
Número 129 de noviembre de 2014
Notas del mes
El esperpento de un referéndum y otras miserias
Por El Lobo Feroz
La Caixa: negocio privado, desposesión pública
Por Albert Recio Andreu
Por Josep Torrell
Reestructuración de las deudas soberanas. ¿Quién le deja preparada la cena a los buitres?
Por Edgardo Logiudice
Democracia frente a poder oligárquico
Por Antonio Antón
El coste de la corrupción política
Por Miguel Ángel Mayo
Por Miguel Muñiz
El cáncer: experiencias, mitos y tópicos
Por Natalia Fernández Díaz-Cabal
Por Albert Recio Andreu
Palabras que piensan: ¿soy ‘vulnerable’ o me ‘vulneran’?
Por Antonio Madrid Pérez
Ensayo
Pensar i educar per canviar el món
Soledad Bengoechea i Antoni Montserrat Solé
El laicismo nacional como respuesta al suicidio de las democracias
Carlos Hugo Preciado Domènech
Una economía ecológicamente sensata y socialmente justa
Fred Magdoff
Una ojeada al terrorismo nuclear
Xavier Bohigas
El extremista discreto
El Estado cuasi-confesional español
El Lobo Feroz
La Biblioteca de Babel
El gobierno de la penalidad. La complejidad de la política criminal contemporánea
José Ángel Brandariz García
...Y la lírica
Juan Gelman
En la pantalla
Sobre las nuevas formas de censura
Javier Pérez Andújar y Gregorio Morán
Joaquim Jordà
Howard Zinn
Noticias de la Antigüedad ideológica: Marx/Eisenstein/«El capital»
Alexander Kluge
¿Preparan PP, PSOE, UPyD y CiU un golpe de Estado bajo la forma del TTIP?
De otras fuentes
Rafael Poch de Feliu
TTIP y CETA: tratados de comercio devastadores para el empleo y la economía
Ramon Boixadera i Bosch
Cuando descubras que eres contrario al TTIP puede ser tarde
Ana Barba
Eduardo Lucita
Cataluña. Elecciones ¿plebiscitarias?
Albert Corominas
El 9-N como otra jornada particular
Guillem Martínez
Diálogo: Sami Naïr y Rafael Poch-de-Feliu
FUHEM Ecosocial
Gonzalo Pontón
Documentos
Foro de webs
El esperpento de un referéndum y otras miserias
El Lobo Feroz
El pseudoreferéndum catalán
Resulta que pese a todas las diferencias, Cataluña comparte con el resto de España una destacada característica cultural común. Cada país tiene sus defectos, ciertos rasgos específicos propios de su cultura, que avergüenzan a algunos de sus naturales y pasan inadvertidas a otros, pero que son perfectamente visibles desde fuera. No mencionaré los de los teutones, los británicos o los franceses. Pero está claro que una característica específicamente española es la cultura del esperpento. El esperpento es una expresión deformada de la realidad, cuyo recorrido va de lo jocoso o lo patético a lo sencillamente impresentable. Y ahora tenemos una muestra característica del esperpento en la convocatoria a unas urnas para el 9 de noviembre por parte de la Generalitat de Catalunya. Unas urnas sin censo, sin garantías de control, que permiten el "voto" a los catalanes residentes en el extranjero pero no si residen en el resto de España, para responder a una cuestión ambigua pero cuya respuesta —el sí a la independencia— es defendida sin neutralidad alguna por las propias instituciones convocantes; una respuesta a la que conduce la pregunta misma.
No es que el esperpento del nueve de noviembre carezca de sentido: en este caso lo tiene y muy claro: la Generalitat convoca a una manifestación más de los suyos para salvar la cara de Mas, y además para preparar unas elecciones que éste tenía perdidas de antemano frente al hasta ayer ufano y ahora de momento gimoteante alcalde de Sant Vicenç del Horts.
Recientemente ha aparecido en Catalunya una publicidad independentista a base de cartelones, bien pagada o militante —qué más da a estas alturas de gasto público en fomentar la independencia— pero a fin de cuentas publidad. Algunos de los slóganes dejan ver demasiado la mano de los profesionales de esta industria de manipulación de las conciencias: "Un país donde me pueda ir de casa a los 18"; "Un país donde los trenes no me dejen tirado"; "Un país desde el que se pueda volar a todo el mundo sin escalas", o un país donde se lea, o cosa así. Con lo de los trenes, un codazo a la incuria de los gobiernos españoles en el transporte de cercanías catalán, y lo demás se construye a base de slóganes la imagen idílica de un país que ni siquiera podría pagar sus deudas, tal como están las cosas de la economía, y en el que sin tal publicidad idílica no podría creer nadie en su sano juicio. ¿La verdad? Un país que apelotona estudiantes en las aulas. Un país donde los padres y los abuelos son el maná de los jóvenes. Un país donde se alargan las listas de espera médicas y donde se cierran quirófanos y camas hospitalarias. Un país donde no hay trabajo y cuando la hay es precario y mal pagado. Un país donde el personal político autóctono ha metido mano en las arcas públicas y se ha llenado los bolsillos de ellas. Desde el sagrado icono fundacional y familia al último caso, el del Palau de la Música, desde donde se financiaba ilegalmente a Convergència.
Lo peor de esta etapa esperpéntica del independentismo es la indefinición de las consecuencias para los ciudadanos de la opción independentista. No me refiero a las consecuencias económicas, crónica de una catástrofe anunciada, sino a las políticas: a los ciudadanos nacidos en Catalunya que lo desearan ¿les sería posible conservar la nacionalidad española, o tener doble nacionalidad? ¿Se les reconocerían los mismos derechos que a los ciudadanos catalanes, o deberían llevar cosida en la manga —léase como licencia retórica— el equivalente de una estrella de David? —el trato que el independentismo viene dando a los no independentistas, sobre todo si son castellanohablantes nativos, así lo sugiere—. ¿Qué estado garantizaría las —en todo caso magras— pensiones? Un poder independentista, ¿podría hacer algo para resolver los problemas del paro, de la asistencia sanitaria y del más que manifiesto déficit educacional que tiene Catalunya? ¿O seguiría en la actual cuesta abajo de cierre de centros médicos y educativos? Y, sobre todo, ¿de qué independencia se trataría? Pues no se ve movimiento alguno para independizarse de una tiranía verdadera, la tiranía del capital, que es quien manda de verdad.
En una cosa tienen toda la razón los independentistas catalanes: al acusar la cerrazón cultural de la España Negra que una vez más gobierna el país. Una cerrazón de la que ellos son espejo. Mientras, sigue bullendo en Catalunya un clima crecientemente irrespirable, un tufo de exceso de alubias (secas) que sólo parece superable, como mínimo, con cambios constitucionales de calado y un relevo importante en el personal político que nos ha llevado hasta el borde mismo del enfrentamiento social.
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Una ley mordaza
A propuesta del muy pío ministro del interior, el gobierno ha aprobado un proyecto de ley jocosamente titulado "de seguridad ciudadana" —jocosamente: el gobierno se carcajea de la gente— cuya finalidad principal es penar con multas desmesuradas los ejercicios del derecho constitucional de manifestación que el gobierno considere inconvenientes.
Así, será objeto de sanción leve —de 100 a 1.000 eurillos— cualquier reunión o manifestación no comunicada previamente (¡pulgar abajo a las asambleas o marchas de trabajadores y estudiantes, por ejemplo!); pero pueden ser vistas como graves en ciertos casos ambiguamente definidos (entonces 30.000 euros), como las alteraciones de la seguridad ciudadana, por ejemplo ¡obstaculizar desahucios! y cosas por el estilo. Si se perturba la seguridad ciudadana en acontecimientos deportivos, oficios religiosos (se supone que los católicos, pues no creemos que para el ministro del interior los ritos de los no católicos sean "oficios"), o bien en las jornadas "de reflexión" o electorales, las multas pueden alcanzar la bonita suma de 600.000 euros.
El ministerio del interior se cura en salud: recurrir sus sanciones por la vía administrativa no será barato: 2.750 euros, al parecer. Lo importante, sin embargo, es que además queda abierta la vía de la sanción penal, y en este momento hay numerosos procesados de piquetes informativos en huelgas diversas por la simple declaración de agentes de policía.
Y, sí, parece que la solidaridad de las gentes con quienes padecen persecución por la justicia —y no solamente por la administración de justicia, que es otra cosa— está en horas bajas. En la lógica de este gobierno la solidaridad parece crear inseguridad ciudadana, o quizá sea al revés y lo contrario.
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Tras los huesos de Cervantes
Al inventor de la novela de humor no dejaría de hacerle gracia el repentino interés por sus huesos desatado en el país. Se sabe que Cervantes fue enterrado en el convento madrileño de las Trinitarias, y ahora buscan, mediante georradares, las tumbas que hay allí por si algún cadáver con pocos dientes presenta una patología en el brazo izquierdo. Profesores universitarios y expertos forenses colaboran en la búsqueda.
Lo de los pocos dientes no va a ser, a buen seguro, un signo distintivo. Imaginamos lo que era la odontología a principios del siglo XVII. Lo de la mano —más que el brazo— tampoco será demasiado útil para la identificación, pues no se sabe si la manquedad de Cervantes se debía al estado de sus huesos y no al de otros elementos anatómicos.
Pero el interés por hallar los restos de Cervantes seguro que dará fruto. De un modo u otro. Así se podrá ampliar el catálogo de restos de otros grandes escritores del siglo de oro como Teresa de Jesús y Juan de la Cruz, con el cuerpo repartido por diferentes instituciones eclesiásticas. Con los huesos de Cervantes se podrían organizar oportunos destinos turísticos para japoneses, rusos y chinos, por lo menos.
La mercantilización de todo no es exclusiva de un país turístico como España. En la iglesia de Santo Tomás de Leipzig los restos de Juan Sebastián Bach fueron sacados de su enterramiento en los muros, como los demás cantores, e instalados en el centro del presbiterio. Una tumba nuevecita que estimula los apremiantes "donativos" que se exigen a los visitantes para la conservación del recinto.
Pero junto a la risa, a Cervantes, que para escribir tuvo que ganarse la vida como pudo, seguro que de haber imaginado el futuro del negocio con sus huesos eso le causaría cierta indignación. Podemos tenerle como un símbolo, como un indignado más. Y como nadie sabe lo que en el futuro se puede hacer con nuestros propios restos, lo oportuno es exigir no sólo el derecho a morir dignamente sino también el derecho a ser icinerado por defecto —como se dice ahora— de alguna declaración de voluntad en sentido distinto.
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Expertos
De los expertos líbrese el que pueda. Ya sabemos que las autoridades políticas encuentran siempre los expertos que necesitan, que generalmente cubren sus vergüenzas con académicos taparrabos. Lo divertido surge cuando los expertos pretenden halagar a la sociedad. Vender humo. Entonces aparecen al desnudo.
En La Vanguardia del 23 de octubre pasado Alexander Erath, que se presenta como investigador del Future Cities Laboratory, declara: "No hay mejor lugar que Barcelona para moverse en bicicleta en toda Europa".
Quien usa la bici en Barcelona y conoce por ejemplo Amsterdam o Berlín sabe que, a diferencia de las ciudades citadas, la atmósfera barcelonesa es de las más contaminadas de Europa, por lo que el transporte en bici es peligroso especialmente para neumópatas y cardiópatas, además de la gente en general; que los carriles-bici son insuficientes y las calzadas peligrosísimas; que los ciclistas precisan a menudo circular por aceras; que no hay educación vial para respetar la prioridad de peatones en primer lugar y ciclistas en segundo; que los transportes públicos no están especialmente adaptados, en general, para llevar bicis; y que la ciudad no es especialmente llana. Que la patrona de Barcelona, santa Lucía, le conserve la vista al experto del Future Cities Laboratory.
23/10/2014
La Caixa: negocio privado, desposesión pública
Cuaderno de Estancamiento: 14
Albert Recio Andreu
La Caixa: negocio privado, desposesión pública
I
La privatización fraudulenta de lo público forma parte del modelo de acumulación neoliberal, tal como señaló el geógrafo marxista David Harvey. En cierta medida, y por vías diferentes, el neoliberalismo ha desarrollado prácticas de acumulación privadas parecidas a las de la acumulación primitiva de los orígenes del capitalismo. Prácticas en las que el papel del poder político es crucial para conceder a determinados grupos privados una enormidad de recursos imposibles de obtener por medios normales.
El desguace de la economía soviética constituye seguramente la mayor expresión, por su escala, de este proceso de concentración de riqueza por medios políticos. La crisis actual ha posibilitado nuevas oportunidades a este tipo de acumulación. La que más ha centrado la atención en nuestros lares ha sido el proceso de salvación de cajas de ahorro y bancos con dinero público que, una vez saneados, han sido entregados a bajo precio a grupos privados. Pero la crisis bancaria ha propiciado otra forma de “privatizacíón-desposesión” menos obvia pero igualmente relevante en aquellas cajas de ahorro que no habían experimentado el mismo tipo de problemas económicos pero que al convertirse en fundaciones bancarias han culminado de facto un proceso de privatización que las ha dejado en manos de unos pocos actores. De hecho, constituyen una variante de capitalismo en el que un pequeño grupo social toma el control de un gran grupo empresarial sin necesidad de invertir ni un euro, simplemente mediante un cambio institucional adecuado a sus intereses. El caso de la Caixa es un ejemplo paradigmático, y particularmente ostensible, de lo que supone la privatización total de una caja de ahorros.
A diferencia de otras entidades, la Caixa no experimentó problemas de la misma magnitud que otras entidades. Su política crediticia había sido más cauta (no había concedido con tanta ligereza hipotecas a los pobres), ha tenido una gestión financiera bastante ortodoxa y supo retirarse a tiempo de sus veleidades inmobiliarias. De hecho, ha podido expandir su actividad aprovechando las gangas que la crisis ha ido generando y adquiriir a precio de saldo Caixa Girona, el Banco de Valencia y Banca Cívica (el grupo formado por Caja Navarra, Caja Burgos, Caja Sol y Caja Canarias), así como la división minorista de Barclays en España. Todo ello le ha convertido en la primera entidad bancaria en territorio español (Santander y BBVA son mayores por su actividad exterior). Es, además, uno de los líderes en seguros a través de Segur Caixa Adeslas (asociada a Mutua Madrileña) y Vida Caixa. Como el resto de cajas de ahorro, la Caixa tenía un estatuto legal sin propietarios y controlado por un consejo del que formaban parte diferentes estamentos sociales, incluídos representantes de sindicatos y de los impositores. Sin duda un sistema imperfecto pero que posibilitó cierto control social. Los directivos de la Caixa fueron hábiles en eludir este control y actuar como un núcleo autónomo. De hecho, llevaban años preparándose para la privatización y crearon una filial, Criteria, que operaba en los mercados financieros y bajo la que se agruparon buena parte de las principales filiales del grupo. El mecanismo que ha permitido un salto adelante en esta privatización ha sido el de la creación de las fundaciones bancarias.
La coartada para la creación de las fundaciones bancarias ha sido que las intromisiones políticas en las cajas de ahorro han posibilitado la corrupción y la mala gestión de muchas de estas instituciones. Si bien es cierto que estas prácticas han existido y han dado lugar a situaciones de bancarrota en varias entidades (Caja Madrid, Bancaja, la CAM, Caja Castilla la Mancha, Caja Sur, Nova Caixa Galicia...) también lo es que otras entidades con el mismo modelo institucional han conseguido sobrevivir con bastante acierto (la misma Caixa, Unicaja, las cajas vascas agrupadas en Kutxabank). Incluso es más que dudoso que pueda atribuirse el crac de Catalunya Caixa a las presiones políticas. El argumento además cae por su propio peso cuando se observa que los mayores fiascos bancarios se produjeron en grandes entidades con esquemas de gestión previamente capitalista, y que otros (como Santander y BBVA) han podido sortear la situación de su elevado endeudamiento gracias a los generosos y baratos créditos del Banco Central Europeo.
Lo que resulta evidente es, más bien, que se ha aprovechado la excusa de la crisis para acabar con una forma de entidad que molestaba por carecer de una estructura de propiedad plenamente capitalista. Lo curioso es que la forma adoptada (la creación de fundaciones bancarias) lo que ha creado de facto es un nuevo tipo de “propietarios” sin capital, pero que en la práctica tienen o pueden tener el control del banco. La fórmula adoptada ha sido la de determinar el valor del banco y obligarle a atraer capital privado para alcanzar los niveles de capitalización determinados por las instituciones europeas. En el caso de entidades saneadas, como sus necesidades de capital han sido menores se ha considerado como capital propio los fondos que ya contaban y se ha transferido la propiedad de esta parte del capital a una Fundación bancaria (el 56% en el caso de la Caixa), que hereda además la obra social. Donde está el meollo del tema es que de facto la determinación del patronato de la entidad, lejos de establecerse por un sistema representativo como el que regía en las antiguas entidades, se ha fijado por un sistema de autonombramiento y cooptación, con la salvedad de la obligada participación de las instituciones que promovieron la creación de la caja, lo que en la práctica ha supuesto que un reducido número de autoelegidos pase a constituir el grupo de control de la entidad.
En el caso de la Caixa este proceso es bastante evidente. La única entidad que figuraba como promotora de la entidad es la Sociedad Económica Barcelonesa de Amigos del País, una tradicional institución burguesa fundada en 1822 y que en la práctica constituye uno de los puntos de encuentro de las élites económicas locales (en su junta participan personas tan notorias como Roca Junyent, el conde de Godó o Macià Alavedra, procesado en el caso Pretoria). El núcleo del nuevo patronato lo forman personas, a su vez, del antiguo núcleo de la Caixa, como el mismo presidente Isidre Fainé, Jaime Lanaspa (ambos con una trayectoria común en los Bancos Atlántico y Unión, ligados al Opus Dei), Salvador Alemany (presidente de Abertis), Teresa Bassons y Alejandro Garcia Bragado (uno de los directivos de los servicios jurídicos de la entidad). Y luego figuran diversas personalidades cooptadas, como el mexicano Carlos Slim (el hombre más rico del mundo según la revista Forbes, que de ser un propietario de un conglomerado empresarial pasó a gran empresario de telecomunicaciones gracias a las privatizaciones en su país, con una modesta participación en el capital de Caixa Bank), Francesc Homs (ex conseller de Economía con Pujol, quien tras dejar la política pasó a trabajar para el grupo Abertis), César Alierta (presidente de Telefónica gracias a la privatización, hijo de uno de los alcaldes franquistas de Zaragoza, exculpado de un caso de uso de información privilegiada cuando era presidente de Altadis gracias a que se declaró la prescripción de la causa), Javier Solana (ex ministro del PSOE, ex secretario de la OTAN, ex comisario europeo), el notario Juan J. López Burniol (colaborador del Grupo Godó) y, para dorar la píldora, dos representantes de entidades sociales (Cáritas y Cruz Roja) y una científica mediática (Josefina Castellví). O sea, un verdadero conglomerado entre la burocracia interna de la empresa, las grandes familias políticas (CiU, PP, PSOE) y económicas y los inevitables invitados que dan legitimidad al proyecto. Eso sin que los estatutos estén disponibles en internet, sin ninguna capacidad de control de impositores e instituciones sociales. La cooptación es el único mecanismo de acceso a esta cúpula y mientras Caixa Bank siga realizando una política ortodoxa la supervisión del Banco de España la dejará tranquila. De modo que una cúpula autonombrada se ha hecho con el control del mayor grupo bancario local sin que la sociedad haya podido ejercer influencia alguna.
II
En el caso de la Caixa su poder real va mucho más allá del simple control de un grupo financiero: hunde sus raíces en el control de aspectos clave de la economía, especialmente de la catalana. En el nuevo esquema, el grupo queda estructurado en tres grandes bloques: la Fundació Bancaria la Caixa, el holding Criteria y Caixa Bank.
La fundación, además de detentar el control del capital de las otras dos, tiene a su cargo la gestión de la obra social. Ésta administra diversas actividades, las más vistosas y propagandísticas —los Caixa Forum— y las menos vistosas pero socialmente relevantes —las políticas sociales—. En Catalunya, en la medida que se ha reducido el gasto público social se ha apelado a la Caixa para realizar una política más activa. Y resulta palpable que allí donde interviene impone sus propios criterios, produciendo el efecto de que parte de las políticas sociales, lejos de estar diseñadas a partir de un debate social abierto, se orientan por lo que deciden los tecnócratas de la Fundació la Caixa. Falta por analizar los sesgos que generan estas decisiones.
Criteria es cabeza de un holding que controla empresas con un papel social clave y que, como veremos, condicionan aspectos esenciales de los servicios públicos locales.
En primer lugar está Abertis, gestora de la mayor parte de las autopistas del país y de un volumen creciente de redes y satélites de comunicación (este negocio lo inició cuando se privatizó Retevisión, la red pública de emisión de señales de telecomunicación). Abertis es rentable por el nivel de sus peajes (recientemente se ha abierto una investigación al respecto en sus filiales francesas) y su capacidad de alargarlos, cuando está próximo su vencimiento, a cambio de ampliar algún tramo de autopista. Si se tiene en cuenta que una de las cosas que ha ayudado a radicalizar el nacionalismo catalán ha sido la proliferación de peajes en Catalunya, en comparación con otras zonas, no cabe duda que Abertis ha contribuido poderosamente a alimentar recelos.
En segundo lugar aparece Saba, dedicada a la gestión de aparcamientos urbanos y espacios logísticos. Otro negocio rentable que corría peligro de naufragar en Barcelona a causa del fin de la concesión. Saba jugó sus bazas y consiguió un acuerdo con el ayuntamiento de Barcelona, en manos de CiU, pr el que se crea una empresa mixta (controlada por Saba) que gestionará los aparcamientos más rentables de la ciudad.
En tercer lugar Gas Natural Fenosa, una de las grandes energéticas del país, empresa que consiguió impulsar un ambicioso plan de gasificación (que se ha mostrado excesivo y entre uno de cuyos efectos colaterales estuvo la construcción de la plataforma Castor que ahora pretenden que nos cueste 1.350 millones) y que mantuvo una clara actitud de hostigamiento a la difución de energía eólica en Catalunya.
En cuarto lugar figura Suez Environment, la multinacional francesa del agua. Una participación reciente, producto de la venta a Suez de las acciones que la Caixa mantenía en Agbar. Esta es una de las operaciones que explican más la desposesión. Agbar, la empresa privada (controlada inicialmente por la Caixa y Suez) que por tiempo inmemorial había gestionado el suministro del agua en Barcelona, tenía el permiso caducado y corría el peligro de que se produjese una municipalización del servicio tal como ya ha ocurrido en Berlín y París. Después de un largo y oculto proceso conspirativo, la empresa consiguió que CiU y PSC se pusieran de acuerdo en crear una empresa mixta (con el 80% controlado por Suez) que gestionará el suministro y el tratamiento del agua residual de veinte municipios. Todo lo que sabemos apunta a que no se planteó ni siquiera un concurso de empresas que quisieran formar parte de esta nueva corporación por temor a que pusiera al descubierto el exceso de costes que Agbar carga a nuestro recibo del agua, y que los activos que aporta Agbar a la nueva compañía han estado claramente sobrevalorados. Un verdadero robo a la población. Pero éste sólo ha sido el principio. Con posterioridad, la Generalitat ha decidido ceder a esta nueva empresa la gestión de gran parte de las actividades que venía haciendo la Agència Catalana de l’Aigua (ACA) y ha autorizado a Agbar a crear una filial que realizará las tareas de intermediaria financiera. Con toda esta transición atada, la Caixa ha anunciado que toma el 15% de la nueva empresa (Aigües de Barcelona). Los efectos de toda esta privatización han sido inmediatos: las entidades metropolitanas han aprobado un aumento del 2% de las tarifas para el año próximo alegando entre otras razones “que se ha rebajado el consumo”. Y, con todo, la voracidad de Agbar-Suez-Caixa es insaciable y siguen pleiteando para hacerse con el control de la privatizada Aigües Ter Llobregat (la empresa que gestiona la traída de aguas al área de Barcelona desde las altas cuencas). En definitiva, toda una voluntad de control completo del ciclo del agua en Catalunya, Un proceso que bien puede generalizarse a otras Comunidades donde el grupo tiene una presencia importante.
Criteria participa además en el grupo hospitalario privado Vithas, en el grupo inmobiliario Servihabitat y en Mediterranean Beach & Golf Club, un centro de recreo junto a Port Aventura (de hecho es uno de los grandes propietarios de suelo sobre los que se promueve la construcción del complejo de casinos Barcelona World).
Caixa Bank es, en este sentido, un grupo bancario más ortodoxo, con cierta presencia internacional (el portugués BPI, el austríaco Erste Bank, el francés Bousarama, el mexicano Inbursa y el oriental Bank of East Asia). Pero su impronta social tampoco es inocua. Como propietario de una de las mayores aseguradoras de salud del país (Segurcaixa Adeslas) es claramente favorable a la privatización de la sanidad, o de parte de ella.
Y hace pocos días acaba de obtener el control de otra actividad clave de la vida cotidiana de Catalunya: la gestión del nuevo sistema tarifario del transporte público. Una operación clásica del modelo “smart city”. Con la excusa de introducir un cambio que mejora la eficiencia, se cuela una costosa operación que beneficia a un grupo privado concreto. No deja de ser curiosa la forma como se ha gestionado este proceso. Primero la Autoridad Metropolitana del Transporte (ATM) abrió negociaciones privadas con cinco consorcios sobre la introducción del nuevo sistema. Posteriormente, se abrió el concurso pero en la fase final sólo se evaluó al ganador (es posible que los rivales no se presentaran o se retiraran, pero lo cierto es que la evaluación final solo tenía un candidato). El consorcio ganador, en el que figuran las tecnológicas Indra y Fujitsu y el grupo Moventis (uno de los mayores operadores de transporte público en Catalunya) será el encargado no sólo de poner en marcha el nuevo sistema de pago (el cual requiere una fuerte inversión que sin duda se cargará a las nuevas tarifas), sino que además lo gestionará, lo que supone de facto dejar bajo el control de la Caixa la liquidez que genera el transporte urbano en toda Catalunya. Por si esto no bastara, esta última semana se anunció que la Caixa lidera el consorcio de la nueva financiación de la ATM, una entidad ampliamente endeudada debido fundamentalmente al recorte de financiación por parte de Gobierno central y Generalitat. Las fuertes alzas de los últimos años van a continuar, porque ya nos han explicado que este acuerdo financiero en la práctica pone el control de la política tarifaria bajo el poder de los acreedores.
III
La Caixa es un ejemplo bastante completo de cómo una combinación de decisiones políticas ha permitido que un puñado de notables se haga con el control absoluto de un gran grupo financiero y de buena parte de los servicios esenciales de la comunidad. No ha seguido el mismo modelo que el desguace y robo de la economía rusa, pero se emparenta con ella. El resultado final es que un grupo financiero incontrolable tiene el poder sobre decisiones básicas de la comunidad. Lo ha vivido en directo mucha gente en los tiempos recientes, no sólo la que se ha movilizado en contra de los desahucios y por la recuperación del dinero evaporado en las preferentes. También los activistas de Aigua És Vida que han denunciado el regalo de la gestión del agua a Agbar y el encarecimiento injustificado de las tarifas. O la red contra la pobreza energética, que ha podido mostrar la injusticia social de los cortes de agua y luz a familias sin recursos y la opacidad de estas compañias a la hora de aplicar los “bonos sociales”. O los activistas de Stop Pujades y sus aliados, que han identificado en el poder financiero la causa principal de un sistema tarifario social y ecológicamente injusto.
Con la Caixa, con sus tentáculos, con el modelo de sociedad que está construyendo, topamos a menudo. Quizás la vía de la independencia catalana pasa porque la Caixa complete la compra del país y ayude con ello a reducir el déficit del estado español. Porque lo que es cierto es que el grueso de la población hace tiempo que hemos perdido el control sobre recursos y servicios básicos. Y no nos hemos dado cuenta que una parte sustancial del esto nos ha sido desposeída por las élites locales. Aunque seguramente el caso de la Caixa sea más un ejemplo de lo sucedido en otros muchos lugares que no un caso excepcional. Es un episodio más del capitalismo de saqueo que inauguraron Pinochet, Thatcher y Reagan, y que se ha acelerado tras la última debacle financiera.
¿Capitalismo de amiguetes o simplemente neoliberalismo ibérico?
Al calor de los numerosos escándalos de corrupción y de los problemas que experimenta la economía española se ha ido abriendo camino la idea de que una parte de los problemas del país se debe a nuestra peculiar estructura económica, en la que prima un capitalismo de amiguetes donde los grandes negocios están directamente ligados al poder económico. En este balance coinciden, en parte, algunos sectores alternativos, los liberales radicales (esa gente tan habitual en las páginas salmón y en las de opinión de El País) y buena parte de las corrientes independentistas catalanas. La versión radical es con todo la más sofisticada, al partir de una cultura engendrada en los tiempos de la lucha antiglobalización que ha permitido entender que las puertas giratorias, los grandes medios de presión empresariales y el poder de las multinacionales son elementos estructurantes de lo político. Aunque, cuando se rebaja la diagnósis de los problemas del país al predominio de la “casta”, se cae, en parte involuntariamente, en la trampa liberalicida.
Para los neoliberales, la referencia al capitalismo de amiguetes es interesada. Si todos los problemas del país se concentran en un poder político demasiado poderoso que otorga prebendas a unos pocos, la economía tiene fácil mejora: basta con liberalizar los mercados y reducir el poder político.
Lo que he escrito arriba sobre la Caixa es un buen ejemplo para ilustrar lo que ocurre con las liberalizaciones. Y se pueden encontrar otros muchos. La sencillez del análisis neoliberal es que ignora todas las complicaciones del mundo real que complican sus simplistas esquemas (algo que la mayoría aprende a hacer estudiando en la mayor parte de facultades de Economía). Para los nacionalistas catalanes la cosa es más simple: lo de los amiguetes es simplemente una cosa de Madrid, aquí todo es diferente. De ahí que si nos independizamos nos liberaremos a la vez del poder político central y de los amiguetes. Vuelvo a ceñirme a la historia de la Caixa, aunque también aquí podríamos contar muchas otras.
Sin duda que en la tolerancia con la corrupción influyen el marco institucional local y la tradición cultural. Pero cuando se analiza el conjunto de la economía moderna contemporánea y se repasa la historia del país, el argumento pierde bastante peso.
La historia local muestra que esta relación entre capital privado y sector público no es nueva. De hecho, los grandes grupos del poder económico español se gestaron en muchos casos al calor de la dictadura. Baste recordar el papel del statu quo financiero que modeló el oligopólico sistema bancario, o el origen histórico de las grandes constructoras. La misma historia que se repite a escala local cuando se analiza el origen de algunas grandes fortunas. La relación entre poder político y capitalismo es endémica, especialmente en el núcleo central, y no puede dejar de serlo por el simple hecho que los grandes negocios suelen estar asociados a actividades que por su dimensión exigen una importante regulación, o simplemente porque se trata de suministros al sector público.
Cuando de la historia local se pasa a la internacional las cosas cambian poco. Acabo de hacer mi ejercicio anual de revisión de la lista de las 500 mayores empresas mundiales que publica Fortune. Como cualquier clasificación de este tipo, seguro que contiene errores, pero da una idea aproximada de qué empresas dominan el mundo. Hace unos veinte años predominaban las de tipo industrial, que hoy son claramente minoritarias. El sector financiero (banca, seguros) copa una parte importante de los puestos. El otro gran sector son los servicios colectivos: electricidad, gas, telefonía, transporte, gestión de infraestructuras... Muchas de las compañias que aparecen tienen su origen en las privatizaciones de los años ochenta y noventa del siglo pasado. Las empresas españolas que aparecen en esta clasificación (Santander, BBVA, Mapfre, Iberdrola, Repsol, Gas Natural Fenosa, ACS) no son esencialmente diferentes que las líderes de la mayoría de otros países con presencia en el ranking. Incluso puede constatarse que una parte no desdeñable de las empresas “industriales” que aparecen tienen una relación directa con las compras y las regulaciones públicas, como es el caso de las que producen equipos militares, o como las farmacéuticas. Quizá la mayor diversidad de actividades viene de la numerosa presencia de empresas chinas, pero en este caso se trata en su mayoría de empresas controladas por el gobierno, o sea de un capitalismo no liberal. Y es que el capitalismo de la fase neoliberal se ha basado precisamente en la financiarización, la paratización del sector público y el control de los flujos, y no en la producción competitiva (actividades cuyo control se realiza desde las grandes cadenas de distribución, los grandes contratistas de obras, o los ensambladores de coches, generando unas estructuras productivas en las que el resto de actores juega un papel subordinado). Poder político y gran capital están hoy más relacionados que nunca en todas partes. No sé si les unen grandes lazos de amistad, pero no parece que la vía de debilitar aún más la democracia nos vaya a librar de monopolios. Más bien parece que el siguiente paso que tratan de imponer los grandes monopolios (por ejemplo, visible en la negociación del TTIP) es un marco institucional que directamente les dé el poder de diseñar las instituciones a la medida de sus intereses.
Si del análisis estructural pasamos al de la corrupción, la diferencia española es más de grado que cualitativa. Un pequeño repaso a la crónica de crímenes económicos de los años recientes (los que hemos podido leer en la prensa local) indica que los mismos tipos de corrupción se han dado y se siguen dando en muchos países vecinos. Empezando por los contínuos sobresaltos que proceden del sector financiero en forma de blanqueo de dinero, manipulación de mercados etc. O siguiendo por el tan tradicional tema de los sobornos que, por poner ejemplos, en los últimos años han llevado a los tribunales a empresas tan serias como las francesas Alstom, Dassault, Total, la británica BAE Systems o las alemanas MAN y Siemens. No es casualidad que, en el último escándalo de la semana, una de las principales empresas implicadas sea una filial del Grupo Suez (otras subsidiarias del grupo ya han aparecido en otros casos). Los políticos corrompidos son locales, pero entre los corruptores suelen aparecer grandes grupos empresariales. La financiarización, los suministros públicos acrecentados en la era de las privatizaciones y el urbanismo generan problemas en todas partes. Y estos van a subsistir mientras no se produzcan cambios de calado en estos espacios.
Con ello no quiero minimizar el nivel de corrupción del país. Lo diferencial es aquí que ningún político dimite cuando se destapa algún escándalo y prácticamente nunca cuando se trata de alguien que está en primera línea. Es el reflejo de la prepotencia de unas élites que ganaron una guerra a su propio pueblo y siguén recordándole su derrota. Una actitud que no es privativa de Madrid sino que abarca a todas las élites en el poder, como ha puesto en claro el comportamiento de Pujol. Cambiar este estado de cosas no es una tarea moral (aunque la defensa de la honestidad, la transparencia, la democracia ayudan a crear un clima). Es una tarea de reformas estructurales en el funcionamiento de la economía. Un cambio no sólo local sino global. Aunque cada cual tiene que cumplir con su parte de trabajo. Mientras la respuesta a la corrupción se limite a los códigos éticos seguirán sucediéndose los escándalos. Porque éstos son un constituyente inevitable del capitalismo en general y, especialmente, de su fase neoliberal.
31/10/2014
El legado de Pasolini
Josep Torrell
El año que viene se cumplirán cuarenta años sin Pier Paolo Pasolini. En el comienzo del Año Pasolini es el momento oportuno para plantearse qué nos dejó en legado a quienes pretendemos aprender de él.
I
Lo primero que nos dejó es una mirada. Pasolini tenía la particularidad de mirar hacia donde no debía. Esto era muy evidente en Roma en 1950. En esa fecha las barracas estaban creciendo más allá del centro de histórico, mezclándose con las muy degradas barriadas obreras. Era una realidad evidente, pero no entraba en la política de la derecha.
Pero Pasolini vivía al lado de las barracas y decidió mirarlas, mirar a los que vivían ahí y mirar en qué condiciones lo hacían. Y decidió escribir Ragazzi di vita y Una vita violenta, y convertirse en un defensor de los más desfavorecidos. Su proximidad vital —fundada en su pulsión por estos muchachos— le hizo ver los cambios que se producían en la población de las barracas y la homologación que lentamente estaba logrando la civilización del consumo entre los más desposeídos.
II
En segundo lugar, como fiel seguidor de Antonio Gramsci —desde 1947 hasta su muerte—, Pasolini propuso una revolución cultural y moral, como primer deber de un intelectual de izquierdas.
En La religione del mio tempo (1961), escribió en uno de sus mejores poemas (“La riqueza”) que “en este mundo que no posee / ni siquiera la consciencia de la miseria, / alegre, duro, sin siquiera fe / yo era rico, poseía”. ¿Por qué era rico Pasolini? Porque a él le pertenecía algo que era relativamente independiente de las victorias políticas y económicas de la clase obrera. Era propietario de los bienes públicos de la cultura, como las bibliotecas, las galerías, los museos, los instrumentos de todo tipo de estudios, los frescos de Masaccio y de Piero della Francesca, etcétera. El mundo cultural profundo —inmaterial como es— hacía a Pasolini más rico que a los ricos, que despreciaban precisamente la cultura que Pasolini reivindicaba. Esta concepción de “la riqueza humana” era muy parecida a la de Marx cuando hablaba de “un hombre rico en necesidades”, plenamente creativo y cuya riqueza se basaba en la multiplicidad de actividades y relaciones sociales (y no en la mera posesión de bienes materiales). La lectura de estos versos de Pasolini muestra con claridad aquello que, en los tiempos difíciles, mantenía a los indignados vivos y resistentes.
III
En tercer lugar está el Pasolini corsario. El discurso de Pasolini era claro: en algún momento de los años sesenta había aparecido la sociedad de consumo, que suponía una auténtica revolución antropológica. El consumo aparecía como un prefigurador de identidades poderosísimo. Los consumidores eran aparentemente todos iguales, pero en realidad eran sumamente diferentes: las diferencias de clase seguían estando allí (aunque tendían a ser olvidadas). El caso más grave era el de la juventud de las barriadas. La televisión les ofrecía modelos de comportamiento que no podían alcanzar. Esto generó una violencia estructural que acabó dando lugar al amoralismo más absoluto.
Además, se tiende a confundir progreso (sociocultural) y desarrollo (estrictamente económico). El consumo es el fin de un mundo. El problema es que volver atrás no es posible. Uno de sus últimos poemas acaba así: “¡Viva la lucha comunista por los bienes necesarios!”.
Mucho tiempo después de su muerte, su discurso entroncó con el discurso político del decrecimiento económico.
Pero para avanzar por este camino —lleno de dificultades— hay que aprender a mirar con agudeza a nuestro alrededor y a proponer una nueva cultura, tanto para nosotros como para la sociedad en su conjunto.
25/10/2014
Reestructuración de las deudas soberanas. ¿Quién le deja preparada la cena a los buitres?
Herramientas estratégicas del capital financiero
Edgardo Logiudice
La Resolución
La Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Resolución 68/304, con el pomposo título de "Hacia el establecimiento de un marco legal multilateral para los procesos de reestructuración de deuda soberana".
El fin expresamente proclamado es muy claro: "Aumentar la eficiencia, la estabilidad y la previsibilidad del sistema financiero internacional".
Para ese fin resuelve "elaborar y adoptar a través de un proceso de negociaciones intergubernamentales, con carácter prioritario durante la 69.ª sesión un marco legal multilateral para los procesos de reestructuración de deuda soberana".
Señala que "el esfuerzo de un Estado por reestructurar su deuda soberana no debe ser frustrado o impedido por acreedores comerciales, incluyendo fondos de inversión especializados como los fondos de riesgo".
En suma, para lograr la eficiencia, la estabilidad y la previsibilidad del sistema financiero internacional es necesaria alguna norma que evite que ningún acreedor, inclusive un fondo financiero, impida pagar a los deudores de deuda soberana.
Es decir, que los estados puedan quebrar y como cualquier quebrado puedan pagar conforme a los principios mercantiles: acordado el pago con la mayoría, la minoría no lo puede impedir.
Una interpretación
Luego de la aprobación el Ministro de Relaciones Exteriores de la República Argentina pronunció un eufórico discurso celebrando la resolución.
Dijo el ministro que todos sabemos que los países endeudados pueden quebrar. El problema de los fondos es cómo cobrar porque hay una laguna legal, falta el marco que ahora se propone elaborar.
