su innegable utilidad para una mejor comprensión de la locura colectiva representada por el Tercer Reich [1] y las sorprendentes y escalofriantes similitudes con las actitudes contemporáneas hacia las drogas que se infieren de la investigación de Ohler.
Hipocresía es el mejor término para caracterizar la aproximación del régimen nazi al fenómeno de las drogas. Durante los años de la República de Weimar, el consumo de nuevas drogas se había extendido entre los alemanes residentes en las grandes ciudades del Reich, como Berlín, Hamburgo o Múnich, sobre el trasfondo de una legislación muy poco clara y obsoleta. Aparte del alcohol y la nicotina, muchos alemanes adquirían y consumían toda clase de opiáceos en clubs y cabarets, especialmente morfina y heroína. La propaganda nazi antes de la ascensión al poder en enero de 1933 había insistido en la idea de que el consumo de drogas constituía una manifestación de degeneración liberal y socialista que echaba a perder la 'pureza' de la 'sangre alemana'. Tan solo unos meses después del nombramiento de Hitler como canciller, el gobierno de coalición liderado por los nazis comenzó a aprobar y a aplicar medidas legales contra el consumo de drogas extraordinariamente duras, medidas que incluían largas condenas de prisión y la 'custodia preventiva' (reclusión en campos de concentración). Esas medidas se ejecutaron sesgadamente desde el punto de vista social, puesto que las personas en los márgenes de la sociedad, los alemanes no 'arios', y los trabajadores manuales, solían ser las víctimas de la política antidrogas nazi, mientras que el régimen toleraba el uso de drogas por los alemanes 'arios' acomodados y los miembros del partido.
En claro contraste con la atroz represión de cierta tipología de drogodependientes, el consumo de algunas drogas, en especial, drogas artificialmente creadas en laboratorios, fue promovido por las autoridades nazis por razones económicas y políticas. El caso más conocido y mejor documentado es el de la pervitina, una droga fabricada por los laboratorios Temmler. Temmler era una empresa farmacéutica conectada con IG Farben, la mayor corporación química alemana de la primera mitad del siglo XX, siempre dispuesta a colaborar con el nazismo [2]. La pervitina –nombre comercial en alemán: Pervitin– fue una metanfetamina que Temmler desarrolló en los años treinta a partir de la primera fórmula de esta sustancia ideada por los japoneses en la Primera Guerra Mundial. Es la predecesora de la actual crystal meth. Los efectos de esta droga son los propios de un estimulante muy fuerte: sensación de energía, de no necesitar descansar o dormir, bloqueo de la aparición de cansancio o hambre, sensación de una mayor capacidad de concentración, distorsión euforizante de la percepción de la realidad…Sin embargo, tras unos años de consumo regular, la metanfetamina provoca, además de la inevitable dependencia, debilitamiento físico general y declive y disrupción mentales graves, tales como falta de concentración y memoria, insomnio, depresión y, finalmente, psicosis. Pero en los años treinta, los nocivos efectos secundarios del prolongado uso de la pervitina no eran conocidos, ni las autoridades mostraron el más mínimo interés en investigarlos.
Cuando las políticas nazis de rearme y agresión comenzaron a mediados de los años treinta, la pervitina fue ampliamente publicitada entre la población alemana como un medio ideal para combatir la ansiedad, el cansancio y la depresión. Las largas jornadas laborales en la industria armamentística y aquellas relacionadas con la misma y las incertidumbres y miedos acerca de la reacción exterior a la remilitarización de Renania, la intervención en la guerra civil española y las anexiones de Austria y Checoslovaquia requirieron no sólo una sobredosis de propaganda ideológica [3], sino también un potente refuerzo químico a efectos de alentar a muchos alemanes e incrementar su rendimiento. En consecuencia, las autoridades alemanas autorizaron la venta de pervitina sin prescripción médica y a precios subvencionados. La industria farmacéutica alemana se benefició mucho a resultas de su colaboración con el estado nazi, desde luego.
La tendencia acabada de describir se intensificó y amplió en gran medida cuando la Segunda Guerra Mundial estalló. Según la investigación de Ohler, el éxito de la estrategia de la Blitzkrieg –es decir, de la guerra relámpago– en Polonia y Francia en 1939-1940 sería impensable sin la masiva distribución de pervitina entre los soldados alemanes ordenada por el alto mando del ejército, la cual permitió a los soldados de la unidades motorizadas permanecer operativas durante varios días seguidos, sin apenas detenerse para dormir, descansar o, incluso, comer. A la pervitina se le sumó otro poderoso opiáceo (con derivados de la cocaína en su composición), eukodal, producido legalmente en Alemania hasta los años noventa.
El propósito inicial del uso militar de la pervitina y el eukodal durante los primeros años de la guerra cambió con el paso del tiempo. Tras el desastre de Stalingrado en enero de 1943, quedó claro que Alemania no podía ganar una guerra en la que los recursos de los aliados triplicaban, como mínimo, los de Alemania y sus clientes y zonas ocupadas. Con el fin de combatir el derrotismo y prevenir el hundimiento de la voluntad de seguir luchando hasta el final, se necesitaba con urgencia generar en los alemanes una profunda distorsión de la percepción de la desastrosa realidad, esto es, una alucinación individual y colectiva sobre su naturaleza adversa. Se pensó alcanzar esta meta con la ayuda de la pervitina y el eukodal pero, al final, la distribución de estas drogas quedó limitada al liderazgo nazi y a las unidades militares de elite debido al hecho de que los perniciosos y desestabilizadores efectos del abuso de su consumo comenzaron a aparecer con toda evidencia. A medida que la situación militar se hacía más y más desesperada, los químicos militares y de las SS hicieron todo lo que estaba en sus manos para descubrir una nueva 'superdroga' euforizante libre de los efectos contraproducentes de las conocidas hasta entonces. Con este objetivo, se llevaron a término indescriptibles experimentos con prisioneros de campos de concentración, sin resultados positivos.
Se acaba de indicar que el acceso a la pervitina y el eukodal se restringió al liderazgo nazi y las unidades militares de elite hacia los años finales de la guerra. Esta afirmación me permite introducir en esta reseña la importante cuestión del uso de drogas por los líderes nazis y sus consecuencias. Ohler sostiene en su ensayo que varios miembros de la cúpula del régimen nazi dependían de la pervitina, el eukodal y otros opiáceos para seguir ejerciendo sus funciones, especialmente en los dos últimos años de la segunda guerra mundial. En esos años, el mismísimo Führer Adolf Hitler se hizo adicto a las drogas que le administraba el Dr. Morell. Habría sido deseable que Ohler hubiera extendido su investigación a otros miembros del régimen nazi, pero, por desgracia, su narración está en exceso centrada en la relación de Hitler con las drogas, probablemente porque el autor considera con orgullo haber sido el primer investigador en haber analizado meticulosamente la documentación que el médico privado de Hitler dejó sobre su paciente. El resultado del análisis de Ohler es que el creciente distanciamiento de Hitler de la realidad, su aparente confianza en la victoria a pesar de las múltiples evidencias en sentido contrario y su ensimismamiento en absurdas ilusiones durante 1944 deben mucho a las inyecciones de eukodal del Dr. Morell y, en un grado menor, a la cocaína prescrita por otro médico, el médico militar Erwin Giesling. De acuerdo con Ohler, Hitler se habría convertido en otoño de 1944 en un yonqui al frente de un estado desfalleciente –pero un estado cuyos aparatos militar y policial continuaron luchando en la guerra y cometiendo crímenes durante más de medio año–.
La hipocresía a que me referí al comienzo de la reseña en relación con la política nazi en cuanto a las drogas sugiere de inmediato una reflexión sobre una actitud hacia el consumo de ciertas drogas y el problema que representa bastante extendida en las sociedades contemporáneas, muy en particular en la sociedad norteamericana. Esta actitud combina, en un sorprendente parecido con la hegemónica en la sociedad alemana bajo el nazismo, la aceptación de medidas represivas inefectivas y desproporcionadamente duras contra los consumidores pobres de drogas ilegales y los pequeños traficantes de drogas [4] con un grado notable de tolerancia hacia el consumo de drogas entre los estratos sociales acomodados o dirigentes [5]. Una tolerancia que deviene en incitación al consumo de sustancias psicoactivas cuando esas sustancias provienen de la industria farmacéutica.
Precisamente con base en esa incitación cabe establecer un nuevo paralelismo histórico con los tiempos del nazismo: al igual que las autoridades alemanas de la época promovían el uso de la pervitina con el fin de 'ayudar' a la gente, tanto civiles como militares, a afrontar, a través de medios químicos, indeseables e indeseadas circunstancias sociales producto de las políticas nazis, en la sociedad norteamericana se promueve, si no me equivoco, el uso masivo de psicofármacos para intentar reducir el sufrimiento psíquico e intensificar la autoexplotación que el despiadado e inhumano orden competitivo neoliberal causa en la gente o exige de la gente.
No quisiera concluir esta reseña sin hacer un nuevo paralelismo histórico, aun más imaginativo y arriesgado que el anterior. Mientras que el régimen nazi, si nos tomamos en serio las tesis de Ohler, necesitó para llevar adelante sus políticas y mantenerse en pie durante los últimos años de la segunda guerra mundial 'chutes' de pervitina, eukodal y otras sustancias estimulantes similares, el hasta hoy corazón del orden económico neoliberal, su sistema financiero, no podría probablemente haber sobrevivido al crack de 2007-2008 sin los 'chutes' de dinero procedente del tráfico ilegal de drogas. El intrincado entrelazamiento entre fetichismo del dinero y tráfico de drogas es, de hecho, uno de los más poderosos y dañinos motores económicos de las sociedades contemporáneas en la medida en que el dinero producto del tráfico de drogas utiliza el mercado financiero para ser blanqueado y, a través suyo, se integra en la economía 'formal' de las naciones [6]. Dicho con otras palabras: nuestro sistema capitalista global es tan dependiente de las drogas como lo fue la Alemania nazi (si aceptamos las ideas de Ohler), no obstante las diferentes formas de esa dependencia [7].
Notas
[1] ¿La actual revitalización de los nacionalismos, cuyo último hito ha sido la ascensión al poder de Trump y su círculo de fundamentalistas cristianos y magnates del petróleo, de la industria armamentística y de los negocios inmobiliarios, nos llevarán de nuevo por la senda de la locura colectiva? Dios no lo quiera.
[2] Tanto que los aliados la disolvieron. IG Farben fue también la corporación industrial alemana que más trabajadores esclavos provenientes de los campos de concentración explotó hasta la muerte.
[3] También hoy estamos expuestos a sobredosis crecientes de radiación ideológica (en sentido de falsa representación de la realidad), con tintes cada vez más nacionalistas.
[4] Muchos de ellos afroamericanos a causa de una compleja mezcla de factores históricos, políticos y sociales, una buena exposición de los cuales puede encontrarse en Alexander, M., El color de la justicia. La nueva segregación racial en Estados Unidos, Capitán Swing, Madrid, 2014.
[5] Muy bien reflejada en películas comerciales norteamericanas, como, por ejemplo, El lobo de Wall Street. El maltrato punitivo a las minorías, los pobres y los inmigrantes bajo la falaz bandera de la “guerra contra las drogas” va a proseguir y recrudecerse con la nueva Administración Trump, al menos eso parece desprenderse de los contenidos de la nueva página web de la Casa Blanca.
[6] Sobre la relación entre el tráfico ilegal de drogas y el sistema financiero global, se puede consultar: Castells, M., La era de la información. Fin de milenio, cap. 3, 4ª edición, Alianza Editorial, Madrid, 2006 y Saviano, R., ZeroZeroZero. Com la cocaïna governa el món, Empúries-Anagrama, Barcelona, 2014, pp. 289 y ss.
[7] Todo esto dicho con las reservas pertinentes relativas al impacto que en el futuro pueda tener en la marcha de la globalización políticas exteriores como la que la Administración Trump se ha comprometido a llevar a cabo y respecto de la cual no sabemos todavía a ciencia cierta hasta qué punto va en serio o es propaganda, es decir, 'política de papel'.
Ramón Campderrich Bravo
31/1/2017
En la pantalla
John Berger
Modos de ver
El programa televisivo Ways of seeing, creado en 1972 por John Berger y Mike Dibb, se propuso analizar cómo nuestros modos de ver afectan a la forma de interpretar, y tomó prestadas muchas ideas de La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica (1936), de Walter Benjamin. La serie recibió diversos premios, revolucionó la teoría del arte y fue adaptada a libro, convirtiéndose desde entonces en un título indispensable de la teoría del arte y de la comunicación visual. Berger analiza cuatro aspectos de la interpretación de la pintura al óleo: su origen relacionado con el sentido de la propiedad, el uso continuado de la mujer como objeto pictórico, la relación entre la herencia visual de la pintura y la publicidad y, finalmente, la transformación del significado de la obra original en el marco de sus múltiples reproducciones.
En el primer episodio, Berger señala lo que involucra a la visión y cómo nuestro modo de ver las cosas está determinado por lo que sabemos; argumenta que el verdadero significado de muchas imágenes ha sido oscurecida por académicos, cambiado por la reproducción fotográfica y distorsionado por el valor monetario.
Los otros tres capítulos de Ways of seeing pueden verse aquí.
30/1/2017
Georgina Cisquella y Pere Joan Ventura
Coca-Cola en lucha
Película-documental sobre la huelga indefinida de los trabajadores de Coca-Cola a raíz del cierre de la planta de Fuenlabrada (Madrid). Más información y el trailer fueron publicados en el número de diciembre de mientrastanto, Coca-Cola en lucha: cuando David se enfrenta a Goliat.
J.R.T
31/1/2017
De otras fuentes
Philip Maugan
Un encuentro con John Berger
En 1967, mientras trabajaba con el fotógrafo suizo Jean Mohr en Un hombre afortunado, libro sobre un médico rural que prestaba sus servicios en una comunidad pobre en el Bosque de Dean, Gloucestershire, John Berger empezó a reconsiderar el papel que debería jugar como escritor. “Hace más que tratar [a sus pacientes] cuando están enfermos”, escribió de John Sassall, un hombre, cuya cercanía al sufrimiento y a la pobreza llegó a afectarle profundamente (terminó suicidándose). A ojos de Berger, el médico rural asume una función democrática que él describe en términos conscientemente literarios. “Es el testimonio objetivo de sus vidas”, dice. “El registrador de sus recuerdos”.
Los cinco años siguientes supusieron una transición en la vida de Berger. Hacia 1972, cuando las pioneras series de arte Modos de ver fueron emitidas por la television de la BBC, Berger llevaba ya cerca de una década viviendo en el Continente. Ganó el Booker Prize por su novela G. ese mismo año, anunciando a una audiencia estupefacta, en la gala de etiqueta celebrada en Londres, que dividiría el dinero de su premio entre el Partido de las Panteras Negras (denunció los vínculos históricos de Booker McConnell con las plantaciones y el trabajo en régimen de servidumbre en el Caribe) y la financiación de su próximo proyecto con Mohr, Un séptimo hombre, registro de las experiencias de los trabajadores emigrantes [portugueses, turcos, españoles] por Europa.
Ese es el momento en que, para algunos, en Inglaterra, Berger se convirtió en una figura distante. Pasó de Suiza a una remota aldea en los Alpes franceses dos años después. “Piensa y siente lo que la comunidad incoherentemente sabe”, escribió Berger de Sassall, el “hombre afortunado”. Después del tiempo empleado en escribir Un séptimo hombre, estas palabras podían aplicársele ya a él mismo. Berger se convirtió en un “registrador” que coleccionaba historias de los sin voz y de los desposeídos —campesinos, emigrantes, animales incluso—, un papel autonulificatorio que seguiría desempeñando durante los 43 años siguientes.
La vida y la obra de John Berger representan un desafío. ¿Cómo describir el producto de un escritor cuya bibliografía contiene, según Wikipedia, 10 “novelas”, 4 “obras teatrales”, 3 colecciones de “poesía” y 33 libros clasificados como “otros”?
“Una especie de autobiografía vicaria y una historia de nuestra época reflejada a través del prisma del arte”: así introducía el escritor Geoff Dyer una selección de escritos de no-ficción, aunque la categoría no le cuadra mucho. “Separar hecho e imaginación, acontecimiento y sentimiento, protagonista y narrador, es quedarse en tierra seca y no echarse jamás a la mar”, escribió Berger en 1991 en una especie de manifiesto inspirado por el Ulysses de James Joyce, libro que leyó por vez primera en francés a la edad de 14 años.
La influencia de Berger en los mundos literario y artístico es un poco más fácil de medir. “Es la estrella polar de la experiencia literaria contemporánea”, me dijo el novelista irlandés Colum McCann. “No puedo imaginar mis estanterías sin él. Los otros escritores se derrumbarían”. Susan Sontag lo describió como “sin par” por su capacidad para fundir “la atención al mundo sensual” con “los imperativos de la conciencia”, aunque el propio Berger prefiere ser descrito, simplemente, como un “contador de historias”. El comentario social y político, la respuesta subjetiva y la teoría estética son los elementos básicos de mucho de lo que escribe, pero comienza por ver.
Cuando llego, empapado, para encontrarme con Berger en su casa de París una mañana sombría, me mira preocupado. “¡Estás helado!”, dice, y me urge a tomar asiento junto al radiador mientras desaparece para prepararme un café en la cocina.
***
Nacido en Hackney, Londres, en 1926, John Berger fue enviado a un internado a la edad de seis años. Estaba lejos de sus padres diez meses al año, experiencia que ha descrito como “monstruosa”. “Aquella escuela en el If de Lindsay Anderson… era la Costa Azul comparada con ese lugar”, contó a Sean O’Hagan en 2005 para el Guardian.
“De algún modo, me hallaba solo en el mundo”, dice mientras tomamos asiento en la mesa del comedor. “No lo digo con mucho patetismo. Lo tomo simplemente como un hecho de la vida. Pero hallarse así significa que escuchas a los otros, porque buscas puntos de referencia para orientarte, y a diferencia de lo que cree la mayoría de la gente, no se empieza a contar historias inventandólas, sino escuchando”.
Berger abandonó la St. Edward’s School en Oxford cuando tenía 16 años. Rechazó un puesto de oficial en la Infantería Ligera de Oxfordshire y Buckinghamshire, después de lo cual fue destinado a Ballykelly, en Irlanda del Norte. En 1946 se matriculó en la Chelsea School of Art bajo la tutoría de Henry Moore, sobre el que volvería menos de una década después refiriéndose a la obra del escultor —en una reseña publicada en el New Statesman— como un “bodrio carente de sentido”. Pese a que rechaza el titulo de “crítico de arte” porque “remite a alguien que decide cuántos puntos dar sobre 20”, empezó escribiendo regularmente para el NS y otras publicaciones a principios de los 50.
“No fue fácil”, recuerda. “Cada lunes a las 11 de la mañana, subía escaleras arriba hasta la oficina con mis páginas y luchaba para que publicaran lo que traía”. La pieza sobre Moore, por ejemplo, provocó la cólera de los lectores del NS. (Stephen Spender escribió al director que la obra de Berger era como “un cuerno de rana en una rana”, a lo que Berger replicó debidamente: “Asumiendo que un poeta elige sus imágenes cuidadosamente, debo agradecerle a usted el cumplido. Porque, ¿qué podría resultarle a una rana de mayor provecho?”) El mundo del arte estaba gobernado por conocedores, coleccionistas y “expertos”, esa patulea a la que años más tarde denunciaría Berger en sus Modos de ver como presa de “la nostalgia de una clase dominante en declive”.
“No estaba tan mal”, dice de su primer empleo como escritor regular en las páginas del NS. “Había café”. El entonces director de la revista, Kingsley Martin, resulta “difícil de describir, porque ya no hay hombres como él hoy en día: muy abierto, alto, rostro fatigado, a su modo un militante y un puritano. Yo lo respetaba mucho ya antes de empezar a escribir para la revista”.
Un día, Martin llamó a Berger a su despacho. “Dijo: ‘mira John, he decidido que quiero aprender a dibujar. Me estoy jubilando. ¿Conoces a alguien que pudiera ayudarme?’ Y yo dije: ‘Sí, déjeme intentarlo. Creo que yo puedo’. De modo que cada diez días más o menos yo visitaba a Kingsley en su apartamento, situado fuera del Strand, para animarle y darle estímulos. Eso cambió apreciablemente mi posición en la revista, porque cuando yo aparecía con un nuevo articulito y había oposición –llevando yo las de perder—, siempre podía decir: ‘¿Puedo ir a visitar a Kingsley, a ver qué piensa?’ No siempre me apoyaba, pero las más veces sí; y mi vida se hizo más fácil”.
Berger pasó sus días en Londres entre refugiados políticos, marxistas europeos como el historiador de arte húngaro Frederick Antal y el pintor de origen francés Peter de Francia, que había huido de los nazis en Bélgica. “La jerarquía de las autoridades británicas no les impresionaba, porque se las habían visto con cosas mucho más duras y las habían combatido”, dice Berger. “Creo que lo que aprendí de ellos no es exactamente confianza, sino una suerte de indiferencia, la negativa a dejarte intimidar”.
En 1962, tras cuatro años en el Gloucestershire rural (donde conoció y trabó amistad con John Sassall), Berger se trasladó a Ginebra, donde el cineasta suizo Alain Tanner le presentó a Jean Mohr. Berger quería aprender fotografía y Mohr se ofreció a enseñarle. “Perdí rápidamente interés”, recuerda. “Me di cuenta de que cuando tomas una fotografía, dejas de mirar lo que acabas de fotografiar. Yo estaba más interesado en mirar. Creo que me deshice de mi cámara”.
Berger, que acaba de cumplir 88, viste un polar marinero y unos pantalones de pana, alborotado su blanco pelo alisado. Se concentra atentamente en nuestra conversación. Demasiado atentamente, tal vez: se dejó encendido el gas.
“Oh, merde! Oh, no!” exclama, y vuelve a toda prisa a la cocina.
“Recuerdo que, más o menos cuando yo tenía 30, era un pintor”, dice, mientras limpia con agua y jabón la renegrida base de la pava. “Pasaba mis días en un cuartucho al que llamaba estudio, dibujando y pintando. Ya no pinto, pero dibujo con frecuencia… Yo vivo muchísimo por mis ojos. Lo visible es sencillamente una parte muy importante de mi experiencia de estar en este mundo”.
En 1974 se mudó a la aldea francesa de Quincy, en los Alpes y con una clara vista del Mont Blanc, para vivir y trabajar entre trabajadores agrícolas —o “campesinos”, como Berger prefiere llamarlos, un término del que se sirve sin un ápice de condescendencia urbana—. Permaneció en Quincy con su hijo Yves y su esposa norteamericana Beverly Bancroft (fallecida en 2013) durante más de 40 años.
Hoy Berger sigue dibujando, dando conferencias y escribiendo lo que él llama “notas”. Sorprendentemente, no tiene una biografía. Los hechos son difíciles de fijar: algo que puede no ser incidental. “Si alguien me pidiera escribirla, yo le diría: ‘no puedo impedírselo, pero sepa que no colaboraré”. Le pregunto por qué. “Yo estoy totalmente a favor de la difusión de lo que he escrito”, dice Berger, “pero mi propia historia no me interesa”. Pausa. “Hay riesgo de egocentrismo. Y para los contadores de historias, el egocentrismo resulta aburrido”.
***
La casa en que nos reunimos, situada en un suburbio de la periferia, pertenece a Nella Bielski, una escritora y actriz nacida en la Unión Soviética y vieja amiga de Berger. “¿Cuánto tiempo lleva usted en París?” le pregunto a ella frente a una bandeja rebosante de anguila ahumada, huevos a la diabla y ensalada de canónigos. “Cincuenta años”, me dice. “Y cuanto más tiempo llevo, más rusa me siento”.
Cuando hierve el agua para una segunda taza de café, Berger despliega una serie de ilustraciones que han llegado con el correo de la mañana (junto con su periódico diario, el comunista L’Humanité). “Son de un amigo mío, un caricaturista de origen turco llamado Selçuk Demirel”, explica mientras hojea los dibujos, respuestas a la masacre de Charlie Hebdo. “Quiere que les ponga texto”.
Tenía que haber coincidido con Berger a finales del año pasado en el lanzamiento de sus Collected Poems, publicados por la casa editorial Smokestack Books, radicada en Teesside, pero el acto tuvo que ser cancelado a causa de unos dolores de espalda. “A mi edad, eso no es nada”, dice. “No irán a peor. A veces, van a mejor. Me he hecho a ellos”. Cuando le recuerdo nuestra cita fallida en Middelsbrough, una ciudad otrora conocida por su producción de acero, me cuenta una historia
“Cuando yo tenía, ¡oh!, veinte años me dieron permiso para pintar en una fundición en Croydon que hacía campanas para iglesias. Fue una experiencia increíble”, dice. “En una fundición como esa, a causa del factor de riesgo, la complicidad entre los trabajadores resulta asombrosa de ver”. Le pregunto cómo reaccionaban ante el muchachito haraganeando en la esquina con su caballete. “Muy bien. Iba cada día coincidiendo con las horas de sus turnos. Ellos estaban trabajando y yo también”.
Entre las muchas pinturas que cuelgan de la pared, hay una pequeña acuarela representando a acróbatas callejeros en Livorno, Italia. “Así es más o menos cómo pintaba yo entonces”, dice. La imagen es dinámica: realista y un poco romántica, pero no naturalista. Junto a trabajadores del acero y artistas callejeros, el artista Berger pintó a soldadores, albañiles y pescadores. Aun cuando su enfoque técnico difiere, la elección de objeto sugiere la influencia de Caravaggio (“el primer pintor de la vida tal y como la experimenta el popolaccio, el pueblo de las callejuelas”), de Picasso y de Fernand Léger. Berger considera a Léger el pintor del “las ciudades, la maquinaria y los trabajadores en marcha”, el creador de “un nuevo tipo de belleza”: un arte que mira hacia delante, en “simbólico contraste con la hipocresía y corrupción del mundo burgués, cuya autocomplacencia e inane confianza se hundieron en la guerra de 1914”
Un interés por “las bajas profundidades, por el submundo”, llevó a Berger a visitar una serie de mataderos en Londres, París y Estambul en los 70. “No escribí directamente sobre ellos”, dice. “Sólo lo necesitaba como parte de mi experiencia del mundo. Me resultó muy interesante que el matadero de Estambul fuera el menos implacable de todos. De alguna manera, la idea del sacrificio pervivía todavía en los procedimientos”.
Difícil resultaría imaginarse a Kenneth Clark, el aficionado a las americanas de tweed cuya serie para la televisión pública, Civilisation, proporcionó a Berger el estímulo para hacer sus Modos de ver, metido en una investigación clandestina entre ríos de sangre de un matadero. “Clark era un buen hombre a su modo”, dice Berger. “Lo conocí y nos llevamos bastante bien. Pero él era el representante por antonomasia del connoisseur que explica al populacho “esto es como es”. Modos de ver fue una colaboración. Queríamos que la gente hiciera preguntas. Fue lo opuesto a la torre de marfil”.