La ausencia de un marco legal para la reestructuración de deudas soberanas "se ha transformado en un problema grave para los fondos inversores".
"Todos sabemos… que un país quebrado no está en condiciones de devolver lo prestado".
El problema consiste en que el quebrado pueda seguir produciendo para pagar. Sabemos "que las finanzas no son posibles sin la producción".
Es necesaria una norma que establezca que si la mayoría de los fondos acreedores acuerdan esa posibilidad la minoría no la pueda vetar. La mayoría de los fondos inversores "reconocen la bondad de respetar el acuerdo con la mayoría de los acreedores".
Mientras esa norma no exista la situación queda sometida al "uso y abuso que hacen los especuladores". "Miles de millones de dólares van a los bolsillos de los dueños de los fondos buitre gracias a este vacío legal".
Y la falta de un marco legal "tiene su correlato con la pobreza, las enfermedades, el analfabetismo y la inseguridad que sufren los países históricamente golpeados por la deuda externa".
Si hubiese un marco legal, sostiene, aunque golpeados por la deuda externa esos países no sufrirían pobreza, enfermedades e inseguridad. Pagarían tranquilamente a la mayoría de los fondos, produciendo. Con ellos no habría uso y abuso ni se llevarían miles de millones de dólares que nos les corresponde. Es decir, no habría fondos buitres, que son los que compran bonos basura o bonos chatarra.
Por eso "hemos decidido que ha llegado el tiempo de darle al sistema financiero un marco legal para la reestructuración de la deuda soberana, que respete a la mayoría de los acreedores y que le permita a los países salir de las crisis en forma sustentable".
"Es hora de comenzar a trazar conjuntamente un camino ético, político y jurídico capaz de ponerle frenos a la especulación desenfrenada".
Una distinción, pues. Dos clases de especulación: una especulación ética y otra desenfrenada. "Predatoria", dice la posterior solicitud del Consejo de Derechos Humanos al Consejo Asesor para "que prepare un informe basado investigacionessobre las actividades de los fondos buitre".
La primera clase de especulación es la de la mayoría, que quiere y merece cobrar.
Fondos financieros, ética y normas
Los fondos abusivos, especuladores desenfrenados, predatorios, buitres al fin, aparecen como una anomalía del sistema financiero que, por falta de normas para cobrar, genera hambre, miseria, enfermedades, inseguridad.
Propongo husmear un poco cómo funcionan fondos "sanos", no anómalos, en sintonía con las políticas monetarias auspiciadas por bancos centrales de Estados Unidos, Japón, Gran Bretaña, la Unión Europea y China.
"QE" es la sigla de una herramienta de política monetaria denominada Quantitative Easing, algo así como relajación o flexibilidad o expansión cuantitativa. El primero en utilizarla fue Japón en 2001.
Solemos leer en los diarios que la Reserva Federal de los Estados Unidos baja las tasas de interés con el objeto de reactivar la economía. Simplificando, se desanima el ahorro para que el dinero vaya al consumo y, de allí, a la producción. En realidad la reducción de las tasas de interés tienen el fin de desalentar que los bancos privados mantengan sus fondos depositados en los bancos centrales y los vuelquen al mercado. En teoría la mayor oferta de dinero baja su costo, el interés; en suma, se abarata el dinero que, al no producir renta, iría al consumo.
Reducir las tasas de interés es un camino para arrojar dinero al mercado, alentar el consumo y, con él, la producción. Simplificando, ése es el esquema.
El límite de la tasa podría ser cero y los bancos privados no tendrían interés en mantener sus fondos en los bancos centrales. Si ello no sucede por razones coyunturales del mercado, queda aun el recurso de establecer tasas negativas, esto es de menos cero, por ejemplo -2%.
Esto significa que si un banco privado mantiene sus depósitos en el central, éste le cobra un interés, por caso el 2%. Este interés funciona como una multa para expulsar dinero al mercado.
Se entiende que este sistema tiene algún límite y que es posible que el dinero que arroje a la plaza no sea suficiente para reactivar la economía. Es entonces cuando aparece esta herramienta QE.
Los bancos privados tienen entre sus activos bonos de la deuda pública y otros títulos de crédito, por ejemplo, hipotecarios. Pues bien, otra manera de hacer que los bancos se hagan de más dinero es transformar esos activos, cuya iliquidez los hace inoperantes para las transacciones, en efectivo apto para prestar. Los bancos centrales compran bonos o títulos pagando con dinero que, en principio va a parar al mercado a través de los bancos vendedores.
Mario Draghi es actualmente el presidente del Banco Central Europeo. Fue vicepresidente y socio de Goldman Sachs, uno de los cuatro bancos de inversión más importantes del mundo. Este grupo bajo su vicepresidencia "asesoró" al gobierno griego en el año 2002 para maquillar la deuda griega para que Grecia pudiera entrar en el euro.
De ello tuvo que responder luego ante el Parlamento europeo.
Pues bien, este economista, en junio de este año, llevó la tasa de interés del BCE a menos de cero y anuncia la compra de bonos de deuda soberana y cédulas hipotecarias, a instancias del Fondo Monetario Internacional.
Sin embargo, Europa no termina, o no empieza, a salir de la crisis. El consumo se recupera muy lentamente. El desempleo no baja.
Las inversiones no van a la producción. El dinero barato va a la financiación de la compra de ciertos activos que, de este modo, disparan sus precios y "hacen más inestable el sistema financiero", describe Larry Elliott del Guardian. En realidad, dice, por la misma razón la QE no ha funcionado ni en Estados Unidos ni en el Reino Unido.
En suma, los bancos centrales proporcionan a los fondos financieros el combustible para inflamar las burbujas financieras que, cuando explotan son socorridas por los Estados o, para precisar, por sus poblaciones. Con ajustes y recortes en salud, educación, gasto social.
En este negocio derivado de las medidas del Banco Central Europeo está metido el Bank of America Merrill Lynch. El Bank of America compró Merrill Lynch en 2008 cuando ésta iba a ser arrastrada por la crisis de las hipotecas subprime sin poner al tanto a sus ahorradores de la situación. Fueron juzgados varios directivos.
También el JPMorgan Chase que, también después de aquella crisis, se benefició con el mayor "salvataje" de la historia de la Reserva Federal para eliminar competidores.
Pues bien, esas dos angelitos son los que están liderando en Europa el negocio de bonos "chatarra". Están aprovechando simplemente que, dado que los bancos mantienen bajas tasas de interés los inversionistas ponen la vista en activos más riesgosos que, naturalmente pagan más intereses. El Bank of America y JPMorgan se encargan de ponerlos en la plaza.
"Bancos griegos, constructoras españolas y aserraderos alemanes insolventes están aprovechando el mercado" dice Elliott. Es decir esos bancos financieros colocan deudas de deudores insolventes que no consiguen créditos bancarios y pagan altas tasas.
No solamente eso, sino que además, a través de fusiones, absorciones y adquisiciones se generan firmas de compañías privadas que se endeudan a esas tasas de riesgo para, con sus presuntos activos, lograr más créditos, los que se llaman financiamientos "apalancados", para adquirir otras empresas.
Lo que se denomina "arquitectura financiera".
Todo esto es absolutamente legal y ético.
El temor es, dice Jenny Anderson, del New York Times, que cuando los tenedores de los títulos de esas compañías corran a vender no encuentren compradores.
Estos bancos son los que no sólo negocian sino que, como vimos, generan a la sombra de los bancos centrales, los llamados "bonos chatarra".
Fondos buitres ¿anómalos?
Ambos bancos no operan así solamente en Europa: con el mismo dinero barato lo hacen en Medio Oriente y África.
El caso del África subsahariana es bastante elocuente respecto a la relación entre los fondos sanos y los "anómalos".
Los sanos son anómalos o tal anomalía no es más que el funcionamiento normal del capital financiero global.
Hamid Rashid, de Bangladesh, asesor económico del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas, es discípulo de Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía 2001, con él escribió en junio del año pasado "Los endeudados de riesgo del África subsahariana" ("Sub-Saharan Africa’s Subprime Borrowers").
Sostienen que, a partir de la emisión de bonos de Ghana en 2007, se "desencadenó una orgía de endeudamiento soberano en la región". En 2013 ya diez países habían emitido bonos a 11 años y al 6,2% promedios. Hasta ese entonces los bonos eran a 30 años y al 1,6%.
Preguntan: "¿Y por qué los prestadores han considerado de repente dignos de interés esos países?".
Responden: "Como la flexibilidad cuantitativa [la famosa QE que describí] ha reducido los tipos de interés a unos niveles mínimos sin precedentes…se trata de otra y más obscura manifestación de la búsqueda de rendimiento de los inversores".
La espantosa insuficiencia de "préstamos en condiciones favorables" para atender las necesidades de África para lograr niveles de crecimiento sostenido necesarios para reducir la pobreza. Los préstamos en condiciones favorables serían los de los organismos de crédito multilaterales, es decir, el Fondo Monetario Internacional y el conglomerado del Banco Mundial. Pues bien, las condiciones —cuyas rigideces y consecuencias conocemos bien por aquí— que estos organismos imponen no los hacen nada atractivos para los africanos. Aparecen entonces los Bank of America, JPMorgan o similares con el dinero adquirido gracias a la flexibilidad cuantitativa.
"No cabe duda —dicen— de que los riesgos aumentarán … lo que podría tener como consecuencia un endeudamiento excesivo."
"De hecho todo esos emisores subsaharianos de bonos soberanos tiene calificaciones crediticias «especulativas», lo que sitúa sus emisiones en la categoría de «bonos basura» e indica un riesgo importante de suspensión de pagos."
"La situación puede llegar a ser peor … los llamados fondos 'buitres' han aprendido a aprovecharse al máximo de los países con problemas."
Nada de lo descripto es ilegal. Ni siquiera atenta contra valores cristianos. Según el Reporte Anual 2012 del IOR (es decir, el Banco del Vaticano), sus activos contaban con bonos de las deudas soberanas de Portugal, Irlanda y Grecia. Todas quebradas. Posee también bonos de Holanda, Canadá y Estados Unidos. Tiene inversiones en la deuda pública de España y, naturalmente, de Italia.
Estas actividades no son ilegales, en realidad se hallan en una zona de alegalidad, la famosa "laguna legal".
Pero esta "falta de marco legal" comprende toda la actividad de los fondos financieros, no solamente la de reestructuración de las deudas.
En los Acuerdos de Basilea participan casi todos los principales países europeos, el Reino Unidos y los Estados Unidos. El objetivo es establecer normas de funcionamiento de los bancos que garanticen su solvencia: capitales mínimos, carácter de los activos, normas de evaluación de los mismos, entre otros. El "fracaso" de los Acuerdos después de cuarenta años, para establecer algún estándar mínimo de evaluación para la capitalización de los créditos como activos de los bancos, es la muestra de la complicidad de los Estados y los organismos internacionales con el capital financiero global.
Esto es así porque los propios Estados no están interesados en regular la actividad financiera. Por lo que parece es, al contrario, que la actividad de los grupos financieros "regula" la actividad de los Estados, es decir, de los gobiernos, de sus bancos centrales y del valor de la moneda.
Así Soros forzó la devaluación de la libra esterlina en 1992 y en Malasia en 1997 especuló contra las monedas asiáticas logrando su devaluación.
Soros apoya la Resolución de la Asamblea General. Capital financiero sano, ético, legal y legítimo. Soros quiere cobrar. Es de la parte de los acreedores que lo merecen.
La cena está servida, nadie quiere quedar afuera.
Para cenar es necesario que sigan viviendo los que producen el alimento, los deudores.
Es todo lo que pretende la Resolución: "Aumentar la eficiencia, la estabilidad y la previsibilidad del sistema financiero internacional". Capitalista, se entiende.
30/9/2014
Democracia frente a poder oligárquico
Antonio Antón
‘Democracia’ es un sistema de participación de la ciudadanía o el pueblo en los asuntos públicos. Su contrario sería ‘dictadura’, como ausencia de participación y libertades, u régimen oligárquico, como gobierno prepotente de unos pocos. La distinción democracia/oligarquía está en el ámbito de las formas o procedimientos de gobierno y en el carácter de sus instituciones públicas. Al señalar el énfasis en la democracia, los portavoces de Podemos ponen el acento en un aspecto crucial: la involución democrática del régimen político actual y la necesidad de fortalecer la democracia como sistema político representativo de la población y como participación ciudadana. Se revaloriza la política para hacer frente a la oligarquía institucional y económico-financiera. Además, otro elemento no menor, dadas las acusaciones del establishment por su supuesta condición totalitaria, antipluralista, incluso liberticida y violenta, es la reafirmación en una alternativa nítidamente democrática, elevada a la categoría de eje central de su proyecto, con la aspiración de conformar las principales identidades colectivas.
A lo largo de la historia, la ausencia de respeto al pluralismo y la diversidad, así como las políticas de exclusión o marginación hacia minorías disidentes o diferentes, se han pretendido justificar por la jerarquía de un supuesto bien mayor. Según qué tradiciones políticas e ideológicas ha sido en nombre de Dios, la Patria y el Estado. Igualmente, se han cometido atrocidades con el pretexto de defender al proletariado o el pueblo, incluso para el supuesto avance de la civilización, el socialismo, la democracia o los derechos humanos. La alternativa de los poderes autoritarios y grupos fundamentalistas para los disidentes u opositores es la asimilación, la rendición y el sometimiento, o bien el aislamiento, la expulsión y la represión.
Por tanto, hay que reafirmar los criterios democráticos básicos ante la presencia de divergencias: la tolerancia, el respeto y el reconocimiento del ‘otro’, el diálogo, los procedimientos consensuados para abordar los desacuerdos y, en todo caso, la garantía de convivencia social, cultural e interétnica ante la persistencia o profundidad de las diferencias. Incluso ante oligarcas criminales o terroristas hay que respetar sus derechos humanos y las reglas del Estado de derecho. Esta doble dinámica democrática de combinar las decisiones por mayoría con el respeto a la minoría y sus derechos no siempre es bien comprendida y aplicada.
El concepto plural de ‘pueblo’
La utilización de expresiones colectivas, ciudadanía, pueblo… (en los dos sentidos, de conjunto y parte mayoritaria de la sociedad) no presupone ni conlleva necesariamente una visión intrínseca unitarista, de no reconocimiento de la diversidad o de marginación a partes minoritarias, ya sean de las élites o de capas subalternas y personas diferentes. La palabra ‘pueblo’ (diccionario María Moliner) quiere decir: “1) Conjunto de los habitantes de un país (o una comunidad) o de todos los gobernados; 2) Conjunto de personas que viven modestamente de su trabajo”. En esta segunda acepción sería la gente corriente o el pueblo llano, es decir, la parte de la sociedad diferenciada de las élites o la casta, significado similar al que ofrece el Diccionario de la Real Academia Española-DRAE en la segunda acepción: “Población de menor categoría, o gente común y humilde de una población”. La palabra ‘pueblo’ no conlleva un déficit democrático en relación con la palabra ‘ciudadanía’, que es, precisamente, la que Podemos suele utilizar como referencia frente a casta en el otro polo del antagonismo. Es un exceso sin fundamento decir que el uso de esa palabra sea sinónimo de ‘antipluralista’ porque ‘pueblo’ remite a una unidad incompatible con el reconocimiento de sus partes constitutivas. Esta expresión, al igual que otros conceptos globales, permite la desagregación interna de los distintos individuos, habitantes o personas, al igual ocurre con los diversos grupos sociales y las diferentes naciones, grupos étnicos y clases sociales.
Existen corrientes fundamentalistas o totalitarias (neofascistas, nacionalistas o comunitaristas-identitarias extremas) con una visión esencialista (organicista) que pretenden anular al sujeto individual u otros grupos diferentes. Esa posición sí es incompatible con la percepción usual de un pueblo compuesto por grupos sociales diversos, por personas autónomas y concretas con sus derechos individuales y colectivos. No obstante, es poco objetivo asociar a Podemos con esas posiciones totalitarias y antipluralistas, tal como hacen algunos portavoces de la derecha mediática.
A cualquier palabra se le puede dar un significado compacto y monolítico sin aceptar la diversidad interna de su contenido. Es el caso no solo de ‘pueblo’ sino las citadas de ‘nación’, ‘grupo étnico’ o ‘clase social’. Pero también de grupos pequeños como la familia o la pareja en las concepciones patriarcales, o el propio individuo, única realidad existente según el fundamentalismo individualista, posmoderno y liberal extremo. Sin embargo, deducir el supuesto déficit democrático del pensamiento de Podemos a partir del uso de la palabra ‘pueblo’ como eje de su discurso frente a las élites dominantes es, cuando menos, tendencioso.
Algunas formulaciones del entorno de este partido-movimiento son de línea gruesa para reforzar el empoderamiento del pueblo o la ciudadanía y romper el monopolio del poder oligárquico. Su atrevimiento con esa tarea legítima es respondido por una ofensiva ideológica conservadora para deslegitimar los fundamentos de sus críticas y volverlas contra ellos, tal como se escucha desde los portavoces del establishment: “Podemos tiene una ideología totalitaria y antidemocrática y nosotros [los poderosos] somos los demócratas, respetuosos de la libertad y los derechos humanos”.
La pugna cultural y de legitimación social es dura y compleja. La ambición del desafío al poder establecido exige afinar las críticas y evitar ideas ambiguas o que se presten a confusión. Conviene siempre precisar convenientemente los argumentos y no dar pie o facilitar campañas de tergiversación y aislamiento, sabiendo que los errores van a ser utilizados, desproporcionadamente, como ejemplos de grandes deformaciones ideológicas y de comportamientos dictatoriales, mucho más peligrosos cuando se tenga más poder institucional.
Podemos, por la democracia y el refuerzo de la ciudadanía
Podemos ha definido y propuesto elementos básicos de un proyecto político: un adversario (casta, sistema oligárquico), una base social de apoyo (ciudadanía o pueblo —descontento—), un programa (más democracia, más derechos, economía al servicio de la gente) y una estrategia transformadora (nuevo campo electoral, movilización social y participación cívica, proceso constituyente). Existen insuficiencias de cada uno de esos aspectos. Pero globalmente constituyen pilares de una alternativa al poder establecido y sus políticas regresivas y autoritarias y señalan un camino transformador. Todo ello ha sido suficiente para enlazar con el apoyo y la simpatía de una parte significativa de la ciudadanía indignada y el movimiento popular. Pero hay que profundizarlo y matizarlo para acometer las nuevas tareas que aparecen por delante: fortalecer un polo alternativo unitario, social y político, ganar representatividad y peso en las instituciones políticas y apostar por el cambio político y la transformación socioeconómica.
Dejamos al margen la valoración crítica que merece el rechazo global al conjunto de este proyecto, tachado de totalitario y extremista, venido desde el poder establecido y su aparato mediático. También se apunta a esa descalificación la dirección del Partido Socialista. Así, Pedro Sánchez, su secretario general, al definir su estrategia política, insiste en desacreditar a Podemos como un grupo populista que sigue el modelo “venezolano”, sin libertad ni progreso y, además, ¡son aliados del PP! (con el desacuerdo de Pérez Tapias, de Izquierda Socialista, que representa al 15% del PSOE y pide un acercamiento). Ello aunque Pablo Iglesias, portavoz de Podemos, recalque que la situación latinoamericana es distinta a la española y que su objetivo fundamental es combatir a la casta y su dominio y privilegios, profundizar la democracia y ensanchar la libertad y la participación ciudadana.
Cabe citar algunas interpretaciones no equilibradas, basadas en puntos débiles o parciales, que llevan a elaborar un diagnóstico sesgado sobre Podemos. Existen análisis que ponen el acento en la inexistencia o irrelevancia de la casta, su concepción antipluralista del sujeto ciudadanía o pueblo, su inconsistencia, la inconcreción de su programa y, en fin, la falta de estrategia transformadora y el carácter mítico o formalista de su propuesta de proceso constituyente. En ese sentido, se hace abstracción del contenido sustantivo de casta, el poder establecido, regresivo, prepotente y con ventajas especiales, y se infravalora la amplitud de una ciudadanía indignada, su composición de capas populares y el impacto del movimiento de protesta social progresista. Así mismo, no se valora suficientemente que sí han definido unas ideas clave —democracia, derechos, economía al servicio del pueblo— frente al poder establecido y que sus mensajes han sido comprendidos y sus líderes aceptados por un sector significativo de la ciudadanía crítica y descontenta.
Distintas posiciones del ámbito progresista reconocen la influencia social y política de este fenómeno y el incremento de espacios de participación ciudadana, es decir, lo más evidente. Pero algunas de ellas achacan este hecho, sobre todo, a la oportunidad y el acierto en la difusión de una buena campaña comunicativa (publicitaria), con unos lemas populistas y basados en el estímulo de las emociones populares. O sea, no valoran suficientemente el proceso de conformación de la actual polarización sociopolítica entre, por un lado, élites dirigentes que aplican una política regresiva y prepotente y, por otro lado, una ciudadanía indignada, con un fuerte movimiento popular, progresista y democrático. Es la base consistente en que se ha apoyado un proyecto político-electoral cuyos componentes principales han sido realistas, transformadores y explicados con argumentos racionales, y cuyos mensajes sintéticos han conectado con la cultura cívica y han facilitado el apoyo popular a su liderazgo. La consecuencia es la infravaloración de la construcción de un polo de referencia alternativo, diferenciado de la socialdemocracia y, según los últimos datos, de similar peso representativo.
En definitiva, este nuevo proyecto político, que acaba de nacer en una coyuntura crítica, todavía es frágil y necesita maduración. Pero se asienta en una realidad de, por una parte, desigualdad y autoritarismo y, por otra parte, una amplia conciencia popular crítica y fuertes demandas ciudadanas de cambio. Permite aventurar, si acierta en el desarrollo de sus posiciones clave y la convergencia con el resto de fuerzas alternativas, que puede condicionar todo el panorama político.
[Antonio Antón es profesor honorario de Sociología de la Universidad Autónoma de Madrid]
25/10/2014
El coste de la corrupción política
Miguel Ángel Mayo
Datos mundiales
En el mundo, se pagan cada año más de un billón de dólares estadounidenses (US$1.000.000.000.000) en sobornos. Estos datos figuran en un estudio realizado por el Instituto del Banco Mundial y se refieren al bienio 2001-2002. Dicho estudio, publicado por primera vez el 8 de abril de 2004, extrae una conclusión clara: “Un país con un ingreso per cápita de US$2.000 que combata la corrupción, mejore la gobernabilidad y el imperio de la ley podría esperar que sus ingresos aumentaran a US$8.000 per cápita en el largo plazo”. Ha pasado algo más de una década desde la realización de aquella investigación, pero estamos en condiciones de afirmar que la recomendación no se ha tenido en cuenta y que la situación, lejos de remitir, amenaza con expandirse.
Y es que el problema de la corrupción no es algo que afecta exclusivamente a los países en vía de desarrollo, como algunos piensan. Sobornos, malversación de fondos públicos, administración desleal, robo directo de bienes públicos, etc., son hechos que se producen también en nuestra sociedad y que suponen un coste económico que resta directamente recursos al sector público. Además, a los costes económicos hemos de sumarles el coste moral, de degradación de una sociedad que sabe que no es gobernada de forma justa. Y no menos importante es el enorme coste ecológico de la corrupción, en tanto que se permiten actividades totalmente dañinas para el medio ambiente.
La corrupción supone, pues, un sobre coste directo sobre cualquier bien público, que viene unido a un recorte inmediato en la calidad del servicio. Y es que una obra contratada mediante corrupción difícilmente será reclamada por el corrupto en cuestión; obras, claro está, que permanecerán in eternum como bien público y con posibles sobre costos de mantenimiento que todos deberemos pagar. Este tipo de obras las vemos diariamente, nos asombramos de su ineficacia, nos escandalizamos de las desviaciones presupuestarias que se producen y nos sonrojamos cuando reflejan la ineptitud de la clase política que todos votamos democráticamente. Pero lo peor de todo es que estas obras existen y continúan sumándose nuevos capítulos cada vez más esperpénticos y denunciables, que se han financiado con dinero público que debería haber sido destinado a unos servicios públicos que, para muchos, suponen la diferencia entre vivir dignamente o simplemente intentar sobrevivir.
Datos en España
Bruselas cifra en 120.000 millones de euros el coste de la corrupción en Europa, sin entrar en detalles por países. No obstante, un estudio realizado por
Ya es suficientemente difícil cuadrar las balanzas de un país ante los innumerables vaivenes, recesiones, crisis y fluctuaciones de la economía mundial. Si a eso le sumamos que gran parte de los recursos de la economía se gestionan de forma ineficaz, se infrautilizan o directamente se roban (corrupción), y que otra gran parte deja de ingresarse en la economía (fraude fiscal), nos veremos abocados a una economía con terribles problemas de liquidez, y sobre esfuerzo fiscal de aquellos que pagan sus impuestos.
Y, en este sentido, los datos de nuestro país no son nada alentadores: nuestra deuda pública ha crecido en el segundo trimestre de 2014 en 16.763 millones de euros y se sitúa ya en 1.012.606 millones, es decir, un 96,30% del producto interior bruto anual de nuestro país. Si comparamos la deuda en España en el segundo trimestre de 2014 con la del mismo trimestre de 2013 vemos que la deuda anual se ha incrementado en 68.734 millones de euros; pero si la comparamos con la deuda de hace cinco años, 565.083 millones, estamos hablando de un aumento de casi 450.000 millones de euros. Por poner un ejemplo, a finales del año 2008 la deuda per cápita de cada español suponía 9.535 €, mientras que ahora la deuda per cápita se sitúa en 20.383 €, es decir, más del doble. Esta deuda no sólo hay que devolverla, sino que en intereses nos va a costar cerca de 35.490 millones de euros. En total, el coste de la deuda pública va a suponer en el ejercicio 2015 una media de 100 millones de euros diarios. Y todo ello sin entrar, como hemos dicho, en otro de los principales problemas de la corrupción: el coste moral del mismo y el desánimo directo que su existencia causa en la población.
La idea de que no se gestionan bien los impuestos que tanto cuesta pagar, la sospecha de inexistencia de una libre concurrencia en igualdad de oportunidades a los proyectos de gasto público, la duda a la hora de emprender proyectos personales y profesionales por miedo a que la corrupción los detenga... todos estos factores detraen la actividad empresarial y por supuesto anulan la conciencia fiscal. Y todos sabemos que la justicia fiscal se basa en una idea de solidaridad que dé lugar a un efecto redistribuidor de la renta vía impuestos, desde las clases con más recursos hacia las de menos recursos. Los impuestos son necesarios; tan necesarios como que éstos se gestionen bien. No existe ningún mecanismo mejor para distribuir la riqueza (y por lo tanto luchar contra la pobreza) que los impuestos. Pero de igual manera, e incluso con mucha mayor crudeza, los impuestos pueden ser la herramienta para que estas desigualdades sociales sean todavía mayores. Y por supuesto, la existencia de un elevado nivel de corrupción acrecienta incluso más las distancias entre ricos y pobres, a la vez que nos hace a todos bastante más insolidarios y recelosos a la hora de cumplir con nuestras obligaciones tributarias.
La corrupción no es inevitable
Sólo si los gobiernos deciden afrontar seriamente el problema de la corrupción, será posible alcanzar el objetivo de desarrollo del milenio de reducir de forma radical el número de personas que viven en extrema pobreza para el año 2015. Porque corrupción y pobreza siempre van unidos. Actualmente, el 20,4% de la población española, uno de cada cinco habitantes, vive por debajo del umbral de la pobreza, según los datos de
Es por eso por lo que hay que actuar con energía, y los nuevos gobiernos —porque puede decirse sin ningún pudor que los gobiernos, independientemente de su naturaleza política, deben ser nuevos y decididos a atajar problemas, no a perpetuarlos— deben de tratar el problema de la corrupción con toda decisión y de la forma más transparente posible. La indecisión únicamente lleva a la desilusión popular y a la gradual erosión de los mecanismos para luchar eficazmente contra este mal endémico que es la corrupción. Y, sin ninguna duda, estamos en el momento preciso. La mayor conciencia mundial del impacto de la corrupción ha creado un clima propicio que debe de aleccionar a los líderes de los países del mundo para combatirlo. Contamos además con importantes instituciones internacionales, tales como el Banco Mundial y Transparencia Internacional, que son ahora socios activos en el control de la corrupción. Y en nuestro país tenemos a disposición organismos especializados en la lucha contra la corrupción, como
No existe una receta única para resolver el problema, desde luego, pero cualquier solución requiere visión y voluntad política de implicar a toda la ciudadanía. Sólo así, y junto con los organismos especializados y las instituciones que ponen a nuestra disposición sus herramientas, podremos alcanzar el objetivo de combatir de manera real la corrupción, en el sentido de eliminarla y de establecer aquellos mecanismos de prevención para que los casos de corrupción que vivimos actualmente sean totalmente imposibles de reproducirse en el futuro.
De manera que, si tenemos todo a nuestro favor, ¿qué podría impedirnos erradicar para siempre la corrupción?
Evidentemente, sólo la corrupción.
[Miguel Ángel Mayo es colaborador de mientrastanto-e y coordinador en Cataluña del Sindicato de Técnicos de Hacienda (Gestha)]
29/10/2014
La carta del doctor Mita
Miguel Muñiz
En noviembre de 2013, el doctor Shigeru Mita comenzó a adquirir notoriedad cuando explicó que los recuentos de los cinco tipos de diferentes células sanguíneas que constituyen los glóbulos blancos, efectuados a sus pacientes, revelaban que se estaba produciendo una reducción en la cantidad de neutrófilos, uno de los componentes de estos glóbulos, por lo que pedía que los análisis de recuento de células de glóbulos blancos (unos análisis que se habían realizado sólo a las personas que residían en las zonas de evacuación de Fukushima) se generalizaran a todos los habitantes del área del norte de Kanto [1] y la región metropolitana de Tokio. El doctor Mita había analizado la sangre de unos 1.500 pacientes desde octubre de 2011.
En sus declaraciones el doctor Mita indicaba que la disminución de neutrófilos, y otras células que forman los glóbulos blancos, limitaba las posibilidades de recuperación de una persona frente a las enfermedades, especialmente si eran jóvenes o niños.
Como era de esperar, sus declaraciones no fueron tenidas en cuenta, pese a estar avaladas por estudios de casos rigurosos y verificables. Sólo algunas revistas se hicieron eco [2] del tema, y de su sugerencia de que las personas que vivían en la región de Kanto se hicieran análisis de sangre regularmente.
En el primer trimestre de 2014, y vista la falta de respuesta, el doctor Mita decidió actuar: trasladó su consultorio de Tokio a la ciudad de Okayama, en la zona oeste de Japón, a unos 600 kilómetros de Tokio, y escribió una carta explicando los motivos del traslado a sus colegas de la zona en la que había trabajado.
La carta se publicó originalmente en un boletín de la asociación de médicos del oeste de Tokio, pero su contenido, y las circunstancias extraordinarias que vive Japón, hicieron que se difundiera rápidamente, y que se haya convertido en un referente del dilema ético de una persona que tiene que optar entre las responsabilidades sociales de su profesión y las directrices que emanan de las autoridades.
Cabe recordar que, en diciembre de 2013, el Parlamento de Japón aprobó un proyecto de ley que permite penas de prisión de hasta 10 años para personas que "divulguen secretos de Estado", y de 5 años para periodistas que divulguen "información clasificada". Este proyecto ha hecho que la organización Reporteros sin Fronteras haya decidido bajar a Japón en la lista de países con libertad de prensa, desde el puesto 22, que ocupaba en 2012, hasta el lugar 59, que ocupa en la actualidad. Si se considera además la decisión del gobierno de elevar los niveles legales de radiación de 1 a 20 milisieverts por año; o el hecho de que un acuerdo firmado entre el gobierno y la Agencia Internacional de Energía Atómica en 2012 estipula el compromiso de que cada parte proteja la confidencialidad de la información clasificada de la otra parte. En este contexto, la decisión del doctor Mita de hacer públicos los motivos de su traslado adquiere el valor de quien se arriesga a hacer actos ordinarios en momentos extraordinarios.
Porque, entre otras cosas, el doctor Mita denuncia que: "En la parte oriental de Tokio hay medidas de contaminación de 1000-4000 Bq/kg, y en la parte occidental de 300 a 1.000 Bq/kg; mientras que la contaminación de Kiev, la ciudad capital de Ucrania daba medidas por debajo de los 500 Bq/kg (sólo de radionucleido del cesio-137)".
En varias ocasiones el doctor Mita ha recomendado el traslado definitivo o temporal de la población de la mayor isla de Japón hacia las zonas del oeste; definitivo para que las personas en proceso de desarrollo no tengan problemas de salud, y temporal para permitir la recuperación del organismo de las que se vean obligadas a residir en Tokio. "He observado que las células blancas de la sangre, especialmente los neutrófilos, están disminuyendo en niños y niñas menores de 10 años; sobre todo hay una reducción significativa de neutrófilos (de menos de 1000) en los niños menores de 1 año, nacidos después del terremoto. Los casos experimentan una mejora una vez que se desplazan hacia el oeste de Japón (hay un caso que se ha dado un aumento desde 0 neutrófilos hasta 4.500)", dice en su carta.
La carta del doctor Mita supone un testimonio importante por diversos motivos: proviene de una persona que sigue una tradición de dedicación a la medicina (era dueño de la clínica familiar donde comenzó a trabajar con su padre, también médico); rechaza entrar en consideraciones de política partidaria; ofrece datos de una investigación científica sólida; cuestiona el conocimiento aceptado sobre los efectos de las bajas dosis de radiación en seres humanos; defiende la relación humana con los pacientes y la necesidad de escucharlos, y denuncia que, vistos los datos, no se puede confiar en los informes de la OMS, la AIEA y el gobierno japonés.
Pero, además, la carta tiene el valor de revelar la enorme presión a la que están sometidos los médicos en Japón para que no se salgan de los protocolos de actuación impuestos por el gobierno, una presión que hace que reaccionen con nerviosismo, crispación y rechazo ante la insistencia de los pacientes que quieren información sobre temas radiológicos.
La información que ofrece el doctor Mita coincide con la que difundió en 2012 el físico nuclear Arnie Gundersen, ingeniero jefe de la Fairewinds Associates, una consultora energética sin ánimo de lucro. El señor Gundersen recogió en Tokio cinco muestras de suelo al azar, desde tierra entre adoquines hasta tierra en los parques y zonas de juegos, y descubrió que los niveles de contaminación de las muestras llegaban hasta los 7.000 Bq/kg, lo que las incluiría en la categoría de residuos nucleares según la legislación de los EE.UU.
Sin duda la catástrofe nuclear de Fukushima está afectando a la estructura social y familiar de Japón, y a la salud de sus habitantes, en una forma tal que no se pueden prever cuáles serán los resultados. Mientras, como se muestra en la página web de seguimiento semanal Resúmenes de Fukushima [3], los continuos fracasos tecnológicos subrayan el carácter incontrolado de la dispersión masiva de radiación que se está produciendo.
El contenido completo de la carta del doctor Mita se puede leer en:
http://www.sirenovablesnuclearno.org/fukushima/cartadeldoctorshigerumita2014.html.
Gracias a Keiko N, ciudadana japonesa residente en Cataluña por su traducción de la carta del doctor Mita al castellano.
Informaciones complementarias
Artículo 11/11/2013:
Página Institute of Science in Society (ISIS) que difunde la carta del doctor Mita (24/09/2014):
http://www.i-sis.org.uk/Tokyo_contaminated_and_not_fit_for_habitation.php
Notas
[1] El área de Kanto comprende las prefecturas, metropolitana de Tokio, y las de Ibaraki, Saitama, Tochigi y Kanagawa. Según los datos de 2010 de la Oficina Estadística de Japón en el área de Kanto viven unos 42.600.000 de personas.
[2] La entrevista se puede leer en inglés en http://www.save-children-from-radiation.org/2013/11/11/title-dr-shigeru-mita-addresses-the-need-of-blood-examination-among-children-in-the-kanto-area/ Algunos medios occidentales se hicieron eco http://www.prisonplanet.com/japanese-physician-calls-for-evacuation-of-tokyo.html, pero sin ir más allá.
[3] Véase http://resumenesdesdefukushima.blogspot.com.es/.
[Miguel Muñiz es miembro Tanquem les Nuclears-100% EER, y mantiene la página de divulgación energética http://www.sirenovablesnuclearno.org/]
26/10/2014
El cáncer: experiencias, mitos y tópicos
Con ocasión del Día Internacional del Cáncer de Mama, 19 de octubre
Natalia Fernández Díaz-Cabal
Llevo años como docente de historia de las enfermedades, sus metáforas, las relaciones médico-paciente… Años contemplando desde una tarima las reacciones más variopintas y, de vez en cuando, cambiando la tarima por debates con interlocutores más bragados y hechos a temas incómodos. Porque hablar de enfermedad, y más aún cuando esa enfermedad es el cáncer, es algo muy incómodo. Me he estrenado recientemente como paciente oncológica. Y mi experiencia desde ese lado de la barricada no hace sino confirmar —con bastante inquietud por mi parte— lo que antes venía observando desde el (presunto) privilegio de mi actividad docente: la predisposición al tópico, cuando no al prejuicio, por parte de la gente que, desde esas buenas intenciones de las que está empedrado el camino del infierno, tratan de animarte o consolarte.
La enfermedad no existe; que se me entienda bien: no existe fuera de los manuales que la describen y que ponen ante los ojos de los expertos su rareza, su virulencia o su etiología. Pero los enfermos sí existimos. Somos legión. Y nos dan los nombres más diversos: "enfermos", "pacientes", "usuarios". Ninguna de esas palabras me transmite benevolencia. Más bien al contrario: en sus costuras anida la crudeza de quien te arroja del sistema. Pasaporte Nansen para el apátrida de la normalidad. Como si la normalidad fuera posible. Es más: como si fuera siquiera deseable. La normalidad: ese bulo de la patria homogénea y equitativa. Ese ejército de perdonavidas con todo aquello que supone una diferencia respecto a la grisura de su indistinción.
A nadie le gusta que hable sobre la enfermedad, porque da la impresión de que es un modo de convocarla. Pero hay algo que quiero que sepáis: hay que hablar sobre todo aquello a lo que hay que reparar en su dignidad. Y esa dignidad comienza en el lenguaje, porque es en el lenguaje donde se asientan las bases de la diferencia —los enfermos y los sanos, abismo de proporciones irredentas a medida que sigue creciendo el culto a la salud, donde la salud es, sobre todo, apariencia de salud—. Se nos proscribe a los enfermos, no sólo en lo espacial, sino en los discursos que aluden a nosotros como seres anormales. Y nos recluye para despojarnos de voluntad y de la administración de nuestro cuerpo.
El cuerpo enfermo es parte de una administración con frecuencia sorda e insensible que lo cataloga como “unidad de gasto”. Eso es lo que eres en términos burocráticos: un ente que implica fagocitación de fondos públicos. Se te priva del tiempo y de su tacto sonoro. Se te priva de poder planificar, a cambio de algo incierto —¿es que acaso el futuro alguna vez ha sido cierto para alguien?— y te piden una colaboración grata en la edificación permanente de tu sufrimiento y de tu soledad. Es por eso por lo que escribo sobre la enfermedad y, especialmente, sobre los enfermos, que eres tú, yo y que puede ser cualquiera, porque la salud no es, ni de lejos, ese estadio de feliz normalidad, sino un azar que nos permite una autonomía perecedera. En el lenguaje debe empezar a funcionar esa dignidad que afecta al propio lenguaje y a lo que designa. Sólo con ese ejercicio exorcista yo podré dejar de ser una “unidad de gasto”, los obreros dejarán de ser englobados en la humillante metonimia “mano de obra” y tú no serás simplemente un “recurso humano”...
Hay quien me dice que pierda el miedo a las palabras. Es casi una provocación: nunca he tenido miedo a las palabras, porque he vivido con ellas y de ellas. Tampoco me dan miedo la realidad que vascularizan y en la que me hacen sentir persona. Pero sí me dan miedo quienes tienen miedo a las palabras. Y no digamos a los que tienen miedo de lo que las palabras proclaman, ocultan o representan.
También hay quien dice que me mire hacia dentro, para ver qué ha fallado en mí, porque el cáncer es la enfermedad, parece ser, de los ajustes de cuentas. Una manera de preguntarte: “¿Con qué gestos de tu vida has apelado al tumor, que ha salido airoso, desdeñoso de tus planes de futuro?”. Y tú, que estás libre de tumores hasta en lo más límpido de tu conciencia, ¿qué ves si miras a ese pozo séptico de tu vida? ¿Crees que es suficiente la autocomplacencia para salvarse? Si así fuera seríamos inmortales. Siempre me impresionó aquella frase del escritor Fritz Zorn, fallecido de un linfoma en los años setenta, que recogía en su espléndido y estremecedor libro “Bajo el signo de Marte”: el cáncer son las lágrimas no derramadas. ¿Y si fueran las lágrimas derramadas? ¿Cambiaría en algo?. Mi argumento, como el suyo, sirve para alimentar aquellos que necesitan explicar el cáncer como un mito que no les toca a ellos porque hacen “lo correcto”. El sentido de la vulnerabilidad no llega de golpe. Primero te trae algunos signos ambiguos en una bandeja de plata.
Y, siguiendo con el desmontaje de los tópicos. Ese “siempre se van los mejores”. Pues no. No somos los mejores, en la misma medida en que no somos los peores. Ni llevamos a hombros las albardas de la culpa propia o ajena, ni somos héroes elevados a olimpos imaginarios, ni ángeles que van cayendo donde los demás arrumban cenizas y temores.
Nosotros, los que estamos en el lado más desamparado de la barricada —no se os olvide— somos el precio que todos pagamos por aquello que tenemos de más. Sociedades avanzadas, ahítas, exhaustas, que todo lo han conquistado, que han disfrazado el dolor para fingir que lo hemos erradicado, que han confundido la felicidad con la ceguera. Solo nos diferencia de vosotros una certeza estadística o su metáfora. Lo demás es engañarse: vulnerables somos todos, porque el azar es tozudo y el destino desoye el desaliento.
¿Somos más fuertes? Claro que no. Pero tampoco más débiles. ¿Luchamos? Como el resto. Pero nuestra lucha es obligada para asegurarnos de que mañana despertaremos como si tal cosa. En rigor, no luchamos. Ponemos las herramientas para que otros libren la batalla. Nuestra batalla, que resulta ser la de todos, porque nuestros papeles son intercambiables, no inamovibles. Una batalla poco épica, porque no es real. Lo que sí es real es ese sometimiento lúcido y digno a todo aquello que asegura mi existencia: mutilación, cirugía, quimioterapia, conversaciones que nadie desearía tener… Palabras que intentamos desterrar para que no incomoden o perturben.
Somos la plasmación del miedo, pero gracias a ello los demás seguís vivos.
Me gustaría que eso no se olvidara.
[La autora es doctora en Lingüística y doctora en Historia y Filosofía de la Ciencia. Universidad Autónoma de Barcelona y Universidad de Zhejiang (nataliafdezdiaz@yahoo.es)]
19/10/2014
Tiempos, cuerpos, vidas
Albert Recio Andreu
Lo explicaron hace ya bastantes años autores como E. P. Thompson y Andrew Marglin. El nacimiento del sistema fabril fue entre otras cosas un medio para imponer el control del tiempo a la clase obrera. El reloj, la sirena, el espacio cerrado de la fábrica y la supervisión estaban diseñados para establecer una disciplina del tiempo ajena a la tradición del mundo rural. Las largas jornadas de trabajo dejaban poco o ningún espacio para la vida social, incluso para realizar las actividades necesarias para el restablecimiento de la vida cotidiana. Por ello, y por su bajo coste, los niños, los jóvenes, eran apreciados para el trabajo fabril. En toda la historia del capitalismo el control de los tiempos ha sido una obsesión constante. De la misma forma que en todos los tiempos los capitalistas han preferido un determinado tipo de personas para un determinado tipo de tareas. No sólo como una preferencia personal sino porque saben que determinadas personas se adaptarán mejor a unos requisitos que otras. La discriminación no es tanto un producto de los prejuicios como un elemento funcional a la hora de disciplinar a los trabajadores.
La respuesta obrera a este control de los tiempos fue la lucha por la reducción de la jornada laboral, por acotar el poder empresarial en este campo. Apelando a estrategias diversas. Como la limitación de la jornada infantil o el trabajo nocturno por cuestiones de salud. O la limitación del trabajo femenino recurriendo a una lectura tradicional de las desigualdades de género. O de forma más articulada en la lucha por las ocho horas tanto por motivos de salud (8 horas para descansar) como en mor de un modelo social deseable (8 horas para tener vida social). Es evidente que aún se mantenía un fuerte punto de vista masculino, que ignoraba el papel del trabajo extramercantil de cuidados cotidianos. Pero creo que el planteamiento se podría reconstruir —como de hecho se está haciendo— simplemente introduciendo nuevos ítems en la definición de un modelo social deseable (lo he formulado como tiempo para descanso, trabajo doméstico, participación social, estudio, ocio y relaciones sociales). Ha sido una lucha en parte exitosa, al menos en los países del capitalismo central, pero que en los últimos años ha experimentado un clave deterioro por el impacto de la renovada ofensiva del capital.
Éste ha apelado a la flexibilidad laboral en general y la de tiempos en particular —coherentemente con el objetivo de la utilización temporal selectiva de la mano de obra para reducir el coste económico de ésta— basándose en la evidencia de que actividades distintintas tienen pautas temporales también distintas: determinadas estacionalidades, variaciones, actividades, … se concentran en momentos determinados. Y esta ruptura del tiempo compacto se ha vuelto a traducir en una diversificación de los tiempos que afecta de forma desigual a las personas. Unos empleos siguen constituyéndose como empleos regulares, otros se ven afectados por variaciones horarias más o menos planificadas, otros son a tiempo parcial. Empleos que tienden a ser ocupados por personas diferentes en función de su adaptabilidad. Por ejemplo, el empleo a tiempo parcial es en todas partes cosa de mujeres (corre el mito de que Holanda, el país donde el empleo a tiempo parcial tiene mayor peso, es también el que lo reparte de forma más igualitaria, pero basta acudir a Eurostat para comprobar que, si bien es cierto que la tasa de empleo a tiempo parcial es mayor en Holanda que en cualquier otro país, también es ahí donde hay mayor diferencia entre hombres y mujeres). Y lo mismo sucede con los empleos con horarios cotidianos más variables, ocupados por jóvenes. O con las horas extra, una cuestión masculina.
En suma, la duración o la variabilidad del horario dependen de las estrategias empresariales, pero éstas tratan de contratar al tipo de personal que mejor se adapta a sus exigencias. La manipulación del horario se traduce en una gestión de la vida de las personas orientada a evitar que surja un renacido movimiento por acotar la prerrogativa capitalista sobre el tiempo.
Pero esta ruptura ha avanzado un paso más en otro terreno diferente. Lo que por una parte explica la dificultad de construir un proyecto alternativo común y por otra indica el carácter totalitario de alguna de las actuales políticas del capital. Es la que se ha producido entre la visión del trabajo común entre la clase obrera —una actividad inevitable, a menudo pesada o insoportable, necesariamente acotable para poder vivir decentemente— y la visión que emana de la perspectiva de la carrera profesional. De la confusión que se establece entre actividad laboral y vida personal, entre el trabajo como necesidad y el trabajo como deseo. Una confusión que atenaza especialmente a los sectores más educados de los asalariados. Especialmente porque se genera en parte en el sistema educativo, en parte en los medios de comunicación (los triunfadores, los artistas, los deportistas de élite, son glorificados precisamente por lo que tienen de obsesivos buscadores de éxito y realización profesional), y que es reforzada en determinados ambientes laborales (de los estratos superiores de las empresas a los centros de investigación y los diferentes espacios de producción cultural).
Esta disociación se percibe estadísticamente en aquellos países donde el nivel superior de asalariados trabaja más horas, está siempre dependiente de los requisitos de su profesión, condiciona su vida familiar (el trabajo de cuidados por supuesto es cosa de otros, o más bien de otras) y social a lo que exige el guión. Se trata de la máxima expresión del control del capital sobre la vida de la gente, puesto es una práctica que acaba por incapacitar para negociar límites al uso del tiempo, a la carrera competitiva del capital. (A menudo también la carrera profesional hace insensible a la gente de los problemas que genera su actividad, de lo útil o inútil que resulta para la sociedad: también en esto la carrera profesional acaba siendo a menudo tan funcional al poder.) No deja de ser paradójico que al final sea la gente más educada la que sucumbe más fácilmente a esta disciplina del tiempo y la vida. La que es más útil al poder.
Las mujeres son quienes experimentan con mayor lucidez esta distorsión y las que padecen más claramente sus efectos. Especialmente las educadas, a las que se les ha inculcado la bondad de la carrera profesional pero que en la vida cotidiana experimentan la necesidad de su vida privada y son conscientes que esta “concialiación” afecta negativamente a su promoción. Más allá de los prejucios machistas, el núcleo del “techo de cristal” que afecta a las mujeres profesionales (para las demás solo hay “suelo pegajoso”, empleos mal pagados, poco respetados, temporales, a tiempo parcial) está ahí: un modelo organizativo y social que exige total sumisión de la persona a las necesidades de la empresa incompatible con un modelo de vida que compatibiliza la presencia en distintos espacios sociales. Para promocionarse, no basta con ser competente, saber hacer un trabajo, sino que es necesario someter el tiempo a las exigencias que emanan desde arriba, olvidarse que hay vida fuera del espacio profesional. Algo que asumen muchos varones porque han sido sometidos a una fuerte cultura patriarcal (y porque saben que fuera cuentan con otras personas que cubrirán las necesidades que ellos son incapaces de hacer).
Esta cultura masculina del tiempo de trabajo tiene su contrapartida en la cultura del ocio mercantilizado, de la compra en el aeropuerto, de la prostitución, de la comida de trabajo, de la relación trivial tan habitual entre los machos alfa del mundo profesional. La inmensa mayoría de mujeres no se adapta a este modelo y por tanto es excluida masivamente del mismo. Lo que ha dicho con toda brutalidad Mónica Oriol (representante de una de las estirpes más rancias del gran capital español) no es más que lo que piensan y practican la mayoría de dirigentes empresariales (y altos profesionales) pero que esconden por hipocresía y temor a la crítica justificada. El mundo de la igualdad solo puede construirse con otro modelo de organización social.
No siempre los exabruptos son las manifestaciones más crueles del poder. La propuesta de Google y Apple a sus empleadas es a este nivel una vuelta de tuerca más, con envoltorio de modernidad. El fondo es el mismo que la más tradicional formulación de Oriol: la profesión sólo es posible con dedicación plena. Lo que se plantea ahora es que la profesión exige alterar el entero ciclo vital, ignorando que la crianza no es sólo más adecuada en unas edades por cuestiones de fecundidad, sino también por capacidad vital, por mayor o menor proximidad generacional. Lo que proponen las tics es que sean las personas las que adapten su entero ciclo vital a la empresa. Porque saben que se saca más jugo de trabajadores jovenes y ambiciosos que de gente adulta que va modelando su vida. Su propuesta se puede tildar claramente de totalitarismo empresarial. Ya no se trata como en los viejos tiempos de obligar a la gente a estar presente durante las horas requeridas en el puesto de trabajo. Sino de exigirle que organice su entero ciclo vital atendiendo a las necesidades de su proyecto empresarial. Y lo sugiere a las mujeres porque por su propia situación han sido menos colonizadas por el capitalismo que los machos alfa triunfadores. No es la primera vez que el capital trata de modelar la vida social de los trabajadores en función de sus intereses. Hay muchos precedentes, por ejemplo en la vida de las colonias fabriles, en los inspectores domésticos que tenía la Ford, en toda la práctica de los eventos de empresa. Pero Google y Apple han puesto la cota más alta. En cierta medida imitan a los mecanismos de las sectas y religiones que incluyen el control de la sexualidad dentro de sus técnicas de control. El capitalismo tecnocrático se parece cada vez más a las religiones totalitarias, en su intento de someter la entera vida social a su modelo de referencia. Denunciarlo es necesario. Desarrollar políticas de desprogamación de la cultura de la carrera profesional, urgente.
31/10/2014
Palabras que piensan: ¿soy ‘vulnerable’ o me ‘vulneran’?
Antonio Madrid Pérez
Durante los últimos años se ha extendido el uso de dos expresiones: “vulnerabilidad” y “vulnerable”. Se pueden leer y escuchar en discursos políticos, jurídicos, sociales… en los medios de comunicación… Incluso en las conversaciones más triviales se puede oír: ‘son persones vulnerables’, ‘estaba en situación de vulnerabilidad’… Se puede decir que son palabras y expresiones con éxito.
Este éxito tiene poca memoria, como he podido comprobar estos últimos días. Por una de aquellas curiosidades tan sanas, he buscado, con la ayuda de las herramientas informáticas, cuándo se comenzó a extender en España el uso político-jurídico de estas palabras: ‘vulnerable’ y ‘vulnerabilidad’. He de decir que pensaba que su uso venía de lejos. Me equivocaba. La memoria de las palabras es engañosa. Por ejemplo, si nos fijamos en la normativa que regula la distribución de la parte correspondiente a fines sociales del IRPF en financiación de proyectos sociales, es en 2001 que se utilizan por primera vez los términos ‘vulnerable/s’ y ‘vulnerabilidad’. Las combinaciones fueron del tipo: ‘acceso al empleo para grupos vulnerables’, ‘grupos gitanos más vulnerables’, ‘situaciones de especial vulnerabilidad’, ‘grupo vulnerable de las personas sin hogar’, ‘comunidades rurales más vulnerables’ y otras similares. Desde entonces, su uso se ha expandido en el ámbito social. Y en el ámbito jurídico, la Ley Orgánica 1/2004 de medidas de protección integral contra la violencia de género, introdujo con fuerza el término ‘vulnerable’ en el marco jurídico español.
A primera vista, el uso de estas palabras es inobjetable: muestra preocupación por las situaciones de padecimiento de las personas y propone vías de actuación frente a ellas. Sin embargo, y por decirlo pronto, que identifiquemos con mayor frecuencia ‘personas vulnerables’ o ‘personas en situación de vulnerabilidad’ no quiere decir, y aquí está parte del problema, que estemos cambiando las estructuras políticas, jurídicas, económicas y sociales que hacen vulnerables a las personas. Cuando escuchamos que una persona es vulnerable, ¿qué nos viene al pensamiento? ¿Qué a esa persona le pasa algo o le puede pasar algo poco agradable para ella? ¿O que ha sido vulnerada (dañada)?
No es lo mismo decir: me han vulnerado mis derechos, mi dignidad… que decir, soy vulnerable. Es muy diferente referirse a las personas o a los colectivos diciendo y pensando que han sido vulnerados o decir que son vulnerables. Lo primero me avisa de una acción que daña (maltratar, carecer de dinero, violar, expulsar…), lo segundo me habla de una cualidad de las personas… como si las personas (la mujer maltratada, el inmigrante en situación administrativa irregular, la persona con diversidad funcional, el parado….) tuvieran algo consustancial a ellos mismos que les hace vulnerables. ¿Son vulnerables o son vulnerados mediante estructuras y decisiones que les vulnerabilizan?
La palabra ‘vulnerable’, así como sus derivados, proviene del latín vulnus: herida. Vulnerar significa herir, causar un daño. De aquí que digamos: los derechos de fulanito han sido vulnerados. Los usos actuales de ‘vulnerable/s’ han introducido una novedad: ya no se presta tanta atención a la acción de causar un daño (vulnerar) como a llamar ‘vulnerable’ a la persona o colectivo que son considerados susceptibles de recibir un daño. Se ha creado de esta forma una nueva identidad: la del vulnerable. El centro de interés ya no está en el actor (personal o estructural que genera padecimiento) sino en el receptor (quien sufre las consecuencias).
Y esta idea de ‘vulnerable’, que incluye una previsión (persona que puede sufrir un daño), podría hacer pensar que va acompañada de políticas de prevención que buscan reducir y eliminar en la medida de lo posible las fuentes de las que manan los daños que vulneran a las personas. Pero no es así.
Si centráramos la atención en las vulneraciones, tendríamos que buscar responsables (personales o estructurales). Pero los modelos político-económicos dominantes tienden a irresponsabilizar a los centros de poder y a los modelos económicos, políticos y jurídicos. Difícilmente se iba a aceptar hablar de fuentes de padecimiento cuando lo que se nos impone es un pensamiento que transfiere la responsabilidad a la persona. No es casualidad que la expansión de poderes irresponsables combine bien con un discurso, bien intencionado a primera vista, en el que son las personas quienes son vulnerables, cuando en realidad es que en buena parte no es que sean vulnerables sino que son vulneradas y por ello debilitadas, sometidas, explotadas, agredidas…
Si se quiere remover causas estructurales de padecimiento colectivo y personal hay que pensar en las fuentes de vulneración. En los casos en los que se identifiquen causas estructurales que generan daño social, podemos construir pensamiento desde este encadenamiento: Si es vulnerable es porque previamente ha sido vulnerado.
31/10/2014
Ensayo
Soledad Bengoechea i Antoni Montserrat Solé
Pensar i educar per canviar el món
Maria Rosa Borràs: moral kantiana per a un marxisme viu
Maria Rosa Borràs, el principal personatje d’aquest article, era una intel·lectual catalana, comunista, pacifista i feminista. Com a militant de base, és un bon exemple d’una dona que va concebre el pensament, l’acció i l’ensenyament en un mateix i únic treball. La vida de Maria Rosa Borràs ens permet aprofundir en la història de la passada centúria.
Formació acadèmica
Maria Rosa Borràs va néixer a Barcelona el 30 de maig del 1936, poc abans de que s’iniciés la Guerra Civil, i morí a la mateixa ciutat el 31 d’agost de 2008.
La seva formació escolar va ser poc convencional. Als nou anys, en plena postguerra, va aprovar l’examen d’ingrés de batxillerat. Després va estar quatre anys sense anar a l’escola; la seva mare, una dona molt culta, li feia de mestra. A casa comptava amb una biblioteca i tenia accés a una gran varietat de llibres i d’autors: Unamuno, Ortega y Gasset, Dostoievski, Tolstoi, Sartre, Camus... i també a alguns manuals escolars del seu germà, que sí estava escolaritzat.
S’examinava per lliure en un institut. Des del començament, les seves qualificacions escolars ja presagiaven quina seria la seva inclinació intel·lectual: males notes a ciències i excel·lents a lletres. Durant el període que no estava escolaritzada anava al Conservatori Municipal i allí seguí la carrera de música. Als catorze anys la mare li va matricular a la mateixa escola que havia anat ella: les Teresianes de la Rambla de Catalunya-Diagonal. Allí començà els estudis de batxillerat i els va finalitzar a l’Institut Maragall, on va conèixer al filòsof Manuel Sacristán que hi donava classes. Maria Rosa fou, probablement, una de les primeres persones joves en apreciar el magisteri de Sacristán i la seva amistat va durar tota la vida. Quan finalitzà els estudis al Maragall anà a la Universitat.
En certs aspectes, Maria Rosa no recordava a les monges de l’escola com especialment franquistes. En tingué sempre un bon record pels seus mètodes i la seva actitud. Una seva companya de curs va professar i va arribar a general de la companyia a Roma i van mantenir l'amistat. Jubilada, la va visitar quan ja Maria Rosa estava malalta. Borràs explicava un exemple de la manera de fer de les religioses de l’escola amb gratitud: quan venien les professores de la Falange a examinar-les: de labors, de cuina, etc., i hi havia un conflicte, les monges es posaven al costat d’elles. En canvi, en segons quins temes aquesta actitud oberta variava. Per exemple: Maria Rosa entrà a la Universitat pensant que els “rojos” havien intentat emparar-se del poder. I les seves amigues que venien d’escoles semblants opinaven quelcom similar. Però altres alumnes que havien estudiat a col·legis laics les contradeien, dient que això era absurd, fals. És a dir, d’alguna manera aquestes escoles religioses transmetien la idea de que el Govern legítim era el de Franco i que el Front Popular és el que s’havia aixecat en contra de la legalitat.
La nostra protagonista va començar a interessar-se per la filosofia aviat, just quan anava a l’escola. Tenia una professora que ella considerava extraordinària, l’Edith Tech, una dona alemanya; Tech havia estat directora de l’Institut Alemany de Cultura i Maria Rosa assegurava que no només gaudia d’una gran cultura filosòfica, sinó que també sabia trametre-la. Després, al curs de preuniversitari, va tornar a tenir de professor de la matèria a Manuel Sacristán. Amb aquests antecedents, la inclinació de Borràs cap a la filosofia va quedar marcada. De fet, més endavant, quan va decidir iniciar una recerca sobre un tema de filosofia, Sacristán fou el filòsof que li aconsellà Kant com a possibilitat d’investigar. Ell mateix estava molt influït per les lectures d’aquesta figura, com es pot veure en aquest paràgraf, fruit d’una conversa sostinguda amb Jordi Guiu i Antoni Munné el 1979 que va ser publicada a El Viejo Topo .
A mí me han hecho los poetas castellanos y alemanes. En la formación de mi mentalidad no puedo prescindir ni de Garcilaso, ni de Fray Luis de León, ni de San Juan de la Cruz, ni de Góngora, pero tampoco puedo prescindir de Goethe, por ejemplo, e incluso de cosas más rebuscadas de la cultura alemana, cosas más pequeñas, Eichendorff, por ejemplo, o poetas hasta menores, y no digamos ya, sobre todo, y por encima de todo, Kant. Y Hegel, pero sobre todo Kant. Bueno… el Hegel de la Fenomenología también.
En aquella època, mitjans dels anys cinquanta, la gent començava a perdre la por i alguns membres de les classes econòmicament i culturalment més afortunades sortien a l’estranger. Aquest obrir finestres cap a l’exterior comportava que la situació social madurés lentament i donés peu que algunes formes canviessin. La generació que entrava a la universitat, malgrat que en general va anar a escoles on el control ideològic havia estat fort, era ja una generació que no havia fet la guerra, que en ocasions ni tant sols la recordava. Respecte el que havia passat a la contesa i, principalment, del seu resultat, la impressió que tenia era que els hi havien deixats mancats d’una gran quantitat d’intel·lectuals que havien tingut d’exiliar-se, privant així a l’alumnat de la seva mestria. Maria Rosa recordava molt com es perseguien un gran número d’obres, principalment en el camp de la filosofia. Semblava quelcom inaudit que per a llegir la Fenomenologia de l’Esperit, d’Hegel, es necessités autorització del Bisbat. Es prohibia editar llibres que s’havien de trobar en edicions sud-americanes a les rebotigues d’algunes llibreries.
D’altra banda, ella rememorava com a la facultat hi havia trobat, en general, professors de nivell molt baix. A geografia i història, sobretot, concretament recordava a un professor com un mal mestre, del qual, deia, tothom em parlava, i que era una persona inconcebible com a catedràtic d’Universitat.
A comuns hi havia moltes dones, entre elles a filosofia Juliana Joaniquet, Pilar Fibla i Sara Estrada. Les noies, normalment, hi anaven a història, a pedagogia i altres especialitats de Lletres. També ocorria que entrava molta gent directament de l’escola de mestres que només podien cursar després estudis de pedagogia. En canvi, al primer curs d’especialitat, només eren vuit persones, entre homes i dones, entre elles algunes monges.
Militància
L’any 1955, just quan Maria Rosa començava els estudis de filosofia a la Universitat de Barcelona, naixia el primer nucli universitari del PSUC, el partit dels comunistes catalans. Anteriorment, només escadusserament algun estudiant tenia relació amb el PSUC, com un dels germans Casassa. Com havia passat amb la filosofia, la influència de Sacristán, comunista, va ser també determinant en la trajectòria política de la nostra protagonista, ja que a la Facultat el tornà a tenir de professor. Malgrat que a les classes no feia política, la va predisposar a definir que certes formes de protesta que ella vivia tenien a veure amb les idees del comunisme.
Maria Rosa començà a militar al PSUC l’any 1957 (més tard utilitzarà els pseudònims: “Glòria” i “Marta”), arran dels anomenats Fets del Paranimf. El 18 i 19 de febrer de 1957, com a resposta al tancament de la Universitat per uns incidents portats a terme pels estudiants, es va realitzar l’Assemblea Lliure d’Estudiants al Paranimf, un acte que la Federació Nacional d’Estudiants de Catalunya va avalar. Durant els successos, Maria Rosa decidí que volia involucrar-se amb els comunistes.
Llavors al partit militaven unes vuit persones, però de forma molt ràpida s’arribà a la cinquantena entre diferents facultats. Tot es duia a terme en la més estricta clandestinitat. Es coneixíem els militants de filosofia, i amb moltes precaucions, però no hi havia contactes amb els afiliats d’altres facultats. D’altra banda, Borràs recordava que, segons es comentava, eren poques les facultats que comptaven amb militants. Tot indica que la de Dret era pràcticament la única. Al cap d’un temps també es van detectar militants a Enginyers, perquè entrà l’Isidor Boix (amb el que Maria Rosa va contraure noces l’any 1961).
En una cèl·lula de filòsofs que va tenir una existència minsa va coexistir amb Eugenio Trías, entre altres.
Una de les accions clandestines que Maria Rosa rememorava era que de vegades pujava a l’últim pis de la Facultat i llançava fulls volants perquè caiguessin al pati interior. Després, baixava les escales molt ràpidament per por a què entrés algun confident.
A la Universitat va col·laborar en el primer i únic número de la revista Gaudeaumus, que va sortir a la facultat de Filosofia. Li posaren aquest títol perquè quan van ocórrer els Fets del Paranimf l’alumnat rebel no sabia què cantar i cantava el Gaudeaumus en contra de la policia.
Dos anys més tard, el 1959, quan la Maria Rosa estava al Comitè Universitari, va tenir lloc una “Vaga Nacional Pacífica”, convocada pel Partit Comunista d’Espanya. Ella sortí al carrer a llançar paperetes i, amb una pistola a la mà, la van detenir, patí pallisses i tortures i va estar nou mesos a la presó. Reclosa, va estudiar molt, però va perdre el curs, l’últim de carrera. Els professors volien anar a la presó a examinar-la, però no els hi van permetre de fer-ho.
Amb posterioritat als anys seixanta, a més dels comunistes, segons Borràs a la Facultat hi havia els socialistes, i també hi havia els Cristians, bàsicament els del CC de Pujol. En un moment determinat va aparèixer l’Agrupació Universitària d’Esquerres (AUE) fundada per Joaquim Sempere, José Antonio García Durán, Dolors Folch i Antoni Montserrat. Eren el grupet de la Nova Esquerra Universitària que sota la influència de Xavier Folch no va acceptar esdevenir la secció universitària de l’ADP. També hi havia altres grups representants, com els catalanistes del Front Nacional de Catalunya (Bloc d’Estudiants Nacionalistes (BEN), els quals, després en part per influència dels cursets que els va donar Maria Rosa sobre marxisme i qüestió nacional, donarien lloc al PSAN). Antoni Montserrat va substituir a la Maria Rosa impartint aquests cursets quan ella es va tenir d’amagar per la caiguda de Badalona.
Docència voluntària i fugida
A l’Espanya d’aquells anys cinquanta, quan les noies arribaven a una certa edat era obligatori fer el “Servicio Social”. Estava organitzar per la Falange Espanyola i era el peatge que s’havia de passar per tenir passaport i carnet de conduir. Maria Rosa va fer les pràctiques del Servei Social com a universitària a Begur, durant l’estiu. En el grup que ella estava hi havia dos o tres noies falangistes que tenien càrrecs; ella les coneixia de la Universitat i les guardava un gran respecte. Explicava que en alguna circumstància difícil la van ajudar. Recordava que entre les falangistes es trobaven Mercedes Torrents, que després va acabar sent socialista, Ester Tusquets...
L’activitat en el camp de l’educació podem considerar que Maria Rosa la va iniciar amb les classes d’alfabetització lligades al Servei Social i al SUT. D’alguna manera en va assimilar els principis de l’educació activa introduïts en temps de la renovació pedagògica republicana: aconseguir que els alumnes dominin les eines interessant-los en els continguts. Això volia dir treure el màxim profit de la lectura i discussió de les notícies dels diaris. Aquesta rellevància dels continguts estarà present en moltes de les seves reflexions. No s’educa en abstracte. “Ensenyar —sobretot a l’ensenyament secundari— sembla que ha de correspondre a transmetre coneixements i aquests tenen a veure principalment, tot i que no exclusivament, amb la ciència, amb la tècnica, amb la cultura, en definitiva.”
L’article més llarg de Maria Rosa sobre educació és “El final del ideal educativa de la razón ilustrada”. Aquest article el va escriure més tard, construït amb tota la seva experiència educativa en formació d’adults, en instituts, en els centres de recursos i de preparació del CAP, en la inspecció de batxillerat i en la multitud de seminaris de formació per a quadres polítics i sindicals, en els debats de seminaris de filosofia i en la pròpia Societat Catalana de Filosofia. És coneguda la seva valoració kantiana, no hegeliana, de la figura de Manuel Sacristán. En ella Kant influeix no solament perquè en va investigar les idees tant a la tesina com a la tesi doctoral, sinó perquè hi ha una profunda arrel kantiana, per exemple en la seva reflexió sobre l’educació per la pau.
Maria Rosa va impartir classes d’alfabetització d’adults al Bogatell. El treball es desenvolupava a través de notícies de premsa i altres elements de l’actualitat, unint un mètode de pedagogia activa amb la voluntat de politització. Poc després, Borràs es va posar en contacte amb un altre company del partit, Jordi Borja. A través de la seva dona del moment, Maria Rosa Solé, que era de Badalona, Borja coneixia un grup petit d’obrers, uns cinc, amb els que Solé hi treballava; és a dir, que els hi estava formant políticament. Van proposar a Borràs de donar-los-hi classes sobre marxisme i temes de política en general. Aquesta tasca s’havia de fer d’esquenes del partit, perquè les ordres eren taxatives: “no entrar mai en contacte amb la classe obrera. És la cosa més perillosa que pot existir, perquè aleshores les organitzacions cauen, quan cauen les organitzacions cauen altres organitzacions d’altres ambients. I així han de ser compartiments estancs”. Ella ho recordava exactament, però ho va fer. Llavors, entre aquest grup d’obrers van haver-hi detencions. Un que militava, que es deia Adonio González, torturat ferotgement va donar el nom de cinc universitaris, entre ells el de Maria Rosa Solé, Jordi Borja, Francesc Solé —germà de la Solé—, el de l’Isidor Boix i el de la pròpia Borràs. Quan el partit s’assabenta de que Adonio havia caigut ordenà a tots els implicats que s’amaguessin i passessin a fer vida clandestina. Durant molt de temps tots van estar reclosos. El matrimoni format per Boix i Borràs per una banda, els altres cinc junts tancats en una casa, però després es van dividir. A través dels advocats, segurament de Josep Solé Barberà, tots els implicats van conèixer la declaració de cada un dels processats. Les paraules que Solé els hi va dirigir foren eloqüents: “Heu quedat cremats. Us heu d’exiliar”. Un grup s’amagà uns quinze dies a la torre d’estiueig que els pares de Ricard Bofill tenien a Sant Julià de Vilatorta. Després, tots van estar mesos tancats a diferents cases situades a Barcelona. A una d’aquestes cases arribaren uns francesos, militants del partit comunista francès, que circulaven amb passaports i noms falsos, i els van treure cap a França sortint per la frontera d’Irun.
Un any després d’estar a París, Boix i Borràs marxaren junts a la República Democràtica Alemanya, perquè Maria Rosa tenia una beca per estudiar i allí van romandre dos anys. La parella tingué una filla, l’Ester. A Alemanya, Maria Rosa va aprofundir en els estudis de filosofia i també en l’aprenentatge de llengües, en particular de l’alemany. El 1964 tornaren a Barcelona.
Feminisme: el Moviment Democràtic de Dones
L’any 1962 el PCE va fer un intent per a crear un grup específicament femení que tingués com a finalitat l’atracció de dones cap a la seva política de partit. El fracàs d’això, portà a diverses dones a percebre la necessitat d’agrupar-se elles mateixes, sense un aixopluc polític. A Catalunya, la primera assemblea de dones que va donar lloc a l’anomenat Moviment Democràtic de Dones (MDD) va sorgir a Barcelona. Maria Rosa Borràs, una de les seves impulsores, va explicar en una comunicació, “Sobre los orígenes del Moviment Democràtic de Dones”, en què consistia aquest grup. La comunicació fou presentada en el Primer Congrés d’Història del PSUC celebrat del 5 al 7 d’octubre de 2006 a Barcelona, un Congrés que fou organitzat per l’Associació Catalana d’Investigacions Marxistes. El primer argument que l’autora ens recordava és que va ser Giulia Adinolfi, militant del PSUC i esposa de Manuel Sacristán, la que inspirà decisivament el feminisme a Catalunya. I ho va fer d’aquesta manera: en primer lloc, organitzà un petit grup de dones comunistes per tal de discutir i informar-se sobre la qüestió femenina. Amb aquest escrit, extret d’una reunió, pretenia convèncer a les dones comunistes, i també a la pròpia organització del PSUC i els seus dirigents, de la importància del problema de l’emancipació de la dona, un problema que havia de subordinar-se a la lluita per l’emancipació social. Sota el franquisme, i fins que va desaparèixer el 1969, el MDD fou l’embrió que va donar lloc a l’organització de moviments estrictament feministes. Tanmateix, tot I que va deixar d’existir com a tal, encara algunes dones comunistes continuaven treballant i potenciant mobilitzacions, sobretot de solidaritat amb les lluites obreres. Una dona molt activa del MDD havia estat Mercè Olivares, de l’Hospitalet de Llobregat.
El treball a les editorials
Quan torna d’Alemanya, a casa, mentre cuidava de la petita Ester, Borràs feia traduccions de l’alemany i d’algunes coses del francès. Entre d’altres, va traduir un llibre de Pedagogia de gran èxit. En aquesta tasca es passava vuit hores diàries. Quan la nena va complir tres anys i començà a l’escola, la mare entrà en el món de les editorials; era el moment en que es feien moltes enciclopèdies. Abans de marxar cap a França havia treballat a l’editorial de Tamayo. Després li va encarregar feina Planeta-Larousse, i compartia tasques editorials amb Josep Fontana. Més tard, treballant en una enciclopèdia per a Nauta, li va agafar l’estat d’excepció de 1969.
Sentimentalment, durant l’estat d’excepció Maria Rosa es va separar definitivament de Boix i començà a compartir la seva vida amb Antoni Montserrat, company del partit.
Passat l’estat d’excepció, quan Maria Rosa tornà a estar legal, es notava cansada de treballar en editorials. Havia de fer-ho per a moltes a la vegada, perquè quan l’enciclopèdia estava finalitzada l’acomiadaven. Va entrar de cap de redacció de la revista Mini-Watt, que era una publicació tècnica de l’empresa Copresa, filial de Philips. Va estar tres anys dirigint la publicació i promovent consciències entre els tècnics i enginyers. Era una revista de propaganda indirecta de la Philips, i allà va decidir que estava farta.
En aquell moment ella no podia entrar de professora interina en un institut, que és el que volia, perquè la policia li demanava “certificat de bona conducta” i havia estat a la presó. Llavors començà a donar classes a Can Serra (L’Hospitalet). Allí hi coincidí amb Jaume Botey i amb Josep M. Jaumà, l’autor de “Els meus instituts”.
Mentrestant, Borràs participava en la Comissió Coordinadora de Forces Polítiques de Catalunya (CCFPC). La Comissió fou pública la seva declaració programàtica el desembre de 1969 (en ple estat d’excepció). Aquesta instància unitària agrupà a Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), Front Nacional de Catalunya (FNC), Moviment Socialista de Catalunya (MSC de Raventós), que el 1974 es transforma en Convergència Socialista de Catalunya (CSC), Unió Democràtica de Catalunya (UDC) i el Partit Socialista de Catalunya (PSUC). L'any 1974 s'incorporaren el Partit Carlí de Catalunya (PCC) i el Partit Popular de Catalunya (PPC de Joan Colomines, res a veure amb el PP actual). Les seves reivindicacions fonamentals es resumeixen en els seus 7 punts programàtics. Els representants eren Joan Raventós i Raimon Obiols. Maria Rosa va treballar amb l’Obiols publicant una mena de revista que pretenia ser l’òrgan d’expressió d’aquesta coordinadora. Es deia Combat. Tots dos s’encarregaren de confeccionar el butlletí, no d’escriure. Els dirigents més destacats de les Forces Polítiques foren Antoni Gutiérrez Díaz i Josep Solé Barberà. Borràs recordava que havia anat a moltes reunions, tot i que en ple estat d’excepció estava amagada.
En el terreny filosòfic Maria Rosa també es mostrava molt activa: va participar en diversos congressos de “jóvenes filósofos", per exemple al que es va celebrar a Múrcia on tingué contactes amb filòsofs com Muguerza i Izuzquiza.
Docència als instituts
Finalment, l’any 1975, quan Franco ja agonitzava, Maria Rosa es va decidir a firmar unes oposicions d’ensenyament secundari. Per examinar-se calia anar a Madrid. El certificat de penals va sortir net perquè en el judici que li van fer quan va estar processada li declararen “sobreseída”. Les oposicions eren molt dures. Hi eren 500 persones per a cobrir 30 places a tot Espanya, 3 a Catalunya. Al primer exercici es van presentar 250, de les que només passaren la meitat. Tot i així, ella guanyà les oposicions amb el número 7.
El 1976 la van nomenar catedràtica de Filosofia a Banyoles (l’única plaça que va sortir a Catalunya). Hi va romandre un any. Com a catedràtica, va actuar com a president del tribunal d’oposicions d’agregaduries d’ensenyament mitjà. A Banyoles va treballar molt intensament, tan en tasques docents com en qualitat de militant, va muntar un primer nucli del PSUC, partit que en el poble no hi tenia organització. El PSUC li va proporcionar el nom de dues o tres persones que hi havien militat, i amb aquestes elles va començar a muntar uns seminaris. Es feien a casa de la Dolors Terrades, que havia estat anys enrere al partit, amb un parell de companys, els germans Gratacós i Serafí Gimeno. Gimeno, que va resultar ser fill d’un obrer d’esquerres que havia ser molt actiu políticament durant la República, i que havia tingut contacte amb la Industrial Workers of the World (IWW) als Estats Units. Junts van crear un nucli del PSUC bastant ampli, tot i que ella només va estar un any com a catedràtica.
Mentre participava a l’Assemblea Comarcal de la comarca (que ara es diu Pla de l’Estany), de l’Assemblea de Catalunya, Borràs aprofità els moments de lliure per a aprofundir en el pensament de Marx. També publicà una revista, Arrels. Li va posar aquest nom perquè Maria Rosa pensava que el marxisme vol anar a l’arrel de les coses des de un punt de vista marxista. La publicació es feia a ciclostil.
Maria Rosa es va quedar a viure a Banyoles tota sola. El seu company, l’Antoni Montserrat, i la seva filla estaven a Barcelona i els caps de setmana hi pujaven.
La fama política de Borràs s’havia fet més o menys pública, es coneixien els seus antecedents. Llavors Banyoles era una societat molt conservadora. Ella afirmava que va fer les classes el millor que sabia. Com a exemple explicava que la filla del president de l’Apa venia a classe amb ella. El pare mirava els apunts de la seva filla i li va dir a Maria Rosa que no feia política a classe. Maria Rosa assegurava que no era el seu costum, que ella mai no havia fet política a classe, que precisament aquest era un tema en el que xocava amb els anarquistes.
Així, els pares de l’alumnat, reticents al principi respecte a ella, al final de curs la van felicitar i li van fer una festa de comiat que va patrocinar especialment l’Associació de Pares.