La serie de cuatro programas de 30 minutos y el libro que la siguió fueron un intento de desmitificar la historia del arte y desvelar los prejuicios que inconscientemente imponemos a la acción de mirar. No ha dejado de ser desde entonces una base de la educación artística en la escuela británica.
Berger sostenía que una obsesión crítica con la forma y la técnica sacaba a las pinturas del “plano de la experiencia vivida”. La tecnología –reproducción mecánica— creaba un “lenguaje visual” a partir de imágenes antes confinadas a iglesias y galerías y, con ello, nuevas posibilidades tanto para el control como para la liberación. (En la última página del libro, siguiendo a una impresión de Sobre el umbral de la libertad, de Magritte —una pintura de un canon representando varias telas e imágenes— figuran estas palabras: “Lo continuará el lector…”.)
Incluso en la época de Tumbir, Pinterest y Google Images —por no hablar de los objetos interminablemente reproducidos con licencia de artistas como Jeff Koons y Damien Hirst—, el libro sigue siendo relevante.
“Los adultos y los niños a veces tienen tableros en sus dormitorios o en sus cuartos de estar en los que colocan piezas de papel: cartas, fotos, reproducciones de pinturas, recortes de periódico, dibujos originales, postales”, escribió Berger en Modos de ver. “Lógicamente, esos tableros deberían sustituir a los museos”.
“¡Pues eso fue mucho antes de lo digital!”, dice ahora riéndose. (Aunque Berger sólo ocasionalmente usa correo electrónico y prefiere hablar por teléfono o enviar cartas, he observado que había usado recientemente un mensaje de texto por iPhone: “Te espero. Risas & los mejores deseos, John”.) Sostiene que Internet, como el lenguaje de imágenes, “posee la misma dualidad de posibilidades encontradas: instrumentos de control por las fuerzas que gobiernan el mundo —es decir, el capitalismo financiero y lo que yo llamo el ‘fascismo económico’—, pero también de democracia, de asociación directa de unos con otros, respondiendo de un modo espontáneo pero colectivo”.
***
A medio camino ya de la tarde salimos para hacer unos recados. Todavía llueve. “Después de 30 o 40 años todavía tengo un acento inglés muy fuerte”, dice Berger, mientras la cajera envuelve dos botellas de vino blanco en la épicerie. “Me pasa lo mismo cuando voy a Londres, que no es muy a menudo. Estoy en un pub y alguien terminará preguntándome: ‘¿De dónde es usted? Habla un inglés estupendo’”.
Regreso con las provisiones y me siento con Bielski, que está mirando una película de Rossellini y cortando verduras, mientras Berger atiende a una clase de fisioterapia, por sus dolores de espalda, en un centro municipal local.
Leer a John Berger en 2015 puede resultar desconcertante, no sólo estilísticamente —tiende a escribir frases cargadas, construyendo una imagen o idea al modo en que un dibujante va añadiendo líneas a un esbozo—, sino en relación con lo que esperamos encontrar. La ficción contemporánea —piénsese en Åsne Seierstad y su Bookseller of Kabul o en John Boyne y su Boy in the Striped Pyjamas— sugiere que la empatía y la imaginación pueden ayudar al lector a entender la privación y la injusticia. La perspectiva de Berger es más materialista. Insiste en la acción.
Después de Un hombre afortunado y de su triunfo de 1972 con el premio Booker, el foco de Berger comenzó a desplazarse de los trabajadores industriales, Léger y Picasso, hacia los campesinos rurales, Van Gogh y Miller: pintores más tempranos cuyo trabajo, sostiene Berger, habla al presente.” A diferencia de William Morris y otros románticos medievalizantes” —escribió Berger sobre Millet en 1975—, “él no sentimentalizaba la aldea… [Sintió] que la pobreza del campo sería reproducida bajo una forma distinta en la pobreza de la ciudad y sus suburbios, y que el mercado creado por la industrialización y al que estaba siendo sacrificado el campesinado podría llegar algún día a entrañar la pérdida de todo sentido de la historia”.
De modo que el arte tiene una función histórica “enteramente opuesta al arte por el arte”. Restaura la memoria de lo que ha sido o está siendo eliminado. “Durante la segunda mitad del siglo XX, el juicio histórico fue abandonado por todos, salvo los subprivilegiados y los desposeídos”, escribió en un ensayo de 1978 sobre la fotografía. El punto focal, el ancla, para Berger era la aldea.
En un ensayo de 1936, Walter Benjamin identificó dos tipos de “contadores de historias”: “el que viene de lejos” y “el hombre que ha permanecido en casa llevando una vida honrada y conoce las fábulas y tradiciones locales”. Berger representó los dos tipos durante esos años en los Alpes, al escribir Puerca tierra (1979), Érase una vez en Europa (1987) y Lila y Flag (1990) —una trilogía de novelas sobre la desaparición del campesinado europeo y su cultura—. Tal vez lo que conecta Modos de ver con la trilogía, menos conocida, es el intento de revelar lo que de otro modo seguiría escondido. “Lo que me impulsa a escribir es el miedo a que, si no escribo, algo que debe ser dicho no lo será”, explica. Lo que realmente soy es un hombre provisional”.
Le pregunto si el deseo de vivir entre gentes que tienen acceso a su historia compartida es lo que estaba detrás de su traslado a Quincy. “Es lo que descubrí cuando llegué allí”, dice. El pasado está muy presente en mí y así ha sido durante mucho, mucho tiempo. Me percaté bastante intensamente por primera vez de esto cuando era un adolescente, a causa de la Primera Guerra Mundial. Ya ves, yo creo que los muertos están entre nosotros”.
El padre de Berger, Stanley, sirvió como mayor de infantería en las trincheras durante la guerra de 1914-18 y fue condecorado con la Cruz Militar. Permaneció en el ejército otros cuatro años, hasta 1922, organizando sepulturas de guerra para los británicos caídos. Fue la madre de Berger, Miriam, una mujer de clase obrera procedente de Bermondsey, Londres, quien le ayudó a regresar a la vida civil.
“A lo que me estoy refiriendo es a una parte muy antigua de la consciencia humana. Hasta puede que sea un rasgo definitorio de lo humano. Aunque ha sido olvidado, y por mucho, en la segunda parte del siglo XX. Los muertos no son abandonados. Se mantienen cerca físicamente. Son una presencia. Lo que crees estar mirando en esta larga vía al pasado se halla, en realidad, al lado de donde tú te encuentras.”
***
Antes de irme y tras compartir varias copas de vino, Berger me enseña una caja. Es un hermoso objeto. Tiene una tapa, debajo de la cual se encuentran cajas más pequeñas llenas de fósforos. Cada una de ellas tiene pintada en su cubierta un pájaro cantor distinto. “Alguien me dio esto de Rusia”, dice, casi en un susurro. “Y yo pensé: ‘le voy a dar esto a Rosa Luxemburgo, que tanto amaba a los pájaros y a las flamas encendidas’. Así que estoy escribiendo un texto para acompañar el regalo que le voy a enviar. Luxemburgo, la revolucionaria ruso-germana, fue ejecutada y lanzada a un canal en Berlín en 1919. Pero yo me digo: ‘Seguro que le va a encantar’.”
Se ríe. Algo que sorprenderá a quien haya leído a Berger sin haberle conocido personalmente es su extraordinaria calidez. Una de las razones invocadas por él para abandonar Inglaterra —aparte de su odio al “clasismo, tan incrustado en la conducta y en el juicio de los británicos”— es que la impasibilidad inglesa le consideraba “indecentemente intenso”. Cuando menciono eso, se limita a decir que, aunque “puedo ser iracundo y descarado… la hospitalidad me parece una capacidad humana increíblemente importante. Y la primera regla de la hospitalidad es aceptar la presencia de alguien e intercambiar experiencias con él”.
“Nelska” y “Jeanie” –como Bielski y Berger gustan de llamarse el uno al otro— están recogiendo. Bielski sale de la cocina con una botella de Kir. La conversación gira hacia la política. Con el ensayo de Walter Benjamin en mente, menciono a los indignados [en castellano en el original], el movimiento de estudiantes, jubilados y trabajadores públicos desempleados, cuya campaña de narración de historias personales llevó a la creación del partido de izquierda Podemos en España. Análogamente las mujeres de Irán, Turquía y la India, para las que la expresión pública ha sido un instrumento vital en su lucha contra la misoginia y los abusos violentos inveterados.
“Lo sigo y lo apoyo completamente”, dice Berger, mientras se levanta para dar la bienvenida a la nieta de Bielski, Helena, estudiante universitaria en París. “Y es muy importante subrayar que se trata de algo nuevo que abre un escenario que ni siquiera podíamos imaginar, porque es muy diferente de lo que conocíamos hasta ahora”. En 2009, Berger donó su archivo personal –una colección de cartas, borradores y esbozos acumulados durante toda una vida y amorosamente guardados por su esposa Beverly en un establo en Quincy— a la Biblioteca Británica. Pocos días antes de encontrarme con Berger en París, Tom Overton, el investigador responsable de catalogar el archivo, me explicaba cómo funcionó el proceso. “Yo me encontraba con algo y no tenía la menor idea de lo que era”, dijo. “Lo escaneaba y se lo mandaba por correo electrónico a Beverly. Más o menos en una semana, a menudo a primera hora de la mañana o a última hora de la noche, recibía una llamada telefónica. Y una voz familiar me decía: ‘¿Puedo contarle una historia?’.”
Publicado el 11.06.2015 en New Statesman. Traducción Antoni Domènech
[Fuente: SinPermiso]
8/1/2017
Carles Bellsolà
Entrevista a Josep Fontana
Es el gran historiador catalán viviente sin ninguna duda. Tras una carrera de seis décadas centrada en la historia contemporánea y decenas de libros publicados, Josep Fontana (Barcelona, 1931) sigue plenamente activo en una doble vertiente de investigador y de referente moral —de la izquierda, pero no sólo de ella—. Recuerda que "los historiadores hemos de enseñar a la gente a pensar por su cuenta", y no lamenta haber ido siempre a contracorriente. Con su característico pesimismo gramsciano, explica a Público, desde su piso en el barrio de Poble-Sec de Barcelona, que el mundo no va precisamente a mejor. Pero se muestra esperanzado con los movimientos de protesta que surgen "desde abajo".
"Hay una guerra de clases y la estamos ganando" es una frase del magnate norteamericano Warren Buffet que usted ha citado en alguno de sus libros.
Lo reconocen los mismos beneficiarios de eso. En estos momentos donde más se evidencia es en el crecimiento de la desigualdad. Las estadísticas en todas partes, en los Estados Unidos, en la Unión Europea, en España o donde sea, muestran que año tras año sigue aumentando la desigualdad. Eso no ha tenido el menor freno. Desde los años setenta del siglo pasado hasta hoy tal proceso se está incrementando. Y están dispuestos todos los mecanismos necesarios para que no se detenga esta situación. De modo que aquí sí que hay una clarísima contradicción de intereses entre un mínimo del uno por ciento o del uno por mil que se beneficia de eso y una gran mayoría que, por el contrario, pierde.
Usted ha llamado 'la Gran Divergencia' a este proceso de crecimiento de la desigualdad y sitúa su comienzo en los años 70.
Ésta es una expresión equívoca, porque los historiadores la utilizan para otra cosa: para las diferencias entre el crecimiento de Europa y el del resto del mundo. Pero Paul Krugman lo usó para señalar lo que estaba pasando. Y es correcto. Esta divergencia gradual se manifiesta, por ejemplo, en la separación cada vez mayor entre la productividad del trabajo y las rentas salariales. Lo cual es lo que crea esta situación de acumulación de los beneficios sólo en la parte alta. Hay también un fenómeno que ha surgido estos últimos años, o al menos que no se daba desde mucho tiempo atrás, que es el de los trabajadores pobres. Cuando yo era joven, un individuo normal que tenía un trabajo de jornada completa se suponía que estaba capacitado para mantener una familia. Esto ha dejado de ser verdad. Es una realidad nueva y preocupante. Sobre todo teniendo en cuenta que la tendencia es que eso se vaya agravando.
¿Qué desencadenó este proceso?
En los años 70 toda una serie de factores de temor a que peligrara la estabilidad social nacida tras la Segunda guerra mundial acabaron difuminándose. Estos temores son los que estaban relacionados de un lado con la Urss como amenaza global —una amenaza relativamente falsa pero que actuó con esta función—, y por otra parte con el miedo a la extensión del comunismo en las sociedades occidentales. En los años 70 queda claro que esto ya no funciona. A finales de la década la decadencia de la Urss está clara y, al mismo tiempo, y yo diría que sobre todo, está la frustración de los intentos de 1968, que mostraron que no había ningún potencial revolucionario que pudera estallar. Entonces empezó un claro recorte de concesiones por parte del mundo empresarial.
¿Unas concesiones que se habrían producido, simplificando mucho, por miedo a la revolución?