De Banyoles Maria Rosa passà a Cerdanyola. Quan arribà de professora a l’únic institut que hi havia a la ciutat, va ser anomenada directora. Allí va romandre dos anys. El primer, els professors van tenir d’exercir la docència en un local provisional, mentre s’acabaven les obres del nou Institut. En aquest centre la feina de direcció fou complicada, perquè una part de l’alumnat era conflictiu i inclús es va detectar la presència de drogues, que va combatre. Va participar en l’organització del Comitè Comarcal del Vallès Occidental. Amb un professor de Sabadell, que era catedràtic de francès, va crear una Junta de Directors al Vallès (a Barcelona existia una altra), que va ser molt rellevant. La Junta convocà i va fer accions importants acorralant una mica a una administració que estava en mans continuistes, i que feia les coses d’una manera que creava molts problemes. Borràs va preparar una interpel·lació parlamentària del PSUC, que girava a l’entorn d’assenyalar que es no es reconeixien les necessitats que tenien els instituts.
En un concurs de trasllat, el curs 1978-1979, Borràs passà a treballar com a catedràtica a l’Institut Boscà, de Barcelona, i allí continuà fins que va passar a inspecció.
També treballà al Cap de la UAB a Cursos d'Aptitud Pedagògica, i en altres tasques de formació del professorat a través dels centres de recursos. Entrà en relació amb l’experiència francesa, en especial amb el professor Henri Peña-Ruiz, molt actiu en el moviment laic i que va fer venir a Barcelona.
Al ja citat “El final del ideal educativo de la razón ilustrada” explicà la insuficiència de l’educació per resoldre problemes socials tan greus com l’atur, la crisi ecològica o la desigualtat i que en canvi a través de les propostes pedagògiques del moment precisament s’intentava reduir dràsticament l’estat de benestar i sotmetre l’escola a la glorificació del jo ( consumisme i insolidaritat).
Podem considerar com altres articles importants, la seva ponència sobre la violència a l’escola, que atribuïa evidentment a causes socials però també específicament al tancament d’horitzó per als alumnes (no tenien sortida ni escolar ni professional, no eren encara majors d’edat, cosa que els conduïa al que després hem anomenat ni-ni.) En una altra ponència publicada per l’ICESB aprofità la seva preocupació per la pau per denunciar el conductisme en un món en què, deia, “s’ha substituït la reflexió teòrica pel conformisme”. Igualment important era la seva reflexió sobre el llenguatge, com la despossessió del llenguatge aboca a l’esclavitud intel·lectual, partint de Carroll evidentment, passant per Winkler i altres autors que han analitzat la subversió del llenguatge pel feixisme, però també, amb Chomsky, Collon i altres en el camp comercial i econòmic i en el camp militar (danys col·laterals, etc.).
La tesi doctoral
Maria Rosa es va divorciar d’Isidor Boix l’any 1991 per a contraure matrimoni amb Antoni Montserrat quan ja portaven vint-i-cinc anys vivint junts. Poc després, la parella es va instal·lar per un temps a Roma, i allí va escriure la seva tesi doctoral de filosofia.
Borràs va presentar la tesi l’any 1994 a la Universitat de Barcelona. Versava sobre la tercera crítica de Kant. Maria Rosa apuntava que la tercera crítica, la que té com a tema central la facultat de jutjar, havia estat tradicionalment molt discutida i se l’havia qualificat de confosa. Va fer l’estudi d’una sola idea a dins d’aquests tercera crítica, que es la idea de finalitat. Basant-se molt en els propis textos de Kant i en la consulta d’altres autors, sostenia que el sentit últim de la crítica del judici és una concepció de l’home. Una concepció de l’home que es fonamenta en que l’ideal de l’home és la llibertat i l’autonomia, i que l’home per existir necessita una finalitat. I per tant una finalitat per la qual existeix, autoposada, que no ve donada per Déu ni per la naturalesa. Afirmava que això Kant ho va deixar molt clar. Aquesta finalitat autoposada per part de l’home, individualment i col·lectivament, seria, sempre segons el filòsof, l’única que justificaria l’existència humana. Per escriure la tesi va resseguir aquesta idea. La idea de finalitat a dins de la crítica del judici de Kant.
Quan ella va inscriure el tema a la Universitat, abans de començar la tesi, encara no sabia el material que trobaria , però de seguida es va adonar que havia d’introduir-se en la teleologia i antropologia de Kant. Coneixia bé a aquest autor perquè dins la jerarquia de filòsofs l’havia llegir molt. La seva tesis de llicenciatura ja la va fer sobre Kant: Versava sobre la seva noció de la història. Fou un tema que Sacristán li aconsellà com a possibilitat d’investigar. Els autors que Maria Rosa més dominava, que havia treballat especialment, eren: Kant, Spinoza, Hegel i Marx.
Borràs, influenciada intel·lectualment pel seu aprofundiment en l’obra de Kant i, sobretot, predisposada per la seva experiència a la comissaria de Barcelona on va ser torturada per un dels germans Creix, va arribar a diverses conclusions d’un caràcter ètic molt interessants. Veiem algunes d’elles:
Com a militant d’un partit comunista, afirmava que els principis de la revolució et poden portar a justificar la violència, les detencions, els crims. Pensava que això era un despropòsit. Caure en aquest principi, deia, era relliscar per una pendent que et podia portar cap a comportaments que t’acabaven desnaturalitzant. Sostenia que mai no es pot acceptar la possibilitat de matar. Creia que tampoc no era qüestió d’anar amb el lliri a la mà, però que hi havia fronteres que no es podien traspassar. Creia que havia d’haver vigilància sobre els mitjans que s’utilitzen perquè sinó hi havia hagut massa casos a la història en que amb finalitats extraordinàries s’havia acabat cometent coses que substancialment no es podien justificar per cap finalitat. S’ha de saber on comences, però s’ha de conèixer millor com acabes.
Poc després de llegir la tesi doctoral, Maria Rosa entrà a formar part del consell de redacció de la revista “mientras tanto”, fundada per Sacristán i que animava Juan Ramón Capella, amb qui tenia moltes coincidències filosòfiques. Hi participà activament amb traduccions i articles, entre altres, sobre ensenyament, urbanisme alternatiu, contra l’Acord Multilateral d’Inversions… També, amb Agustí Roig i Neus Porta va promoure el butlletí digital mientrastanto-e, més àgil que la revista.
També va propiciar la fundació de l’Associació Catalana d’Investigacions Marxistes, que tenia —i té— com a finalitat impulsar, en l’àmbit de Catalunya, el coneixement i la difusió de la contribució del marxisme a les ciències socials, impulsar el pensament i l’acció de la transformació social del passat i present, i participar, des de la recerca, el debat i les propostes, en la batalla d’idees per a la construcció d’alternatives viables cap a la superació de l’ordre social capitalista.
El Comitè de Barcelona
Maria Rosa va ser responsable d'ensenyament al Comitè de Barcelona del PSUC. El Comitè el portava Andreu Claret Serra, periodista, i comptava amb professionals com Carola Ribaudi, Albert Coromines, Guillem Sánchez...; era un organisme molt ampli. Al Comitè li va tocar el 23-F participar a mantenir els contactes de seguretat de l'organització i salvar els arxius. La reunió es va portar a terme al local del carrer Santa Anna i els assistents pensaven que entrarien en una nova clandestinitat. Maria Rosa va ser molt activa en aquells moments d’incertesa. Personalment estava molt preocupada per la sort que podria córrer el marit de l’Ester, diputat al Congrés, alhora que tractava de trobar un lloc on la seva filla pogués passar la nit segura.
En aquella l’època ja es començava a tenir possibilitats d’entrar a l’Ajuntament ostentant algun càrrec. Va ser el moment que José Miguel Abad va arribar al Consistori com a Comitè de Barcelona enviat pel partit. Maria Rosa afirmava que algunes persones entraven al Comitè de Barcelona amb la finalitat d’arribar a un lloc de poder. La feina d’aquests tipus de gent consistia en fer molta discussió política des de la política, però fer molt poca feina política d’organitzar el sector que correspongués i de fer treball de base. Assegurava haver assistit a una lluita pel poder, a batalles molt fortes en la que ella va estar recolzant un tipus de postura, unes posicions que no tenien possibilitat de guanyar. Va veure com la única batalla que importava, el que s’estava fent des del Comitè de Barcelona, la política educativa, la política amb els sectors, no interessava el més mínim. L’únic que interessava de veritat era estar en la llista per a tenir possibilitats de sortir elegit a les eleccions. Borràs recordava que poder accedir a tenir càrrecs comportava fortes tensions, unes tensions degudes, entre altres coses, a que els que ocupaven un càrrec feien propostes que quedaven molt lligades a la política oficial dels socialistes, que eren els que tenien el poder a l’Ajuntament. Un sector del PSUC considerava que el paper dels comunistes de l’Ensenyament en el Consistori no era el de fer de gestors. També hi havia fortes divergències amb els militants procedents de Bandera Roja que portaven els temes d’Ensenyament, que era la Eulàlia Vintró, primer, i l’Eulàlia Calzada després. Entre les dues organitzacions polítiques, PSUC i Bandera Roja, que dirigiren Jordi Solé Tura, Jordi Borja i Alfons Carlos Comín, hi havia postures molt diferenciades sobre el que era més convenient de fer. Ella assegurava que havia recolzat les posicions que considerava importants, però que mai no s’havia preocupat de tenir un paper preponderant. La seva vivència sobre aquesta situació era molt crítica. A la primera sessió del Comitè de Barcelona Borràs va presentar la dimissió. El seu gran amic i mestre, Manuel Sacristán, que ja no militava al partit, la volia convèncer de que no marxés “que marxin ells”, deia, però ella ja havia pres la decisió.
A Maria Rosa li agradava la tasca política si era per crear coses, però no creia en aquest gran principi que hi havia en aquell moment de la destrucció creadora. Tampoc no pensava que el conflicte s’havia d’afrontar i que s’havia d’intentar guanyar. A ella el conflicte li feia por, perquè creia que generava trets autoritaris, unes característiques que intuïa que tots podien desenvolupar molt fàcilment. I a ella no li interessava anar per aquesta línia.
Segons assegurava, els càrrecs de poder no li havien agradat mai. Estava convençuda d’un principi que era purament filosòfic, però creia en la realitat d’aquest principi, que és que el poder corrompia, que degradava a les persones, ja que obligava a exercir un cert autoritarisme.
Inspectora de Batxillerat
El curs 1997-1998 la delegada terrritorial de Barcelona Ciutat del Departament d’Inspecció, que coneixia a Maria Rosa, li va proposar per cobrir el càrrec d’Inspectora en cap. Borràs tenia molt clar con hauria de funcionar una Inspectora de batxillerat: Primer a Barcelona-comarques, després a Barcelona-ciutat. Va publicar a diverses revistes relatives al sector de l’ensenyament. Aprofità el seu escàs temps lliure per a reciclar-se en terminologia filosòfica en llengua catalana, sobretot ho havia fet durant la seva estada al Boscà, on coincidí amb el filòleg i helenista Mossèn Balasch, Maria Mercè Marsal i l’historiador especialista en neofeixisme Xavier Casals. En efecte, només passar a dir Aristòtil i Plató, enlloc d’Aristóteles i Platón ja era una novetat. Fruit en va ser el llibret d’adaptació terminològica al català que després va fer per al TERMCAT que portava Teresa Cabré, actual presidenta de la Secció Filològica de l’Institut d’Estudis Catalans, entitat de la que Borràs era vocal de la junta directiva de la secció de Filosofia (l’entitat tenia aleshores uns 250 membres).
Maria Rosa només va estar un any ocupant aquest càrrec. Tot i que treballava molt, al cap d’un any ho va deixar. Sostenia que no se li escoltaven les seves decisions. Ella pretenia canviar algunes de les funcions de la inspecció per a que fos un organisme que estigués més al servei de l’ensenyament, però se li tallava el pas, perquè ella no tenia el poder total. No volia que el treball es convertís en un conflicte a la seva vida i tampoc no tenia ambicions de pujar de càrrec, no li interessava ser directora general. Com a carrera, no li interessava.
Respecte a la política, al tornar d’Itàlia s’incorporà de nou a la militància. Començà a militar al Col·lectiu Roig, Verd i Violeta, just quan aquest va contribuir a la creació del Partit Socialista Unificat de Catalunya-Viu (PSUCviu), partit polític comunista refundat en el 1997. Borràs era membre del Comitè Central i fou responsable de Formació i Cultura.
A mode d’epíleg: les principals influències culturals de Maria Rosa Borràs
La formació intel·lectual de Maria Rosa Borràs es va construir inicialment amb el pobre bagatge cultural disponible a Catalunya i Espanya en aquells anys de grisor, per no dir de repressió, de la postguerra en el camp del pensament. Però la seva Bildung es va anar ajornant i enriquint al llarg de tota la vida. Com tots els bons marxistes de l’època, coneixia a fons Marx i Engels, Hegel i la resta de la filosofia alemanya. Però també Bertrand Russell i més endavant Bourdieu, el de Bourdieu-Passeron, però sobretot el de La distinction. I dels clàssics, Spinoza la va influir molt en el seu pacifisme, però sobretot Kant. El Kant de la seva tesina i de la seva tesi doctoral, i també el Kant de la Pau perpètua i de les crítiques de la raó pura i de la raó pràctica. I entremig, Sartre i Simone de Beauvoir, però no Althusser. I els italians de Vico a Croce i a Gramsci, (era una de les poques subscriptores de Critica Marxista). A Itàlia va establir connexió amb el grup de filosofia de Nàpols. També cal esmentar els autors “contra”: bona coneixedora de Sant Tomàs —i d’Aristòtil—, no va obtenir “sobresaliente” en Teodicea perquè el professor dolorosament va considerar que a una atea no li podia atorgar tal nota.
Coneixia bé la filosofia grega i llatina i en especial De rerum natura que considerava en la línia del pensament racionalista i agnòstic. Com Sacristán, creia que en el camp filosòfic i moral “venim de lluny i anem més lluny encara”. Considerava que hom oblidava els màrtirs epicuris, i els comunistes dels camps de concentració, com si el poder hagués perseguit només cristians i jueus. Traductora d’Anna Akhmàtova, amb experiència directa de la vida quotidiana a la República Democràtica Alemanya, el seu sentit crític de l’experiència soviètica no li va fer abandonar el marxisme ni la militància comunista. Per cert a la RDA, a més de fer emissions de ràdio per a Amèrica Llatina —tenia una dicció molt bona—, va aprofitar els millors professors que hi havia a la Universitat de Leipzig.
Quan amb el nucli liderat per Giulia Adinolfi va intentar veure què hi havia en el pensament espanyol de l’època sobre les dones, es topà amb l’antifeminisme de Marañón i d’Ortega. Va mantenir bona relació amb un Juan David García-Bacca, ja molt gran i a l’exili.
En les relacions amb els catòlics, en especial el nucli de capellans on hi havia Jaume Botey, Hernández (Santa Coloma), Dalmau, Josep Montserrat, Carrera —que després seria bisbe—, etc., hi anava amb les consignes de partit però també amb una lectura de textos com el Bloch de El principi esperança i Simone Weil. El mateix quan ja gairebé a la transició obtingué entrevista a València amb el Superior dels Dominics.
Ja al final de la vida, es va interessar per Chomsky, Mike Davis, David Harvey i evidentment tot el corrent ecologista que seguia de temps i antiglobalització, Stiglitz comprès. Coneixia prou bé Ulrich Beck, que va traduir i l’utilitzava per explicar la voluntat d’apropiació no solament del treball sinó de les consciències per part de l’actual capitalisme.
Referències
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[Publicat en pdf a Historia Social y de la Educación, vol. 3, n.º 3, octubre de 2014]
27/10/2014
Carlos Hugo Preciado Domènech
El laicismo nacional como respuesta al suicidio de las democracias
I
Las democracias se suicidan por mayoría. Esta máxima, en principio lógica, alberga una sintética descripción del devenir del concepto de democracia a lo largo del siglo XX.
El constitucionalismo español decimonónico fue un constitucionalismo de un partido frente a otro, anclado en la tutela de un régimen liberal burgués que pugnaba por desasirse del Antiguo Régimen, lo que provocó nada menos que seis textos constitucionales de efímera vigencia y desigual aplicación en el territorio. Se demostró entonces, de forma crudamente empírica, que una constitución —cualquier constitución— no es cuestión de mayorías, sino de amplios consensos capaces de articular con cierta permanencia los intereses sociales diversos y adversos.
Entrado el siglo XX, la Constitución de 1931 y la de 1978, separadas por los cuarenta años de ominosa dictadura, fueron los dos únicos textos promulgados. Esta reducción del número de constituciones por siglo se debe, entre otros muchos factores, a la asunción por la cultura política continental de la constitución como norma de normas, en parte debido al positivismo kelseniano, que vino acompañada de la institución de un juez de legisladores: los tribunales constitucionales. Las constituciones, así, pasaron de ser herramientas partidistas a ser el campo en que se desarrollaba el juego político
No sería hasta la segunda mitad del siglo XX, tras el desastre de las guerras mundiales y los totalitarismos fascistas y comunistas, cuando este nuevo modelo teórico impregnaría la cultura constitucional europea.
El transcurso de ambas guerras mundiales dio lugar al alumbramiento de los derechos humanos y, con ellos, el nuevo constitucionalismo. Siendo ello así, no es casualidad que, aún hoy, la mayoría de textos de derechos humanos que conocemos vieran la luz entre 1950 y 1990.
Esta cultura de los derechos humanos enriqueció sustancialmente el constitucionalismo formal e incluyó los derechos fundamentales dentro del ámbito sobre el que el legislador ordinario no puede decidir —lo que L. Ferrajoli denomina la esfera de lo no decidible (los derechos civiles y políticos) y/o la esfera de lo que hay que decidir (los derechos sociales)—.
La evolución de la democracia (paralela a la del constitucionalismo), que va desde la democracia formal a la democracia sustancial tiene un significado que hoy, en la Europa del siglo XXI, se halla en profunda crisis. La democracia formal se instituye con el sufragio universal y se erige en mecanismo decisorio de las cuestiones de interés general, estableciendo la regla de la mayoría como legitimadora de la acción política. Se apoya en el mito de que el pueblo siempre tiene razón, y que las mayorías no se equivocan, o propenden a no hacerlo, mito que cayó en la hoguera de los totalitarismos que alcanzaron el poder por medios democráticos (Mussolini en mayo de 1921, el Partido Nazi en marzo de 1933). A partir de ahí, los derechos humanos se erigen en el mínimo común en el consenso de la convivencia que irá calando en todas las constituciones de la segunda posguerra, a la par que cristalizando en convenios internacionales.
Democracia hoy no es, pues, la simple regla de la mayoría sino, también y sustancialmente, el respeto de los derechos humanos, y de las reglas básicas de convivencia; es decir, el respeto por los poderes del Estado de una esfera de lo no decidible por ellos mismos. Ello significa que en las actuales democracias las mayorías pueden equivocarse en muchas cosas, pero no en las que integran el núcleo esencial de la dignidad humana y la paz social: los derechos humanos.
II
Si posamos ahora la mirada en la Europa actual, constatamos que la arquitectura económica y elitista, profundamente antidemocrática de la Europa del Euro, ha sometido a los pueblos de Europa a una pérdida de soberanía sin precedentes, y ha terminado por convertir la política nacional de los Estados europeos en un campo de juego reducido, un ámbito de lo político degradado hasta el punto que es imposible distinguir las opciones de los partidos mayoritarios, unidos en el discurso económico y separados sólo por cuestiones económica y socialmente intrascendentes, como los distintos tipos de identitarismos religiosos, nacionalistas, culturales o lingüísticos, que gozan de mayor o menor predicamento entre una ciudadanía desencantada de la política y ávida de soluciones fáciles y rápidas tras cuatro años de crisis. Esta ciudadanía ve cómo la corrupción de la clase política no es la excepción, sino la regla y cómo el precio de la crisis derivada de la desregulación de los mercados se ha afrontado sustrayendo los recursos a los más desfavorecidos. El debate político hoy está judicializado y gira entorno a las causas de corrupción, lo que no es sino síntoma de que los partidos políticos en el poder han dejado de ser el corazón de la democracia para convertirse en su patología.
Por otro lado, en el marco de lo no decidible, que hasta ahora ocupaban los derechos humanos, ha entrado en tropel la gobernanza económica, que amplía su espacio en detrimento de tales derechos, pugnando por monopolizar la esfera de lo políticamente intocable, y arrojando a los derechos humanos al limbo de lo contingente y prescindible y, en todo caso, condicionados a lo económicamente factible.
Se ha incluido así en la esfera de lo no decidible lo económico, pasando el Estado del dogma humanitario al dogma económico, proliferando por doquier los gobiernos de pretendidos tecnócratas, que no dirigen, sino que "administran", y que no gobiernan, sino que obedecen, lo que ha provocado una búsqueda renovada de la identidad como refugio ante la pérdida de horizontes políticos aceptables.
En definitiva, la economía ha entrado por la puerta en casa de la política, mientras que la dignidad ha salido por la ventana y los habitantes de la casa buscan confusos su identidad perdida, su ser político.
En este contexto de degradación democrática, amplios sectores de la población se han lanzado a abrazar causas identitarias, que en la Europa actual toman la forma de nacionalismos. Ejemplos los encontramos en Escocia, Francia, Bélgica, Italia, Portugal, España, etc. Estos nacionalismos no nacen ahora; sin embargo, pocos discutirán que han cobrado renovado vigor con la crisis económica y democrática que vive Europa desde 2008.
Ante ello, cabría preguntarse si el refugio en las cuestiones identitarias puede ser camino de mejora social y convivencial o, al contrario, elemento de enfrentamiento entre las propias clases desfavorecidas.
Se habla así de la Europa de los pueblos como antagónica a la Europa de los mercados. Pero cabe hacer un inciso en tal dilema y cuestionarnos si sería aún mejor la Europa de los europeos que la de los mercados o la de los pueblos, o dicho de otra forma: ¿por qué el Estado-nación ha de ser mejor que el Estado-plurinacional?
Para responder a tal cuestión, hemos de empezar por constatar que el Estado-nación y el principio de nacionalidad (una nación, un estado) es decir, la identificación de la estructura de poder político con los elementos lingüísticos, históricos, culturales o tradicionales, vuelve a cobrar hoy renovado predicamento en la Europa de los tecnócratas. Pero hay que tener en cuenta que tales elementos, que siempre han existido, no siempre han jugado históricamente el papel fundamentador de la organización política, del Estado, por lo que históricamente no son necesariamente legitimadores del Estado, sino que sólo de forma ocasional o contingente cumplen tal función política.
El principio de nacionalidad vive su momento cenital con el apogeo liberal burgués, como bien describe Eric Hobsbawm, pues, en efecto, el Estado-nación tuvo su momento álgido en los siglos XIX-XX.
La nación surge como sujeto político en el XIX, al ser el nuevo titular de la soberanía, organizándose políticamente en una forma política histórica europea, el Estado, cuyos orígenes se encuentran en la Edad Moderna, en las empresas de distintas dinastías por afirmar su dominio en un determinado territorio
La experiencia del siglo XX nos debe enseñar que antes que los derechos de los pueblos están los derechos humanos, que dichos derechos, entre ellos el derecho a ser diferentes, son poco compatibles con legitimaciones nacional-identitarias del Estado, con pretensiones totalizantes culturales, lingüísticas, o identitarias predicables de todos los nacionalismos.
El respeto a la diversidad es incompatible con el asimilacionismo y las pretensiones homogeneizantes de las ideologías nacionalistas: una cultura, una nación, una lengua, un estado, una fiesta, un himno, una bandera, un dios.
El libre desarrollo de la personalidad o derecho a la búsqueda de la felicidad (que ya aparece en la Declaración de independencia americana de 1776), contenido mínimo irrenunciable de cualquier derecho positivo éticamente aceptable, no es hoy compatible con la fundamentación nacional de los Estados, en tanto que éstos gravitan sobre realidades sociológicamente complejas. No se puede pretender buscar la felicidad obligando al otro —ese otro a que se refiere Habermas— a que renuncie a su identidad, pues la diferencia de cada uno es condición esencial de su desarrollo vital. Por esa razón, de hecho, nunca han existido naciones puras, sino más bien comunidades imaginadas, de forma que han sido los Estados los que han fabricado las naciones como elementos étnico-lingüísticos o religiosos de legitimación política ahí donde existía una pluralidad social evidente.
Una frase de Massimo d'Azeglio, miembro del primer parlamento italiano y prohombre de la unificación italiana es bien expresiva: "Hemos hecho Italia, ahora tenemos que hacer los italianos". Lo que demuestra que el Estado hace a (o se vale de) la nación y no al revés.
Ello no significa negar la realidad de etnias, lenguas, culturas o tradiciones, sino afirmar que el principio de la nacionalidad ha supuesto y supone que el Estado adopta una nación de las existentes y la impone como oficial frente a las demás, como condición de su propia legitimación existencial-ontológica.
Paralelamente, observamos en otros ámbitos de la identidad humana, como son los sentimientos religiosos o el ateísmo, que la evolución del Estado (su humanización), ha supuesto la asunción del principio de laicidad, porque si bien históricamente la religión tuvo su momento de apogeo como aglutinante del poder político, la intercomunicación de las sociedades modernas ha hecho que el Estado deba aceptar la realidad sociológica del pluralismo religioso y, ante tal realidad, su única postura éticamente coherente con el libre desarrollo de la personalidad, no es sino el principio de laicidad. Este principio de laicidad es el que deberían adoptar los actuales Estados europeos y Europa misma frente a la pluralidad de naciones existentes en su interior, pues el sentimiento nacional de pertenencia a un grupo no es ni mejor ni peor que el sentimiento religioso, o, al contrario, que el ateísmo o el anacionalismo.
De esta forma, el principio una nación un Estado hoy ya no tiene sentido, como tampoco lo tiene el de una religión un Estado; es más, en sociedades cosmopolitas, plurales y ricas en etnias, religiones y lenguas la asimilación identitaria entra dentro de la esfera de lo no decidible por el Estado, salvo que el Estado en lugar de ser una herramienta para mejorar la vida de los hombres, convierta a éstos en su herramienta de transformación social homogeneizante, como medio de afianzamiento de su poder.
Por tanto, el principio hoy ha de ser el inverso al enunciado por D'Azeglio: Nos hemos hecho europeos, hagamos ahora Europa.
El Estado-nación cumplió su función histórica cuando en el siglo XIX fundó nuevos lazos de solidaridad entre personas que hasta entonces eran extrañas unas con otras, porque pertenecían a órdenes regidos por la familia, la dinastía, el gremio o la relación de vasallaje. El Estado nacional supuso una emancipación del ciudadano como miembro de la nación que le llevó a ser titular de derechos frente al Estado absoluto. Y, efectivamente, en ese contexto histórico lengua, historia y tradición jugaron un papel aglutinante decisivo para definir los grupos nacionales que surgían como Estados en el Derecho internacional y se oponían al antiguo orden de soberanías absolutas de legitimación teológica.
En el actual contexto socio-cultural el Estado nacional no cumple ni puede cumplir dicha función, por varias razones: el cosmopolitismo de las sociedades, su pluralidad cultural, la necesaria tolerancia de credo, cultura, lengua, tradición y fines como base imprescindible de la convivencia en sociedades interconectadas. Todas estas realidades sociológicas hacen inviable el elemento "nacional o etnográfico", como fundamento y legitimación de cualquier orden estatal.
Frente a esta visión cosificadora que el Estado nación otorga al pueblo como fuente legitimadora de derechos y convivencia, hay que oponer una visión de la intersubjetividad como el entendimiento recíproco de las personas como seres iguales y libres, con independencia del grupo "pueblo" al que pertenezcan.
El principio Estado-nación ha caído hoy en manos de la pluralidad, el cosmopolitismo cultural, las comunicaciones entre pueblos y la sociedad de la información. Pretender fundar el Estado en la nación lleva a considerar el Estado nacional homogéneo como algo normal y por tanto, la heterogeneidad es una anomalía a corregir: españolizar, normalizar lingüísticamente, asimilar, etc., son expresiones que suenan a menudo en estos contextos.
Pero, entonces, ¿cuál puede ser la fundamentación del Estado en la actualidad?
La razón, el pacto y el respeto de la indisponibilidad por el Estado de los derechos humanos inalienables. El republicanismo y el pacto federativo, que como dijera Proudhon es el pacto en cuya virtud los ciudadanos o los grupos en que se integran se obligan recíprocamente los unos con los otros, siendo esencia de ese pacto que se reserven más derechos de los que progresivamente se ceden y el derecho al libre desarrollo de la personalidad, el derecho a ser "el otro" en una sociedad con mayoría de "unos", es hoy un derecho inalienable que, por tanto, no puede pasar del individuo al Estado.
Esta es la única fuente de posibilitar con cierto grado de permanencia en el tiempo la convivencia de culturas diversas, con pretensión de seguir siéndolo y de convivir entre ellas. Evita las tensiones atávicas y reiteradas del estado-nación con sus siempre incómodas minorías; proporciona a los ciudadanos un mínimo común denominador que posibilita su identificación con los fines el estado desde su inherente diferencia, que el estado se encarga de respetar y, en fin, al ser su basamento la razón y ser los humanos, en general, razonables, posibilita el control del ejercicio arbitrario del poder que, al contrario, puede fácilmente derivarse de los mitos identitarios e irracionales.
Concluyendo: el Estado-nación ha muerto. La historia nos ha hecho europeos, hagamos ahora Europa a nuestra imagen y semejanza, y por tanto desde la esencial diversidad de los europeos. Toda comunidad política actual ha de partir de posturas laicas frente a los fenómenos nacionales, de respeto, pero sin pretensiones homogeneizantes que atenten contra el derecho fundamental a la diversidad y a la irrepetibilidad de los proyectos vitales humanos, que vienen precondicionados por sus distintas etnias, lenguas, orígenes y tradiciones. Europa debe superar el principio una nación un estado, como en su día superó el principio una religión un Estado.
No dejemos que las democracias vuelvan a suicidarse por mayorías nacionales o nacionalistas, adoptemos el laicismo nacional como en su día afirmamos el laicismo religioso, como única forma de pacto social éticamente aceptable para la configuración de cualquier comunidad autónoma, estado o federación.
[Carlos Hugo Preciado Domènech es magistrado de lo Social del TSJ Catalunya y profesor asociado de Derecho Penal de la URV de Tarragona]
31/10/2014
Fred Magdoff
Una economía ecológicamente sensata y socialmente justa
Hace dos semanas regresé de mi decimoquinta reunión de clase en el Oberlin College de Ohio. Las breves discusiones que tuve allí con estudiantes y profesores de medio ambiente me dejaron un poco confundido. Tanta gente buena e inteligente, tan preocupada, y haciendo lo que piensan y esperan que ayudará a sanar el medio ambiente (esta facultad tiene uno de los mejores programas de educación medioambiental del país). Sin embargo, quedé decepcionado y profundamente desanimado por la falta de discusión, o incluso de interés en tener una verdadera discusión continuada y debate, sobre la raíz de las causas de nuestros desastres medioambientales. No solo el cambio climático, sino también la contaminación del aire, el agua, el suelo y los organismos vivos, la pérdida de biodiversidad tanto sobre tierra como en el suelo, la extinción de especies y la sobreutilización y el mal uso tanto de los recursos renovables como de los no renovables.
Es como si hubiese un neumático pinchado con quizá mil agujeros y la gente estuviese trabajando en la mejor forma de parchear este o aquel agujero. Nadie parece considerar que el problema podría estar en el neumático mismo, que el diseño y los materiales utilizados no son los adecuados a la forma en que se está usando. Y, si este es el caso, por muchos parches que se pongan no se puede solucionar el problema del neumático pinchado. Es de capital importancia ser capaz de distinguir entre síntomas (que la mayor parte de la gente llama “problemas” o “crisis”) y causas subyacentes.
He chocado con esta confusión entre síntomas y causas subyacentes una y otra vez en la ciencia y en las prácticas agrícolas. Los suelos pueden ser propensos a la erosión, a almacenar poca agua, a hacer crecer cultivos que pueden ser susceptibles de enfermedades y plagas, a compactarse o tener una baja fertilidad. Los campesinos (y, por extensión, los especialistas) normalmente los consideran y los tratan como problemas individuales: usando pesticidas, montones de fertilizantes comerciales, regando con más frecuencia, usando equipamiento más pesado, etc. De hecho, he pasado una parte importante de mi carrera como científico del suelo ayudando a lidiar con los efectos colaterales negativos de una de estas respuestas: el uso excesivo de fertilizantes, especialmente de nitrógeno y fósforo. (Como nota al margen, mientras preparaba esta charla, unas increíbles 35 toneladas de nitrógeno en forma de nitrato, por valor de unos 35.000 dólares, fluían desde el río Raccoon, pasado Des Moines, Iowa, en su camino al Mississippi y la “zona muerta” del golfo de México. Este arrastre de nitratos del suelo debido a las grandes lluvias de primavera, en parte resultado del nitrato sobrante tras la sequía del pasado año [2012], fue básicamente una consecuencia del énfasis ecológicamente dañino, pero que da beneficios, en el cultivo de maíz y soja sin una rotación de cultivos ecológicamente sensata.)
Sin embargo, lo que he aprendido con el tiempo es que en realidad esto son síntomas de un suelo poco sano y un enfoque simplificado de la gestión del suelo y los cultivos. Lo mismo es cierto para el desempleo sin fin, la desigualdad y la pobreza, la necesidad sistémica de crecimiento perpetuo y la contaminación del aire, el agua, el suelo y los organismos. Por dañino que cada uno de ellos sea, son solo síntomas de un sistema económico que está esencialmente fuera de control. Por supuesto, las grandes corporaciones y los políticos que las representan intentan gestionar las leyes nacionales e internacionales, las regulaciones y los mercados de forma que les resulte más fácil ganar más dinero. Pero cuando las corporaciones y otros capitales privados toman decisiones que solo tienen en cuenta sus propios intereses, el sistema en su conjunto alterna entre periodos de crecimiento (que hoy en día son bastante mediocres) y periodos de recesión. Tratar solo los síntomas individuales no es suficiente para las tareas que necesitamos llevar a cabo, tanto crear suelos sanos como crear una sociedad humana y con base ecológica.
Uno de los temas olvidados en referencia al pensamiento y la acción sobre el medio ambiente —quizá el más crítico de todos— es, tomando prestada una frase del primer presidente Bush, la visión a largo plazo [the vision thing]. Al movimiento ecologista le falta cualquier tipo de visión significativa sobre cómo sería una sociedad verdaderamente sensata ecológica y socialmente justa y sobre cómo podría funcionar. No estoy hablando de un proyecto con todo tipo de detalles, sino más bien un acuerdo sobre las características esenciales de un sistema de este tipo. Sin una visión —incluida alguna idea de las partes esenciales de ese sistema—, las oportunidades de conseguir una sociedad así son prácticamente nulas. O, como señaló James Baldwin en un pasaje frecuentemente citado pero que sigue siendo muy apropiado: “No todo a lo que nos enfrentamos puede ser cambiado; pero nada se puede cambiar hasta que uno se enfrenta a ello”. En mi opinión, no estamos haciendo frente a la causa raíz de nuestros problemas y, hasta que lo hagamos, no habrá ninguna esperanza de poder resolver los problemas sociales y ecológicos a los que se enfrenta el mundo.
¿Por qué no remendar el capitalismo?
Antes de seguir con algunas características sugeridas de un sistema así —uno que sea ecológicamente sensato y socialmente justo—, parece que la mayor parte de los ecologistas pensasen que la respuesta es cambiar el capitalismo. Sin embargo, ninguno de los remiendos propuestos —con bancos, instituciones internacionales como el FMI o el Banco Mundial, regulaciones medioambientales, cooperativas obreras, intentando usar los mercados para reducir la contaminación, etc.— va al corazón del problema. Esto, por supuesto, no significa que deban abandonarse todos los intentos para comprar tiempo y ayudar a educar a otros mediante su participación en este o aquel activismo. No obstante, el problema principal es la fuerza motriz del capitalismo —su talón de Aquiles respecto al medio ambiente—, la acumulación infinita de capital, lo que implica una “destrucción creativa” perpetua. Producir y vender más cosas el próximo año y más aún el siguiente... para toda la eternidad [1]. En una economía así no puede existir la idea de “suficiente”. No puede haber un punto final a la producción y el consumo de cantidades cada vez mayores de cosas. Un capitalismo sin crecimiento es una contradicción en los términos.
Mucha gente sufre graves repercusiones cuando la expansión económica flaquea, porque solo mediante el crecimiento el capitalismo crea empleos para nuevos trabajadores y aquellos desplazados por la automatización (hoy por robots y programas informáticos). En el periodo entre 1949 y 2012, el paro aumentó en 21 de esos años, aproximadamente un tercio del tiempo. Durante esos 21 años la tasa media de crecimiento medio real anual del PIB fue solo del 0,8%. Aunque el ciclo de negocio no se corresponde exactamente con los años naturales, es evidente que se necesita un importante crecimiento real del PIB, alrededor de un 2% o más, para bajar la tasa de desempleo. El PIB de los EE.UU. crece hoy en día a un 2% aproximadamente, con un crecimiento del empleo relativamente flojo. En mayo de 2013 había todavía 2,3 millones de trabajadores menos que antes del inicio de la Gran Recesión hace cinco años y medio. Y hay aproximadamente 5,6 millones de personas menos trabajando a tiempo completo.
¿Qué supone para el medio ambiente este imperativo del crecimiento del capitalismo y la necesidad de tener que crecer para crear empleos? Casi todos los ecologistas entienden que necesitamos tener una economía que no crezca y siga siendo capaz de funcionar. Pero si la economía sigue creciendo a su anémica tasa actual, el PIB se doblará en 35 años (véase el gráfico 1). Si hubiera crecimiento a una tasa más sana, el PIB se doblaría en menos de 25 años. Aunque una duplicación del PIB implicaría sin duda más cosas producidas, más recursos usados y más contaminación, esto no significa necesariamente que se duplicasen.
Gráfico 1. Años para duplicar el PIB a diferentes tasas de crecimiento
Fuente: Calculado por el autor.
Solo por dar un ejemplo pequeño y más bien gracioso del problema, he aquí un pasaje de una sección del New York Times Magazine de 2013 (en un número dedicado a los inventos):
Booty Pop, ropa interior acolchada que hace que el trasero de una persona parezca mayor y mejor formado, una idea tan simple parece increíble que tuviese que esperar hasta 2008 para que alguien la perfeccionase ... Dos amigas ... estaban asombradas por la popularidad de la cirugía para elevar las nalgas y pensaron que debía de haber una forma más segura y más barata para que las mujeres consiguiesen el mismo efecto. Así, [una de ellas] pegó el acolchado de su sostén en un par de bragas, encontró un fabricante en Asia que produjese una versión que cumpliese sus especificaciones, y luego lo presentó al mundo en un programa de televisión por cable. Desde entonces han vendido casi dos millones de Booty Pops [2].
Una sociedad que permite (por no decir que fomenta) tal despilfarro de capital y recursos tanto humanos como naturales nunca será ecológicamente sensata y nunca será socialmente justa. No se trata, como algunos han dicho, de cambiar simplemente una “filosofía del crecimiento”, un “modelo de crecimiento”, un “paradigma de crecimiento”, una “ética de la dominación” o la insistencia en el crecimiento del PIB por parte de los economistas y los medios de comunicación. El imperativo de crecimiento del capitalismo no tiene nada que ver con filosofías, modelos, paradigmas, éticas o con los números en los que se centran expertos y economistas. Ni se puede “reinventar”, como algunos piensan, para que sea algo ecológicamente sensato y socialmente justo. Al contrario, es un sistema económico que tiene fuerzas internas básicas —sobre todo la búsqueda de beneficio y la competencia entre empresas— que operan de tal forma que promueven el crecimiento exponencial provocando simultáneamente enormes efectos negativos tanto sociales como ecológicos. Y cuando el crecimiento en este sistema falla, lo que Herman Daly define como “una economía de crecimiento fallida”, las formas más crueles de austeridad prevalecen, dando lugar a condiciones cada vez más desiguales y formas más brutales de explotación tanto de los seres humanos como de la Tierra.
De tanto en tanto, hasta un gran capitalista ve la debilidad del sistema. Tras mencionar los que cree que son los puntos fuertes del capitalismo (con algunos de los cuales yo discreparía), Jeremy Grantham, el filántropo medioambiental y legendario gestor de fondos, pasa a explicar lo siguiente: “Sin embargo, [el capitalismo] está muy mal preparado para lidiar con un pequeño puñado de problemas. Por desgracia, hoy son los problemas absolutamente centrales para nuestro bienestar e incluso nuestra supervivencia a largo plazo” [3].
Algunos piensan que el capitalismo debería ser salvado porque albergan la idea equivocada de que el capitalismo equivale a democracia. Hay, por supuesto, infinidad de ejemplos de dictaduras que fueron capitalistas (en muchos países del Sur, así como en España, Grecia, Alemania e Italia). A aquellos bajo la ilusión de que Estados Unidos es una democracia porque puedes votar cada cuatro años a un presidente (o a los miembros de la Cámara de Representantes cada dos años y del Senado cada seis), escogiendo entre candidatos de dos partidos entregados en cuerpo y alma a los intereses empresariales, les urjo a que lean un breve artículo de Joseph Stiglitz, “Del 1%, por el 1% y para el 1%”, así como muchas otras fuentes sobre la plutocracia estadounidense [4]. El desmantelamiento coordinado a escala nacional de uno de los ejercicios modernos más prometedores de derechos democráticos en los Estados Unidos —el movimiento Occupy— por ataques simultáneos de la policía en las zonas Occupy, indica la poca tolerancia que hay para expresiones de masas con puntos de vista disidentes. Y ahora, con el escándalo que acompaña a la publicación de Edward Snowden de documentos de la Agencia Nacional de Seguridad podemos comprobar hasta qué punto el gobierno de los EE.UU. espía a sus ciudadanos, así como a muchos otros en el extranjero —en clara violación de la Cuarta Enmienda de la Constitución—: “El derecho de los habitantes de que sus personas, domicilios, papeles y efectos se hallen a salvo de pesquisas y aprehensiones arbitrarias será inviolable, y no se promulgarán a tal efecto mandamientos que no se apoyen en un motivo verosímil, estén corroborados mediante juramento o protesta y describan con particularidad el lugar que deba ser registrado y las personas o cosas que han de ser detenidas o embargadas” [5].
No he oído ningún otro argumento sobre la naturaleza del sistema capitalista que haga a este tan bueno que merezca ser conservado. Es verdad que, como parte de su imperativo de crecimiento, hay una constante innovación para encontrar nuevos productos que vender o nuevos procesos de producción. Pero no hay motivo por el que no pueda haber innovación en un sistema no capitalista (si bien no del tipo caracterizado por una “destrucción creativa”). ¿Por qué no iba a haber gente en una sociedad ecológicamente sensata y socialmente justa que pensase en formas mejores —formas ecológicamente más sensatas— de hacer algo o aquellos comprometidos en la investigación científica no por el beneficio sino por el amor a la ciencia, la necesidad profunda de algunos de entender a un nivel más profundo, o solo por el beneficio de la humanidad (por ejemplo, en las ciencias de la salud)? Incluso hoy, mucha gente se implica en la innovación por motivos diferentes de los de una potencial recompensa monetaria.
Una economía ecológicamente sensata y socialmente justa se puede definir como aquella que fomenta que todo el mundo desarrolle su pleno potencial humano de tal forma que el medio ambiente —con toda su complejidad, ciclos esenciales y relaciones— permanezca intacto, en funcionamiento y saludable. En otras palabras, una economía diseñada para que esté al servicio de la humanidad, lo que incluye al medio ambiente del que nosotros y otras especies dependemos. Se trata de una economía que puede dejar de crecer y que puede funcionar bien en un estado estacionario, cubriendo a la vez las necesidades de la gente y las del resto del mundo natural.
Las ideas, características, principios y procedimientos sugeridos más abajo no son un cajón de sastre de posibilidades del que uno pueda escoger. Son más bien las diversas partes necesarias entre sí para que la economía y el sistema social funcionen de manera ecológicamente sensata y socialmente justa. Todas se adecuan a uno o más de los cinco atributos o pilares de un sistema natural fuerte: autorregulación; autosuficiencia; diversidad e interdependencia; eficiencia (o ciclado de energía y nutrientes mediante relaciones metabólicas fuertemente vinculadas), y resiliencia mediante la autorrenovación.
Principios sociales, económicos y ecológicos
1. Las decisiones económicas —qué invertir, y qué, cómo y dónde construir/producir— se toman democráticamente y con el propósito de cubrir las necesidades básicas de la población. Una de las necesidades básicas, por supuesto, es un medio ambiente local, regional y global sanos. Una sociedad de este tipo se orientará a potenciar que todo el mundo se esfuerce por alcanzar su pleno potencial humano. Todo el mundo puede vivir una vida cultural y socialmente rica, aunque con una modesta cantidad de cosas (por debajo de lo que se considera necesario para un “nivel de vida occidental de clase media”). Nótese el contraste: producción para cubrir las necesidades humanas frente a producción capitalista con el objetivo de vender en un mercado para generar un beneficio.
2. Los centros de trabajo (incluidas las granjas) estarán controlados y gestionados por los trabajadores y las comunidades donde radiquen. No habrá explotación económica de una persona sobre otra, y los miembros de la comunidad podrán participar en la producción desde sus propios patios traseros.
3. Una vez cubiertas las necesidades humanas básicas (materiales y no materiales) determinadas socialmente —y tras definir cuánto es suficiente—, la economía deja de crecer y tendrá solo efectos colaterales neutros o positivos para la sociedad.
4. Todo el mundo que pueda trabajar desempeñará un papel en la economía. Es importante que los individuos sientan que forman parte de la comunidad y la sociedad, y el trabajo proporciona uno de estos vínculos. Si se proporciona todo lo necesario para una existencia plena y decente, todos los que pueden participar en el suministro de bienes y servicios tienen una responsabilidad.
5. Los cargos de liderazgo (en la economía, la comunidad, la región, etc.) rotan entre la gente, y hay un sistema para la revocación fácil de los líderes/funcionarios elegidos.
6. Igualdad sustantiva entre la gente. Esto es esencial porque todos viviremos un nivel modesto desde el punto de vista de los bienes y servicios. En esta situación, que haya gente viviendo con un nivel de vida mucho más alto se vuelve socialmente inaceptable e insostenible. La gente tendrá vidas más ricas con menos cosas porque tendrá tiempo, asistencia y estímulo para desarrollar sus pasiones —en el deporte, la ciencia, la música, la danza, la escritura, la pintura, las manualidades o cultivando flores—, y un compromiso más pleno con la familia, los amigos y la comunidad. En una economía sin crecimiento, el compartir y la igualdad se convierten en medios para eliminar los restos de pobreza y asegurar que no reaparezcan.
7. Las interacciones entre las comunidades, las regiones y los países y dentro de ellos se basarán en principios de reciprocidad, solidaridad y ayuda mutua.
8. Una economía que tiene un objetivo social debe comportar una considerable gestión activa. Planificar las necesidades a corto —y largo— plazo empieza en el ámbito de la comunidad (como los más de 30.000 Consejos Comunales de Venezuela) y está entrelazado y coordinado con otras comunidades en un plan regional. Una vez que una economía tiene un propósito social —lo que se opone a individuos tomando decisiones dirigidas casi exclusivamente a obtener los mayores beneficios posibles—, no hay forma de operar racionalmente sin planificación. Por ejemplo, la producción necesaria tanto para la primera como para la segunda guerras mundiales se cumplió solo mediante la planificación (y recurriendo al racionamiento para el público). Estos planes fueron esenciales. Después de todo, dada la competición entre los distintos servicios militares y con las necesidades civiles también, ¿de qué otra forma se podía asegurar que una pieza concreta, pongamos por caso un conjunto de cojinetes, fuese a la fábrica correcta y en el momento justo para producir un avión necesario para el esfuerzo de guerra? Los mercados no pueden hacerlo. En ausencia de un sistema planificado para la producción y distribución, ¿cómo se puede asegurar que todo el mundo tenga una vivienda adecuada, agua potable, saneamiento, servicios de salud, ropa y suficiente comida? Puede haber mercados en una sociedad poscapitalista (como los hubo mucho antes de la existencia del capitalismo); en una economía de igualdad sustantiva, donde las necesidades básicas están cubiertas, los mercados pueden proporcionar alguna información a los planificadores. Cuando los artículos son escasos, por la razón que sea, el racionamiento asegurará que todo el mundo tenga una parte justa, como se hizo en los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial. (Básicamente ignorado por economistas y expertos, “el mercado” en las economías capitalistas es en realidad un poderoso sistema de racionamiento —racionamiento según los recursos individuales/familiares—. Todo el mundo puede teóricamente comprar las mercancías —por ejemplo un coche nuevo de alta gama—, pero no está al alcance de los pobres, incluso en los países ricos. Se considera que cerca de cincuenta millones de personas en los Estados Unidos experimentan “inseguridad alimentaria”, algo que es claramente el resultado del racionamiento en un país que produce abundantes cantidades de comida.)
Procedimientos: interacciones metabólicas ecológicamente sensatas con la naturaleza y los recursos
9. Toda comunidad y región debe esforzarse, dentro de lo razonable, por ser tan autosuficiente como sea posible con respecto a necesidades básicas como el agua, la energía, los alimentos y la vivienda. No es una llamada a una autosuficiencia absoluta, sino más bien un intento de construir comunidades resilientes y minimizar la necesidad del transporte a larga distancia. Está claro que no todo se va a producir en cada una de las comunidades, o incluso en cada ciudad, pero intentar ser tan autosuficiente como sea razonablemente posible puede seguir siendo un objetivo. La redundancia es una parte importante tanto de la autosuficiencia como de la resiliencia. Se necesitan varias personas en una comunidad con destrezas similares (no puede haber solo un electricista), y la redundancia de instalaciones productivas significa que, si algo le ocurre a una (por ejemplo un incendio), otras pueden sacar las castañas del fuego.
10. La energía utilizada procede de fuentes de energía renovable generada en el mismo momento (o muy recientemente) y se utiliza cerca de donde se produce.
11. Los métodos y objetivos de la producción industrial y de la construcción son tales que los bienes tienen una larga vida y pueden ser fácilmente reparados, readaptados y/o reciclados.
12. Los recursos no renovables serán conservados y usados con frugalidad y de forma que se puedan reciclar eficazmente mientras prosiguen los esfuerzos por reemplazarlos por renovables. Permítaseme dar solo dos ejemplos: uno es muy conocido y el otro es muy nuevo. El primero es que las legumbres se pueden cultivar en rotación para proporcionar nitrógeno a los cultivos de gramíneas (en lugar de usar fertilizante nitrogenado producido mediante gas natural). El segundo es un proceso relativamente nuevo mediante el que hifas de hongos reemplazan la espuma de polietileno como material para empaquetado y aislamiento [6].
13. La producción agrícola se llevará a cabo basándose en una gestión del hábitat del suelo y de aquello situado por encima del nivel del suelo que produzca plantas sanas más capaces de defenderse por sí mismas de enfermedades e insectos y de hacer crecer el hábitat de organismos beneficiosos. Se potenciarán las granjas integradas ganadero-agrícolas proporcionando un mosaico de hábitats, incluidos algunos relativamente vírgenes. Los animales de granja serán tratados con humanidad y se les permitirá hacer lo que normalmente querrían hacer y comer lo que normalmente comerían, en lugar de ser confinados bajo condiciones crueles y alimentados con maíz y soja envenenados con hormonas y antibióticos. Las granjas se basarán en las legumbres para el nitrógeno para los cultivos no leguminosos, así como un ciclado eficaz de nutrientes para la mayor parte de las necesidades de nutrientes. Las granjas integradas ganadero-agrícolas hacen que esto sea más fácil de cumplir [7].
14. Los nutrientes de los desechos humanos (y los desechos de animales de granja, como se mencionó arriba), incluidos los desechos corporales y los alimentos no utilizados o estropeados, se reciclarán en terreno agrícola con tanta eficacia y seguridad como sea posible.
15. Los recursos renovables se utilizarán de forma que mantengan el recurso base y no creen problemas para otras especies/recursos. Las comunidades locales gestionarán cooperativamente recursos naturales como los bosques cercanos y las pesquerías para perpetuarlos para futuras generaciones.
16. El rendimiento del trabajo no será un objetivo importante (como lo es en una economía en la que usar menos trabajo es una forma de aumentar los beneficios). Por ejemplo, una agricultura ecológicamente sensata y productiva —que se convertirá en algo esencial cuando el petróleo y los fertilizantes derivados del fósforo se acaben o se vuelva prohibitivo su uso para fines agrarios— tendrá más gente trabajando en granjas más pequeñas con más trabajo humano y animal. Estas granjas deberían ser capaces de producir altos rendimientos por hectárea y por input de energía, pero tendrán menores rendimientos por hora de trabajo.
17. Se potenciará que la gente viva cerca de donde trabaja y que use transporte público polifacético y eficiente cuando sea necesario. Se potenciará el uso de la bicicleta, y los automóviles privados tendrán un papel muy pequeño, si lo tienen, en el transporte.
18. Se utilizará el principio de precaución para evaluar y tomar decisiones sobre nuevos procedimientos, sistemas de producción y materiales, así como para evaluar cualquier producto químico utilizado por la sociedad (con el objetivo de comprobar la seguridad para los humanos y el resto del medio ambiente antes de su introducción).
Vivir en una sociedad ecológicamente sensata y socialmente justa
19. Las comunidades y regiones desarrollarán procesos abiertos y democráticos para la toma de decisiones sobre necesidades de infraestructura así como otras inversiones. Es preciso desarrollar métodos para que las comunidades y regiones trabajen juntas para resolver problemas y compartir recursos.
20. La educación y las interacciones entre las personas dentro de las comunidades y entre ellas se esforzarán en potenciar las características humanas y éticas que se adecuen mejor a una sociedad ecológica y justa.
21. Las personas tendrán tiempo suficiente para desarrollar sus diversos intereses. La gente trabajará significativamente menos que la jornada laboral de “ocho horas”, porque buena parte de lo que se hace ahora no es socialmente útil para la sociedad en general y sería considerado un desperdicio en un sistema más racional. Esto incluye los coches de lujo o los yates, buena parte del sistema financiero, el complejo militar-industrial y de inteligencia (el ejército estadounidense es uno de los principales destructores del medio ambiente), el complejo industrial de prisiones, los esfuerzos constantes por cambiar las modas y los productos para inducir a comprar, los esfuerzos por vender en todas sus vertientes, etc. Socialmente inútiles —incluso dañinos—, los productos y programas constituyen una parte muy importante de la economía de los EE.UU. y utilizan en general un porcentaje similar de los trabajadores —quizá hasta la mitad de la fuerza de trabajo— y al menos la misma cantidad de las materias primas utilizadas. Todos somos capaces de mostrar un amplio abanico de rasgos, desde los más brutales a los más altruistas. No existe una “naturaleza humana” abstracta divorciada de la sociedad en la que la gente vive. Son la sociedad en general, la forma en que funciona la economía y la propia familia lo que potencia o incluso exige (para tener éxito) algunas de estas características y/o conductas mientras disuade de otras. En el capitalismo, algunas de las características más importantes, como la competitividad, el individualismo y la avaricia, se potencian y se recompensan. Esto lleva a poner los intereses individuales (y empresariales) por encima de los de la sociedad.
22. Para que una sociedad socialmente justa y ecológica funcione, se deben hacer esfuerzos educativos para potenciar la compasión (en lugar del individualismo desnudo), la cooperación (en lugar de la competitividad), la reciprocidad y el compartir (en lugar de la avaricia y el consumismo), el amor por la naturaleza en toda su complejidad y belleza (en lugar de pensar en la naturaleza básicamente según su potencial utilidad para producir mercancías) y el igualitarismo (en lugar de esforzarse por ir por delante de los otros). Esto significa trabajar activamente para crear una nueva ética hacia la tierra, el medio ambiente en general, hacia nuestros congéneres, nuestras comunidades y las otras especies con las que compartimos este planeta. El tiempo adicional que la gente tendrá para otros propósitos que no sean trabajar permitirá más actividades comunitarias, interacciones con otros fuera de la familia y el trabajo, y apreciar el mundo natural en toda su complejidad.
Reflexiones finales
He esbozado algunas de las principales características que creo que son esenciales para una economía y una sociedad ecológicas y socialmente humanas y justas. Son incompatibles, en casi todas sus formas, con una economía capitalista. Deshacerse paso a paso del capitalismo en una revolución necesariamente larga no traerá consigo automáticamente un cambio social o ecológico positivo. Este cambio se producirá solo si una gran parte de la población cree y lucha por una sociedad medioambientalmente sensata y socialmente justa, y supondrá un enorme cambio en casi todas las actividades humanas y las formas de pensar y actuar, incluido cómo nos relacionamos unos con otros e interactuamos con el medio ambiente. Será necesaria una nueva ética para que esta nueva sociedad funcione. No es una tarea fácil, pero ¿cuál es la alternativa? Un sistema que, cuando funciona con normalidad, destruye las bases mismas de la vida mediante la explotación, el despilfarro y la avaricia es por definición un sistema caduco. Esto no es un argumento en favor de no hacer nada en el aquí y ahora. Deberíamos ayudar a detener la construcción del oleoducto Keystone XL y animar a las universidades y otras organizaciones a desinvertir en compañías asociadas a los combustibles fósiles y luchar por los derechos medioambientales de las comunidades pobres. Podemos usar estas luchas para ayudar a educar a otros en que para solucionar la crisis ecológica global en todas sus ramificaciones, es necesario otro sistema.
¿Es esto una “utopía” inalcanzable? Creo que si alguna vez llega a convertirse en una realidad, una economía y una sociedad que sean ecológicamente sensatas y socialmente justas tendrán que encarnar muchas de las características que he descrito arriba. No cabe duda de que no sucederá en un futuro próximo. Pero sostengo que no es más utópico que pensar que los poderes financieros y otras grandes empresas y sus representantes gubernamentales os permitirán hacer grandes cambios en el sistema financiero o en la forma en que opera el comercio internacional. ¿Cuáles son las posibilidades de, como algunos economistas ecologistas han sugerido, forzar a los bancos a tener unas reservas muy altas (algunos han dicho que del 100%) de forma que no puedan crear cantidades significativas de deuda o hacer grandes modificaciones en la forma en que trabaja el Banco Mundial y las reglas de la Organización Mundial de Comercio para que potencien la igualdad y la justicia medioambiental? Creo que estas ideas son quizá más utópicas que la posible creación de una nueva sociedad. Como explicó una vez la economista Joan Robinson: “Cualquier gobierno que tuviese tanto el poder como la voluntad de remediar los principales defectos del sistema capitalista tendría la voluntad y el poder de abolirlo completamente” [8].
Se ha dicho, en mi opinión acertadamente, que la mayor parte de la gente de esta sociedad puede imaginar con más facilidad el fin del mundo que el fin del capitalismo. Temo que la barbarie pueda ser el destino que les espera a nuestros nietos y a sus hijos a menos que podamos cambiar esa forma de pensar y empezar a concebir —y a trabajar en ellas— una economía y una sociedad bajo un control verdaderamente democrático cuyo único propósito sea satisfacer las necesidades humanas básicas, que, como he subrayado muchas veces, incluye un medio ambiente sano y floreciente.
Notas
[1] Sobre el imperativo de crecimiento del capitalismo, véase el capítulo 3 en Fred Magdoff y John Bellamy Foster, What Every Environmentalist Needs to Know About Capitalism (Nueva York: Monthly Review Press, 2011).
[2] Hugo Lindgren, “If you were trying to name the greatest invention in human history it would be”, New York Times Magazine, 7 de junio de 2013, http://nytimes.com.
[3] Leo Hickman, “Jeremy Grantham On How to Feed the World and Why He Invests in Oil”, Guardian Environment Blog, 16 de abril de 2013, http://guardian.co.uk.
[4] Joseph E. Stiglitz, “Of the 1%, by the 1%, for the 1%”, Vanity Fair, mayo de 2011, http://vanityfair.com.
[5] “Fourth Amendment”, http://law.cornell.edu.
[6] Laura Shin, “Using Fungi to Replace Styrofoam”, New York Times, “Green” blog, 13 de abril de 2009, http://green.blogs.nytimes.com.
[7] Para más información sobre prácticas ecológicas de gestión del suelo y de cultivos, véase Fred Magdoff y Harold van Es, Building Soils for Better Crops, 3ª ed. (Waldorf, MD: Sustainable Agriculture Research and Education Program, 2010). Este libro y otros del programa SARE pueden encontrarse gratuitamente en http://sare.org/learning-center/books.
[8] Joan Robinson, “Review of R. F. Harrod, The Trade Cycle”, Economic Journal, vol. 46, nº 184 (diciembre de 1936), pp. 691-693.
[Fred Magdoff es profesor de la Universidad de Vermont. Es coautor con John Bellamy Foster de What Every Environmentalist Needs to Know About Capitalism (Monthly Review Press, 2011). Este ensayo fue publicado originalmente en el número de septiembre de 2014 de Monthly Review. La traducción al castellano es de Carlos Valmaseda]
15/10/2014
Xavier Bohigas
Una ojeada al terrorismo nuclear
Este ensayo de Xavier Bohigas, miembro del Departamento de Física e Ingeniería Nuclear de la UPC y del Centre Delàs d’Estudis per la Pau, fue publicado en el n.º 120 de mientras tanto (2013). Presentamos aquí una versión del texto sin las notas al pie para facilitar su lectura. El lector interesado en descargarse la versión original con las notas al pie y las referencias bibliográficas, puede ir a: http://upcommons.upc.edu/e-prints/bitstream/2117/21632/1/TerrorismoNuclear_mt120_UPCommons.pdf.
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Qué es el terrorismo nuclear
El 6 y 9 de agosto de 1945 los EE.UU. lanzaron dos bombas nucleares sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki. Las consecuencias sobre la población civil fueron terribles: causaron más de 250.000 muertes antes de que trascurrieran dos meses, otras 500 mil víctimas a raíz de su exposición a la radiación posterior, además de más cuatro millones de afectados entre los heridos y enfermos a causa de las explosiones. Las víctimas supervivientes del bombardeo (hibakushas) siguen padeciendo las consecuencias de la radiación. Aún hoy hay gente que sufre enfermedades de tipo cancerígeno debido a la radiación.
Al poco tiempo de estas explosiones, la clase política norteamericana empezó a plantearse la posibilidad de que otros estados pudiesen construir bombas nucleares y amenazasen con utilizarlas contra los EE.UU. y, por otro lado, también se especulaba con la posibilidad de que actores no estatales consiguiesen usar bombas nucleares contra la población civil o contra intereses norteamericanos. Las discusiones sobre terrorismo nuclear se reactivaron en la década de los setenta, como consecuencia del incremento de actos de terrorismo internacional.
El término “terrorismo nuclear” indica el uso o la amenaza de utilizar materiales radioactivos, o usar dispositivos fabricados con ellos, de forma intencionada en actos de terrorismo; y también incluye los ataques convencionales a instalaciones nucleares.
El término “terrorismo nuclear” lo asociamos, normalmente, a la utilización de una bomba nuclear por parte de un grupo o agente no estatal. Pero también puede tomar otras formas diferentes. No es necesario hacer explotar una bomba nuclear para provocar consecuencias similares a una explosión nuclear. Los expertos apuntan que, en el caso de que un agente no estatal quisiese provocar un desastre atómico, la opción más probable sería la utilización de las llamadas bombas sucias. Una bomba sucia es una bomba accionada con explosivo convencional cargada con material radioactivo que se esparce a consecuencia de la explosión. A esta posibilidad hay que añadir el ataque con armamento convencional a un polvorín que tenga armas nucleares, un almacén de residuos nucleares, un almacén de combustible nuclear o a una central nuclear de producción de energía eléctrica en funcionamiento. En estos casos también se podría producir una importante emisión de radiación.
La construcción de una bomba nuclear no representa una gran dificultad tecnológica: un grupo de ingenieros la podrían diseñar sin excesivas dificultades. El principal problema, para un grupo no estatal que quisiese construir una bomba nuclear, sería la obtención del material necesario para conseguir una explosión nuclear. Para ello se necesita el material fisible conveniente (uranio o plutonio altamente enriquecidos). No existe un mercado libre de estos materiales, por lo que el grupo debería obtenerlo en el mercado negro o robarlo. Así, pues, la principal dificultad para construir una bomba nuclear reside en la adquisición del material nuclear adecuado.
El Belfer Center de la Universidad de Harvard publicó un informe muy completo sobre seguridad nuclear y señalaba cuatro puntos a tener en cuenta. La primera es que Al-Qaeda ha intentado obtener material nuclear, si bien no lo ha conseguido hasta el momento. Segundo, si un grupo terrorista hubiese sido capaz de obtener suficiente material radioactivo podría construir una bomba. Tercero, a pesar de que los grupos terroristas no puedan obtener material nuclear altamente enriquecido, sí que tienen la posibilidad de robarlo. Y cuarto, que el contrabando nuclear es muy difícil de combatir.
Incidentes relacionados con el terrorismo nuclear
Existe la idea de que las instalaciones nucleares, tanto civiles como militares, son recintos que cuentan con enormes medidas de seguridad que los hace muy seguros, por no decir invulnerables. Pero la realidad dista de este punto de vista, pues se han dado diversos incidentes relacionados con ataques a instalaciones nucleares. Por otro lado, diversos informes apuntan que grupos terroristas han hecho pasos para conseguir material nuclear, incluso bombas. Otro dato a tener en cuenta es el tráfico ilícito de materiales nucleares, que harían posible que un grupo no controlado adquiriese el material necesario para construir una bomba. A continuación comentamos algunos de estos incidentes.
Personas acusadas de planear ataques nucleares
En noviembre de 2006, The Guardian informaba que el servicio de inteligencia británico creía que Al-Qaida intentaba obtener la tecnología para atacar a Occidente y que una célula planeaba usar armas nucleares contra ciudades del Reino Unido. Un ciudadano británico fue encarcelado por planificar estos ataques, según el mismo diario. En algunos de los documentos secretos obtenidos por WikiLeaks, se relata que comandos de Al-Qaida aseguraban que disponían de una bomba nuclear que podría hacer explotar en caso que se capturara o matara a Bin Laden. En 2007, la FBI afirmó en una nota de prensa que una persona planificaba hacer explotar bombas nucleares en diferentes ciudades de EEUU.
Ataques a instalaciones militares
En 2007, cuatro personas entraron en la instalación de investigación nuclear de Pelindaba en Sudáfrica, desactivando diversas barreras de seguridad. En la instalación se almacenaban centenares de kilogramos de uranio útil para usarlo en armas nucleares (se podrían construir 25 bombas). Los asaltantes llegaron hasta el centro de control de la instalación, robaron un PC y escaparon después de un tiroteo con un guarda de seguridad.
Entre 2007 y 2008 hubo, al menos, tres ataques a instalaciones nucleares paquistaníes. Uno de ellos se realizó en el almacén de misiles nucleares de Sargodha, otro en la base aérea de Kamra y un tercero en el principal complejo de armamento nuclear en Wah. Estos ataques incluso sorprendieron a los expertos en terrorismo. Estos ataques se produjeron después que Pakistán hubiese tomado medidas para mejorar la seguridad de sus instalaciones contra posibles ataques, sobre todo por parte de los EEUU o India.
En agosto de 2012, la base de la fuerza aérea pakistaní de Kamra, cerca de la capital Islamabad, donde expertos occidentales consideran que se almacenan armas nucleares, sufrió un ataque por parte de ocho personas. Esta misma base había sido atacada anteriormente en tres ocasiones, en 2007 cuando un suicida atacó un autobús cerca de la entrada, en 2008 cuando militantes dispararon varios cohetes, y en 2009, cuando un atacante suicida en bicicleta se inmoló en una carretera de acceso. El último ataque, el de 2012 ya citado, fue similar al asalto perpetrado a una base militar en Karachi, en mayo de 2011, en el que se destruyeron al menos dos aviones y 10 personas murieron. No hay evidencia de que en esta base hubiese armas nucleares. Este ataque tuvo una gran repercusión en los medios de comunicación, pues evidencia las débiles medidas de seguridad de las instalaciones militares paquistaníes. Después del ataque, las autoridades paquistaníes insistieron que sus bases militares, y en particular las que almacenan armas nucleares, son seguras.
Las instalaciones nucleares paquistaníes siempre han despertado preocupación debido a sus débiles medidas de seguridad. Cuando Pakistán empezó a desarrollar su programa nuclear, en las décadas de los 70 y 80, consideró que el riesgo principal de ataque vendría de la India. Por esta razón, con pocas excepciones, situó la mayoría de las infraestructuras nucleares en el este y el norte del país. Según muchos especialistas esta preocupación se ha visto incrementada, porque la zona donde se hallan las instalaciones militares nucleares está actualmente dominada por militantes talibanes que podrían estar interesados en llevar a cabo ataques contra estas instalaciones. No se descarta que extremistas islámicos intentasen robar alguna arma nuclear en Pakistán.
Según los expertos, la probabilidad de que grupos terroristas obtengan una bomba nuclear es pequeña, pero añaden que el lugar del mundo donde hay mayor probabilidad de que se produzca una crisis nuclear es Pakistán , pues es una región de gran inestabilidad política con grupos extremistas en la zona (algunos, como Lashkar-e-Taiba con estrechas relaciones con miembros del ejército).
El ataque a las instalaciones nucleares militares en Pakistán ha puesto de manifiesto, por un lado, la realidad de un posible ataque por parte de actores no estatales a instalaciones militares nucleares y, por otro lado, la débil protección de estas instalaciones en Pakistán. Ambas constataciones se consideran una amenaza a la seguridad mundial. Un estudio del Servicio de Investigación del Congreso de los EEUU señala que, a pesar de que Pakistán ha adoptado diferentes medidas para mejorar la seguridad de sus instalaciones en los últimos años, estas no parecen que sean suficientes.
Contrabando nuclear
Existen dos bases de datos que recogen los casos de contrabando nuclear: la Illicit Trafficking Database del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) y la Database on Nuclear Smuggling, Theft, and Orphan Radiation Sources de la Universidad de Salzburgo. Ambas coinciden en señalar a Rusia como el origen del material de contrabando y a Turquía como su destino preferido. La región del Mar Negro es, pues, el centro mundial del mercado negro nuclear. En la mayoría de los casos, han sido los trabajadores de un programa nuclear quienes han robado el material nuclear. Hasta la fecha, los intentos conocidos de contrabando nuclear no han tenido éxito. Y, en estos casos, se ha descubierto a los culpables por su poca experiencia en encontrar un posible comprador o por desconocimiento de los métodos para sacar el material del país. Algunos especialistas señalan que Corea del Norte podría ser una fuente potencial de materiales y tecnología para grupos terroristas.
Es de destacar el caso de Abdul Qadir Kahn, el impulsor del programa nuclear paquistaní. En 2004 reconoció haber participado en una red de contrabando nuclear y haber vendido tecnología y conocimiento nucleares a Corea del Norte, Irán y Libia. Fue encarcelado y posteriormente puesto en libertad en 2009.
El OIEA puso en marcha en 1995 un sistema para recoger información sobre incidentes y tráfico ilegal de materiales nucleares. Tiene registrados 2.164 incidentes entre los años 1993 y 2011. Hay que destacar que 16 casos estaban relacionados con la posesión o tráfico de uranio o plutonio altamente enriquecido (material adecuado para la fabricación de bombas nucleares). Durante 2011, se registraron 147 incidentes, cuatro de los cuales relacionados con material radioactivo altamente enriquecido. De estos datos se deduce que los estados no tienen medidas de control y seguridad suficientemente efectivas para evitar el tráfico ilegal de materiales radioactivos, incluido el uranio altamente enriquecido (HEU) que se usa en la fabricación de bombas nucleares. Y, por otro lado, el hecho de que exista este tráfico ilegal demuestra que existen actores interesados en adquirir éstos materiales.
Parece difícil que un grupo terrorista pueda robar una bomba nuclear, aunque ya hemos dicho que el caso paquistaní genera muchos recelos. La amenaza más plausible radica en el robo de materiales nucleares altamente enriquecidos, con los que se podría construir una bomba nuclear -se necesitan entre 25 y 50 kg de uranio o plutonio altamente enriquecido-. La reserva actual mundial de uranio altamente enriquecido y plutonio asciende, aproximadamente, a unas 2.300 toneladas (suficientes para fabricar 200.000 bombas nucleares). Este material se encuentra en centenares de edificios en más de 40 países, con unas medidas de seguridad que van desde “excelentes” en algunos sitios, hasta “horribles” en otros.
En el informe Securing the Bomb 2010¸ del Centro Belfer, se dice que es urgente que todos los estados adopten normas claras, y que se apliquen correctamente, con el objetivo de proteger las amenazas en materia de seguridad nuclear.
Una bomba nuclear en manos de terroristas
Existen diferentes maneras para que un grupo no estatal pueda realizar un ataque terrorista con bombas nucleares.
Robo de una bomba nuclear operativa
Una posibilidad sería que el grupo robase una bomba nuclear operativa. Esta opción parece poco probable, pues las armas nucleares están bajo la protección de las fuerzas armadas estatales y suelen estar almacenadas bajo estrictos controles de seguridad, con la salvedad del caso paquistaní que ya hemos comentado. A pesar de ello, un grupo podría hacerse con un arma nuclear aprovechando errores en su vigilancia, sobretodo en su transporte entre destinos diferentes o bien aprovechando un accidente. Recordemos dos casos en que ello hubiera sido posible. Uno tuvo lugar en agosto de 2007, en EEUU, cuando un bombardero que debía transportar misiles sin cabezas nucleares, fue cargado (cabe pensar que por error) con seis misiles con cabezas nucleares. El avión voló hasta su lugar de destino y los misiles quedaron olvidados en la pista de aviación durante más de veinticuatro horas. Y el segundo es el incidente de Palomares donde, en 1966, cayeron cuatro bombas nucleares desde un avión que estaba repostando combustible en vuelo. Tres de ellas fueron localizadas y recuperadas en pocas horas, pero la cuarta no se recuperó hasta pasados 80 días después del accidente. En ambos casos, un grupo hubiese podido aprovechar la situación para hacerse con alguna de esas armas nucleares. Por tanto, a pesar de que se considere esta opción altamente improbable, no se debe descartar.
El informe del Centro Belfer advertía que Pakistán es el país que tiene más posibilidades de ser atacado por un grupo extremista (islámico, aclara el informe) que quiera conseguir una arma nuclear, debido a sus débiles medidas de seguridad. Los expertos indican que el peligro ha aumentado a causa de la carrera armamentística entre India y Pakistán. Antes hemos comentado algunos incidentes en instalaciones nucleares paquistaníes. Por tanto hemos de considerar que el robo de un arma nuclear no se trata de una simple hipótesis sino de un peligro real.
Fabricación de una bomba
La fabricación de una bomba nuclear requiere, por un lado, un cierto grado de sofisticación en su diseño y, por otro, es necesario disponer del material fisible adecuado (que puede ser uranio, o plutonio, altamente enriquecidos, por encima del 90%) en cantidad suficiente para asegurar la explosión nuclear. Construir una bomba nuclear fiable, compacta y eficiente -como las que mantienen los estados nucleares-, o que se pueda montar en un misil, representa un reto tecnológico importante. Pero fabricar una bomba nuclear casera, sin las prestaciones sofisticadas que requieren las armas que tienen los estados nucleares, está al alcance de cualquier ingeniero interesado en el tema. La dificultad mayor a que se enfrentaría un grupo no estatal que quisiese fabricar una bomba nuclear sería la obtención del uranio o plutonio altamente enriquecidos necesario para asegurar su explosión. Entre los numerosos casos de contrabando nuclear que comentábamos, algunos corresponden a uranio o plutonio altamente enriquecido. No se puede descartar, pues, que un grupo terrorista adquiera o robe suficiente material para construir una bomba nuclear.
Seguramente, la opción más asequible para un grupo terrorista sea la construcción de una bomba sucia. Una bomba sucia es una bomba convencional que disemina material radioactivo. La complejidad tecnológica de la fabricación de una bomba de estas características no es muy grande. El principal problema consiste en obtener el material radioactivo necesario. Una bomba de este estilo no necesita uranio o plutonio altamente enriquecido. Sería efectiva equipándola con cualquier tipo de material radioactivo (cesio-137, cobalto-60, iridio-192, estroncio-90, uranio o plutonio). Así, no se produciría una explosión nuclear como la de Hiroshima, pero la diseminación del material radioactivo provocaría un desastre humanitario y medioambiental de gran transcendencia, parecido a los desastres nucleares de Chernóbil y Fukushima que, sin que hubiese ninguna explosión nuclear, provocaron catástrofes de grandes dimensiones.
El material radioactivo para montar una bomba sucia se podría obtener del combustible utilizado en las centrales nucleares de generación de electricidad, que se almacenan en las piscinas de refrigeración situadas dentro de la misma central nuclear, o en almacenes temporales de materiales radioactivos. El transporte desde la central de origen al almacén de destino proporciona una ocasión de relativa facilidad para la obtención del material radioactivo por parte de grupos no estatales. Los reactores nucleares de aplicación médica utilizan materiales radioactivos de mayor pureza que los usados en las centrales de generación de electricidad. Estos también se podrían utilizar para fabricar una bomba sucia.
Ataque a una central nuclear
Un ataque a una central nuclear de generación de electricidad podría provocar una fuga radioactiva, con el consiguiente desastre medioambiental, humano y económico, de una magnitud similar a la de la explosión de una bomba nuclear (si no contamos el efecto inmediato debido a la explosión). Dos son las partes más sensibles: el núcleo del reactor de la central y las piscinas de almacenamiento de combustible gastado.
El contenedor del núcleo del reactor de las centrales nucleares de generación de energía eléctrica está construido de forma que pueda soportar el impacto de un avión comercial. Pero un estudio del Argonne National Laboratory muestra que el edifico contenedor del reactor difícilmente podría resistir el fuego provocado por el combustible derramado. No es, pues, imposible que un ataque pudiese dañar no solo el edifico del reactor sino incluso la protección del contenedor del reactor, lo cual podría provocar la fuga radioactiva y un desastre nuclear de gran magnitud.
Se llegaría a un desastre similar mediante la interrupción de algunos servicios auxiliares del reactor, como por ejemplo el circuito refrigerante del reactor. El accidente de Fukushima fue debido, en última instancia, a la interrupción del sistema eléctrico que hacía funcionar el sistema de refrigeración de los reactores afectados.
Pero no es necesario destruir la protección del reactor nuclear para provocar un desastre atómico. El combustible nuclear, una vez gastado, es altamente radioactivo, por lo que debe permanecer almacenado en grandes piscinas en la misma central nuclear, con el objetivo de disminuir su actividad radioactiva. La destrucción de estas piscinas ocasionaría la liberación a la atmosfera de parte de dicho material radioactivo, con la consiguiente repercusión medioambiental, sanitaria, humana y económica.
Las centrales nucleares de generación de energía eléctrica no han sido inmunes a incidentes reivindicativos. Así, recientemente, en 2012, un activista de Greenpeace sobrevoló la central de Bugey (Francia) con un paramotor y lanzó una bengala sobre el edifico del reactor. Otro activista entró en la central de Civaux (Francia) y permaneció escondido durante una hora dentro del recinto. En 2011, un grupo de activistas entraron al amanecer en la central nuclear de Cofrentes (País Valencià), llegaron hasta la torre de refrigeración donde pintaron el mensaje “peligro nuclear” y permanecieron hasta las cuatro de la tarde cuando fueron detenidos. En 2003, 30 activistas entraron en la central de Sizewell (Gran Bretaña).
Anteriormente, en 2002, 40 activistas irrumpieron en la central nuclear de Zorita (España), seis de ellos escalaron la cúpula del reactor. En 2001, treinta activistas entraron en una central nuclear en Australia. La lista de ocupación pacífica de centrales nucleares es mucho más larga, aquí citamos algunos casos a modo de ejemplo. Estas acciones demuestran la vulnerabilidad de las centrales nucleares. Si activistas pueden entrar sin demasiados problemas en una central para denunciar el uso de la energía nuclear y las escasas medidas de seguridad de estas instalaciones, también lo podrían hacer fácilmente otros grupos con objetivos diferentes.