Por todo eso. También por el estado del bienestar, instalado a partir de 1945 para tener un mundo en paz. En paz y con crecimiento capitalista asegurado. Este proceso se empieza a ver en los Estados Unidos durante la presidencia de Jimmy Carter. En aquel momento, con un presidente demócrata y las dos cámaras dominadas por los demócratas, no se aprobó una propuesta de los sindicatos de una ley que garantizara la continuidad de los derechos que los trabajadores habían conseguido en la época de Roosevelt. Este proceso se acentuará en los Estados Unidos en la etapa de Ronald Reagan y pasará al Reino Unido en la época de la señora Thatcher, con la lucha contra los sindicatos y su desarme, que debilitó considerablemente al movimiento obrero. Posteriormente se extenderán al resto de Europa. Y se acentúan tras la gran crisis de 2007-2008, cuando una situación de crisis permite montar ese tipo de doctrinas de la austeridad que dicen que para volver a estar como antes es necesario 'que os sacrifiquéis'. Porque la prueba de que solamente se dirige a un sector de la sociedad es que esta doctrina jamás ha tenido en cuenta la necesidad de aumentar los impuestos que se cobran al mundo empresarial. Por el contrario, se han rebajado con la excusa de que así se puede estimular la actividad, cosa ampliamente demostrada que no ocurre.
¿Qué papel desempeñaría en todo eso el fenómeno de la deslocalización industrial?
Es sencillamente un elemento dentro de este juego. La deslocalización tiene la gran ventaja para las empresas de ir a buscar países en los que no sólo hay salarios más bajos sino que no tienen que asumir los costes sociales. Esto es fundamental. En Bangladesh se puede hundir un edificio y morir miles de personas, y eso no lo pagan los que encargan los tejidos o las zapatillas deportivas. Pero también hay otro factor: la deslocalización de los beneficios. Cosa que, de hecho, se ha tolerado. Ahora empieza a haber alguna protesta, como la reciente respecto a Zara, pero no hay nadie que haya actuado ni que tenga la intención ni la capacidad de actuar contra eso. El mundo bancario practica este juego continuamente. Todos nuestros grupos bancarios tienen una división de subcentrales y filiales que les permiten jugar de esta forma. Al fin y al cabo, los bancos controlan la política. La controlan por los créditos que dan a los partidos y por los cargos que dan a los políticos cuando acaban ese trabajo. No hay ninguna posibilidad de que esta situación, si no cambian mucho las cosas, se modifique. Y la deslocalización no es más que un elemento de este haberse apoderado de la política.
¿Se han apoderado también del pensamiento? Usted habla de la "batalla de las ideas", que se habría desarrollado en paralelo.
Es evidente que ha habido alarmas sobre esto. Por un lado, ha habido actuación empresarial en el mundo universitario, sobre todo en el terreno de las ciencias sociales, a partir de las subvenciones y el mecenazgo. Es evidente que si tú no eres 'de los buenos' no has de esperar que vengan a ofrecerte una ayuda para una investigación. Por otro lado hay otro elemento fundamental que es el control de los medios de comunicación. El papel político de los medios es importantísimo. Menos el de la prensa impresa, que cada vez tiene menos actividad; es grande el de la radio, pero sobre todo es importante el de las televisiones. Y está claro que las televisiones privadas tienen unos filtros muy claros respecto a lo que dejan pasar política e intelectualmente. Los noticiarios, que constituyen la base de la información que recibe un ciudadano medio, están perfectamente filtrados, hasta extremos a veces ridículos. Evidentemente, detrás están los intereses empresariales, y están ahí claramente presentes.
En este sentido, ¿cree que los valores ideológicos de las clases privilegiadas se han extendido al conjunto de la población?
La función que ejercen los medios consiste sobre todo en determinar la opinión en cuestiones que tienen que ver con la política inmediata. En cuanto a influir en ideas sobre la sociedad... seguramente su función es más subsidiaria, a pesar de que pueden acabar influyendo. Pero tampoco se puede olvidar que, ante el choque entre la realidad y el mundo que te intentan pintar los medios, hay unas formas de rechazo, y de repensamiento, que se manifiestan sobre todo en reacciones desde abajo, en toda esa serie de movimientos de protesta que se producen en el tejido social. De hecho, yo diría que una de las grandes esperanzas de futuro reside justamente en esta función crítica que se está produciendo desde abajo, y que tiende a crear formas organizativas nuevas, más que en la función que pueden seguir teniendo partidos que, de alguna manera, ejercen una función educadora desde arriba. Es decir, que interpretan desde arriba. No puedes estar engañando y envenenando indefinidamente a la gente cuando el contraste con la realidad de cada día a la fuerza obliga a reflexionar. Ahora, que de todo eso hayan de surgir fuerzas que tengan un peso fundamental en la transformación social... Seguramente tendrá que pasar mucho tiempo para que sea así.
Sobre estas formas de rechazo, usted se mostraba optimista en 2011, cuando surgieron toda una serie de movimientos de protesta contra las políticas de austeridad, ¿Piensa lo mismo ahora?
Yo no he sido nunca optimista. No se trata de ser optimista o no serlo. Las grandes transformaciones que siguieron a la Segunda guerra mundial tuvieron a la socialdemocracia como actor fundamental. Pero es evidente que, a finales del siglo XX la socialdemocracia estaba totalmente sobrepasada. Es la etapa de triangulación entre Clinton, Tony Blair y aquí Felipe González, que acaban asumiendo un mensaje común para derecha e izquierda, que es lo del neoliberalismo, pero que administran con pequeñas diferencias, para funcionar. Esto, evidentemente, ha acabado con cualquier capacidad de la socialdemocracia para seguir cumpliendo esa función. Los partidos comunistas, obviamente, quedaron desbordados mucho antes, y por tanto no hay un sustituto claro. Lo que se ha producido últimamente, que preocupa a muchos y que seguramente no siempre se interpreta bien, es que este sistema bipartidista, que funcionaba prácticamente en todas partes, se ha erosionado y que se esté agrietando.
Y estos cambios, ¿hacia donde van?
Es difícil saberlo. Lo que sí se anuncia es que el sistema se está erosionando. Yo no diría que sea el mismo problema en España, donde de hecho el sistema todavía sigue funcionando muy activamente, a pesar de que sí se muestra en algún aspecto. Es evidente que la función que ejercía el PSOE, como brazo izquierdo de este elemento, también está desgastada. Lo que pasa es que lo que tendría que sustituirlo no acaba de funcionar. Porque posiblemente sea muy difícil que funcione una opción que pretendiera agrupar a todas estas fuerzas que salen desde abajo, de la protesta social. Es muy difícil coordinar estas fuerzas, y probablemente es imposible tratar de dirigirlas desde arriba para hacer un nuevo partido. Lo que sí está claro es que el sistema, tal como estaba funcionando, se está desgastando rápidamente, porque ya no convence a la gente.
¿Cree que fenómenos como la victoria de Trump en los Estados Unidos o el auge de la extrema derecha en Europa son otra forma de rechazo popular?
Todo eso que ahora llaman "populismos"... Cuando se produjo el Brexit, una de las personas que lo vio más claro fue el señor Tony Blair, que sabía de qué hablaba, y dijo que se estaba acabando la capacidad de las élites dirigentes para seguir convenciendo a la gente, y que lo que había por debajo tanto se iba hacia la extrema derecha como hacia la extrema izquierda. Éste es un fenómeno nuevo que muestra que se están produciendo cambios. Cuando se habla de manera simplista de populismos, creo que no se entiende que lo que hay detrás es mucho más complicado. Supongo que eso se acabará viendo en Estados Unidos, donde evidentemente la respuesta ha sido un gran error, como se está viendo en la formación de su gobierno. Muchas gentes del mundo rural norteamericano apoyaron a Trump porque pensaban que acabaría con la corrupción de Washington, y es evidente que lo que hará es establecer una corrupción todavía mayor. Trump subió [al poder] con dos promesas. Una, acabar con la corrupción del sistema. Y, evidentemente, la idea de los demócratas de presentar como candidata a Hillary Clinton, que representaba lo más corrupto que pudiera haber, fue una equivocación brutal. Y segunda, Trump prometió a los trabajadores que acabaría con la deslocalización —en cambio nunca les dijo que acabaría con la evasión de impuestos—. Eran promesas elementales que mucha gente entendía.
¿Es más fácil que a las clases populares, descontentas con la situación actual les lleguen antes estas promesas de la extrema derecha o de la derecha populista, por el hecho de ser más elementales, que las de la izquierda?
Evidentemente. Han hecho un tipo de promesas que parecían responder al malestar de la gente. Cuando la señora Le Pen dice: "prohibiremos que los hijos de los inmigrantes vayan a la escuela"... La idea de expulsar a los inmigrantes para que así haya más puestos de trabajo es muy primaria. Sin embargo hablamos de eso y la gente se olvida de una cuestión a la que no se presta atención o que se intenta ocultar. Y es que el crecimiento de la desigualdad no se produce sólo en el interior de las sociedades desarrolladas, sino también a escala global. Hay un potencial de millones y millones de africanos famélicos, y de gente de todo un área que va desde el Próximo Oriente hasta Afganistán que están preparados para echársenos encima. Es una idea difícil de obviar, sólo hay que ver los números primarios de la demografía. En estos países, el empobrecimiento no lleva camino de desaparecer. De alguna manera, una de sus expresiones es el yihadismo.
Los teóricos neoliberales dicen precisamente lo contrario. De hecho, esgrimen como gran punto en favor de la globalización el crecimiento económico de determinados países, sobre todo de Asia.
Han crecido unos países determinados del Este asiático. Del resto, olvídese. El gran crecimiento es el de China, y además se ha producido con unas reglas diferentes, se mantiene con unas reglas diferentes y tiene unos proyectos de futuro diferentes. El crecimiento de la India es más complejo. Sí que ha habido crecimiento, pero no disminuye la pobreza. Las estadísticas que dicen que la pobreza se ha reducido en el mundo son tramposas, porque la mayor disminución de la pobreza se ha producido en China, y el volumen de la población de China las distorsiona. No ha habido disminución de la pobreza en el África subsahariana, donde no está claro que haya desarrollo de ningún tipo.
¿Ve también un aumento del autoritarismo en el mundo, o una disminución de las garantías democráticas?
Si se produce un aumento de los movimientos sociales, de actuaciones de base y de protesta, el autoritarismo puede ser una primera respuesta inmediata del sistema, para tratar de mantener el orden. Pero no tiene demasiado futuro. La idea de que un dirigente carismático puede resolver los problemas colectivos creo que tiene cada vez menos recorrido. Las situaciones son complejas, sobre todo cuando los sistemas no son homólogos. Tomemos el caso de China. Es evidente el papel dominante del partido comunista chino. Pero, por ejemplo, el desarrollo económico de China se produjo a través de mecanismos de descentralización: fueron pasando capacidades de dirección y de planificación a las entidades regionales y locales. Y no hay que olvidar que una de las bases del sistema chino es que las presidencias son temporales y no se repiten, de forma que no favorecen la aparición de líderes carismáticos. No hay que hacer transferencias demasiado simples de los tipos de modelo de las sociedades de Europa occidental. El caso de Putin, que en cualquier caso ha sido elegido, tiene que ver con una situación muy compleja, y evidentemente ha tenido mucho que ver con la forma en que desde fuera se ha ido cercando a Rusia. Estas cosas necesitan un análisis muy fino.
Volviendo al tema de las protestas, y centrándonos ahora en la izquierda, usted ha dicho alguna vez que los jóvenes que las protagonizan tienen mucho menos que perder que en 1968, porque ahora el sistema no es capaz de ofrecerles un futuro.
Esto está claro. Cuando en 1968, en París, los estudiantes soñaban con cambiar el mundo, el Partido Comunista y el sindicato comunista no optaron por apuntarse a la revolución, sino por negociar unas subidas salariales. Evidentemente, ahora el sistema no tiene la capacidad de dar satisfacción en este sentido. Si hay algún sector de la población que se pueda considerar como gran perdedor, ese sector son evidentemente los jóvenes, porque la situación de un joven parado no es la misma que la de un parado adulto, que se puede reintegrar. Un joven parado pierde las capacidades de formarse, y el sistema no se preocupa ni sabe qué hará con toda esta parte de la población a la que margina. Aquí la gente hablaba mucho del paro, que sí un veintitantos por ciento... y mientras tanto el paro juvenil era del 52%. Esto no se soluciona con una política sectorial, para jóvenes. Hay que cambiar la forma en que funciona el conjunto de la sociedad. Y aquí volvemos a encontrar en un lugar central los impuestos —que son lo que permite ofrecer servicios sociales— y los salarios. O actúas sobre eso, o todo lo demás son monsergas.
Hay quien habla, directamente, del fin del trabajo, porque el sistema ya no podrá ofrecer suficiente ocupación.
Eso son tonterías. La transformación del trabajo se ha producido siempre. Refiriéndose a los robots, por ejemplo, un economista norteamericano decía que el problema será saber de quién son los robots, a quiénes beneficiarán. Es una tontería decir que la desaparición de trabajos mecánicos en la industria puede significar el fin del trabajo. Teóricamente, en una sociedad muy organizada, hay un sector en el cual las capacidades de absorción son ilimitadas, que es el sector servicios. Justamente, una de las enormes diferencias en la respuesta a la crisis de China y de los países occidentales es que la política del estado chino ha consistido, en amplia medida, en absorber en el sector servicios a buena parte de la gente que se quedaba sin oficio al desaparecer empresas que no eran rentables y que había que suprimir. Es evidente que la robotización puede hacer que se pierdan muchos puestos de trabajo, pero si los robots producen más beneficios, estos beneficios se tendrían que traducir en más impuestos, que permitieran dar ocupación a más gente dedicada a servicios sociales. Si algo sabemos que falta en este país son médicos y enfermeras en los hospitales, en cantidad. Y aquí no hay ningún robot que los pueda sustituir. Eso del fin del trabajo es una barbaridad. En todo caso, sería la de determinados tipos de trabajo
Después de décadas alejado de cualquier significación política, el año pasado decidió apoyar a Barcelona en comú cerrando la lista de Ada Colau en las elecciones municipales barcelonesas. ¿Por qué lo vio oportuno, tantos años después?