Por otro lado, actores no estatales han realizado varios ataques a centrales nucleares. En ninguno de ellos se produjo una fuga radioactiva. En 1973 se llevó a cabo un ataque contra la central nuclear argentina de Lima cuando aún no estaba acabada. En 1977, ETA hizo explotar varias bombas que dañó la cubeta del reactor de la central en construcción de Arminza (Euskadi). En 1982 se lanzaron cuatro cohetes antitanque contra el reactor de la central en construcción de Malville en Francia, que resultó dañado. Y también en 1982 fue atacada la central en construcción de Melkbosstrand en Sudáfrica.
Pero también actores estatales han atacado instalaciones nucleares de varios países. Así, Irak ha sufrido varios ataques contra sus instalaciones nucleares. Durante la guerra entre Irán e Irak de 1980-88, Irán bombardeó instalaciones nucleares iraquíes. En 1981, Israel bombardeó el reactor casi acabado de Osirak situado cerca de Bagdad. Y en 1991 y 2003 fue EEUU quien atacó las instalaciones iraquíes. Israel atacó, en 2007, la central nuclear siria de al-Kibar. Las autoridades israelíes argumentaron que Siria podría llegar a fabricar una bomba nuclear. Parece ser que Corea del Norte había ayudado a Siria en la construcción de ese reactor. Cualquiera de estos ataques hubiese podido provocar un desastre atómico en el caso que el reactor hubiese estado cargado de combustible y en funcionamiento.
La Nuclear Threat Initiative evaluó los estados atendiendo a las condiciones de seguridad de sus almacenes nucleares. Se evaluaron 32 estados, aquellos que tenían, como mínimo, un quilogramo de uranio o plutonio altamente enriquecido. El último lugar correspondía a Corea del Norte, precedido de Pakistán, Irán y Vietnam (tiene un reactor de investigación). Los anteriores eran India, China e Israel. El mejor clasificado fue Australia.
Todos estos incidentes demuestran que las actuales centrales nucleares pueden sufrir ataques y que sus medidas de protección y seguridad son insuficientes para evitar un ataque intencionado. Tengamos en cuenta que, actualmente (principios de 2013), hay 437 reactores nucleares operativos conectados a la red eléctrica en 30 estados, según los datos de la Agencia de Energía Nuclear. Por lo que la posibilidad de que se pueda realizar un ataque a una central nuclear es alta.
Consecuencias de un ataque nuclear
Si la explosión nuclear se produjera en un centro urbano, como en el caso de Hiroshima y Nagasaki, las consecuencias serían terribles. El Departamento de Seguridad Nacional de los EEUU ha calculado que los daños producidos por una bomba de 10 kT (similar a la lanzada sobre la población de Hiroshima) lanzada sobre Washington mataría entre 15.000 y 30.000 personas de forma inmediata, heriría o mataría más de 200.000 personas a causa de la exposición a la radiación a corto plazo y causaría unos 50.000 casos de cáncer, de los cuales 25.000 serían mortales a causa de la exposición a la radiación a largo plazo. La explosión de una bomba de 300 kT en Trafalgar Square, en Londres, en un día laboral podría causar 240.000 muertos y 420.000 heridos.
Otro artículo hace el cálculo de las consecuencias de la explosión de una bomba nuclear de 12,5kT en el puerto de Nueva York. La explosión y los efectos térmicos supondrían 52.000 muertes de forma inmediata, 44.000 casos de enfermedades provocadas por la radiación directa, de los cuales 10.000 podrían ser mortales. La nube radiactiva podría matar otras 200.000 personas y provocar muchos cientos de miles de casos de enfermedades. En un ataque de estas características, la ayuda a los sobrevivientes sería muy limitada. Alrededor de 1.000 camas de hospital quedarían destruidas y 8.700 estarían expuestas a la radiación. Las instalaciones médicas quedarían fácilmente sobresaturadas.
El ataque a una central nuclear de generación de energía eléctrica podría provocar una situación parecida a la sufrida por la población y el medioambiente a consecuencia del desastre nuclear de Fukushima o de Chernóbil. En Fukushima el tsunami provocó la fuga de radiación de los reactores que obligó a las autoridades a establecer una zona de seguridad de 20 km de radio, y a evacuar a todas las personas que vivían dentro de esa zona (cerca de 200.000). Se produjeron importantes vertidos radioactivos al mar y a la atmosfera que han provocado una enorme contaminación radioactiva de animales y plantas. Pero las consecuencias no son únicamente a corto plazo, como siempre sucede con los incidentes relacionados con la energía nuclear. Así, por ejemplo un reciente informe de la OMS afirma que el riesgo de padecer un cáncer de tiroides a lo largo de la vida entre las niñas que resultaron expuestas a la radiación es un 70% mayor que entre las que no estuvieron expuestas.
También en la central de Chernóbil hubo, en 1986, otro accidente nuclear clasificado con el nivel 7 (el máximo de la Escala Internacional de Eventos Nucleares), el mismo que el accidente de Fukushima. El accidente se produjo por un sobrecalentamiento del núcleo del reactor que provocó una fuga radioactiva que, se estima, fue unas 200 veces superior a la radiación provocada por las bombas de Hiroshima y Nagasaki. Las consecuencias del desastre fueron gigantescas. Unas 135.000 personas fueron evacuadas. Actualmente aún existe una zona de exclusión de un radio de 30 km alrededor de la central nuclear. El Chernobyl Forum (un grupo de agencias de la ONU) afirma que la catástrofe ha causado alrededor de 9.000 muertes y cerca de 200.000 personas enfermas, otras organizaciones dan un número mayor. Hasta la fecha el gobierno de Ucrania lleva gastados más de 12 mil millones de dólares en trabajos para hacer frente a las consecuencias del accidente de la central.
Está claro que la explosión de una bomba atómica, además de las pérdidas humanas y las consecuencias sobre la salud de la población a corto, medio y largo plazo (muertes y lesiones que afectarían a centenares de miles de personas), tendría enormes consecuencias sociales y económicas. Y desde el punto de vista económico, los gastos para limpieza y descontaminación radioactiva serían enormes. Los trabajos de reconstrucción serían ingentes. A todo ello debemos añadir las incidencias sobre el medio ambiente a corto, medio y largo plazo.
Medidas internacionales para combatir el terrorismo nuclear
Por parte de las Naciones Unidas
El Consejo de Seguridad de la ONU aprobó en 2001 la resolución 1373 en la que decide que los estados prevengan y repriman los actos de terrorismo. En 2004 aprobó la resolución 1540 que se centra en la amenaza terrorista por parte de agentes no estatales y dicta una serie de medidas que los estados deben cumplir para evitar la proliferación del terrorismo nuclear, químico y bacteriológico. Exhorta a los estados a adoptar medidas que aseguren el cumplimiento de los tratados internacionales e insiste en la necesidad de la cooperación internacional para combatir el terrorismo.
Actualmente existen en vigor 16 instrumentos jurídicos de lucha contra el terrorismo. Uno de estos instrumentos es el “Convenio internacional para la represión de los actos de terrorismo nuclear”, aprobado en 2005 y que entró en vigor en 2007. Actualmente forman parte de él 71 estados. El Convenio contempla una amplia gama de actos y posibles objetivos terroristas, incluidas las centrales nucleares. Alienta a los estados para que cooperen en la prevención con el intercambio de información y la asistencia mutua en las investigaciones penales. Y contempla tanto las situaciones de crisis (asistencia a los estados para resolver la situación) como las situaciones posteriores a la crisis (mediante el Organismo Internacional de Energía Atómica).
El Secretario General de la ONU creó en 2005 el Equipo Especial sobre la Ejecución de la Lucha contra el Terrorismo (CTITF) con el objetivo de coordinar y dar coherencia a las actividades de la ONU contra el terrorismo. El CTITF tiene diferentes grupos de trabajo, uno de ellos el de la prevención de ataques con armas de destrucción masiva. Se estableció para fortalecer el intercambio de información y conocimientos entre las diferentes organizaciones relacionados con la respuesta a ataques terroristas con armas de destrucción masiva.
Por parte del Organismo Internacional de Energía Atómica
En marzo de 2002, el OIEA puso en marcha su primer programa integral de lucha contra el riesgo del terrorismo nuclear, ayudando a los estados a reforzar su seguridad nuclear. En septiembre de 2009, la Junta de Gobernadores aprobó un nuevo Plan de Seguridad Nuclear para el período 2010-2013. El nuevo plan prioriza el asesoramiento sobre la aplicación de los instrumentos internacionales, la elaboración de directrices y documentos; la revisión y evaluación de las necesidades; y la prestación de apoyo a los estados para la aplicación de las recomendaciones de seguridad nuclear, y la divulgación y el intercambio de información.
Las Cumbres de Obama
En abril de 2009 el presidente Obama anunció, en su famoso discurso en Praga, que quería parar la proliferación de armas nucleares, reducir los arsenales nucleares y asegurar los materiales nucleares. Para ello convocaría a los jefes de estado para conseguir acuerdos para combatir la amenaza que supondría que grupos terroristas o criminales obtuviesen materiales nucleares. El objetivo principal de dicha cumbre sería asegurar las existencias de materiales nucleares, susceptibles de ser robados, así como reforzar la cooperación internacional para combatir el tráfico de materiales y tecnología nuclear.
En mayo de 2010 se celebró la primera cumbre en Washington, donde se reunieron líderes de 47 estados y el OIEA. Estaban representados todos los estados que disponen de armamento nuclear excepto Corea del Norte. De los estados que disponen de tecnología nuclear destacaba la ausencia de Irán. Sorprende que estos dos estados no asistieran a la reunión si el objetivo real era la colaboración entre todos los estados nucleares. Dos años más tarde, se celebra otra cumbre en Seúl. En este caso participan 53 jefes de estado y de organizaciones internacionales, sin la presencia de Irán y Corea del Norte. Está previsto realizar una tercera cumbre en los Países Bajos en 2014.
En las conclusiones finales de ambas cumbres se reafirman las buenas intenciones de todos los participantes en trabajar por el desarme nuclear, la no proliferación nuclear y el uso pacífico de la energía nuclear; se pide la colaboración entre ellos y se reconoce el papel principal de la ONU y del OIEA.
En definitiva, las resoluciones de las cumbres se reducen a intenciones muy genéricas en la línea de los documentos habituales de las diferentes organizaciones internacionales. Da la impresión que las cumbres intentan fortalecer el papel preponderante de los EEUU, y en particular del presidente Obama, en la gestión del tema nuclear.
Otras iniciativas
La Global Initiative to Combat Nuclear Terrorism (GICNT) es una asociación de estados y de organizaciones internacionales con el objetivo de prevenir, detectar y responder al terrorismo internacional. Los estados y organizaciones se comprometen voluntariamente a la aplicación de los principios de la GICNT. Actualmente forman parte de la GICNT 85 estados y cuatro observadores oficiales (la Unión Europea, la Agencia Internacional de la Energía Atómica, la Interpol y la Oficina para las Drogas y el Crimen de la ONU). Los EEUU y Rusia son los copresidentes. El grupo de evaluación e implementación de la GICNT considera que la detección y el análisis forense nuclear son las principales prioridades. La GICNT reconoce el papel que la OIEA puede hacer para conseguir sus objetivos.
Proyecto Vinca: la colaboración es posible
En 1948 se fundó el Instituto de Ciencias Nucleares de Vinca cerca de Belgrado. El instituto contaba con dos reactores nucleares de investigación que operaban con uranio enriquecido al 2%, pero en 1976 los dos reactores se modificaron y usaron uranio altamente enriquecido. Uno de los reactores fue suspendido en 1984, mientras el otro siguió operativo. En 2002, existían 48kg de uranio altamente enriquecido, suficiente para fabricar varias bombas nucleares. Las condiciones de seguridad eran deficientes y funcionarios norteamericanos consideraban que este material podía ser robado por terroristas. Para resolver la situación la Nuclear Security Project, el Departamento de Defensa de los EEUU, el OIEA, Serbia y Rusia trabajaron conjuntamente para transferir esta material a un lugar seguro en Rusia para su posterior eliminación. El Proyecto Vinca se presenta como un modelo de colaboración para proteger material nuclear.
Qué podemos hacer
Ante la situación esbozada más arriba -respecto a los peligros asociados al terrorismo nuclear-, nos podemos preguntar ¿qué hacer? Dentro de la lógica del sistema imperante, la respuesta se define con bastante claridad. El objetivo sería aumentar las medidas de seguridad de los almacenes de materiales radioactivos y de las instalaciones nucleares, tanto civiles como militares. A la vez que se debería aumentar el control sobre los movimientos de materiales o dispositivos nucleares. Control que deberían realizar algunos estados y organismos internacionales. De esta manera, presumiblemente, se evitaría que los materiales radioactivos pasasen a manos no deseadas y las instalaciones estarían a salvo de posibles ataques. De hecho todos los acuerdos internacionales van en esta dirección: políticas para conseguir mayor seguridad y concentración de capacidad de decisión en manos de unos pocos estados.
Parece razonable; frente a un peligro hay que reaccionar con medidas correctivas que reduzcan éste. ¿Pero no hay otra opción? Creemos que sí. El terrorismo debe abordarse con medidas políticas que aporten soluciones a las causas que lo originan. Éstas medidas políticas deben complementarse con la eliminación total de las armas nucleares y la supresión de la energía nuclear como fuente de generación de energía eléctrica (dos reivindicaciones históricas, la primera del movimiento pacifista y la segunda del ecologista).
Después de los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki, gente de todo el mundo tomó conciencia del peligro que representaban las armas nucleares. Las acciones, protestas y campañas en contra de las armas nucleares se multiplicaron por todo el planeta. Al finalizar la Guerra Fría, con el colapso y la desmembración de la URSS, parecía que los estados podrían iniciar un desmantelamiento de sus arsenales nucleares. Hubo ciertamente una reducción de los arsenales, pero el peligro nuclear sigue siendo enorme. Así, actualmente, se estima que existen más de 20.000 armas nucleares activas que representan una amenaza inmediata. En 1995 varios expertos prepararon un borrador de convención internacional para la eliminación de las bombas nucleares que dio lugar a una campaña internacional para abolir las armas nucleares. En la revisión del Tratado de No proliferación de armas nucleares (TNP), realizada en el 2010, 130 estados pidieron una convención que condujese a la eliminación de las armas nucleares. No se aprobó, los estados que poseen armas nucleares y forman parte del TNP, excepto China, se resistieron a esta convención.
La eliminación de las armas nucleares en todo el mundo, además de evitar su utilización por parte de los estados que las poseen, representaría un ahorro en el gasto de defensa de los estados que se podría dirigir a satisfacer las necesidades de la población. Pero, por otro lado, en un mundo sin armas nucleares, la posibilidad que un grupo terrorista se hiciese con ellas, sería imposible.
Por lo dicho más arriba, parece claro que uno de los mayores peligros relacionado con el terrorismo nuclear, es que algún grupo realice un ataque convencional a una central nuclear de generación de energía eléctrica. Este ataque no tiene por qué estar dirigido al reactor, el objetivo podría ser cualquiera de los elementos más accesibles, como por ejemplo las piscinas donde se almacena el combustible gastado o, incluso, las instalaciones que suministran la energía para el funcionamiento de los sistemas refrigerantes del reactor, provocando un desastre similar al de Fukushima. Es evidente que si no existiesen las centrales nucleares no se podría realizar un ataque de este tipo y no habría consecuencia alguna.
El cierre de las centrales nucleares se ha reivindicado desde el movimiento ecologista desde hace muchos años. A esta reivindicación se van incorporando otros colectivos y personas con una sensibilidad hacia sistemas de producción de energía eléctrica más sostenibles. Durante muchos años el lobby nuclear nos intentó convencer que la opción nuclear era la única opción posible (recientemente nos dicen que, además, es ecológica) para mantener el nivel de bienestar. Afortunadamente la opción nuclear tiene cada vez menos adeptos y la población (que no los gobiernos) tiene más claro que la alternativa es una reducción del gasto de energía y la producción de energía mediante sistemas de producción renovables y sostenibles.
Así, el cierre de las centrales nucleares de producción de energía eléctrica permitiría, por un lado, colmar las aspiraciones de una gran parte de la población para tener fuentes de energía eléctrica más limpias y, por otro lado, impediría que fuesen utilizadas como objetivo de ataques terroristas, con consecuencias catastróficas.
Un mundo sin armas nucleares y sin centrales nucleares para la generación de energía eléctrica minimizaría la amenaza del terrorismo nuclear. Únicamente debería asegurarse la eliminación, de forma segura, de los materiales radioactivos que se utilizan en las aplicaciones médicas. Reunir la cantidad de material radioactivo suficiente para provocar una catástrofe nuclear sería muy difícil en esta situación.
24/10/2014
El extremista discreto
El Lobo Feroz
El Estado cuasi-confesional español
Tenemos que ponernos serios: el artículo 16, 3 de la constitución aún vigente establece que "Ninguna confesión tendrá carácter estatal", pero cada día vemos más comportamientos de confesionalidad católica por parte de las autoridades del Estado. Unos pocos ejemplos.
Resulta que los ministros Luis de Guindos y Jorge Fernández Díaz, el director general de la Guardia Civil Arsenio Fernández de Mesa, y la presidenta de Navarra, Yolanda Barcina, viajaron a Roma —y hay que preguntarse quién pagó esos viajes y los alojamientos y almuerzos en esa ciudad— para asistir a la beatificación de Álvaro del Portillo, sucesor de Escrivá en la prelatura del Opus Dei. Ninguno de ellos se ha molestado en aclarar, ante la noticia de prensa, que había viajado a título particular.
En la toma de posesión de ministros y altos cargos se pregunta al candidato si jura o promete guardar la constitución, etc. Aclaremos: aunque el compromiso en cualquiera de sus formas sirve (hipotéticamente, claro es) para poder exigir responsabilidades jurídicas en caso de ilegalidad, la fórmula del juramento, que significa poner por testigo nada menos que a Dios nuestro señor sobre lo que se afirma o se promete, y se realiza poniendo una mano no en el fuego sino sobre una Biblia, es un comportamiento religioso particular en un ámbito público, mientras que prometer significa un compromiso solemne, pero laico, con la ciudadanía.
Es preciso exigir que en las formas, como es el caso que nos ocupa, el Estado sea neutral desde el punto de vista ideológico para dejar de ofender, como lo está haciendo, a la gran mayoría de los ciudadanos.
No existe tampoco en España una fórmula para funerales de Estado laicos y por tanto neutros desde el punto de vista de las creencias religiosas. Sin venir a cuento, tropezamos frecuentemente con actos de la religión católica —no de ninguna otra— en solemnidades públicas.
(Algunas solemnidades son tan ridículas como las "ofrendas de España al apóstol Santiago", realizadas por —o en nombre de— la máxima representación del Estado.)
Hay otros bestiarios religiosos particulares: los Ángeles Custodios son los "patrones" de la Policía Nacional (las celebraciones incluyen indefectiblemente una misa); también tenemos las fiestas militares en honor de Santa Bárbara (artillería), la Virgen de Loreto (aviación), o la propia "Pascua Militar", que no tienen cabida más que en un Estado confesional. Lo mismo puede decirse de la existencia, sufragada con fondos públicos, de curas castrenses e incluso de un "obispo castrense". Naturalmente, no hay rabinos castrenses, ni obispos luteranos castrenses, ni tampoco asistentes sociales castrenses que ayuden a los soldados a sobrellevar la vida militar. Las fuerzas armadas, como es natural en la piel de toro, son los cuerpos del estado más penetrados por esta inmixtión en lo público de la Iglesia católica española. El concordato con la Santa Sede debe ser denunciado para acabar con esta institución del "obispado castrense" y sus derivados.
Es cierto, por otra parte, que el Ejército ha dejado de rendir honores a las custodias en las procesiones, y de interpretar sus bandas de música, al paso de éstas, el himno nacional. Algo es algo, pero todavía falta una prohibición general de participación de militares de uniforme en las procesiones eclesiásticas, que deberían regirse simplemente por el derecho de manifestación. En particular, la participación de la Legión en los actos del Jueves Santo de Málaga no tiene el menor sentido constitucional.
Los ayuntamientos no les van a la zaga a los militares. He aquí la lista de los cargos e instancias públicas granadinas que participan en los actos confesionales de la Virgen de las Angustias: el alcalde de Granada y concejales de su Ayuntamiento (PP y PSOE), el presidente de la Diputación y algunos diputados provinciales; algunos parlamentarios estatales y autonómicos granadinos; mandos del ejército como el General Comandante Militar de Granada y Jaén, el Coronel Jefe y otros cargos del Ejército del Aire (entregan flores con la leyenda “Base Aérea de Armilla y Ala 79”), el Teniente general jefe del MADOC y comandante militar de Granada, en representación del jefe del Estado; los Jefes de la Policía Local, de la Policía Autonómica, de la Policía Nacional, el Coronel jefe de la 411 Comandancia de la Guardia Civil; y por no faltar, los Jefes de Bomberos, de Protección Civil y del Cuerpo de Correos local; el Presidente de la Audiencia Provincial, el Presidente del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, el Fiscal jefe del Tribunal de Justicia de Andalucía; el Delegado de Hacienda, el Director del Centro Penitenciario de Albolote, la Decana de la Facultad de Farmacia o el Subdelegado del Gobierno. Ésos, por lo menos.
El Ayuntamiento de La Línea, con mayoría del Psoe, tiene nombrada Alcaldesa perpetua a la Inmaculada Concepción. El Ministerio del Interior ha otorgado la medalla al mérito policial con carácter honorífico a la Virgen de Nuestra Señora del Santísimo Amor (aunque semejante disparate administrativo ha sido recurrido). No sabemos si sigue en vigor el acuerdo del Consejo de Ministros de 2012 por el que se concedió la Gran Cruz de la Orden del Mérito de la Guardia Civil a la Virgen del Pilar, Patrona del Cuerpo.
Se podría seguir indefinidamente dando ejemplos acerca del incumplimiento o la vaciedad del artículo 16 de la constitución de 1978. Pero merece la pena una reflexión más de fondo sobre esta anomalía de un régimen político que ha creado un Estado cuasi confesional.
Es cierto que la Iglesia católica ha desempeñado un papel de primera importancia en la historia de España. Basta aludir a los tormentos y a las hogueras humanas de la Inquisición española para comprenderlo. Además esta Iglesia se apropió de numerosos bienes que no les correspondían: de todos los minaretes árabes, de todas las sinagogas, que fue convirtiendo en iglesias (basta contemplar ciertos campanarios archifamosos para percibir su nada cristiana arquitectura); se apoderó, gracias a la estupidez de Carlos V, de la mezquita de Córdoba, que destruyó en parte para instalar en ella, naturalmente, una catedral. Hoy sigue apropiándose de cuanto puede (gracias a una ley de Aznar), poniendo a su nombre los terrenos de los enterramientos y bienes inmuebles construidos por la benevolencia y por las manos de los españoles.
Pero también es cierto que la Iglesia católica está presente —masoquísticamente presente— en numerosas manifestaciones artísticas españolas: los artistas fueron pagados para poner énfasis en los sufrimientos de Jesús de Nazaret, en su crucifixión, y también en los mitos de la resurrección de éste y de la asunción de su madre. La implicación de la Iglesia católica en el patrimonio artístico histórico de los españoles es un hecho, aunque jurídicamente ese patrimonio esté aún mayormente en manos de la Iglesia. Por eso ha de haber cierta colaboración entre la Iglesia y el Estado para su conservación, haciéndose cargo este último de la restauración y de la titularidad jurídica de aquellos bienes culturales que la Iglesia, y nunca mejor dicho, tiene dejados de la mano de Dios, que no son pocos.
La Iglesia se mezcla en las fiestas y tradiciones populares: muchas juergas campestres asumen la forma de las romerías (¡ya se quejaba de eso Juan de la Cruz!); o ¿qué decir de las procesiones u otros actos de la "Semana Santa"? La alienación religiosa de las tradiciones sevillanas es, como tantas otras, una atracción turística importante además de un fenómeno del que no se sabe donde acaba lo tradicional y donde empieza lo religioso (aunque desde el punto de vista teológico sería difícil no clasificar el fenómeno como idolátrico). Ciertos actos "procesionales", como el de Toledo, parecen un imán para las autoridades civiles.
Más en general, las fiestas específicas de la mayoría de las poblaciones aparecen ligadas a nombres de santos y vírgenes: san Isidro en Madrid, la Merced en Barcelona, san Fermín en Pamplona, el Pilar en Zaragoza... Casi no hay fiesta sin santo. Pero eso no es importante porque forma parte más de la tradición que de la religiosidad. Habría que ser un laico muy muy terco para negarse a gritar, por ejemplo, ¡Gora san Fermín! Y ser un lerdo para no apreciar la belleza artística de esos iconos religiosos que son en realidad leños o lienzos bellamente tallados o pintados.
Por eso, sin pretender interferir políticamente en los aspectos religiosos del folklore patrio, lo cierto es que la configuración del Estado, en el actual régimen político, como Estado cuasi-confesional debe, sencillamente, desaparecer. La sociedad española ha dejado de ser católica. Contiene grandes mayorías laicas y bastantes minorías religiosas no católicas; y en cuanto a los católicos, no se han mostrado capaces hasta ahora de sostener a su Iglesia, que depende en amplia y variada medida de los fondos públicos que gobernantes complacientes y poco responsables ante los ciudadanos les siguen asignando.
Con esto no está dicho todo ni mucho menos. Pero no debe haber fondos públicos atribuidos a una entidad religiosa. Ningún símbolo religioso debe presidir o manifestarse en las actividades públicas. Ningún cargo político o funcionario público debe poder participar como tal en actividades religiosas de ningún signo. Hay que aprender humildemente, amigos, de Francia. También los españoles que se consideran católicos.
2/10/2014
La Biblioteca de Babel
José Ángel Brandariz García
El gobierno de la penalidad. La complejidad de la política criminal contemporánea
Dykinson, 2014, 249págs.2014
Este nuevo libro del penalista y criminólogo José Ángel Brandariz García es una actualización de su ensayo Política criminal de la exclusión [1], obra de lectura obligada para tener una visión de conjunto de la evolución de la política criminal en Occidente desde finales de los años setenta del siglo pasado, aproximadamente. A diferencia de la publicación acabada de mencionar, El gobierno de la penalidad se centra únicamente en el denominado por el autor “subsistema penal ordinario”, por contraposición al “subsistema penal de excepción”, conforme a una terminología acuñada por Luigi Ferrajoli en su Derecho y razón [2]. Mientras que el “subsistema penal de excepción” está conectado fundamentalmente con la delincuencia terrorista y el tratamiento de la desafección política más o menos violenta —ejemplos típicos de dicho subsistema: la legislación antiterrorista subsiguiente a los atentados de los primeros años del siglo XXI o la doctrina del 'derecho penal del enemigo' de Günther Jackobs—, el “subsistema penal ordinario” es el que se ocupa de la delincuencia común y corriente, especialmente —aunque no exclusivamente—, aquella asociada de un modo u otro a la marginación social y el tráfico económico ilícito. En principio, el “subsistema penal ordinario” abarcaría también la delincuencia económico-política de 'cuello blanco' protagonizada por políticos y ejecutivos de grandes empresas, pero, en cualquier caso, esa clase de delincuencia no es objeto del último libro de Brandariz.
El libro se inicia con una panorámica de las transformaciones históricas experimentadas por los sistemas y políticas punitivos desde las revoluciones liberales en adelante que utiliza como principales fuentes de inspiración las tesis del Foucault de Vigilar y castigar [3] y los estudios de Garland sobre la crisis del welfarismo penal [4]. A continuación, el autor reelabora la teoría de la 'sociedad del riesgo' para explicar la exagerada sensación de inseguridad ante el delito que cundió sobre todo en los países anglosajones hasta la crisis económico-financiera subsiguiente al crack de 2007-2008. Esa sensación de inseguridad centrada en el delito fue intensificada y explotada desde el poder político y mediático con el resultado de hacer converger los miedos sociales más diversos en el temor obsesivo al delito, incluso al margen de la vivencia real de hechos delictivos. Esta conversión de la (supuesta) omnipresencia de la posibilidad de ser víctima de un delito en el riesgo social por excelencia constituyó la base ideológica sobre la cual se construyeron las corrientes teóricas y las políticas públicas en materia criminal hegemónicas desde inicios de los ochenta. Todas ellas han tenido un origen anglosajón y han alcanzado su mayor predicamento en EE.UU., pero también han ejercido una fuerte influencia en Europa continental. Están, por otra parte, estrechamente vinculadas a fenómenos de exclusión y marginación social, porque los tipos de delincuencia que llaman más su atención son la violencia callejera, los hurtos y robos, el tráfico de drogas y los abusos y agresiones sexuales. En cambio, la gran delincuencia patrimonial, financiera, fiscal o bélica no ha suscitado temor en un grado comparable, sino indignación, y sólo desde el comienzo de la “Gran Recesión”.
Brandariz dedica el grueso del libro precisamente al análisis de dichas corrientes y políticas. Sus principales víctimas han sido el garantismo penal de inspiración liberal y el ideal rehabilitador o de reinserción social del delincuente propio del Welfare State, por lo que han conducido a un endurecimiento de la penalidad y a un aumento sin precedentes de la población penitenciaria o sometida a control penal (pues las medidas y sanciones distintas a la prisión no se han concebido en lo fundamental como alternativas a la misma, sino como su complemento). Entre las nuevas corrientes y políticas de efecto antigarantista y antisocial, Brandariz destaca: el gerencialismo o actuarialismo penal, la versión criminológica neoliberal del AED, la privatización securitaria y el relanzamiento de la idea de neutralización o inocuización penal.
El gerencialismo o actuarialismo penal propugna la aplicación de las técnicas de los seguros al ámbito de la criminalidad. De lo que se trata es de detectar grupos de riesgo criminógeno, evaluar el nivel de riesgo de comisión futura de delitos de los individuos pertenecientes a los grupos de riesgo y prever la evolución de la criminalidad en el tiempo en función de los grupos de riesgo detectados y los niveles de riesgo evaluados. Estos análisis, a su vez, marcarán a las elites administrativas y políticas qué medidas de control y sanción deben adoptarse para minimizar el número de delitos (desde el 'urbanismo preventivo' o 'disuasorio' hasta el endurecimiento de las penas, pasando por el control electrónico personalizado). Como se ve, el gerencialismo o actuarialismo penal es antigarantista porque favorece el retroceso hacia un derecho penal de autor. También es antisocial o excluyente porque refuerza la estigmatización de ciertos grupos sociales, como los inmigrantes irregulares, por ejemplo. Y, por supuesto, no está interesado en la reinserción social o rehabilitación de la persona delincuente ni en sus necesidades, puesto que el sujeto criminal sólo equivale a un riesgo a evitar en la medida de lo posible [5].
En la aplicación de la versión neoliberal del análisis económico del derecho (AED) al ámbito penal, los delincuentes son individuos calculadores y egoístas que sopesan con precisión las desventajas y ventajas de cometer un delito y deciden llevarlo a cabo cuando las últimas superan a las primeras. En consecuencia, lo indicado es, sencillamente, adoptar medidas de control y castigo que hagan más costoso delinquir que no hacerlo. Así de burdo es el AED en su concepción del delincuente y su tratamiento. El AED neoliberal, por otro lado, ha extendido al ámbito penal la obsesión por el análisis de costes y beneficios económicos de las políticas públicas. Esta obsesión podría reportar algunas apreciaciones dignas de consideración, si no fuera por su estrecha concepción de las ideas de coste y beneficio. En la práctica, ha conducido a un deterioro de las condiciones de vida de los encarcelados y, desde luego, de las políticas de reinserción sociolaboral, entre otras cosas, pues su horizonte es el corto plazo y los seres humanos le importan un comino (con perdón).
El gerencialismo o actuarialismo penal y la versión neoliberal del AED comparten una renuncia crucial: la renuncia a explicar la criminalidad en función de factores históricos, socioeconómicos, culturales y políticos complejos y, por tanto, a elaborar políticas públicas no simplistas que tengan en cuenta dichos factores. De hecho, se sostiene que tasas de criminalidad elevadas son inevitables y lo único que se puede hacer es contenerlas, ya que jamás caerán por debajo de cierto nivel. El actuarialismo y el AED penales son manifestaciones del denominado New Public Management.
En cuanto a la privatización securitaria, durante estas últimas décadas se ha propugnado la privatización de la gestión de la respuesta al delito. En EE.UU., incluso no son ninguna rareza las cárceles de titularidad privada contratadas por condados y estados. En definitiva, se defiende una extensión a las actividades de prevención y persecución del delito de las políticas privatizadoras que ya afectan a otros muchos servicios y bienes públicos. Sólo que la privatización de la gestión de la respuesta al delito puede incidir en el núcleo esencial tradicional de la definición del estado moderno: la tendencia a la monopolización del uso de la fuerza y la correlativa expropiación de medios de coerción en manos de sujetos y organizaciones privadas. Además, responsabiliza a las propias víctimas de los delitos sufridos —no haber contratado servicios de seguridad privados adecuados— y es incompatible con las exigencias más elementales de la idea de igualdad —desde el punto de vista de la legitimación jurídico-política del régimen político existente, el estado está obligado a proveer un mismo nivel de seguridad física para todos sus ciudadanos y a tratar equitativamente a todos los ciudadanos infractores de la ley—.
Finalmente, nos encontramos con el relanzamiento de la 'neutralización' o 'inocuización' como finalidad del sistema penal. En contraste con las anteriores corrientes, los principales apoyos a la idea de 'neutralización' como finalidad primordial de la penalidad provienen del campo neoconservador. La muy poco sofisticada base teórica de esta idea la expresó mejor que nadie su más influyente precursor, el politólogo y criminólogo norteamericano J. Q. Wilson: “Las personas malvadas existen. Nada es útil, excepto separarlas de las personas inocentes”. Las personas malvadas de la cita son, por supuesto, los delincuentes. Así que es fácil imaginar el tipo de reacción al delito propuesta en el marco de la idea de 'neutralización' penal: ampliación de la pena de muerte, alargamiento de la duración de las penas de prisión y radical restricción del acceso a la suspensión de la ejecución de la pena de prisión o su sustitución condicional por otro tipo de sanciones, a los permisos penitenciarios y a la libertad condicional. Cuando no es factible, dado el contexto ético o constitucional, liquidar al delincuente o mantenerlo toda o la mayor parte de su vida en prisión y no hay más remedio que liberarlo, debe ser sometido a medidas de vigilancia permanente aprovechando los modernos medios tecnológicos, aun a pesar de haberse cumplido la pena. El anteproyecto Gallardón de reforma del Código Penal, hoy por fortuna desechado, respondía en sus inicios a estos planteamientos [6].
Brandariz, hacia el final de su libro, lanza un tenue rayo de esperanza ante la proliferación de todas estas corrientes contrarias a la moderación y 'humanitarización' del sistema punitivo: esas corrientes están entrando en crisis en la segunda década del siglo XXI al haber perdido credibilidad. Por desgracia, tal cosa no se puede decir de un país como España (Cataluña incluida), tan acostumbrado a importar modas anglosajonas cuando éstas están ya comenzando a periclitar en sus mismos países de origen.
Notas
[1] Brandariz García, J. A., Política criminal de la exclusión. El sistema penal en tiempo de declive del estado social y de crisis del estado-nación, Comares, Granada, 2007.
[2] Ferrajoli, L., Derecho y razón. Teoría del garantismo penal, Trotta, Madrid, varias ediciones.
[3] Foucault, M., Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión, Siglo XXI, Madrid-México D.F., varias ediciones.
[4] Entre los cuales sobresale: Garland, D., La cultura del control. Crimen y orden en la sociedad contemporánea, Gedisa, Barcelona, varias ediciones.
[5] Los gerencialistas o actuarialistas anglosajones han llegado a elaborar índices de riesgo (o de impacto criminal) según grupos y categorías sociales, en virtud de los cuales, dicen, es posible predecir la probabilidad de que un individuo cometa un delito o reincida, a la vista de su grupo o categoría de pertenencia. Según Brandariz, esos índices tienen una incidencia real más allá del mundo académico: el 'Level of Service Inventory Revised' (LSI-R) es utilizado en EE.UU. y Canadá para el cálculo del riesgo futuro de conductas indeseables por parte de un condenado, cálculo que determinará la clasificación penitenciaria del reo.
[6] Paradójicamente, los planteamientos neoconservadores han suscitado una dura crítica entre muchos neoliberales en los EEUU mismos en tanto que han conducido a un encarcelamiento y control penal masivos muy costosos en términos económicos (2.266.800 presos y 4.809.400 personas no presas sometidas a control penal en 2010: ¿una estrategia para contener el desempleo?). Claro que ello ha sido, a su vez, instrumentalizado para justificar políticas de privatización en el ámbito punitivo.
Ramón Campderrich Bravo
27/10/2014
...Y la lírica
Juan Gelman
Condecoraciones
Condecoraron al señor general,
condecoraron al señor almirante,
al brigadier, a mi vecino
el sargento de policía,
y alguna vez condecorarán al poeta
por usar palabras como fuego,
como sol, como esperanza,
entre tanta miseria humana,
tanto dolor
sin ir más lejos.
Juan Gelman (Argentina, 1930-2014)
25/10/2014
En la pantalla
Javier Pérez Andújar y Gregorio Morán
Sobre las nuevas formas de censura
Un coloquio interesante
Javier Pérez Andújar y Gregorio Morán hablaron el pasado 21 de octubre, en la librería Taifa de Barcelona, de las nuevas formas de censura, a propósito de los avatares del libro de G. Morán El cura y los mandarines.
Se puede ver el vídeo del acto, realizado por Iñaki Vázquez, en el siguiente enlace: http://youtu.be/ndytT6CCBn4
J.-R. C.
11/2014
Joaquim Jordà
Numax presenta
Mientrastanto.es vuelve a proponer la visión de Numax presenta (1979), un documental de Joaquim Jordà (1935-2006) que describe la experiencia de autogestión que llevaron a cabo los trabajadores de la fábrica de electrodomésticos Númax como respuesta al intento de cierre irregular por parte de los propietarios.
El documental se articula en dos niveles: uno, en clave documentalista, registra las asambleas de los trabajadores; el otro responde al hipotético punto de vista de la patronal en lo discursivo (explotación de la clase obrera) y en lo estético ("tableaux vivants" que remiten a un modo de representación de la burguesía). El film se hace eco del pesimismo de una clase obrera organizada pero impotente ante las reglas de un capitalismo que no admite intrusos, pues el boicoteo de otras empresas del sector abortó esta experiencia autogestionaria de los trabajadores.
23/10/2014
Howard Zinn
Marx en el Soho
A Karl Marx se le permite volver a la tierra durante una hora. Por un error burocrático aparece en el Soho de Nueva York en lugar de en el de Londres, donde había vivido con su familia. Frente a un auditorio se muestra como muy pocos lo conocieron, revelando sus vínculos familiares y su amistad con Friedrich Engels y sus discusiones con Bakunin.
Marx en el Soho, escrito en 1999 por el historiador Howard Zinn (1922-2010), es un monólogo sobre la vida de Karl Marx. Zinn afirmó que escribió la obra para "mostrar un Marx como pocas personas lo conocían, como un hombre de familia, que luchaba por mantener a su esposa e hijos".
Intepretación de Brian Jones, actor afroamericano y activista, quien ha presentado este monólogo como un atractivo espectáculo en todo Estados Unidos desde 1999. Grabación: Lannan Foudation.
23/10/2014
Alexander Kluge
Noticias de la Antigüedad ideológica: Marx/Eisenstein/«El capital»
Noticias de la Antigüedad ideológica: Marx/Eisenstein/«El capital» (2008) es una de las películas más complejas y monumentales de la historia del cine reciente. A lo largo de casi nueve horas de duración, su director, Alexander Kluge (Alemania, 1932), propone una reconstrucción del proyecto inacabado de Eisenstein de rodar El capital de Karl Marx tras un febril encuentro con James Joyce en 1927. Noticias de la Antigüedad ideológica es también un nuevo giro de tuerca para entender el espectro contemporáneo de Marx a partir de una imagen fantasmagórica, constituida por la asociación libre y el montaje de ideas, capaz de volver a imaginar el cine como un medio crítico y de conocimiento.
Si bien esta película participa de la pulsión actual hacia El capital, Kluge se distancia de las celebraciones y retornos literales dominantes para armar un relato alegórico en el que, mientras el texto es la potencia melancólica de un proyecto radical irrealizado, el subtexto es la redención del presente a partir de una rigurosa excavación del pasado. De esta forma, Noticias de la Antigüedad ideológica se plantea como un amplio archivo transversal que contiene el cine dentro del cine, las imágenes de historia y catástrofe del siglo XX, fragmentos de ópera, entrevistas a distintos pensadores (Peter Sloterdijk, Oskar Negt, Hans Magnus Enzensberger...), ficciones interpretadas, esfuerzos pedagógicos o textos y fragmentos de discurso proyectados entre las imágenes. Dentro de este torrente, Kluge parece referirse a cómo los media son tanto ruinas del pasado como modelos de futuro. "La historia del cine sigue siendo un desafío —escribe—, es un Fénix, y sigue sin cumplirse. Alrededor de 1929, cuando Eisenstein quiso realizar su versión de El capital de Marx, en el umbral del cine sonoro, el viejo cine muere por primera vez por motivos comerciales para volver a surgir en otra parte. Hoy es lo mismo: el cine está muriéndose en los cines y vuelve a surgir en Internet".
20/10/2014
¿Preparan PP, PSOE, UPyD y CiU un golpe de Estado bajo la forma del TTIP?
30/10/2014
De otras fuentes
Rafael Poch de Feliu
Mundo revuelto
Europa, su crecimiento en entredicho, y la política exterior del Occidente en crisis
Alemania está técnicamente en recesión y no crea empleo. Estancamiento puro y duro. Son los datos de la oficina federal de estadística del año 2012 (crecimiento del PIB, 0,4%) y del 2013 (0,1%). Cifras fundamentales de su (engañosa) contabilidad, que en Alemania vienen siempre rodeadas de toda una sinfonía de índices del Instituto IFO, sobre la “confianza empresarial” (casi siempre en aumento) y el “buen ambiente” del raquítico consumo interno nacional. El número de empleados está estancado, las cifras de paro (3 millones) siguen sin moverse y el número de horas trabajadas ha retrocedido (un 0,3%) en ambos años. Desde 2008 el PIB alemán ha crecido un 2,2%. A eso antes se le llamaba estancamiento. ¿Ha venido para quedarse?
No es que creamos en su “crecimiento”. Ese desastre consiste en consumir más de lo que el planeta es capaz de generar y transferir una factura inconmensurable a las futuras generaciones. La política de austeridad de los últimos años parece condenar a Europa a un largo proceso de estancamiento a la japonesa. Quizá el “crecimiento” se ha acabado. El estancamiento puede ser una buena noticia, una invitación a reformar las engañosas contabilidades basadas en el incremento del PIB que ignoran la degradación humana del cambio global; en el clima, en los océanos, en los ecosistemas, y, por supuesto, en las sociedades.
Sin creer en ello, lo que constatamos es la contradicción de su disparatada doctrina: La estrategia europea para continuar alimentando ese errado ídolo no funciona. Toda la construcción austeritaria del eje Berlín-Bruselas, con sus vasallos incondicionales en Madrid, y sus comparsas, socialdemócratas o conservadores, un poco por todas partes, se viene abajo a la luz de las cifras alemanas que pasaban por ser ejemplo continental. ¿En nombre de qué se va a justificar ahora la prioridad del pago a los causantes del casino? Por mucho que se reste a la esfera social no hay “crecimiento”. ¿Cómo van a seguir justificando el recorte?
El otro gran vector europeo del momento es el Acuerdo comercial con Estados Unidos, negociado en secreto en nombre de los europeos, para incrementar la primacía de las finanzas y las transnacionales sobre el control público, es decir todo aquello que está en el origen de la crisis. La crisis del proyecto europeo es la suma de esos dos vectores; el estancamiento, por un lado, y el esfuerzo manifiestamente antidemocrático por incrementar la regresión humana, por el otro. Es la fórmula perfecta para la desintegración que propone la tecnocracia oligárquica de Bruselas. Las sociedades de consumidores cada vez más desiguales (entre ellas y en su interior) que componen la UE, difícilmente volverán a apoyar un “proyecto europeo” privado de la promesa de prosperidad y visto cada vez por más gente como la autopista de la involución, el recorte y la desposesión. Pero, ¿se rebelarán?
De la indignación a la organización
En Francia, el país con la tradición social más despierta de Europa, la resistencia de la sociedad a las “reformas” —cuando “reforma” en el actual contexto solo puede equivaler a “cambio a peor”— y las acusaciones de “conservadurismo” —que, tratándose del propósito de conservar lo que queda de derecho laboral y de soberanía, es todo menos denigratorio—, confluyen en un panorama turbio. Por un lado el Partido Socialista está en vías de “psoización” o “pasokización”, por el otro las aguas de ese más que justificado desencanto generacional con la “gauche” (recordemos que su abrazo al neoliberalismo, vía el europeísmo, data de 1983 con Mitterrand) las recoge más el ultraderechista Frente Nacional de la Señora Le Pen que el Front de Gauche de Mélenchon y compañía. No es que la sociedad gire hacia la ultraderecha, es que el Frente Nacional tiene mayor credibilidad antisistema que incluso que el Front de Gauche salpicado por sus parentescos con una gauche sin credibilidad: el PCF sigue empeñado en pactar con las “fuerzas sanas” del PS, un partido de gente favorecida, como los verdes alemanes, en el que, “la mitad de los miembros son cargos electos y la otra mitad aspirantes a serlo”, explica un observador. Partido Socialista del que el propio Mélenchon fue miembro y ministro del gobierno hasta no hace mucho.
Mélenchon, un líder potente, menos brillante que Oskar Lafontaine pero con la ventaja de que predica en terreno mucho más fértil para la rebelión, no cree en la “unión de la gauche”, sino que va más allá: llama a “reunir al pueblo” por encima de partidos para iniciar un proceso constituyente. Palabras mayores. Dice que las de 2017, “no serán unas elecciones, sino una insurrección”… Aún es pronto para vislumbrar hacia donde evolucionará toda esa bien fundada cólera que hay en la sociedad francesa, que ya no se expresa a través de los canales tradicionales vigentes desde el siglo XIX: las fuerzas políticas y los sindicatos, sino por medio de movimientos parecidos a una jacquerie como el de los bonnets rouges. Esa cólera se ha expresado también en decenas de atentados e incendios, apenas noticiados, contra sedes de hacienda un poco por todo el país, o en las movilizaciones conservadoras de la manif pour Tous que tanto recuerdan al Tea Party. En Halluin, localidad de 20.000 habitantes del norte de Francia, el alcalde explica que se han quemado 23 coches en dos semanas. Es el tipo de sucesos de la crónica de provincias que no llegan a París. El alcalde de Halluin, de derechas, le pide a Hollande que en lugar de meterse en guerras contra el Estado Islámico, envíe policías a su ciudad…
En España, donde finalmente la indignación se está organizando —esa es la ventaja con Francia, en todo lo demás se va claramente por detrás— sigue incubándose la tormenta perfecta: un big bang en el que saltan por los aires todas las instituciones sobre las que se apoyó la modélica transición. ¿Será Grecia el detonante, con una victoria electoral de Syriza que cuestione la legitimidad de la deuda e inspire la contestación de toda la región? De momento, allá se vuelven a pagar intereses astronómicos por la deuda.
Política exterior
Ese panorama de latente polvorín tiene su correspondiente política exterior. Una política violenta. Dos crímenes de distinta envergadura marcaron la crónica estival: la última masacre de Gaza a cargo de Israel, con una destrucción inmensa, 2000 muertes palestinas (la mayoría civiles, entre ellas 500 niños y 13 periodistas), y la guerra que Estados Unidos y la Unión Europea apadrinan en Ucrania contra Rusia.
En Palestina todo fue según el guión habitual: comprensión y apoyo occidental al decimonónico colonialismo del Herrenvolk israelí hacia los subhumanos (Untermenschen) palestinos, todo ello acompañado del establecimiento de 7500 colonos más en tierra ocupada de Cisjordania en el primer semestre del año: ya son 382.000. El crimen no es la ampliación de esta ocupación, sino la ocupación misma. Suma y sigue.
En el frente del Este el derribo sobre el cielo de Donetsk del vuelo de Malaysia Airlines (MH17) en el que perecieron 283 pasajeros y 15 tripulantes el 17 de julio de 2014. El examen del tono con el que los medios de comunicación rusos informaron de aquel suceso dejó la sensación de que se trató de un criminal error de los rebeldes de Ucrania Oriental, pero, pasado el intercambio de acusaciones, por razones desconocidas se ha dejado de hablar del asunto. Si en el caso del crimen de Gaza, la impunidad es lo corriente, en un avión cargado de pasajeros holandeses de primera clase, lo es mucho menos. Tarde o temprano esto traerá cola judicial. No es este el mayor misterio de la serie Malaysia Airlines…
Mientras tanto, el ejército ucraniano ha sido batido en el frente de Donetsk y la criminal chapuza euroatlántica en Ucrania comienza a cobrarse sus facturas. Los encargos a la industria alemana cayeron un 5,7% en agosto en relación al mes anterior. Fue en julio cuando la Unión Europea estableció, por primera vez desde la guerra fría, sanciones directas contra Rusia. Con la eurozona económicamente estancada por su propia política económica y con China enfriada, las sanciones contra Rusia son la guinda que corona el pastel al que nos ha llevado la política de austeridad alemana. Al mismo tiempo, el “Consejo de Seguridad” de la Unión Europea (es decir, la OTAN, otro concepto que debemos a Pepe Escobar), confirmaba en su cumbre de septiembre en Gales el intento de Estados Unidos de aprovechar la crisis inducida con Rusia para integrar la Europa del Este con mayor fuerza en su esfera. El resultado es ambiguo.
Formalmente no miembros, Suecia y Finlandia pasan a ser países “anfitriones” de la OTAN, se crea una “fuerza de reacción rápida” con varios miles de hombres para ser desplegada de urgencia y se apoyan las sanciones. Al mismo tiempo, por doquier señales de descomposición y recomposición en las placas tectónicas imperiales.
En Berlín un debate, que apenas trasciende a los medios de comunicación, sobre la necesidad de reformular el vínculo con Estados Unidos. Durante veinte años Europa ignoró los intereses de seguridad rusos y sus reiteradas quejas, conforme la OTAN se saltaba, una tras otra, todas las “líneas rojas” formuladas por Moscú. Llegados a Ucrania, cuando el forzado cambio de régimen en Kíev y el avance de la OTAN a las mismas fronteras de Moscovia, han hecho reaccionar defensivamente al Kremlin, esa reformulación está al rojo vivo. Merkel se debate ahora entre la necesidad de una entente con Moscú y su disciplina atlántica.
Entre Moscú y Pekín un idilio ambiguo. Moscú hace ver que considera a China como su alternativa de repuesto a la Unión Europea, cuando en realidad el sueño de Putin sigue siendo llegar a un acuerdo con Merkel que integre a Rusia en la “seguridad continental” (el problema de Merkel es que eso tiene un precio con Washington, de ahí las vacilaciones). Respecto a China, algo parecido: quienes ya dan por hecho un bloque ruso-chino opuesto a Occidente, ignoran la enorme desconfianza que China suscita en Moscú desde los años setenta. En el Kremlin, en el ejército y en el espionaje (incluso en la sinología soviético-rusa), siempre ha habido una corriente que consideró a China como el “principal peligro”. El sueño de Pekín es alcanzar algún tipo de acuerdo, un modus vivendi, no con Rusia, sino con su principal quebradero de cabeza: Estados Unidos. Tanto Rusia como China tienen cartas marcadas en el juego de su idilio. Aunque una locura del tamaño de una guerra occidental contra Irán, podría cambiar el sentido de muchos sueños.
En la zona petrolera
Nueva espiral de caos junto a los pozos de petróleo, la sangre vital de ese crecimiento que ha costado la desaparición de la mitad de los animales salvajes del planeta en solo cuarenta años. Hagamos memoria.
El resultado de la segunda guerra de Irak (la de Bush, hijo) fue un país dividido en reinos de taifas controlados por sunitas, chiítas y kurdos, con el gobierno de Bagdad reducido a una camarilla corrupta alimentada por dinero americano, explica Peter van Buren, un ex funcionario del Departamento de Estado norteamericano que participó en la “reconstrucción” de Irak. El precio de tan magnífico resultado fue el siguiente, recuerda; 25.000 millones para entrenar al ejército iraquí, 60.000 millones para la “reconstrucción”, 2 billones para la guerra, 4.500 soldados de Estados Unidos muertos y más de 32.000 heridos. A todo ello hay que sumar un verdadero holocausto iraquí que las diferentes estimaciones cifran entre 190.000 y un millón de muertos.
En Afganistán la cuenta de costes, humanos y económicos, y resultados alcanzados, es igualmente reveladora: trece años después los talibán siguen dominando gran parte del territorio y la mayoría del ejército occidental está haciendo las maletas. La estrategia occidental contra el “Estado Islámico” continúa sobre la estela de esos mismos desastres. Nacido entre las ruinas de Siria, primero fue subvencionado y armado y ahora es bombardeado. ¿Puede concebirse algo más demencial?
Los dos componentes esenciales de esta obra de arte son el militarismo más la “diplomacia de la exclusión”: acuerdos internacionales para bombardear (creando nuevas víctimas civiles y desastres parejos a los que en su día generaron la actual crisis), que dejan siempre fuera a los países y organizaciones capaces de contribuir a acuerdos pacificadores, sea Siria, Rusia e Irán, o Hamas, Hezbollah u otros.
Esta estrategia —si se puede llamar así a algo tan disparatado en su desastrosa reiteración— es tan contradictoria como sugiere el hecho de que en esta excluyente coalición bombardera figuren países como Turquía, Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos que desde el principio financiaron y armaron —incluso con recursos químicos propagandísticamente achacados al adversario, como explicó el periodista Seymour Hersh en otro gran informe silenciado— al extremismo sunita contra el régimen sirio, convirtiendo en guerra abierta la fractura de Siria que con una genuina diplomacia (la que reúne en la negociación a todas las partes implicadas con un objetivo de evitar violencia) podría haberse evitado.
Esos países, “estaban tan decididos a derrocar a el-Assad y a promover una guerra entre sunitas y chiítas, que inundaron con centenares de millones de dólares y miles de toneladas de armas a cualquiera que luchara contra el”, reconoció cándidamente el vicepresidente de Estados Unidos, Joseph Biden, en una charla ante estudiantes de Harvard el pasado 2 de octubre. La consideración fue disciplinadamente silenciada por los medios de comunicación, aunque Biden no dijo lo principal: que Washington y sus agencias formaban parte de “esos países” y que el “Estado Islámico” ha sido producto de los métodos habitualmente empleados por Estados Unidos en la región desde 1979. Fue entonces cuando, ante la revolución iraní y la intervención de la URSS en ayuda del régimen laico afgano, se decidió promocionar y organizar una “internacional radical sunita”, de las que los talibán, al-Qaeda y el Estado Islámico han sido epígonos más o menos desmadrados. Primero se financia, organiza y arma al sujeto para utilizarlo contra un adversario, luego, cuando el sujeto (talibán o al Qaeda) se vuelve contra uno, se le combate. La película del Estado Islámico es una vieja reposición. La novedad es la rapidez del giro: entre 1979 y el 11-S neoyorkino pasaron más de 20 años. Ahora, entre el apoyo a la oposición siria y el combate a su principal vector, apenas pasaron tres años. La misma rapidez en el paso de los amigos que se arma y financia convertidos en amenaza, se observa en Libia.
El auge del tradicionalismo religioso radical y de derechas representado por el actual integrismo, tiene, naturalmente, raíces propias, pero no se entiende sin recordar la sistemática destrucción de la izquierda árabe que Occidente, y especialmente Estados Unidos, vino practicando durante la guerra fría, cuando casi todos los movimientos de liberación nacional árabes eran laicos y “progresistas”, lo que solía llevar implícito la voluntad de salvaguardar sus recursos naturales de la rapiña extranjera, y, lo que era aún más grave, utilizar esos recursos hacia el desarrollo de sus propias poblaciones o proyectos nacionales.
Mucho de todo eso fue recordado por el Presidente iraní, Hassan Rujani, en el discurso que pronunció el 25 de septiembre ante la Asamblea General de la ONU, igualmente silenciado, pese a la actualidad del más que moderado sentido común que expresó:
“Todos aquellos que tuvieron un papel en la financiación y apoyo de estos grupos terroristas deberían reconocer sus errores que condujeron al extremismo, deberían disculparse no solo ante las pasadas generaciones sino hacia las futuras”. (…) “la experiencia de la creación de al-Qaeda, los talibán, y otros grupos extremistas, ha demostrado que esos grupos no pueden ser utilizados contra Estados adversarios, manteniéndose al mismo tiempo inmune a las consecuencias. La repetición de estos errores, a pesar de tantas y tan costosas experiencias, es desconcertante”.
Y como resumen, una constatación: se cumple, en todos los frentes, el pronóstico de Immanuel Wallerstein acerca de la volatilidad de esa multipolaridad que sucede al mundo de la guerra fría. El de ahora es, verdaderamente, aún más convulso y revuelto que el anterior. El fin de la bipolaridad ni siquiera ha traído pasos significativos en materia de armas de destrucción masiva. Tanto en las relaciones internacionales, como en el calentamiento global —y en el cambio global en general— se observa la misma peligrosa dinámica de aceleración.
[Fuente: Diario de París, La Vanguardia]
17/10/2014
Ramon Boixadera i Bosch
TTIP y CETA: tratados de comercio devastadores para el empleo y la economía
Los últimos días de la Comisión Barroso se consumen en una incesante actividad: acaban de finalizar las negociaciones sobre el CETA, el tratado de libre comercio entre la UE y Canadá y se aceleran las rondas que deben culminar en un tratado de libre comercio e inversión con EEUU, el TTIP. Ambos tratados tendrán efectos devastadores para el empleo y la economía si no lo impedimos a través de una movilización masiva en múltiples ámbitos.
La Unión Europea admite en sus informes la destrucción de entre 430.000 y 1.100.000 puestos de trabajo, confiando que los empleos se recuperarán reorientado la producción hacia el mercado estadounidense. Pero la realidad es que en un entorno de débil demanda internacional, tal esperanza es meramente propagandística: nos sirve de ejemplo el NAFTA, un acuerdo de dimensiones muy parecidas que redujo el empleo en más de 1.000.000 de personas tan sólo en EEUU.
Si no es el crecimiento, ¿qué objetivos persigue esta negociación? Nada menos que debilitar la soberanía democrática frente al poder económico. ¿Cómo? Profundizando en la no-coincidencia entre mercados y soberanías, ya sea reforzando un aparato de gobernanza supraestatal sistemáticamente sesgado contra los intereses de la mayoría de ciudadanos, ya sea eliminando los escasos aranceles que permanecen, consolidando nuestra inserción periférica en la división mundial del trabajo.
Esta voluntad antidemocrática se observa en la actividad diaria de la Comisión. Su agenda y compromisos se definen en el más absoluto secreto, obligando incluso al Defensor del Pueblo europeo a abrir una investigación. Y mientras los eurodiputados permanecen ajenos a las negociaciones, sin ni tan siquiera acceso a los documentos de los acuerdos hasta el mismo día de su firma, los grupos de presión empresariales no dudan en utilizar su influencia para orientar la redacción del TTIP. Sabemos, por ejemplo, que de 130 reuniones preparatorias, 119 fueron con representantes corporativos, quienes fueron extremadamente claros en sus prioridades.
En primer lugar, en palabras del lobbysta Shaun Donelly, se trata "de acabar con el principio de precaución". Este principio, que rige en temas como la salud pública y el medio ambiente, nos protege de las agresivas campañas de la agroindustria, de los grupos farmacéuticos o del sector químico, que quieren imponer el uso de tecnologías o la comercialización de productos cuya seguridad no está probada.
Este principio es el que ha permitido que Europa mantenga una regulación más estricta en el uso de pesticidas en la agricultura o de agentes químicos en bienes de consumo diario; ha evitado la extensión indiscriminada del uso de hormonas en el ganado o de técnicas de minería y extracción energética sumamente agresivas. Pero la propia Comisión define tales protecciones como "barreras al libre comercio", priorizando la obtención de un beneficio al bienestar ciudadano. Curiosamente, en cuestión de patentes, la posición será la contraria: imponer nuevas barreras a la entrada de medicamentos genéricos o a la creación de nuevas pautas de consumo cultural.
Pero hay más. La creación de un único mercado transatlántico también tendrá efectos negativos sobre la regulación laboral y financiera. El incremento de la competencia entre las mayores economías del mundo continuará la carrera hacia el dumping salarial, social y fiscal que la globalización impone a los Estados, con el fin de asegurar una primacía competitiva tan fugaz como dañina para trabajadores y trabajadoras.
Otra demanda regulatoria es la liberalización del sector público, con nuevas presiones para asegurar el funcionamiento "competitivo" del transporte y las infraestructuras públicas, los servicios sociales, la salud o la educación. Las menguantes salvaguardas que existen para asegurar una política industrial eficaz y un Estado del bienestar guiado por el interés público se disolverán en beneficio de los grandes grupos corporativos, sean estos europeos o estadounidenses.
Por supuesto, las multinacionales no sólo pretenden influenciar en la actividad legislativa de los Estados a través de la persuasión y los contactos informales y las "puertas giratorias", si no que quieren dejar en el propio texto del Tratado, otra de sus demandas, ya incorporada en el CETA, que es la creación de tribunales internacionales de arbitraje (ISDS). Este permitirá a las empresas denunciar a cualquier Estado que incorpore cambios legislativos que dañen sus intereses de inversión. Cualquier Gobierno progresista se puede ver expuesto a pagar indemnizaciones multimillonarias. Estos tribunales, además, permanecen ajenos a las salvaguardas habituales en la legislación estatal; por ejemplo, las empresas tendrán la posibilidad de participar en la elección de sus miembros, asegurándose siempre una visión favorable a sus denuncias.
Canadá, con una legislación generalmente más avanzada que la de EEUU, ya está sometido a la disciplina de los ISDS a través del NAFTA. La batería de casos pactados o perdidos frente a las multinacionales incluye la casi totalidad de sectores de interés público: compensación por limitar el uso de aditivos tóxicos en la gasolina, por poner trabas a la exportación de residuos peligrosos, por establecer mínimos de inversión en investigación y desarrollo, por recuperar la gestión de bienes comunes tras el cierre de una fábrica, etc. Y tales litigios y sus paralizadores efectos no dejan de ir en aumento, animados por las respuestas favorables a los intereses corporativos.
Finalmente, cabe considerar el mensaje político que se dirige a los países no partícipes de este acuerdo. De ratificarse el TTIP, las condiciones de la integración entre las mayores economías mundiales sentarían un importante precedente para la negociación de nuevos acuerdos multilaterales (como el TISA, sobre servicios) y, en definitiva, para la integración de los países en desarrollo en el comercio económico mundial, en el que ya participan en considerable desventaja frente a las principales potencias industriales.
Frente al programa neoliberal, debemos oponer nuestra propia agenda exterior: basada en la cooperación entre países, la ayuda al desarrollo y el respeto estricto de los derechos humanos y laborales.
No puede haber libertad sin justicia; tampoco en el comercio.
[Fuente: Euroblog (eldiario.es)]
17/10/2014
Ana Barba
Cuando descubras que eres contrario al TTIP puede ser tarde
Mi frutero cree que es de derechas. Piensa que si vienen los de izquierdas, le quitarán la frutería. Abre los ojos como platos cuando le digo que soy muy de izquierdas, no da crédito, una señora que parece tan de buena familia.
La dueña de la farmacia de la esquina es de derechas. Está al borde de la quiebra, pero cree a pies juntillas que la culpa es de la herencia recibida y de los de izquierdas, que no dejan al Gobierno hacer lo que debe.
Mi amigo Pepe, dueño de una pequeña granja en la sierra, se declara votante alterno del PP y el PSOE, pues no tiene claro quien le dará respuesta a su lenta agonía financiera.
Mi amiga Clara es funcionaria de la Administración. Se cree a salvo de la marejada de la crisis. Nunca tiene claro a quién votar, no le interesa la política. Ella cumple con su trabajo y no quiere saber nada más.
Pues bien, está a punto de empezar una nueva era para ellos, pero no lo saben. No pueden saberlo porque es un acuerdo prácticamente secreto. Les aviso y me creen trastornada. No tengo una bola de cristal, pero veo muy claro su futuro.
En los próximos meses, cuando entre en vigor el Tratado de Libre Comercio entre EEUU y la UE (TTIP), algo que ninguno de ellos conoce, su pequeño universo se transformará:
La libertad de comercialización de los productos americanos hará proliferar nuevos supermercados, llenos de envoltorios de colorines y precios de risa. Los trabajadores precarios, que son mayoría, sólo podrán comprar a esos precios, su sueldo no dará para más. Los pequeños comercios de proximidad irán cerrando poco a poco y nuestro frutero acabará de reponedor, por 500€ al mes, en un “walt-mart”, descubriendo que la fruta que venden allí es una porquería y que él, para asombro general, es de izquierdas pero no lo sabía. Se hará activista de un grupooff-line, ya que las nuevas normas sobre datos de usuarios de internet los pondrían al descubierto si usaran las RRSS.
Los acuerdos del TTIP obligarán a privatizar casi completamente la Sanidad, por lo que los trabajadores precarios, que son mayoría, no tendrán acceso a muchos tratamientos médicos, que tendrán unos precios cada vez más elevados. La farmacéutica de la esquina verá disminuir su clientela y sus menguados ingresos, no podrá hacer frente a los créditos y pagos a proveedores. La farmacias, controladas y reguladas por el Estado, serán “liberalizadas” y nuestra boticaria, en quiebra, regalará su botica a “Procter & Johnson” a cambio de un salario de subsistencia. Descubrirá con horror que ser de derechas siendo un asalariado le provoca dudas existenciales severas.
Mi pobre amigo Pepe, tan cuidadoso con las normas sanitarias para criar sus vacas, verá cómo el mercado nacional es invadido por toneladas de carne americana, baratísima, pero llena de hormonas. Tendrá que cerrar en poco más de un año y subsistir como descargador en una distribuidora cárnica. Identificará al “libre comercio” como el enemigo del que no le defendieron ni PP ni PSOE. Abrazará la causa antineoliberal sin grandes resultados, pues la Ley Mordaza y el nuevo Código Penal impedirán protestas y manifestaciones “antisistema”.
En cuanto a mi amiga Clara, se verá afectada por la nueva legislación laboral que permitirá despedir a los funcionarios. Una demanda millonaria de la multinacional “All is mine” contra el Estado español por lucro cesante dejará el presupuesto estatal temblando para varios años y no habrá más remedio que despedir al 65% de los funcionarios para poder mantener los 250 cargos de confianza de cada ministro. Clara comprobará con estupor que su amiga Lola, que no fue capaz de aprobar las oposiciones, es ahora secretaria de un exdiputado que “trabaja” en la antes mencionada “All is mine”. Malvivirá trabajando sin contrato y descubrirá que sólo puede subsistir al margen del Estado.
Y si esta distopia futurista te parece exagerada, lee a continuación los puntos más destacados del TTIP que he recopilado como documentación:
Los cambios en las normas regulatorias afectarán a la producción y prestación de bienes y servicios (calidades, reglas de emisión de contaminación, inversiones y derechos de propiedad).
Los negociadores de la UE que se ocupan de este tratado están rodeados de los lobbies de las diferentes corporaciones multinacionales y patronales. La Comisión Europea se embarcó en más de 100 encuentros cerrados con lobbistas y multinacionales para negociar los contenidos del tratado. La Comisión Europea tuvo que reconocer esos encuentros a posteriori, y más del 90% de los participantes resultaron ser grandes empresas. Los documentos y negociaciones son opacos y secretos para el común. No se ha dejado participar a los sindicatos y a otros grupos de la sociedad civil.
El negociador principal de la parte europea reconoció en una carta pública que todos los documentos relacionados con las negociaciones estarían cerrados al público durante al menos 30 años. Concretamente aseguró que esta negociación sería una excepción a la Regla 1049/2001 que establece que todos los documentos de las instituciones europeas han de ser públicos. Como dice el premio Nobel Joseph Stiglitz sobre la negociación clandestina del TTIP, “no se entiende tanto secretismo, a no ser que lo que están tramando sea realmente malo”.
Una vez aprobado el TLC todos los gobiernos tendrán que adaptar sus normativas nacionales a los nuevos acuerdos internacionales, lo cual implicará una nueva ola de reformas laborales, financieras, fiscales, etc. que sirva a esa armonización regulatoria propuesta en el tratado. El TTIP estará por encima de la Constitución de cada país, será como una supraconstitución. Y los tribunales internacionales de arbitraje, que no están constituidos por jueces independientes, tendrán un nivel judicial más alto que los tribunales nacionales. El TTIP incluirá una cláusula de protección de los inversores extranjeros (conocida como Investor-State dispute settlement, ISDS), que permitirá a las multinacionales demandar a los estados cuyos gobiernos aprueben leyes que afecten a sus beneficios económicos presentes o futuros.
El TTIP no es sólo comercio. Como dice el profesor canadiense David Schneiderman, esto es un “Nuevo Constitucionalismo”, que garantiza derechos a los inversores por encima de los derechos de los ciudadanos. Aquí hay que hacer referencia a la modificación del artículo 135 de la Constitución española, que da prioridad al pago de la deuda sobre el bienestar de los ciudadanos, aprobado por PP y PSOE sin hacer la pertinente consulta ciudadana ante una enmienda constitucional.
En materia laboral, EEUU no ha ratificado seis de las ocho principales convenciones de la OIT, entre ellas las que conciernen a la libertad sindical y a la negociación colectiva. Por el contrario, todos los países de la Unión Europea han ratificado los ocho convenios fundamentales. Se habla de un proceso de mínimo denominador común en el que el resultado de la armonización será la igualación al nivel de la regulación más laxa.
La protección de las inversiones (o corporaciones) y sus normas de arbitraje dan preeminencia a las multinacionales sobre la capacidad legislativa de los gobiernos. El propósito no es la reducción de los ya bajos niveles arancelarios, sino la modificación de la regulación existente en las relaciones comerciales entre ambos espacios económicos, favoreciendo únicamente a las grandes empresas transnacionales que son las únicas interesadas. Se trata de la regulación relacionada con el control sanitario de determinados productos, con los estándares medioambientales, con los convenios laborales, con la propiedad intelectual e incluso con la privatización de servicios públicos. Se argumenta que estas normas suponen costes adicionales para las empresas, todo lo cual sería una pérdida de potencial económico para las distintas economías.
Cuando se amplían los mercados la competencia se incrementa y las empresas nacionales se ven obligadas a competir con las extranjeras. Y en esa pugna acaban victoriosas las empresas más competitivas. Se va a producir un trasvase de ventas desde las empresas locales, más pequeñas, hacia las grandes empresas que son las que pueden mantener estructuras de costes y precios reducidos a lo largo del tiempo hasta que hayan logrado eliminar a la competencia local.
Todas las que no puedan competir y ofrecer precios más bajos tendrán que desaparecer junto con todos sus puestos de trabajo. De hecho, la Comisión Europea ha reconocido que la ventaja competitiva de algunas industrias estadounidenses generarán un notable impacto negativo en sus homólogas en la Unión Europea, pero asume que los gobiernos tendrán fondos suficientes para mitigar los costes que ello genere.
El modelo agrario europeo es muy diferente al estadounidense, tanto en su organización como sobre todo en su tamaño. En EEUU hay 2 millones de granjas, mientras que en la Unión Europea hay 13 millones. En promedio una granja estadounidense es 13 veces más grande que una europea, lo que permite a las empresas estadounidenses competir en mejores condiciones. Por eso los agricultores europeos están tan preocupados: la amenaza de una concentración de poder y riqueza en el sector es muy alta.
La estructura productiva de los países de la periferia europea está mucho menos desarrollada que en el centro y norte de Europa y es mucho menos competitiva, de modo que una mayor competencia proveniente de las empresas estadounidenses afectará fundamentalmente a España, Portugal y Grecia.
Los negociadores de Estados Unidos han señalado particularmente a la regulación sobre sanidad y productos fitosanitarios como principales objetivos a armonizar. Y es que la regulación de la Unión Europea en esta materia está mucho más desarrollada y es más rígida que la de Estados Unidos, razón por la cual una armonización a la baja será especialmente lesiva para los ciudadanos europeos.
Los supermercados europeos se inundarán de productos que son habituales en Estados Unidos y que sin embargo a día de hoy están prohibidos en la Unión Europea por motivos sanitarios o ecológicos. Por ejemplo, el 70% de toda la comida vendida en Estados Unidos contiene ingredientes modificados genéticamente, algo impensable actualmente en la Unión Europea.
En materia de salud pública, la Unión Europea bloquea más de 1.200 sustancias que se utilizarían en cosméticos, mientras que Estados Unidos sólo bloquea poco más de diez.
En materia de protección de datos, en Estados Unidos las grandes empresas pueden acceder sin límites a toda la información privada de sus clientes. Así, empresas como Facebook, Google o Microsoft tienen capacidad de utilizar esa información como deseen.
Sin embargo, en la Unión Europea hay límites que protegen ese espacio personal. ACTA y ahora el TTIP buscan romper esa regulación europea para armonizarla con la falta de límites de Estados Unidos. Este tratado de libre comercio atenta directamente contra este requisito al conceder una mayor protección legal a las grandes empresas que a los propios ciudadanos o a los estados.
A finales de 2013 había un mínimo de 268 demandas pendientes contra 98 países (UNCTAD). En los 90 sólo había una docena. Se trata de un nuevo negocio en sí mismo, lo que ha hecho que muchas empresas de abogados se hayan especializado y estén dispuestas a litigar por cualquier evento que crean que puede servir para sacarle dinero a los estados, desviándose como consecuencia grandes cantidades de recursos y fondos públicos hacia las grandes empresas, en lugar de dedicarse a los servicios públicos fundamentales que garanticen la vida digna de las personas.
Si todo esto no te ha generado deseos de luchar contra el TTIP, creeré que no tienes sangre en las venas y que vamos camino de un neofeudalismo sin solución.
[Fuente: El socialismo es republicano (Público.es)]
24/10/2014
Eduardo Lucita
El ALCA a la europea
Acuerdo Transatlántico de Comercio e Inversión (ATCI)
La caída del ALCA y el estancamiento de las negociaciones en la OMC llevaron a EEUU a imponer acuerdos bilaterales con varios países de América latina y, con el aval de la UE, a reflotar el proyecto transatlántico, mientras que en paralelo negocia un Acuerdo Transpacífico (TTP por sus siglas en inglés). A mediados del año pasado los estados miembros de la UE instruyeron a la CE para que retomara las negociaciones; desde entonces, el dinamismo fue creciente. En el segundo semestre del 2013 hubo tres reuniones, con la característica —que también tuvieron las fallidas negociaciones por el ALCA— de que son casi secretas, no hay mayor información pública ni transparencia en la negociaciones, tampoco participación de los partidos ni de las organizaciones de la sociedad civil (sindicatos, ecologistas, defensa de los consumidores…).
Dimensiones y contenidos
De concretarse el ATCI será el mayor acuerdo comercial de la historia. Abarcará a 800 millones de personas, explicará cerca de la mitad del PBI mundial y más del 30% del comercio internacional. El lema del ALCA era “igualdad de trato y de acceso a los mercados” mientras que para el ATCI es lograr “… el más alto nivel de liberalización”. Sus contenidos no nos son ajenos: rebaja de aranceles hasta su eliminación; apertura de los mercados de servicios e inversión; libre acceso a las contrataciones públicas; desregulación de mercados laborales ambientales y sanitarios. No obstante el punto determinante del acuerdo es el establecimiento de derechos jurídicos favorables a las corporaciones. Derechos que aún no lograron imponer en la OMC. Se trata del capítulo sobre “protección de inversiones”, que replica el capítulo 11 del TLCAN, o el 15 en los frustrados borradores del ALCA. Por esta nueva estructura jurídica todo inversor de un país miembro podrá entablar juicio a los estados de los países suscriptores del acuerdo por la sanción de leyes protectoras o reguladoras que afecten a los costos de producción y a las condiciones de prestación de sus servicios. Por lo tanto de sus tasas de ganancias. Se trata de una nueva relación Estado/inversionistas que tiene consecuencias políticas no menores. Se fortalece el poder de las corporaciones y se vulnera la soberanía de los Estados, mientras que al poner el interés de los inversionistas por encima del de los ciudadanos se vulnera la soberanía popular, la de las instituciones y la del propio régimen democrático.
La dimensión geopolítica
Pero el acuerdo no solo tiene implicancias ideológicas, políticas y económicas, tiene también una dimensión geopolítica. Se trata de trazar una raya al avance y consolidación de China en el escenario internacional, que va camino a ser primera potencia económica, ya desplazó a EEUU del podio de primera potencia comercial del mundo (es el primer exportador y el segundo importador) y avanza con sus inversiones en África y América Latina. En este contexto es que también debe analizarse en nuestra región la creación de la Alianza del Pacífico integrada por países (México, Colombia, Perú, Chile) que tienen firmados Tratados de Libre Comercio (TLC) con EEUU, que comparten la lógica económica del neoliberalismo y que tienen las llaves de futuras salidas exportadoras por el Pacífico.
Imperialistas apurados
Se sabe que la administración del presidente Barak Obama aspira a firmar este tratado antes de que venza su mandato, mientras que en su reciente visita a los EEUU el presidente francés, François Hollande, fue por demás explícito: “Ir rápido va a ser lo mejor”. ¿Porque tanto apuro? El propio Hollande lo aclaró “Si no, sabemos que se van a acumular los miedos, las tensiones, las amenazas, las crispaciones”. (No es ocioso recodar aquí que en los años 30 del siglo pasado el socialista Léon Blum, por entonces primer ministro del Frente Popular, aclaró sin ambigüedades “… los socialistas somos el médico de cabecera del capitalismo".
Sin tiempo que perder
Los ciudadanos europeos debieran considerar que lo que está en discusión es la equiparación de las condiciones de concurrencia entre EEUU y la UE. Por lo tanto están en juego las relaciones capital/trabajo (salarios, condiciones laborales, nivel de empleo); los restos del Estado del Bienestar (recortes sociales); las normativas para la comercialización de bienes y servicios (regulaciones ambientales y fitosanitarias) y hasta ciertos aspectos de la propiedad intelectual. Tanto los contenidos explicitados más arriba como estos riesgos estaban incluidos en el proyecto ALCA. Llama la atención que en los numerosos trabajos críticos que circulan por Europa —o al menos en los que este articulista tuvo acceso—, no se tomaran en cuenta los resultados del TLCAN para México (pérdida de la soberanía alimentaria, despoblamiento del campo, incremento de los niveles de contaminación, juicios contra los Estados miembros), ni se mencione la experiencia latinoamericana en la derrota del ALCA (una amplia confluencia de los movimientos sociales del continente que culminó en el Movimiento No al ALCA, que sostuvo la resistencia durante varios años, combinada con la acción los gobiernos de Argentina, Brasil y Venezuela en la hoy histórica reunión de Mar del Plata). Visto desde el sur de la América latina, la ciudadanía europea, los sindicatos y las organizaciones sociales no tienen tiempo que perder.
[Fuente: Viento Sur]
26/10/2014
Albert Corominas
Cataluña. Elecciones ¿plebiscitarias?
El año 2010, la sentencia del Tribunal Constitucional que se cepilló el Estatuto de Cataluña de 2006 generó un gran movimiento popular que, desde entonces, ha ido creciendo y consolidándose. El presidente de la Generalitat, Artur Mas, vio la oportunidad de subirse a la cresta de la ola y convocó elecciones autonómicas a finales de 2012. A la vista del mal resultado, Mas optó por surfear sobre el movimiento soberanista con el fin de erigirse en su líder, mantenerse en el poder y, mientras tanto, seguir aplicando, con la complicidad de ERC y, singularmente, de su líder Oriol Junqueras, sus políticas económicas y sociales, entre las más, sino las más, derechistas de las de las comunidades autónomas del Reino de España.