Para empezar, yo sólo tuve actividad política en el tiempo del antifranquismo, que era cuando tenía un sentido. Después me he alejado. Y en este caso, yo apoyé a Colau, pero no tengo nada que ver, no tengo ninguna relación. Sólo me pareció que, en aquel momento, era una opción correcta —que ganara parecía absolutamente imposible—, y no me arrepiento de ello. No quiero juzgar los errores que, evidentemente, también ha cometido su equipo. Pero, entre esto y un gobierno municipal de Trias, yo no tenía dudas. Y no tengo ninguna actividad, participación ni, obviamente, beneficio.
¿Cree que el auge del independentismo en Catalunya en los últimos años ha catalizado, de alguna forma, un malestar social existente?
El comienzo de una presencia política clara del independentismo —lo ha habido siempre, pero era marginal— se produce cuando la gente, no los partidos, reacciona contra el mal gobierno. Y la gente siente que el mal gobierno es el que viene de fuera. Cuando después de eso el señor Artur Mas se hace ilusiones y convoca unas elecciones inmediatamente, entonces pierde el 8% de los votos. Lo cual significa que la gente no tenía esa visión simplista, sino que realmente estaba protestando de manera muy global contra un mal gobierno.
¿Qué papel tienen hoy en día la historia y los historiadores?
Podemos tener varios, y no todo el mundo desempeña el mismo papel. Los hay que se contentan con apoyar el discurso oficial que les conviene. Pero lo que mis maestros me enseñaron, personas como Jaume Vicens Vives o Pierre Vilar, es que nuestra función esencial es despertar el espíritu crítico de la gente, enseñar a pensar por cuenta propia. Y eso es necesario, porque la ignorancia es absolutamente increíble. Un ejemplo: la comisión que da el premio Nobel de la Paz pidió a un personaje como Henry Kissinger —a quien ya le habían dado el premio—, que acudiera a una sesión especial sobre la paz mundial. Eso suscitó todo tipo de protestas, porque Kissinger tiene responsabilidad sobre centenares de miles de muertos. Con esta ignorancia de la realidad histórica, es bastante útil que haya alguien dispuesto a hacer que la gente sepa dónde vive y por dónde van las cosas.
¿Y ya les hacen suficiente caso?
Depende. Evidentemente, si eres una persona independiente y te atreves a ir a contracorriente, es evidente que encontrarás más bien rechazo. Pero eso mismo te da, por otro lado, el apoyo de mucha gente que sabe valorar lo que haces. Yo, en este sentido, no me quejo.
¿Cree que la historia, como otras ciencias sociales, se ha ido arrinconando en la enseñanza en los últimos años?
A la historia, y no hablo de su lugar en la enseñanza, sino en líneas generales, es difícil marginarla por una razón elemental, y es que está presente cada día en un montón de cosas. Por ejemplo, el año que viene es el centenario de la revolución rusa: no puedes hacer desaparecer una realidad como esa, que volverá a ser objeto de discusión. En este sentido, la necesidad de usar la historia para entender el mundo en que vivimos no se puede ignorar. Cómo se traduce después eso en el mundo de la enseñanza... eso es algo más complejo. Pero es evidente que la intención de los gobiernos, desde hace mucho tiempo y casi en todas partes, es controlar lo que se enseña.
¿En esto juega algún papel el hecho de que las empresas intervengan cada vez más en las enseñanzas superiores?
Sí. Pero esta función, las empresas la dejan un poco en manos de los aparatos de Estado, que son los que tienen la misión de ocuparse de estas cosas.
Si antes decía que la función de los historiadores es ayudar la gente a pensar por si misma, ¿el objetivo de este arrinconamiento de la historia sería privar al pueblo de elementos para poder hacerlo?
Eso es evidente. Desde este punto de vista, para el mundo empresarial cuanta menos educación tenga la gente con la que ha de tratar —excepto, evidentemente, las habilidades necesarias para hacer el trabajo que les encargan—, mejor. Eso se ha visto claramente en los Estados Unidos, donde el papel de las empresas sobre todo en la educación universitaria es considerable. Por ejemplo, los hermanos Koch, que son propietarios de empresas químicas y de carbón, gastan millones financiando cátedras, naturalmente destinadas a explicar las cosas que les conviene que se expliquen, como por ejemplo valorar la libertad de empresa o negar el cambio climático. En este sentido sí que las empresas intervienen directamente. En nuestro país creo que todavía no les ha hecho falta.
[Fuente: Públic] [traducción de J.R.C.]
17/12/2016
Rafael Poch de Feliu
Rusia: riesgos y agravios
En el esfuerzo de Moscú por volver a levantar cabeza en el mundo, el “síndrome 1905” resume los peligros de la empresa de consolidación interna de un régimen arcaico vía aventuras exteriores
Ahora que la Rusia de Putin aparece en la cima de la recuperación de su poder y prestigio internacional con el clamoroso éxito alcanzado por su intervención en Siria (hecho que explica la intensa campaña contra el dirigente ruso cuyo histérico apogeo se vive estos días), es el momento de recordar los grandes riesgos que comporta el más que legítimo desafío ruso a Occidente y la fragilidad interna delrégimen del Presidente Putin.
El actual sistema autocrático ruso, que Yeltsin puso en pie en 1993 con el entusiasta apoyo de Occidente, es muy vulnerable a la inestabilidad interna. Sus mecanismos de reproducción y legitimación apuntan siempre hacia la concentración del poder personal. Eso choca con las exigencias de una sociedad moderna.
Disfunción
El tradicional régimen de samovlastie heredado y perfeccionado por Putin, es poco funcional respecto a los desarrollos de su sociedad. Las encuestas confirman que el 50% de los rusos consideran que tienen derecho a defender sus intereses incluso si ello contradice los intereses del Estado. Los que no están de acuerdo con ese enunciado no tienen otro que contraponer y se sumarían a él de forma pasiva si llegara el momento. No estamos ante una sociedad soviética desde hace mucho tiempo.
A diferencia de los dos siglos anteriores, el legítimo nacionalismo ruso y los engranajes del consenso interno hacia un líder fuerte cuya principal virtud ha sido haber detenido una degradación nacional de casi veinte años, conviven con un vector muy fuerte de tipo burgués, podríamos decir, que rechaza el conflicto y desea la estabilidad, como ocurre en cualquier otra sociedad moderna. Ese vector, iniciado en la URSS urbana de los años sesenta va a aumentar, porque forma parte de la lógica histórica de nuestra época. El sistema autocrático no tiene una respuesta a eso. No encaja con ello. Su reforma es, por definición, complicada.
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En la actual afirmación de Rusia en el mundo, hay, desde luego, una más que legítima reclamación de potencia. En Europa el ninguneo o maltrato de grandes potencias siempre tuvo resultados nefastos. Tras las guerras napoleónicas los vencedores implicaron a la vencida Francia en la toma de decisiones, lo que abrió una larga etapa de paz y estabilidad continental. El ejemplo contrario es lo que se hizo con la Alemania posguillermina, tras la primera guerra mundial, y también con la Rusia bolchevique tras la Revolución de 1917. En ambos casos, las políticas de exclusión -y de tremendo intervencionismo militar en la guerra civil rusa- tuvieron consecuencias nefastas para lo que luego fue el nazismo y la génesis del estalinismo. Lo que hemos visto en Europa desde el fin de la guerra fría es una nueva advertencia sobre los peligros de excluir a una gran potencia de la toma de decisiones y tratarla a base de imposiciones y sanciones en lugar de organizar la seguridad continental común que se acordó en París en noviembre de 1990 (y que habría hecho obsoleta a la OTAN y con ella a la influencia determinante de Estados Unidos en el continente). En lugar de eso, durante 25 años occidente ha maltratado a Rusia acosándola hasta llegar a los arrabales geopolíticos de Moscú, con el resultado visto en Ucrania.
Pero en la actual autoreivindicación del Kremlin hay también otro aspecto que no hay que perder de vista: un vector de movilización del favor de la población ante los efectos sumados que en el interior de Rusia tienen; los bajos precios del petróleo, el estancamiento de la situación socio-económica y las sanciones occidentales. Todo eso agudiza las contradicciones entre la sociedad rusa y su poco funcional régimen político.
Arriesgada legitimación
En la actual tensión militar en Europa, cuya principal responsabilidad es de Estados Unidos, con el regreso de la obsesión antirrusa de Alemania en segunda posición (la histeria de polacos y bálticos solo es relevante por lo instrumental hacia esas dos responsabilidades), la correlación de fuerzas es inequívoca: La población de los miembros europeos de la OTAN supera en cuatro veces a la de Rusia. La suma de sus PIB en nueve veces. Su gasto militar supera en por lo menos tres veces el ruso. Incluyendo al conjunto de la OTAN el presupuesto militar ruso de unos 90.000 millones de dólares es doce veces inferior al occidental. En Siria esas correlaciones no son muy diferentes y si las cosas han funcionado bien allí para Moscú ha sido gracias a cierto paralizante estupor de Estados Unidos ante los desastres de sus últimas acciones militares en la región, y a los zigzags de la actitud turca que la diplomacia rusa ha sabido jugar con gran acierto y maestría.
La decrépita máquina militar rusa ha sido mejorada en los últimos años, pero es un instrumento aún lleno de grietas que ha estado trabajando a su máximo rendimiento. Un caza-bombardero ruso fue abatido por los turcos, otros dos se cayeron al mar desde el portaviones Almirante Kuznetsov. La intervención rusa ha sido también arriesgada porque en caso de escalada difícilmente podría haber ido a más. De ahí la impresión de que Moscú intenta abarcar más de lo que puede, o, como mínimo, todo lo que puede. Una acción militar exterior con la lengua afuera multiplica los riesgos.
Las intervenciones en Siria y Ucrania han cargado las baterías de la legitimación del sistema de puertas adentro, pero ¿Cuánto durará esa carga? De momento funciona, pero los riesgos son inmensos y hay que preguntarse por la sostenibilidad del recurso. Un revés militar en Siria o en Ucrania, habrían sido letales para el Kremlin. En 1905 la derrota militar de Tsushima en la guerra ruso-japonesa supuso el principio del fin de la autocracia de los Románov, una dinastía de tres siglos. En el esfuerzo por volver a levantar cabeza en el mundo este “síndrome 1905” es capital.
Populismo sin distribución
El papel de potencias más prudentes en su acción exterior como Rusia y China en el mundo multipolar, es fundamental para evitar los peligrosos excesos del ilusorio hegemonismo que han quedado bien patentes en los desastres de estos años, pero en el orden interno Rusia debe ser valorada en su propia y contradictoria realidad. Putin no ha resuelto, y ni siquiera ha buscado, la vía de desarrollo que estabilice a Rusia. Es un patriota populista de derechas prisionero de un modelo de mando caduco para la modernidad. Ni siquiera es un Hugo Chávez que cometió el pecado de distribuir socialmente renta petrolera. Putin no distribuye nada. Aunque de momento no hay signos de protesta social, ese es un horizonte ineludible a largo plazo con el que un Occidente hostil siempre jugará. El arriesgado recurso de un machismo exterior no funcionará eternamente. En lo que concierne a Rusia ese es un desarrollo al que habrá que prestar la máxima atención a partir de ahora.
Dicho esto, es inevitable situar la injerencia (presunta o real) del Kremlin en la política americana que tantos titulares hace estos días después de varios años de intensa demonización del Presidente ruso en todo Occidente y particularmente en Alemania. Lo menos que puede decirse es que lo que ha trascendido, si es creíble, es ridículo al lado de lo que ha representado la ingerencia de Estados Unidos en la política rusa.
El chiste de la injerencia en Hillarystán
En los años noventa la injerencia de Washington en Rusia fue determinante para la ruina y criminalización de la economía rusa. Muchos decretos de privatización y otros aspectos esenciales se redactaron directamente en Washington. Gente como el vicesecretario del tesoro americano Lawrence Summers, cursaba directamente instrucciones en materia de código fiscal, IVA y concesiones de explotación de recursos naturales y los fontaneros del Harvard Institute for International Development, bajo patrocinio de la USAID, Jeffrey Sachs, Stanley Fisher y Anders Aslund, tenían tanta influencia como los ministros.
Bajo la batuta de Andrei Kózyriev (1992-1996), la política exterior rusa estaba en manos de una marioneta de Washington que fue puesta como premio al frente de la farmacéutica americana ICN al ser cesada. El gran proyecto geopolítico para Rusia de estrategas de Washington como Zbigniew Brzezinski era disolver el país en cuatro o cinco repúblicas geopolíticamente irrelevantes -un escenario que Rusia nunca se planteó para Estados Unidos ni en los momentos más bollantes del poder soviético y cuyo precedente histórico más próximo es el proyecto de disolución de la URSS del Reichsministerium für die besetzten Ostgebiete bajo la dirección del nazi Alfred Rosenberg. En las presidenciales de junio/ julio de 1996 la complicidad de Estados Unidos fue clave para facilitar la financiación ilegal de la campaña de Yeltsin y la manipulación informativa que le acompañó, lo que impidió una probable victoria comunista…
Que mucho de todo esto fuera consentido e incluso propiciado por la clase política rusa cuya preocupación central en aquella época era llenarse los bolsillos, no cambia gran cosa el asunto: Después, cuando con Putin la prioridad fue la estabilización de lo adquirido y la recuperación de Rusia, Washington promocionó las revoluciones de colores en diversos países del entorno ruso y apoyó siempre ese escenario en la propia Rusia, sosteniendo económica e informativamente a organizaciones no gubernamentales y defensores de derechos humanos -muchos de ellos más que honorables- cuya acción consideraba favorable a sus intereses.
Clave de la recuperación rusa de principios de siglo XXI ha sido la sumisión del complejo energético a los intereses del Estado. Fue entonces, cuando se percató de que Putin ponía fin a la bananización de Rusia, cuando Washington apostó por el magnate Mijail Jodorkovski.
Propietario de Yukos, la mayor compañía petrolera rusa, y principal beneficiario de la privatización energética de los noventa, Jodorkovski se preparaba para desafiar electoralmente a Putin. En 2003 se disponía a trazar para ello vínculos económicos estratégicos con Occidente como la venta de una tercera parte de las acciones de Yukos a la norteamericana Exxon-Mobil (22.000 millones de dólares), la construcción de un oleoducto hacia China y de una terminal para la exportación a occidente en Murmansk con la que pretendía determinar el sentido de la exportación de crudo. Todo ello no solo rompía el pacto que Putin estableció con los magnates (respeto a las adquisiciones de la privatización a cambio de la no injerencia política y de la sumisión al Estado), sino que privaba al Kremlin de la principal baza geopolítica para la recuperación de Rusia: el uso de su potencia energética.
Jodorkovski, “adoptó decisiones que afectaban al destino y soberanía del Estado y que no podían dejarse en manos de un solo hombre guiado por sus propios intereses”, explicó Putin en su día. Jodorkovski fue encarcelado e inmediatamente beatificado en Occidente hasta su puesta en libertad…
Este tipo de ingerencia en los asuntos de Rusia ha sido una constante -cualquier ruso lo sabe- y sitúa en su debido lugar el presunto escándalo de los hackers rusos en la campaña electoral americana. La simple realidad es que, en la hipótesis más extrema e indemostrable -con Putin manejando personalmente la operación- todo el asunto es bastante inocente. Más aún: al lado de lo que el valeroso disidente Eduard Snowden ha revelado al demostrar documentalmente la existencia de Big Brother y su control global total de las comunicaciones por Estados Unidos a través de la NSA, este episodio de los correos de Doña Hillary se parece mucho a una descomunal tomadura de pelo.
[Fuente: La Vanguardia]
7/1/2017
Rafael Poch de Feliu
La pelea de Washington
¿HASTA QUÉ NIVEL DE DESORDEN Y CONFRONTACIÓN INTERNA SE LLEGARÁ?
¿Cómo descifrar la pelea interna del establishment Americano? El escenario de un desorden interno en Estados Unidos, de la primera potencia convertida en un factor mayor de incertidumbre en el mundo, es verdaderamente sorprendente. ¿Hasta qué nivel de desorden y confrontación interna en el país se llegará? ¿Cómo se proyectará todo eso en el mundo?
El inquietante Señor Trump, cuyo sesgo populista-ultraderechista en el orden interno es bien claro y amenazante, quiere cambiar aspectos fundamentales en el partido de la guerra, la política exterior de Estados Unidos. Trump ha dicho que los desastres de Yugoslavia, Irak y Libia fueron aventuras criminales.
Cambio de prioridades
Enfrentándose a Rusia en Occidente y a China en Oriente, Estados Unidos ha suscitado en los últimos años el acercamiento entre esos dos países. “No hay nada más peligroso para Estados Unidos que una alianza firme de esas dos potencias”, dice el conocido estratega del partido de la guerra Zbigniew Brzezinski. Trump quiere invertir la jugada de Kissinger de los años setenta: en lugar de una alianza de Estados Unidos con China contra la URSS, ahora se trataría de una alianza con Rusia contra China.
La desconfianza entre Rusia y China es mutua y profunda, pero el mundo de hoy es diferente del de hace cuarenta años. Tanto Moscú como Pekín han dejado claro que están dispuestos a oponerse militarmente al cerco en sus fronteras más inmediatas (Ucrania/Mar de China meridional), pero ninguno de los dos desea un regreso a la lógica de bloques.
Habría que dejar de amenazar a ambos países, o salir de la lógica de aflojar con uno para mejor amenazar al otro, pero eso parece contrario a la propia naturaleza del partido de la guerra y esperar algo así de Trump está fuera de toda posibilidad. ¿Entonces qué hay detrás de esta pelea?
Resentimiento
El mero cambio de prioridades propuesto por Trump, supone el reconocimiento de un fracaso y la responsabilidad de los cuadros que han dirigido la política exterior-militar de Estados Unidos en los últimos 25 años. Retomar cierta normalidad de relaciones con Moscú contradice una inercia de 70 años en esa belicosa máquina. No habría problema con una Rusia sometida, pero la Rusia de Putin que levanta cabeza (asumiendo riesgos extremos) es culpable de un delito mayor: la derrota sufrida por Estados Unidos en las dos ultimas fallidas operaciones de cambio de régimen: Ucrania y Siria. Por primera vez esas operaciones han sido contestadas militarmente por una potencia, y de momento con éxito, lo que lanza un mensaje muy desestabilizador para la disciplina imperial. Otros podrían seguir el ejemplo en el futuro.
Moscú ha albergado, además, a Edward Snowden, factor del mayor desprestigio de Estados Unidos en décadas, y ha puesto en marcha medios de comunicación efectivos que han roto el monopolio de la propaganda global, contribuyendo al pluralismo. Rusia debía pagar por todo eso, y ahí están las sanciones, la política de precios del petróleo y la tremenda caída del rublo que todos los rusos han notado y que tiene un gran potencial desestabilizador para Putin. Que en ese contexto el nuevo Presidente de Estados Unidos se disponga a entenderse con Rusia es visto como una especie de premio intolerable por la facción del establishment que ha tenido en sus manos las riendas del partido de la guerra. “Son malos perdedores”, ha dicho Vladimir Putin.
Sergei Karaganov, un conocido politólogo ruso que en los noventa era un marcado occidentalista que se tuteaba con todo el establishment de la política exterior de Estados Unidos, dice ahora que la gente de las administraciones de Clinton, Bush y Obama se siente amenazada y embargada por un enorme resentimiento. “Las sanciones no les bastan”, dice. “Temo que intenten organizar provocaciones impeachment y demás”. “Al presidente electo no le iría mal reforzar su escolta”, dice Karaganov. La consideración es interesante por el nivel de pelea que sugiere para el futuro. Hay que prepararse para el escenario de Estados Unidos como mayor factor de incertidumbre. La URSS pasó por ello en su día.
La suma de la lógica de ese resentimiento y de los cambios de prioridad sugeridos por Trump, determinaron que Rusia fuera el chivo expiatorio. La injerencia rusa en las elecciones de Estados Unidos, los kompromats erótico-políticos contra Trump, todo ello sin pruebas en defecto de un Snowden ruso, es una de las mayores tomaduras de pelo desde las armas de destrucción masiva de Sadam Hussein. Llama la atención la pobre factura de todo ello, pero sea cual sea su contenido, no deja de ser una inocentada al lado de la injerencia de Estados Unidos en la política rusa. Después de las revelaciones de Snowden, tampoco es fácil hacer pasar a Rusia y a China como los ogros de los ciberataques, algo que todas las potencias practican pero una, la inventora del género, mucho más que las otras.
EU: La salida de la crisis
El eco de todo esto ha llegado a Europa en una situación sin precedentes. La Unión Europea se encuentra en una “crisis existencial” (son palabras de Juncker). De momento la salida se busca en la “defensa”. La Unión Europea necesita enemigos. Para países como Alemania y Polonia, el enemigo histórico es Rusia. Ambos se rearman contra ella. Se mueven tanques y recursos hacia la frontera rusa. En Francia el asunto chirría. Nadie ha dado demasiado crédito a la leyenda de la injerencia rusa en las elecciones americanas y el presidenciable mejor colocado para ganar las elecciones de mayo, François Fillon, quiere mejorar las relaciones con Moscú, lo que está en la tradición francesa desde el siglo XIX.
Alemania es el país clave, y al que Moscú dedica mayor atención. La canciller Merkel que pasa por ser la gran líder europea se está cargando los tres pilares que rehabilitaron en el concierto internacional a la Alemania de posguerra: la integración europea, el Estado social y la política de distensión hacia Rusia (Ostpolitik), lo que confirma la tesis de la Quinta Alemania. Todo ello está desintegrando la Unión Europea. Que la proyección de esta crisis desintegradora tenga consecuencias militares, no es ningún pronóstico catastrofista: está en la más genuina tradición histórica continental.
[Fuente: La Vanguardia]
14/1/2017
Pilar Lucía López y Agustín Moreno
Elogio de la pedagogía
Decir que los hombres son personas y como personas
son libres y no hacer nada para lograr concretamente que
esta afirmación sea objetiva, es una farsa.
Paulo Freire
Cada cierto tiempo se levantan voces en contra de la pedagogía, como si ésta fuera la causa de los males que afectan a la educación. Hace poco, los exabruptos se lanzaron en Radio Nacional (RNE), pero no lo enlazaremos para no dar publicidad a los disparates. Los que lo hacen, suelen pontificar desde el alejamiento de la realidad docente, algo que no les da mucha autoridad. Esta conjura de los rancios tiene en común una nostalgia por tiempos pasados, cuando se seleccionaba al alumnado porque aún no se había socializado el derecho a la educación. También coinciden en no haber leído casi nada sobre pedagogía y psicología. Junto a la crítica a la “jerga de los pedagogos”, se culpabiliza al alumnado, pero se desresponsabiliza al poder político de los recortes, la LOMCE y del abandono de la educación pública.
Pero lo más clamoroso es la ausencia de toda base epistemológica para su crítica. No saben que en el siglo XXI los nuevos descubrimientos de la neurociencia y de la psicología coinciden con las teorías y metodologías que venían proponiendo los grandes pedagogos desde los siglos XIX y XX. Por ejemplo, que el centro del aprendizaje, neurológicamente hablando, es la emoción y la motivación que se desprende de ella para incorporar nuevos conocimientos. Que la educación debe ser integral y debe ayudar al desarrollo de las múltiples inteligencias que posee el ser humano. O que aprendemos en grupo con más facilidad; el clima ambiental de cooperación y respeto es esencial para construir aprendizajes permanentes.
Por eso, cuando se critica desde la ignorancia o la justificación de la incompetencia ante los nuevos retos, creemos que hay que reivindicar la pedagogía. ¿Se cuestionaría la competencia de un arquitecto para diseñar un edificio o de un músico para tocar un instrumento? Sería absurdo. Para no caer en charlatanerías y opiniones sin fundamento alguno, hay que ir a las fuentes y por tanto a la Historia. Muchas personas desconocen los logros que aportaron a la sociedad y sería una lástima que sus enseñanzas y metodologías se disolvieran en el maremágnum de debates vacíos. Sirva para ilustrar lo que decimos unos cuántos ejemplos:
Desde los ilustrados y la Revolución Francesa, la Historia de la Pedagogía tiene una larga trayectoria y siempre ha ido ligada a la lucha por los derechos sociales y a la extensión de la educación. Porque para Jean-Jacques Rousseau “ser ciudadano es estar educado”. Siglos más tarde, John Dewey defendía lo mismo en Estados Unidos en su obra “Democracia y Educación”.
Recordemos a María Montessori, en Italia, pionera de la educación emocional y del método científico en su Casa de Niños. A William Kilpatrick que siguió sus pasos en EEUU y hablaba, ya en 1914, de autoevaluación y aprendizaje por proyectos. A Ovide Decroly que aportaba los centros de interés como origen de un aprendizaje investigador. A Célestin Freinet y su pedagogía para la vida: activa, natural, abierta y cooperativa. A Jerome Bruner que defendía el aprendizaje por descubrimiento. Y todos y todas los que construyeron la Nueva Escuela que cuestionaba no solo los métodos sino la función de la escuela y los maestros en la sociedad. Sin olvidar a Paulo Freire y su “Pedagogía del oprimido”, donde afirma que “nadie educa a nadie, los hombres (personas) se educan en comunión”. El planteó un cambio de paradigma, no una innovación.
En España tuvimos excelentes ejemplos de pedagogos que incorporaron nuevas ideas y técnicas al triste y escaso panorama escolar existente en el siglo XIX. La Institución Libre de Enseñanza de Giner de los Ríos fue un intento de reforma científica desde primaria hasta la universidad (1876 a 1936). Por otro lado, la Escuela Moderna de Francisco Ferrer i Guardia (1901) proponía una enseñanza científica, racional y laica frente al oscurantismo del poder y la segregación por clases o por sexos. El breve período de la República fue una explosión de iniciativas para llevar y extender la cultura en las zonas más deprimidas. Las Misiones Pedagógicas aportaban la poesía, el teatro, la música, las bibliotecas y eran recibidas con asombro y entusiasmo por las clases más desfavorecidas.
¿Cuáles han sido las aportaciones a la humanidad en las que coincidieron todos los pedagogos importantes?:
- Dar al niño y a la niña la categoría de persona y, por tanto, sujeto de derechos como cualquier adulto. Los niños dejan de ser un objeto (vasija) a rellenar de conocimientos.
- La educación es un proceso continuo de formación y crecimiento a lo largo de toda la vida. Cada etapa debe tener sentido en sí misma, no como preparación a la siguiente.
- Creer y potenciar las capacidades de aprendizaje que hay en cada niño y niña. (Sin esta creencia es muy difícil enseñar o educar).
- Aprender investigando y fomentando la curiosidad natural para descubrir el mundo. El proceso de aprendizaje debe basarse en la observación, experimentación y acción. La escuela debe ser activa en todo su sentido.
- La cooperación entre iguales y personas diversas favorece el aprendizaje y educa en bases sólidas para la buena convivencia.
- La tarea del profesor es poner a disposición del alumnado los conocimientos, técnicas e instrumentos más apropiados para que se pueda producir el aprendizaje.
Los grandes pedagogos siempre han sido revolucionarios en el sentido más profundo de este término de ir a la raíz, transformar la realidad (sociedad) para mejorarla, mediante la educación. Por eso, no se nos puede olvidar que fueron criticados y en ocasiones perseguidos desde el poder. Las falsas dicotomías de pedagogía y antipedagogía tienen mucho más que ver con dos modelos de sociedad que se enfrentan: uno, que cuestiona que todos puedan aprender y, otro, que postula que todos pueden aprender, cada cual a su manera. Son dos modelos de ver el mundo y en realidad es de eso de lo que se discute. No nos confundamos, es la tensión entre un modelo educativo neoliberal y otro democrático al servicio de toda la sociedad.
[Pilar Lucía López es pedagoga y autora de “Silencio… se sueña” (EditoriaL SM), Agustín Moreno es profesor de Enseñanza Secundaria en Vallecas (Madrid) y autor del blog de cuartopoder.es 'La espuma y la marea']
[Fuente: Cuartopoder]
14/1/2017
Marina Estévez Torreblanca
Entrevista a Susan George de ATTAC
La presidenta de honor de ATTAC, la politóloga Susan George (MARTA JARA).
En 2018 cumple 20 años el movimiento ATTAC. Nacido en Francia como grupo de presión a favor de la introducción de una tasa a las transacciones financieras internacionales (conocida popularmente como Tasa Tobin), su propósito es organizar a la sociedad civil para “poner freno a la dictadura de los poderes económicos, ejercida a través de los mecanismos de mercado”. A finales de enero, Madrid ha acogido una reunión de ATTAC Internacional, en la que participa su presidenta de honor y del Transnational Institute de Ámsterdam, Susan George. Esta lúcida filósofa y analista política nacida en Ohio (EEUU) hace 82 años (desde 1994 tiene la nacionalidad francesa) es la autora de la célebre distopía “El Informe Lugano”.
¿Cómo cree que pueden afectar al comercio internacional las recientes decisiones del nuevo presidente estadounidense Donald Trump de dinamitar distintos tratados comerciales internacionales?
Estoy encantada de que Trump se haya desembarazado del Tratado Transpacífico (TTP), y espero que también lo haga con el europeo TTIP. Creo que probablemente lo hará, porque ha dicho que quiere establecer acuerdos bilaterales. Si se deshace de estos dos grandes tratados, no creo que perjudique al comercio mundial en absoluto, porque no se trataba de comercio, sino de dar más privilegios regulatorios a las grandes compañías transnacionales. Si se llega a acuerdos bilaterales, puede incluso ser beneficioso. No digo que todas las decisiones económicas (de Trump) sean beneficiosas, pero usted me ha preguntado por el comercio.
En los últimos meses hemos vivido una sucesión de filtraciones, como los Papeles de Panamá ¿Cómo contempla esta nueva forma de conocer los desmanes de las empresas para defraudar impuestos?
Es muy buena, los periodistas realmente están haciendo su trabajo. Cientos de miles de personas pueden comprender ahora mejor lo que significa un paraíso fiscal y cómo funciona, y cómo están robando dinero que pertenece a los ciudadanos. Por ejemplo, en Francia se ha hecho un estudio parlamentario que muestra que entre 60.000 y 80.000 millones de dólares han desaparecido de los fondos del tesoro. Impuestos que no se han pagado porque transferencias que se tendrían que haber hecho en el país no se hicieron. La mayoría de la gente no supo estas cosas hasta que se publicaron en los periódicos. Gracias a filtraciones como "Los Papeles de Panamá" mucha más gente sabe que les han estado robando a ellos, directamente, de sus hospitales, de su transporte público.
Una de las razones de la desigualdad es que las multinacionales no estén pagando todos los impuestos que deberían.
Tengo un amigo que es un inspector de hacienda retirado, y le planteé esa pregunta hace muchos años: “¿están las transacionales pagando todos los impuestos que deben?”. Y me contestó: “siempre pagan algo, pero pagan lo que quieren”. Deberían decir en cada país en el que operan cuáles son sus volúmenes de ventas, cuáles son sus beneficios, cuantas personas tienes empleadas, lo básico, y entonces podemos decidir cuánto tienen que pagar. No sería tan difícil, resolvería muchas cosas, pero no tenemos los instrumentos legales adecuados para ello. Y Trump probablemente va a hacer que continúe siendo así.
Varios países entre ellos España, han dicho que estarían dispuestos a implementar una tasa a las transacciones financieras internacionales, una suerte de tasa Tobin como la que defiende ATTAC. ¿Ve posible este escenario?
Por desgracia, fue Francia, mi país, el que evitó que se implementase en el pasado. Pero me parece muy bien que España se haya mostrado a favor. En algún momento tendrán que aplicarla, porque de nuevo volvemos a la cuestión de que nuestros ahorros están siendo robados. Una vez que la gente lo sabe, piensa que su dinero puede gastarse mejor que ir al bolsillo de los más ricos del mundo.
Por eso la información es tan importante. Cuando yo comencé en el activismo y en la política, decíamos “debéis salir de Vietnam”. Y la gente quizá estaba de acuerdo, o quizá no, pero sabían de lo que estabas hablando. Ahora las respuestas son más largas y complejas. La información es muy importante y es muy importante seguir repitiéndola.
Los índices de desigualdad están creciendo incluso si nuestros gobiernos hablan de subidas de PIB ¿Cree que se puede decir que la crisis económica forma parte del pasado?
Es que no creo que sea una crisis. Una crisis significa algo terminal, significa que o vas a recuperarte o vas a morir, pero no dura casi diez años. Esto no es una crisis, es una enfermedad que está siendo fomentada por las políticas económicas actuales. En realidad, la austeridad funciona muy bien para lo que ha sido diseñada: transferir riqueza de abajo arriba. Y nos han convencido de que es el mejor resultado.
¿Qué opina de la idea de que el desempleo está creado por los gobiernos y por los poderes para mantener a la gente con miedo, para que no se rebelen?
No sé si es deliberado crear miedo. Pero escuché una charla de Tony Benn (un destacado diputado laborista británico, fallecido en 2014) en la que empezaba diciendo “el miedo es la disciplina de la economía capitalista”. Es una manera muy elegante de decirlo. Si los gobiernos lo hacen aposta, no lo sé, porque tendrían mucho más éxito y serían reelegidos si luchasen contra el tipo de desigualdad que vivimos en nuestros países.
A mediados de los años 70 en Europa las rentas del trabajo eran el 70% y las del capital del 30%. Ahora las rentas del trabajo son del 60% y las del capital del 40%. Así que se ha perdido un 10% de riqueza en el bolsillo de la gente. Un 10% del PIB europeo son algo así como 1,6 billones. Es mucho dinero que no va a ir al consumo y la inversión europeas, y que no pagará impuestos por ello.
Así que no es un misterio que en los últimos años la gente tenga menos que gastar, que la gente esté corta de dinero. Entonces la pregunta es pertinente ¿es que los gobiernos lo hacen aposta o es que no saben economía? Pero lo que es cierto es que hay una economía equivocada (la de la austeridad) que se ha convertido en la biblia. Y para convencer de ella hay enormes inversiones en "think tanks", en libros, artículos, tribunas universitarias, jueces, instituciones religiosas.
Gramsci en los años 20 ya dijo “puedes ganar a través de la violencia, pero también a través de sus cabezas. Y para hacer eso tienes que usar las instituciones”. Y eso es lo que la izquierda no ha entendido y la derecha sí. La izquierda cree que sus ideas son tan estupendas que no hay que defenderlas (somos generosos, somos simpáticos, defendemos los derechos humanos). Pero el problema es que la derecha ha logrado enmarcar estas cuestiones de manera que han dicho a la gente, y les han convencido: “si no tienes trabajo y eres pobre, es tu propia culpa. No eres organizado y te mereces lo que tienes”. Mucha parte de este mensaje ha sido interiorizada.
¿En qué se nota?
Ahora hay gente que se está rebelando, pero la mayoría vota contra sus intereses, votan a Trump. Todo su gabinete proviene de las grandes empresas. Pero la gente corriente vota esto, creen que en su interés. El “brexit” es parecido, creo que la gente corriente tiene una idea equivocada de lo que va a pasar allí, porque las leyes sociales británicas son peores que las europeas, en cuanto a salario mínimo, horas extra…en aspectos sociales van a estar peor, pero lo votaron probablemente por miedo a la inmigración, aunque estén equivocados.
[Fuente: eldiario.es]
28/1/2017
Joan M. Girona
Ha llegado el circo “PISA”
Cada tres años puntualmente llegan los resultados del informe PISA. Se han hecho públicos los correspondientes a 2015. Ya han aparecido en los medios informaciones y comentarios de todo tipo. “Hemos subido respecto al anterior”, “nos mantenemos, los resultados de mates son mejores que los de lengua”, “hay menos alumnos del sector más bajo”, “nuestro país ha superado a otros”, “Finlandia ha bajado en el ranking”...
Se establecen tablas comparativas entre países y entre comunidades autónomas; se afirma que los resultados se deben a las leyes educativas, incluso alguien dirá que la implantación de la LOMCE (o la promesa de hacerlo) ha influido en la mejora de resultados. Se podrá decir, incluso, que ha mejorado o no la cohesión social del alumnado.
Un auténtico circo mediático que dura varias semanas. También habrá, por suerte, análisis más serios que intentarán extraer consecuencias que ayuden a entender cómo está la situación de la enseñanza y de la educación en nuestro país y compararlo con otros países y con la sucesión de resultados de los años anteriores.
Para valorar si merece la pena emplear tantas energías y tantas tertulias, iría bien preguntarnos con tranquilidad qué mide PISA. Qué no mide y para qué se utilizan sus resultados.
PISA (según el documento publicado por la OCDE) mide las competencias de los chicos y chicas de 15 años; unas competencias que dependen muy poco (es imposible saber cuánto) de los sistemas de enseñanza implantados en cada país. Las competencias que han alcanzado los chicos y chicas dependen de muchos otros factores y se han ido aprendiendo desde el día de su nacimiento.
Las pruebas PISA tienen la misma fiabilidad que todas las pruebas externas e iguales para todos; no permiten sacar conclusiones válidas al cien por ciento, siempre quedará un margen de incertidumbre. Las diferencias de puntuación que se establecen entre países son escasas. Son inapreciables si no llegan a 50 puntos, son poco significativas. Si la escala salarial tuviera semejantes diferencias entre directivos y trabajadores, cobrarían prácticamente lo mismo, por tanto unos puntos del ranking arriba o abajo no avala las consideraciones que se hacen. El alumnado repetidor hace bajar los resultados: en los países donde se repite mucho, como es el caso de España, éste es un elemento que distorsiona los resultados globales.
PISA valora las competencias que tienen rentabilidad, que sirven para hacer avanzar el sistema económico que padecemos, lo que ayuda a adaptarse a la situación que vivimos, a aumentar la producción de beneficios económicos, a ser más competitivos.
No valora las competencias que sirven para transformar la realidad, las habilidades para ser personas con capacidad crítica, cooperativas, capaces de trabajar en equipo con otras, ser competentes emocionalmente, tener empatía, saber ayudar.
¿Para qué se utiliza PISA? Por aquello por lo que no sirve, aunque el mismo informe lo explica. No se miden los sistemas de enseñanza; los cambios de leyes educativas prácticamente no tienen incidencia en los resultados. El informe, avalado por la propia OCDE, lo expone así.
Si se evalúan las competencias adquiridas a lo largo de la vida, éstas pueden cambiar si cambian las condiciones de vida, de trabajo, de vivienda, de redes sociales que ayudan a la educación (centros recreativos, deportivos, centros cívicos, bibliotecas...), si mejoran las situaciones familiares, si disminuye el paro, si aumentan los puestos de trabajo digno... etcétera.
Y para terminar. Si estamos ante un futuro incierto, si no sabemos qué harán el día de mañana los chicos y chicas que han hecho las pruebas, si chicos y chicas de situación socioeconómica baja tienen un futuro más incierto que otros con una situación social mejor a pesar de que saquen los mismos o mejores resultados a nivel individual… PISA sólo servirá para intentar esconder los problemas educativos que tenemos como sociedad, para argumentar políticamente a favor o en contra de las leyes, pero no para mejorar la situación real de los jóvenes que viven en la incertidumbre. Hemos visto que los cambios legislativos afectan poco o nada a los resultados —y lo mismo podríamos pensar de las inversiones— pero los recortes en educación sí afectan al bienestar de la población, al bienestar de la comunidad educativa, al bienestar del alumnado, de sus familias y de su profesorado.
Sería bueno aprovechar el debate sobre los resultados PISA para plantear la situación real del sistema de enseñanza en nuestro país, de las condiciones de trabajo de maestros y profesores, de la participación de las familias y del aprovechamiento del alumnado, del nivel de logro de todas las competencias, sobre todo de las que les harán personas solidarias y capaces de transformar la sociedad del futuro.
Joan M. Girona es maestro y psicopedagogo
[Fuente: Publicado en catalán en diarieducacio.cat]
16/1/2017
Pep Puig i Boix
El mercado eléctrico: un sistema perfecto para enriquecer a unos pocos
Desde 1998, fecha de la liberalización del sector de la electricidad en el reino de España y cuando el flamante ministro Josep Piqué se llenó la boca de palabras para justificarla, repitiendo, como si fuera un mantra, que la decisión haría bajar los precios de la electricidad, el precio del kWh no ha hecho mas que subir, a la par que los beneficios de las muy pocas empresas que dominan tanto el mercado liberalizado de generación como el mercado liberalizado de comercialización. ¿Como funciona el mercado eléctrico español?
Existe un organismo (OMIE) que gestiona las ofertas de los generadores y las demandas de los usuarios de electricidad. Ello se articula mediante una sesión diaria, denominado mercado diario, y seis sesiones intra-diarias. En la sesión diaria, se presentan ofertas (a las 12:00 h.) para las 24 horas del día siguiente. En las sesiones intra-diarias, se negocian cambios en las previsiones realizadas en el mercado diario.
Los vendedores en estos mercados son las empresas propietarias de las diversas tecnologías de generación (grandes centrales hidráulicas, térmicas de combustibles fósiles y nucleares, instalaciones eólicas, solares, biomasa, mini-hidráulica, etc.). Los compradores son las empresas comercializadoras de electricidad que representan a la totalidad de usuarios de la energía eléctrica (industriales y domésticos).
Una vez el OMIE ha recibido las ofertas, horariamente y para cada una de las sesiones, las ordena de menor a mayor precio para la venta y de mayor a menor precio para la compra (siendo el precio inferior 0 y el superior 180,30 €/MWh). Con ellas se forma un gráfico de dos curvas agregadas, que se cruzan en un punto de corte, el cual establece el precio de casación para esa hora y sesión. Y ello para cada hora de cada día. Este tipo de mercados se denominan marginalistas, pues el precio lo fija la última oferta de generación entrante, que suele ser la generación térmica más cara.
Pero ¿por qué sube y baja el precio en estos mercados?
Para responder a esta pregunta veamos los criterios en base a los cuales los productores de electricidad establecen sus ofertas. Las empresas propietarias de centrales nucleares venden a un precio cero (0 €/MWh), denominado precio aceptante, ya que se ha establecido que estas instalaciones funcionen siempre a su potencia nominal (hacerlas funcionar en un régimen de potencia variable implica costes adicionales y, sobre todo, riesgos). Las instalaciones de energías renovables, como la eólica y la solar, como su coste en materias primas es cero, pero su régimen de funcionamiento es variable, venden a precio casi aceptante. El resto de instalaciones de generación (grandes hidráulicas y térmicas) tienen en cuenta sus costes de generación y de oportunidad para realizar sus ofertas. Las centrales térmicas de combustibles fósiles deben tener en cuenta sus costes de generación, siempre asociados a los costes del combustible que utilizan en la producción de electricidad.
Por su parte, la mayor parte de la demanda, que es variable a lo largo de cada hora del día, y suele considerarse como no gestionable (debido a la completa ausencia de políticas de gestión de la demanda), oferta al precio aceptante en compra, o sea al máximo de 180,30 €/MWh.
De ello se puede concluir que cuanto mas renovables estén generando electricidad, y/o mas baja sea la demanda, más se empujará a la baja el precio del mercado, pues se expulsa de la casación a las tecnologías de generación más caras. En ausencia de renovables, y/o cuando la demanda es elevada, mas se empujarán al alza los precios de mercado, pues el sistema necesita de las tecnologías de generación más caras para cubrir la demanda.
En el caso de España, existe un amplio parque de centrales nucleares y grandes centrales hidráulicas, todas ellas funcionando desde hace decenios (y por tanto debidamente amortizadas). Los costes de generación de estas instalaciones son muy reducidos (inferiores a 25 €/MWh), ya que nunca se han tenido en cuenta los costes económicos de los impactos ecológicos y sociales que su construcción conllevó y su funcionamiento sigue teniendo, costes que se están transfiriendo a las generaciones futuras.
Además, en la situación oligopolística del mercado eléctrico español (donde muy pocas empresas dominan los mercados de generación y de comercialización), se pueden producir (y, de hecho, se producen, situaciones de práctica ‘manipulación’ del mercado, haciendo entrar en él las tecnologías más caras y evitando (por diversidad de ‘razones’) la entrada de tecnologías mas baratas. De esta forma, se puede hacer subir el precio de casación, con lo cual se incrementa de forma considerable la remuneración recibida por el funcionamiento de las grandes instalaciones hidráulicas y nucleares, muy por encima de sus costes de funcionamiento. Con el actual mercado, y debido a la mecánica de su funcionamiento, los pocos propietarios de estas grandes instalaciones reciben enormes ingresos, muy superiores a los que serían razonables en una economía de mercado justa y equilibrada, que tuviera en cuenta los costes reales de generación de cada tecnología.
En los últimos días hemos visto como el precio de a electricidad en el mercado mayorista se disparaba fuera de los límites habituales. Entre las causas de esta situación se podrían citar:
a) Un aumento de las exportaciones de electricidad a Francia debido a las dificultades experimentadas por el país vecino con sus centrales nucleares, que al aumentar la demanda empuja al alza el precio de casación,
b) La indisponibilidad (?) de parte de la excesiva potencia construida de centrales de ciclo combinado de gas (a pesar de que disponen de pagos fijos para garantizar su disponibilidad), que al introducir en el sistema centrales menos eficientes y más caras empuja al alza el precio de casación,
c) La especulación en el mercado mundial de gas licuado, debido al aumento de la demanda, que hace aumentar el precio del gas.
Lo mas esperpéntico de la situación que estamos viviendo ha sido constatar, por un lado, el clamoroso silencio del órgano que debería haber estado vigilante, y actuar de oficio si fuera el caso (el regulador del mercado: la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia), y por otro lado, las declaraciones del nuevo ministro de Energía, Turismo y Agenda Digital manifestando que “está el refrán aquel, español, de que ‘a río revuelto, ganancia de pescadores’; pues tenemos que conseguir que aunque esté revuelto el río, que lo está, pues no haya ganancia de pescadores; ¿sospechas de pescadores? no, pero como no es infrecuente este tipo de cosas, es donde hay que vigilarlas”, cuando su función, como ministro, no debería ser el instruir al órgano regulador, que es independiente del Gobierno, al menos en teoría, sino actuar políticamente para cambiar la regulación actual del mercado eléctrico y adecuarla a los intereses de toda la población, en vez de mantener una disparatada regulación que favorece descaradamente a unas pocas empresas que se enriquecen de forma escandalosa mientras empobrecen a buena parte de la ciudadanía.
[Pep Puig i Boix es Doctor ingeniero industrial]
[Fuente: la lamentable]
23/1/2017
Agustín Moreno
La incómoda memoria de Atocha
Luis Javier Benavides, Serafín Holgado, Ángel
Rodríguez Leal, Francisco Javier Sauquillo,
Enrique Valdevira, Dolores González Ruiz, Luis
Ramos, Miguel Sarabia y Alejandro Ruiz-Huerta
Si el eco de su voz se debilita, pereceremos
Paul Éluard
Aún era de noche a las 7 de la mañana del 25 de enero de 1977. Varios militantes de las aún ilegales comisiones obreras de la construcción habían quedado frente al hospital Gómez Ulla, cerca del metro de Carabanchel, para repartir panfletos en las obras de la zona. La noticia, que ya recogían las primeras ediciones de los periódicos, fue un mazazo: “Matanza en un despacho de abogados de la calle Atocha”. Los cuatro compañeros conocían bien aquel despacho. En él y en otros de laboralistas les llevaban pleitos por despidos o reclamaciones salariales y les defendían en procesos por actividades antifranquistas ante el Tribunal de Orden Público.
Tras el aturdimiento por la información, la decisión fue rápida, como una manera de conjurar la rabia. Se dirigieron a las obras que pensaban recorrer en el barrio a medio construir de Aluche. En vez de ir dando los boletines de CCOO de la construcción sobre el convenio y las próximas huelgas, fueron informando del crimen. Yo era uno de ellos y nunca olvidaré la respuesta de los trabajadores: se quedaban paralizados ante la información, iban dejando caer las herramientas al suelo y las obras, una tras otra, quedaban paradas. Estas huelgas espontáneas, a iniciativa de un grupo de militantes, ponían de manifiesto el prestigio social de los abogados laboralistas, el nivel de conciencia obrera existente al final del franquismo y las ansias de libertad.
Las consecuencias políticas de aquel atentado realizado por un grupo fascista de la ultraderecha que seguía empeñada en asegurar el franquismo fueron varias. La respuesta de masas que dieron el PCE y CCOO ayudó a dinamizar el proceso democratizador hasta el punto de que, si bien Franco murió en la cama, se podría afirmar que el franquismo murió en la calle en aquella impresionante manifestación de duelo, serenidad y determinación obrera y ciudadana [vídeo, abajo]. En Semana Santa se legalizó el PCE, los sindicatos obreros en vísperas del 1 de Mayo y, en junio, se celebraron elecciones democráticas.
Pero el atentado también cuestiona el modelo canónico de transición idealizada por el supuesto consenso, hasta el punto de poder pensar que fue una transición acordada con una pistola en la sien, en la que hubo casi 600 muertos por la violencia política e institucional. Lo cierto es que las fuerzas democráticas se vieron sometidas al chantaje de la violencia y a tener que decidir entre una democracia de baja intensidad o el alargamiento del proceso de conquista de las libertades.
Atocha ha sido un espejo que quemaba a muchos políticos. Alejandro Ruiz-Huerta, sobreviviente de los atentados de Atocha, tituló su libro, escrito 25 años después de los hechos, La memoria incómoda. Señalaba que era “un título acaso inquietante, pero que es referencia de todo lo que significaron aquellos hechos en el umbral de la transición”. En el epílogo señalaba: “25 años después podemos decir que hemos pasado de la memoria silenciada a la memoria germinada”. Parece que así ha sido, pero hay que seguir regando estos brotes que van germinando para que no vuelvan a quedar relegados al silencio y al olvido.
La memoria es un compromiso ético. Hay que reivindicar el uso público de la historia, que diría Jürgen Habermas, para devolver la memoria histórica a los escenarios de la vida social, y uno de ellos es la escuela. Por ello nos metimos con el tema de Atocha en las aulas. Junto con mi amigo Javier Soria, realizamos una experiencia con motivo del 30 aniversario con el alumnado de 4º de ESO del instituto Salvador Allende de Fuenlabrada. Investigamos lo sucedido, proyectamos “Siete días de enero”, de Juan Antonio Bardem, recorrimos los lugares de los hechos (Atocha 55, El abrazo de Juan Genovés en Antón Martín, Sindicato vertical, Salesas, Fundación Abogados de Atocha). El colofón fue un encuentro con Alejandro Ruiz-Huerta y la elaboración un vídeo de 50 minutos, que aún sigo usando para tratar nuestra Historia reciente. Abordamos la transición acercándonos a los hechos con objetividad, que no con neutralidad, para formar ciudadanos conscientes, críticos y comprometidos con la mejora de su sociedad, no mera mano de obra para el mercado. También organizamos un curso de formación sobre memoria histórica con otros institutos de Fuenlabrada en el que íbamos a presentar la experiencia. Pero fue prohibido por el gobierno de Esperanza Aguirre.
Esta prohibición fue una auténtica vergüenza que nos obligó a realizar el curso al margen de la administración educativa. Y un ejemplo más de las resistencias de la derecha a esta cuestión. Son numerosos los incumplimientos de la Ley de Memoria Histórica e incluso la burla a los familiares de las víctimas, como hizo el desvergonzado Rafael Hernando. Lo más reciente es la negativa del alcalde del PP de Casasimarro (Cuenca) a colocar una placa en un parque con el nombre de una de las víctimas de Atocha, Ángel Rodríguez Leal, natural del pueblo. Su argumento no puede ser más peregrino: “No herir sensibilidades”. Es lo que he dado en llamar el negacionismo del Partido Popular.
Estas resistencias reflejan la textura moral de la derecha. Lo que dijo Juan Gelman al recibir el premio Cervantes sintetiza lo que significa su actitud: “Dicen que no hay que remover el pasado, que no hay que tener ojos en la nuca, que hay que mirar adelante y no encarnizarse en reabrir viejas heridas. Están perfectamente equivocados. Las heridas aún no están cerradas. Laten en el subsuelo de la sociedad como un cáncer sin sosiego. Su único tratamiento es la verdad. Y luego, la justicia. Sólo así es posible el olvido ciudadano (…) Y sospecho que no pocos de quienes preconizan la destitución del pasado en general, en realidad quieren la destitución de su pasado en particular”. Gelman sabía bien de lo que hablaba, pues su hija, su hijo y su nuera fueron secuestrados y asesinados, los dos últimos por la dictadura argentina, y tuvo la suerte de recuperar una nieta robada. De ahí su empeño, como el de muchos, en defender que la memoria es una forma inevitable de justicia.
19/1/2017
Informaciones
Manuel Casal Lodeiro
La izquierda ante el colapso de la civilización industrial
Presentación
Martes 21 de febrero a las 19h
Espai Contrabandos, C. de la Junta del Comerç 20, Barcelona, metro de Liceu, L.3
Con presencia de Manuel Casal Lodeiro y presentación a cargo de J. L. Gordillo
La Redacción
30/1/2017