Planteada la consulta de autodeterminación con vistas a la independencia como un objetivo a corto plazo a fecha fija, el fracaso estaba cantado, pero Mas consiguió hacer creer que guardaba un as en la manga que la haría posible. Lamentablemente, en su manga solo había unas votaciones de pa sucat amb oli [1], tal vez pactadas con el mismísimo Rajoy, que no solo no conducen a parte alguna, sino que ridiculizan y, a corto plazo, comprometen gravemente, el futuro del movimiento soberanista. Pero que le permiten seguir surfeando, pese a la legionella y a Jordi Pujol y sus más ínclitos vástagos, recortando y favoreciendo los intereses privados, incrustados en su propio gobierno, singularmente en lo que respecta a la sanidad pública..
Entre una cosa y otra, llevamos así cuatro años. Pero esto no ha terminado, porque, tras la pseudoconsulta vendrán unas elecciones calificadas como plebiscitarias que, según como, prolongarán cuatro años más la situación actual.
La izquierda (y no me refiero, claro está, al PSC-PSOE) no ha sabido, no ha podido o no ha querido imponer, junto al debate sobre el futuro de la nación catalana, la denuncia de las políticas del gobierno de Cataluña.
Ahora se abre un panorama nuevo y la izquierda no puede seguir a remolque.
En primer lugar, ha de dejar bien claro (¿por qué no lo ha hecho ya?) que las elecciones plebiscitarias no existen, que el resultado de las elecciones, se presenten como se presenten, es un parlamento, del que emana un gobierno, el cual aplica las políticas favorecedoras de los intereses que representa. Las elecciones, además, no resolverán el problema de la relación de Cataluña con el estado español; ni siquiera en el caso improbable de una mayoría aplastante favorable a la independencia. Una declaración de independencia aprobada por mayoría en el parlamento catalán sería un elemento más en un proceso que necesita tiempo, mucha energía y mucha voluntad de sacrificio, pero no abriría ipso facto las puertas de la independencia de Cataluña.
La izquierda, asimismo, sin dejar de apoyar sin reservas el derecho a la autodeterminación, tiene que denunciar la política económica y social que ha llevado a cabo hasta ahora el gobierno de CiU, con ERC como colaboradora necesaria, y presentar alternativas.
Las probablemente próximas elecciones al Parlament serán, sin duda, un hito significativo en el proceso de Cataluña hacia su autodeterminación, pero deberían ser también, y sobre todo, la ocasión para que las clases trabajadoras de Cataluña recuperen el terreno perdido en tantos años de engaño y saqueo por parte de la derecha catalana, que, como la de cualquier otro lugar en el mundo, ha antepuesto y antepondrá la defensa de sus intereses a cualquier otra consideración.
Nota
[1] De chicha y nabo.
[Fuente: Sinpermiso]
19/10/2014
Guillem Martínez
El 9-N como otra jornada particular
El 9-N parece un combate democrático entre un Govern que reivindica el derecho a votar, y un Gobierno que lo niega. ¿Es así? Es así, literalmente. Pero también es muchas otras cosas. E inquietantes. En este artículo les invito a contemplar varias.
1. El que nos ocupa no es, al menos, un combate democrático entre dos gobiernos. Es más, CiU ha participado junto a los grandes partidos del Régimen en la ola reaccionaria-histórica, King-size, XXL, que ha reformulado la democracia. En este choque no hay, por tanto, beligerancia alguna entre dos concepciones de democracia.
2. Tampoco entre culturas políticas. La gestión gubernamental del derecho a decidir ha consistido, básicamente, en su apropiación por el Govern. De principio —convocatoria de elecciones en 2012—, a fin —el decreto de convocatoria del 9-N se firmó el día después de la declaración de Pujol, para ensordecerla; no hubo otras astucias—. La gestión gubernamental, o h) no ha sido honesta, o b) ha sido inepta. Y, por h) o por b), no finalizará en una consulta, tal y como off the record siempre han confesado —incluso hoy—, los emisores del procés. Visto así, el procés ha sido un producto de consumo interno. Exitoso. Ha salvado la vida a un gran partido del Régimen, ya explícitamente corrupto, y ha reducido las reivindicaciones democráticas —rupturistas, iniciadas en 2011—, a una sola, que gestiona el Govern. Aún así, ¿el procés es una amenaza de ruptura?
3. Nadie lo sabe. Es decir, que lo que pase no depende del emisor del procés. En todo caso, los emisores del procés han mantenido un pulso constante contra la ruptura. Su propuesta es todo lo contrario a ella. Una depuración de la representatividad, cuando está seriamente en crisis: consulta no vinculante y cuyo resultado sería motivo de negociación entre el Estado y el Govern. Algo más español que las lentejas o las portadas de prensa victoriosas. El procés es así, y básicamente, una demanda de diálogo a dos partes. Es decir, CiU reivindica algo que tenía y que ya no tiene. La negativa del Gobierno a negociar nada es quizás la gran novedad, el caso singular del enfrentamiento.
4. La gran novedad: el Régimen ha interrumpido el diálogo consigo mismo. El Gobierno ha decidido un cambio unilateral. No hablar con el Régimen en Catalunya. Quizás ha llegado a imaginar que puede participar en la ola reaccionaria que está modulando Europa como ideólogo, y no como portero de finca, por lo que puede aprovecharla para colar sus revoluciones pendientes. La retirada de la ley Gallardón —contestada en Europa—, es un indicio de que Europa está más preocupada por defender valores protestantes antes que católicos. El nacionalismo español, ese catolicismo, ¿puede ser atemperado también desde Europa?
5. Pinta que no. Javier Pérez Royo ya ha apuntado que el referéndum escocés ha sido la última emisión de democracia directa sobre tema territorial en Europa. La UE no quiere democracia directa, ni ampliaciones de la democracia. No engaña a nadie, no es una institución democrática. Su escaso conflicto con Hungría o, glups, Ucrania —esas joyas cuidando a sus minorías—, indica además que, para la UE, los nacionalismos son políticas internas. Sí, puede presionar por una reforma constitucional —me dicen que lo está haciendo—. El procés —art. 2 del decreto de convocatoria—, está preparado de serie para culminar, por cierto, en una solicitud de reforma constitucional. Quizás es eso para lo que fue emitido. La cultura del emisor no da para más. Por ejemplo, para desobediencia democrática.
6. El procés, si uno lo entiende como un proceso de ampliación de la democracia, y no como propaganda gubernamental, no existe. Por tres razones: UE, Régimen '78, y lo que ha sido y quiere ser el Régimen '78 en Cataluña. Quizás el procés —es decir, la ampliación de la democracia en lo territorial, como resultado de una ampliación de la democracia; de toda—, solo puede existir mediante un enfrentamiento con la UE, y mediante una ruptura con el Régimen. Solo puede existir a través de partidos y lógicas pujantes, que ya existen, pero que no aún no ocupan el poder. Quizás solo puede existir con un cambio político en España —el post15-M parece defender que la territorialidad debe votarse—. Pero también en Catalunya.
7. Costará que el 9-N, cuando no pase nada, no pase nada. Sí, vale, se pueden montar los Pastorets-per-la-Consulta. Pero los ciclos propagandísticos agotan y, si no se van confirmando, finalizan abruptamente. Y este ya está finalizando. El pasado sábado, por ejemplo, día histórico, bla-bla-bla, Mas, preguntado por Mònica Terribas sobre su posible corrupción, no pudo utilizar la propaganda del día, por no poder absorberlo todo ya, por ser más débil que la realidad. Un indicativo de lo que está pasando a pesar de la propaganda. El Régimen está seriamente en crisis. Y herido. En Madrid y Barcelona. El uso propagandístico del procés en ambos biotopos puede dar para muy poco dentro de muy poco, si es que la sociedad decide observar el progreso de los derechos y la democracia, antes que el del fascinante mundo de la propaganda.
[Fuente: El País]
26/10/2014
FUHEM Ecosocial
Diálogo: Sami Naïr y Rafael Poch-de-Feliu
¿Hacia dónde va el proyecto europeo?
En el marco del boletín ECOS «Proyecto europeo: deseos, desvíos y derivas», hemos querido completar los análisis formulando algunas cuestiones sobre diagnóstico y prospectiva a destacados analistas del proyecto europeo. Sami Naïr y Rafael Poch-de-Feliu han respondido a nuestras preguntas. Este diálogo virtual aporta nuevos ángulos para explorar los contrastes entre los objetivos originarios del proyecto de la Unión Europea y su plasmación real y, sobre todo, indagar en las perspectivas más probables y deseables de ese proyecto.
1. Un inadecuado diseño institucional, divergencias nacionales, el euro… muchas son las cuestiones problemáticas del proyecto comunitario pero, en tu opinión, ¿dónde situarías la raíz de los males que aquejan a la Unión Europea (UE)?
Sami Naïr (SN): El proyecto en el que hemos entrado con el Tratado de Maastricht en 1992 −y anteriormente con el Tratado Único, pero el giro fundamental es el Tratado de Maastricht− ha constituido en la historia de la UE no una evolución, sino una ruptura con el pasado. Hasta los años setenta, con el Acta Única, había un acuerdo entre los países europeos para construir un mercado único y para hacer que, después de ese mercado, lo más importante fuera construir un sistema constitucional político que pudiera orientar ese mercado; incluso en el Acta Única de 1986 estaba ya contenida esa idea. En el Tratado de Maastricht, la noción de la orientación política está formulada de manera muy elíptica; el Tratado estaba orientado esencialmente a una estrategia económica monetaria que consistía, en realidad, en radicalizar los efectos del Acta Única de 1986 y en crear las condiciones hacia una moneda común sin verdaderamente someter
ese proceso y esa moneda, el euro, a un poder político −un poder político europeo−, a la vez responsable de las políticas económicas, de las políticas monetarias y con poder de control directo o indirecto sobre el Banco Central.
En realidad, lo que hemos puesto en marcha ha sido un sistema monetario creando lo que he llamado en mi libro [1] una verdadera monarquía financiera que domina fundamentalmente el Banco Central, es decir, unos banqueros nombrados por los gobiernos, pero no elegidos democráticamente, y que practican una política ultraliberal, una política fundamentalista, que no concuerda con la realidad de la Europa que ha caracterizado la zona euro: una diferencia muy importante de desarrollo económico entre los países más desarrollados y los menos desarrollados, presente durante los años ochenta, los noventa y hasta la fecha. Se creó una moneda económica para países cuyo desarrollo era diferente y de ahí que la crisis fuera prácticamente inevitable porque una moneda necesita, tal como lo ha pensado el creador de esta moneda única, el Sr. Mendel, un espacio económico coherente y con el mismo nivel de desarrollo. Poner en la misma cesta a Alemania, Francia, Grecia, Holanda y España es evidentemente invitar a que ocurra un accidente inevitable porque estos países no tienen un nivel de desarrollo equiparable ni en términos de PIB, ni en comercio exterior, ni en otros términos fundamentales de la economía. La crisis ha sido preparada por ese error monetarista tremendo de la concepción europea. Ese es el problema central de la UE. Mientras no tengamos un sistema de ayuda que permita a todos los países que están dentro del euro la posibilidad de flexibilizar su presupuesto, tendremos crisis sociales y políticas, y destrucción del tejido social. Para poder permanecer en el euro, los países menos desarrollados se ven obligados a aceptar políticas de destrucción de su sistema social, hecho que está ocurriendo hoy en España −con más de seis millones de parados−, en Portugal, en Italia o en Grecia, país totalmente devastado por la privatización generalizada. Ese es el coste que estamos pagando por el enfoque monetarista y aberrante de la concepción europea.
Probablemente, la crisis del euro va a continuar, pues si los mercados se han calmado estos dos últimos años es porque el Banco Central, violando el Tratado monetario, ha gastado miles de millones de euros para salvar los bancos de los países en rescate. Por eso los alemanes están enfadados con los países del sur europeo: las últimas elecciones en Renania demuestran que los partidarios de la expulsión de estos países crecen peligrosamente. Pero en realidad, Alemania está sacando partido para, desde el mercado europeo, beneficiarse de un euro caro. Actualmente, este país es el principal beneficiario del euro y eso, evidentemente, plantea problemas al resto. Mientras no cambiemos la política del euro e implantemos un euro menos caro, comparable, más o menos, al valor del dólar, tendremos una crisis estructural; es ineluctable. Ahora bien, esperemos que con esa crisis se tome conciencia, como se ha demostrado en las últimas elecciones, de que la ciudadanía europea no quiere seguir así. La gente está harta en todas partes y espero que esta situación conduzca a una toma de conciencia para reorientar el proyecto europeo.
¿Qué significa reorientar ese proyecto? 1º) Democratizar las instituciones europeas; hacer que la Comisión no tenga el poder absoluto que ostenta hoy en día; 2º) Introducir en los estatutos del Banco Central el objetivo del crecimiento, y no solamente de la lucha contra la inflación. Ahora estamos en una situación de deflación, lo que provoca paro y recesión. Más vale un poco de inflación con más empleo. Yo prefiero una inflación moderada y un empleo desarrollado a una deflación tal como ocurre actualmente, con más de 12 millones de parados en la zona euro. 3º) Transformar el Pacto de Estabilidad que la Comisión está imponiendo mediante los criterios de Maastricht, con resultados dramáticos para las economías de los países con más dificultades actualmente. Por ejemplo, resultaría fácil cambiar el criterio del 3% del déficit presupuestario. Los Gobiernos francés, español e italiano están pidiendo una modificación para permitir cierta flexibilidad. Al mismo tiempo, habría que aumentar el umbral de la deuda pública respecto al PIB; no dejarla en el 60%, sino permitir que países en situación difícil pudieran tener una deuda pública del 70, 90, o 100%, según la situación, porque la deuda pública significa, en términos reales, una cosa muy sencilla: la posibilidad de financiar la sanidad, la educación, las empresas que quieren crear empleo; eso es la deuda, la posibilidad de financiar los servicios públicos. Prefiero una deuda más alta en contra del criterio de Maastricht que la destrucción de los servicios sociales en una sociedad democrática y civilizada.
Y tenemos, finalmente, que pensar qué modelo de acuerdo político podemos tener entre los distintos países europeos. Ahora, dentro de la UE, tenemos un modelobastardo, un modelo que no es federal ni confederal, regido en realidad por los tecnócratas no elegidos y ultraliberales de Bruselas. Lo que queremos es ver en qué medida se puede reflexionar sobre un nuevo acuerdo político, un nuevo tratado constitucional que plantee claramente el carácter confederal, no federal o neofederal o sui generis, sino verdaderamente confederal de la UE, con un presidente de la confederación europea y unos Estados nación europeos que delegan a la UE lo que no pueden hacer ellos dentro del mercado y que se reservan para su propio derecho regaliano la posibilidad de poner en marcha políticas específicas.
Rafael Poch-de-Feliu (RPF): Es verdad que con el euro y Maastricht se abandonaron las veleidades y compromisos históricos de cristianodemócratas y socialdemócratas hacia las prioridades de pleno empleo y el Estado social. La única y central vaca sagrada ha sido desde entonces la estabilidad de precios y la desregularización de los mercados, en detrimento de los controles estatales. Los Estados nacionales en cuyo marco se establecieron ciertos límites sociales, resultado de antiguos y dolorosos pulsos, son vistos como impedimento y, como tales, eludidos. Todo eso aleja aún más el proceso de cualquier control ciudadano. Pero si hay que hablar de un problema raíz, yo mencionaría la contradicción básica entre capitalismo y equidad. Esta Europa es un club desigual, con Norte y Sur, centro y periferia, por el sistema socioeconómico en el que está inserta. Sin cambiar ese sistema no puede haber un proyecto europeo horizontal y democrático que irradie al resto del mundo algo que valga la pena, es decir que no contribuya a empeorarlo. O sea, que la simple realidad es que el problema de esta Europa es el capitalismo: la prioridad del beneficio privado y de la economía sobre cualquier propósito humano.
2. ¿En qué medida coincide el proyecto original europeo con las iniciativas efectivamente adoptadas?
SN: Cuando se habla del proyecto original, ¿de qué proyecto se habla? ¿Del proyecto del Tratado de Roma?, o ¿se habla del proyecto de Monnet y de Schumann? Observo que los creadores de la UE tenían un proyecto de construcción económica de la Unión Europea, pero también tenían una visión social; consideraban que el aspecto económico tenía que desarrollarse junto con una política social común. Pero lo que hemos hecho ha sido desarrollar la economía destrozando el vínculo social. En este sentido, podemos decir que a partir del Tratado de Maastricht, como he dicho antes, hay una desviación, casi una inversión, del proyecto y del sueño de una Europa económica, política y social de los fundadores de Europa.
RPF: El “proyecto original” englobaba por lo menos cuatro propósitos: la gente como Monnet quería un orden europeo inmune a las catastróficas guerras nacionalistas, un propósito digno y actual; Estados Unidos (EEUU) quería un fuerte núcleo europeo para el combate de la guerra fría y una geopolítica imperial; Francia quería implicar a Alemania en un esquema en el que París fuera Primus inter pares; y Alemania quería volver a ser un país soberano y mantener abierta la perspectiva de una reunificación, o sea objetivos nacionales. Con el triunfo de la Gran Desigualdad neoliberal, la disolución de la URSS y la reunificación alemana, todos esos propósitos se han alterado notablemente. Respecto a las guerras, esta Europa las ha fomentado tanto fuera de sus fronteras, contribuyendo al imperialismo, como dentro de ellas, por ejemplo, en Yugoslavia y ahora en Ucrania.
3. En la última década, las distancias tanto territoriales como sociales dentro de la UE se han ampliado. ¿Hasta qué punto es posible seguir con el proyecto europeo sin abordar las fracturas internas?
SN: Prácticamente todas las fracturas que existen hoy día están provocadas por el proceso de construcción. Es constatable el viraje liberal de Europa. Y es precisamente este modelo económico liberal el que está destrozando la cohesión de los Estados-nación. Eso conlleva el desarrollo de movimientos extremistas, sobre todo de extrema derecha, que están aprovechando la situación para volver a una concepción ultranacionalista y xenófoba de la nación. Creo que para evitar estos problemas y las fracturas internas hay que reducir una parte esencial del poder de la Comisión de Bruselas y volver a impulsar políticas de cooperación intergubernamental −y no siempre de integración, sino intergubernamentales− para llegar a la integración. Hemos concebido la política de integración como método, no como fin, y como método destroza los países. Cuando la Comisión de Bruselas y el Banco Central imponen a España condiciones que generan un nuevo mercado están destruyendo las empresas españolas, y no puede competir con alemanes y franceses, y todo en nombre de la integración. En mi opinión sería mejor poner en marcha políticas de cooperación intergubernamental. Decir, “mira eso no lo podemos aceptar, necesitamos otro euro para poder jugar con el tipo de cambio del euro porque no tenemos el mismo nivel de desarrollo y no nos interesa hacerlo ahora”, y así conservar la cohesión social. Es decir, tener como objetivo la cohesión social de cada país. Por tanto, hay que cambiar totalmente el método de construcción europeo.
RPF: No creo que valga la pena seguir con ese “proyecto europeo”, a menos que se derribe su actual esquema y se refunde sobre bases ciudadanas y sociales, y no oligárquicas y mercantiles.
4. Europa se ha presentado como agente político en el ámbito internacional con una imagen pulcra e intachable como defensora de los valores ilustrados, de derechos sociales, cooperativa, garante de estándares internacionales y abanderada del poder blando. ¿En qué medida coinciden imagen y realidad? ¿Cuánto hay de mito en esa proyección?
SN: Mi respuesta es tajante, y la realizo no solamente como analista e intelectual, sino como ex diputado europeo y miembro de la Comisión de Asuntos Exteriores del Parlamento Europeo durante cinco años: la Unión Europea no tiene política exterior y sus valores los viola sistemáticamente la misma UE. No tiene política exterior porque no tiene un Gobierno capaz de elaborar una política exterior común, con la posibilidad de poner en marcha esa política más allá del dinero, con un ejército y con la capacidad de imponer sus orientaciones. Una política exterior sin capacidad de imposición no es una política exterior; es una política de comerciante. La UE considera que su instrumento militar es la OTAN, pero ahí, tenemos que decirlo claramente: hay desacuerdos entre los países europeos. No tienen la misma visión de la OTAN alemanes o ingleses, quienes aceptan la dominación total de EEUU –los alemanes ahora menos−, en el mando de la organización. Y debido a eso tenemos hoy la crisis de Ucrania, porque la OTAN quería poner cohetes en la frontera rusa. El problema central de la crisis de Ucrania viene de ahí, de la estrategia de la OTAN; el resto es manipulación en mayor o menor medida. En lugar de una política exterior, lo que tenemos es una política proclamativa, declarativa, retórica, basada en unos valores abstractos de derechos humanos y una estrategia que consiste en servir de mediador de los conflictos para desde ahí poder influir.
¿Qué ha hecho la UE en Oriente Medio, desde que hemos nombrado a ese hombre, que en mi opinión debería estar en la cárcel, el Sr. Tony Blair, como Enviado Especial de la UE en Oriente Medio? Acepta la política desastrosa de Israel en Oriente Medio. ¿Qué hemos hecho en todos los otros conflictos? ¿En qué medida ha podido la UE ayudar, calmar y encontrar una solución en Ucrania? Ha sido la propia UE la que ha radicalizado la situación ofreciendo al Gobierno ucraniano unas condiciones mucho más interesantes que las de Rusia, sabiendo que eso iba a provocar una reacción irracional por parte de Ucrania. ¿Qué ha hecho la Unión Europea en los grandes conflictos del Sahara, de África, en lo que está pasando ahora en la República Centroafricana? Ni ha mandado un solo avión, ni un soldado, son los franceses los que están allí. ¿Qué ha hecho en Libia, en Irak, en Afganistán? Nada; todo es juego. La gente ocupa puestos bien remunerados y después de cinco años son reemplazados por otros para implementar la política exterior de la UE. ¿Qué ha hecho la UE, por ejemplo, para solucionar el problema de Irán? Son EEUU y Rusia los que han decidido lo que había que hacer, y en Ginebra había representantes europeos, pero otros representantes estaban en una posición más radical. Los rusos y americanos entendieron que no era posible tomar una decisión junto a la UE y lo decidieron entre ellos. Hace falta tomar distancia y ver la realidad: la retórica para engañar a la gente y seguir teniendo una Europa económica, impotente políticamente y muy problemática a nivel económico.
No podemos decir hoy que el sueño europeo se ha realizado; todo lo contrario, el sueño, tal y como lo ha dicho el nuevo presidente del Gobierno italiano, se ha transformado en pesadilla; esa es la realidad. Y no podemos seguir así, en nombre de una concepción abstracta, utópica y pavloviana; tenemos que ver la realidad.
RPF: La ambición de algunos de los padres fundadores europeos de posguerra me parece meritoria: crear una Europa moralmente superior a EEUU capaz de ejercer una influencia más benévola en el mundo que la de aquellos. El problema es que, más allá del narcisismo que la ha impregnado (una superioridad griega respecto a Roma), la simple realidad es que Europa ha sido servil vasallo de EEUU todo este tiempo, con excepciones muy puntuales en la Francia de De Gaulle y contratiempos como laOstpolitik de Brandt. Esa ambición puede considerarse valiosa y positiva, pero por desgracia no tiene nada que ver con lo que ha ocurrido. Hoy, la UE es el primer exportador mundial de armas y su proyección es cada vez más imperial. Si eso es inevitable, entonces cuando más fofa y débil sea esta UE, tanto mejor para el mundo.
5. ¿Cuál es el papel geopolítico de la UE en el ámbito internacional y adónde se dirige en el marco de un mundo cambiante y globalizado? ¿Qué futuro tiene el proyecto europeo en ese entorno?
SN: Buena pregunta… me obliga a reflexionar. Su papel fundamentalmente debería ser no solo geopolítico, sino geocultural. Lo que me parece absolutamente original en Europa es su aporte a la cultura y a la civilización mundial. Y ese aporte es un modelo de construcción de la sociedad basado en la idea de igualdad, idea que no existe en EEUU o en otros países; ha existido en Rusia o China a través del comunismo, pero ha sido destrozada por el mismo. Europa, democráticamente puede representar esa idea de equiparación de políticas sociales para ayudar a los más débiles y favorecer la educación pública de calidad para todos –y no, como en EEUU, donde la educación es de muy mala calidad y privatizada−. Europa puede servir como modelo cultural civilizador a escala planetaria; ese es su papel principal. Ahora, su papel geopolítico depende de su capacidad de existir políticamente o no. Una entidad política tiene un papel geopolítico cuando puede influir sobre la situación geopolítica, y la respuesta en este punto –ya me he referido a ello− está en construir una Europa política. No podemos tener una geopolítica europea eficaz sin tener un papel político europeo. La única manera de poder disponer de un poder consensuado, teniendo en cuenta las diferencias entre las naciones, es perfilando un poder confederal, en lugar de un poder federal. Nunca he creído en la utopía federalista; considero que dicha utopía es la razón por la cual hemos dejado a los ultraliberales realizar este giro y destrozar lo social en Europa. El federalismo es la muerte del proyecto realista de construcción europea. Necesitamos un modelo confederal en el que verdaderamente sea la política la que mande, y no la economía.
RPF: Salvo un completo cambio de las prioridades, que solo sería posible mediante una refundación ciudadana, el papel mundial de la UE solo puede ser lo que es: imperialista, con la participación depredadora y militar en el acceso a recursos globales. La refundación precisaría cambios cardinales en los respectivos Estados nacionales. De momento, se vislumbra muy poco de todo eso.
6. Ya en los últimos años, y culminado por las últimas elecciones al Parlamento Europeo, observamos cambios muy significativos en el ámbito político −institucional o no− en el contexto europeo. ¿Qué valoración te merece la aparición de nuevas fuerzas políticas y sociales en Europa?
SN: A raíz de las últimas elecciones al Parlamento Europeo se aprecia un giro muy positivo con la entrada de fuerzas de izquierda en el Parlamento. Por contra, resulta muy negativo que entren también fuerzas de derecha y de extrema derecha, y considero que los responsables de ello son los partidos hegemónicos dominantes. Felizmente, frente a esa extrema derecha, tenemos nuevas fuerzas de izquierda que van a obligar a las fuerzas tradicionales de izquierda a hacer frente, espero, al auge de la extrema derecha. Pero estas fuerzas aquí, en España, tanto como en otros países −Italia o Grecia−, representan un elemento importante. Creo que su entrada no va a tener muchas consecuencias porque el Parlamento Europeo no tiene verdadero poder: es sencillamente una caja registradora, aparte del poder de codecisión, pero que no sirve para nada. A partir de noviembre, Juncker ejercerá como Presidente de la Comisión Europea y va a apoyar la misma política liberal anterior. Sus propuestas son vagas y esquemáticas, y de antemano acepta seguir las negociaciones con los EEUU sobre el Tratado Transatlántico, lo cual significa la desaparición programada del modelo social europeo.
RPF: Se ha visto el ascenso de la ultraderecha y también de la izquierda. No tenemos señales claras. Lo único claro es que privada de sus dos promesas esenciales, la mejora del nivel de vida y la paz, esta Unión Europea tiene cada vez menos gancho y merece más rechazo entre la ciudadanía. A mí la actual estructura europea me parece como el Gosplan de la URSS: algo apenas reformable. Para hacer algo que valga la pena hay que derribar el actual edificio oligárquico. Tendremos la Europa que nos merezcamos.
Nota
[1] S. Naïr, El desengaño europeo, Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2014.
[Fuente: FUHEM Ecosocial]
24/10/2014
Gonzalo Pontón
¡Es el capitalismo, estúpido!
Dicen los que saben de esto, que el patrimonio financiero de los siete mil millones de habitantes de este mundo es de 73 billones de euros. Pero, si se echan bien las cuentas, en los estados donde vivimos la inmensa mayoría de esta población solo aparecen unos 67 billones. Nos faltan casi seis. ¿Dónde están? El profesor de la London School of Economics Gabriel Zucman se ha puesto a buscarlos y los ha encontrado: unos cuatro billones están ocultos en Singapur, Hong Kong, Bahamas, las islas Caimán, Luxemburgo y Jersey. Pero Suiza es, claro está, el escondrijo mayor, con 1,8 billones. En su libro La riqueza oculta de las naciones. Investigación sobre los paraísos fiscales, que Pasado & Presente acaba de publicar y del que Thomas Piketty dice que es de lectura indispensable, Zucman nos cuenta los mecanismos que utilizan las grandes fortunas y los conglomerados empresariales para evadir impuestos, calcula el coste que supone para todos nosotros y propone los medios para poner fin a los paraísos fiscales y recuperar nuestro dinero. La verdad es que su propuesta es ingeniosa y perfectamente factible, si no fuera porque han de ser los evasores mismos, o los gobernantes que éstos han colocado en el poder, quienes tomen la iniciativa. Y ya se sabe que las clases sociales no se suicidan jamás. Según Zucman, de los 1,8 billones de euros que hay en la patria de Calvino las grandes fortunas españolas tienen allí 80.000 millones de euros, cantidad que parece pequeña en comparación con los 120.000 millones de Italia o los 180.000 millones de Francia. Cierto es que Zucman asigna a países “otros” una partida de 160.000 millones, y en ninguna parte del libro habla de Andorra. Ahí van a estar los que nos faltan, seguro. ¿Y de quién serán? Si hay que hacer caso a lo que dicen algunos currinches, todo apunta a que sean de patriotas catalanes. A Jordi Pujol le tienen por el máximo exponente del patriotismo catalán, y si él ha confiado sus evasiones a Andorra —a fin de cuentas un país fronterizo, católico, cuya lengua nacional es el catalán y uno de cuyos jefes es el obispo de la Seu d’Urgell—, el resto de patriotas catalanes habrá hecho lo mismo.
Tras la estrambótica confesión de Pujol, el nacionalismo español más cavernícola, el que representan muchos miembros del PP, del PSOE o de UPyD, ha estallado salvajemente de gozo: como un ateo que, de pronto, descubre que el papa es pedófilo y ve en ello confirmada la inexistencia de Dios. A través de sus voceros en los medios de comunicación, estos fulleros se han lanzado a denunciar al “verdadero” ladrón: era Pujol quien robaba, luego el nacionalismo catalán es el ladrón y no “España”. Es el habitual juego sucio de los políticos, de cuyos espantos ya estamos curados. Más sorprende, sin embargo, que historiadores que no son nacionalistas españoles hayan hilado igual de grueso. José Álvarez Junco ha dedicado algunos artículos en El País al asunto y ha escrito sobre el cotizado “Espanya ens roba” lo siguiente: “había robo, sí, pero este procedía del corazón del catalanismo”. Álvarez Junco es un historiador serio, que ha estudiado muy bien “la invención de la tradición” en la construcción de la nación española, pero que cae, como un gazapillo, en la trampa de su propio nacionalismo inconsciente. Nos dice Álvarez Junco que para hablar a sus alumnos del nacionalismo ha pasado muchos años “luchando contra el economicismo vulgar” advirtiéndoles que, para entender el nacionalismo, atendieran más a los aspectos culturales y emocionales que a los económicos y que no buscaran por ahí ninguna lucha de clases. Pero, ahora, nos dice, “llega la familia Pujol y me lo desbarata todo”. ¿Qué le desbarata? ¿Su forma de entender la enseñanza de la historia? ¿Su irremediable ignorancia sobre la ontología del capitalismo? Álvarez Junco es fundamentalmente un historiador conservador y su antimarxismo ordinario le impide integrar la ética del capitalismo realmente existente en la estructura conceptual de su hacer histórico. Su propia confesión de que lleva muchos años luchando contra el economicismo “vulgar” —en el contexto en que lo sitúa— lo dice todo. Parece entender el profesor que el economicismo “vulgar” es integrar en el devenir histórico el papel de la economía. En realidad, el economicismo es la limitación de los objetivos de los trabajadores a la reivindicación exclusiva de mejores salarios, algo propio de las organizaciones socialdemócratas, que estoy seguro el profesor Álvarez Junco conoce perfectamente. Pero, aunque el profesor sea antimarxista, hay cuestiones de lógica aristotélica que no se le deberían escapar: ¿hay alguna imposibilidad física o metafísica de que Jordi Pujol nos robe y España también? Como bien sabe Álvarez Junco, “España” se usa en el contexto mencionado como metonimia por “el gobierno español”. ¿No es el PP quien gobierna en España? Y los señores Correa, Bárcenas, Matas, Fabra, Díaz Ferran y muchos etcéteras que han robado a los españoles y a los catalanes, ¿a qué partido pertenecían o beneficiaban? Todos ellos son defensores del sistema capitalista y se han presentado siempre y se siguen presentando como acendrados patriotas, católicos practicantes y de una honradez intachable. Sin embargo, Álvarez Junco no ha escrito nunca que quien robaba a los españoles era “el corazón del españolismo”. ¿Por qué Pujol, que también es todo eso que son los otros, le ha desbaratado todo su tinglado historiográfico? Ahora va a resultar que envolverse en la bandera de la patria —el último refugio de los rufianes— solo es execrable si esa bandera es la catalana. El profesor Álvarez Junco debería reflexionar sobre el patriotismo rapaz español, desde el Cid hasta la familia real de nuestros días. Y para que el nacionalismo catalán no vuelva a desmontarle el tinglado, tal vez le convendría al profesor sazonar sus clases con un manojo de relaciones de producción y una pizca de lucha de clases.
[Fuente: www.pasadopresente.com]
23/10/2014
Documentos
Manifiesto "Última llamada"
https://ultimallamadamanifiesto.wordpress.com/el-manifiesto/
Los ciudadanos y ciudadanas europeos, en su gran mayoría, asumen la idea de que la sociedad de consumo actual puede “mejorar” hacia el futuro (y que debería hacerlo). Mientras tanto, buena parte de los habitantes del planeta esperan ir acercándose a nuestros niveles de bienestar material. Sin embargo, el nivel de producción y consumo se ha conseguido a costa de agotar los recursos naturales y energéticos, y romper los equilibrios ecológicos de la Tierra.
Nada de esto es nuevo. Las investigadoras y los científicos más lúcidos llevan dándonos fundadas señales de alarma desde principios de los años setenta del siglo XX: de proseguir con las tendencias de crecimiento vigentes (económico, demográfico, en el uso de recursos, generación de contaminantes e incremento de desigualdades) el resultado más probable para el siglo XXI es un colapso civilizatorio.
Hoy se acumulan las noticias que indican que la vía del crecimiento es ya un genocidio a cámara lenta. El declive en la disponibilidad de energía barata, los escenarios catastróficos del cambio climático y las tensiones geopolíticas por los recursos muestran que las tendencias de progreso del pasado se están quebrando.
Frente a este desafío no bastan los mantras cosméticos del desarrollo sostenible, ni la mera apuesta por tecnologías ecoeficientes, ni una supuesta “economía verde” que encubre la mercantilización generalizada de bienes naturales y servicios ecosistémicos. Las soluciones tecnológicas, tanto a la crisis ambiental como al declive energético, son insuficientes. Además, la crisis ecológica no es un tema parcial sino que determina todos los aspectos de la sociedad: alimentación, transporte, industria, urbanización, conflictos bélicos… Se trata, en definitiva, de la base de nuestra economía y de nuestras vidas.
Estamos atrapados en la dinámica perversa de una civilización que si no crece no funciona, y si crece destruye las bases naturales que la hacen posible. Nuestra cultura, tecnólatra y mercadólatra, olvida que somos, de raíz, dependientes de los ecosistemas e interdependientes.
La sociedad productivista y consumista no puede ser sustentada por el planeta. Necesitamos construir una nueva civilización capaz de asegurar una vida digna a una enorme población humana (hoy más de 7.200 millones), aún creciente, que habita un mundo de recursos menguantes. Para ello van a ser necesarios cambios radicales en los modos de vida, las formas de producción, el diseño de las ciudades y la organización territorial: y sobre todo en los valores que guían todo lo anterior. Necesitamos una sociedad que tenga como objetivo recuperar el equilibrio con la biosfera, y utilice la investigación, la tecnología, la cultura, la economía y la política para avanzar hacia ese fin. Necesitaremos para ello toda la imaginación política, generosidad moral y creatividad técnica que logremos desplegar.
Pero esta Gran Transformación se topa con dos obstáculos titánicos: la inercia del modo de vida capitalista y los intereses de los grupos privilegiados. Para evitar el caos y la barbarie hacia donde hoy estamos dirigiéndonos, necesitamos una ruptura política profunda con la hegemonía vigente, y una economía que tenga como fin la satisfacción de necesidades sociales dentro de los límites que impone la biosfera, y no el incremento del beneficio privado.
Por suerte, cada vez más gente está reaccionando ante los intentos de las elites de hacerles pagar los platos rotos. Hoy, en el Estado español, el despertar de dignidad y democracia que supuso el 15M (desde la primavera de 2011) está gestando un proceso constituyente que abre posibilidades para otras formas de organización social.
Sin embargo, es fundamental que los proyectos alternativos tomen conciencia de las implicaciones que suponen los límites del crecimiento y diseñen propuestas de cambio mucho más audaces. La crisis de régimen y la crisis económica sólo se podrán superar si al mismo tiempo se supera la crisis ecológica. En este sentido, no bastan políticas que vuelvan a las recetas del capitalismo keynesiano. Estas políticas nos llevaron, en los decenios que siguieron a la segunda guerra mundial, a un ciclo de expansión que nos colocó en el umbral de los límites del planeta. Un nuevo ciclo de expansión es inviable: no hay base material, ni espacio ecológico y recursos naturales que pudieran sustentarlo.
El siglo XXI será el siglo más decisivo de la historia de la humanidad. Supondrá una gran prueba para todas las culturas y sociedades, y para la especie en su conjunto. Una prueba donde se dirimirá nuestra continuidad en la Tierra y la posibilidad de llamar “humana” a la vida que seamos capaces de organizar después. Tenemos ante nosotros el reto de una transformación de calibre análogo al de grandes acontecimientos históricos como la revolución neolítica o la revolución industrial.
Atención: la ventana de oportunidad se está cerrando. Es cierto que hay muchos movimientos de resistencia alrededor del mundo en pro de la justicia ambiental (la organización Global Witness ha registrado casi mil ambientalistas muertos sólo en los últimos diez años, en sus luchas contra proyectos mineros o petroleros, defendiendo sus tierras y sus aguas). Pero a lo sumo tenemos un lustro para asentar un debate amplio y transversal sobre los límites del crecimiento, y para construir democráticamente alternativas ecológicas y energéticas que sean a la vez rigurosas y viables. Deberíamos ser capaces de ganar grandes mayorías para un cambio de modelo económico, energético, social y cultural. Además de combatir las injusticias originadas por el ejercicio de la dominación y la acumulación de riqueza, hablamos de un modelo que asuma la realidad, haga las paces con la naturaleza y posibilite la vida buena dentro de los límites ecológicos de la Tierra.
Una civilización se acaba y hemos de construir otra nueva. Las consecuencias de no hacer nada —o hacer demasiado poco— nos llevan directamente al colapso social, económico y ecológico. Pero si empezamos hoy, todavía podemos ser las y los protagonistas de una sociedad solidaria, democrática y en paz con el planeta.
Algunos firmantes del manifiesto:
Ada Colau, Alberto Garzón, Antonio Turiel, Antonio Valero, Arcadi Oliveres, Belén Gopegui, Cayo Lara, Enric Duran, Esther Vivas, Ferrán Puig Vilar, Florent Marcellesi, Joan Herrera, Joan Martínez Alier, Joaquín Araujo, Juan-Ramón Capella, José Manuel Naredo, Juan Diego Botto, Juantxo López de Uralde, Justa Montero, Marina Albiol, Olga Rodríguez, Pablo Iglesias Turrión, Teresa Forcades, Teresa Rodríguez, Xosé Manuel Beiras, Yayo Herrero...
24/10/2014
Foro de webs
Campaña NO al TTIP
http://noalttip.blogspot.com.es/
Mientrastanto.e propone al lector la lectura y el seguimiento de este blog acerca de la campaña contra el Tratado de Comercio e Inversiones (TTIP) entre la Unión Europea y los Estados Unidos. Una campaña que intenta sensibilizar a la población acerca de un tratado que pondrá en peligro nuestras conquistas sociales y nuestra misma democracia.
25/10/2014
Soberanía Alimentaria. Diversidad y Culturas
Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas es una publicación trimestral de información, debate y reflexión de todo aquello que sabemos condiciona la vida rural, la agricultura y la alimentación. Una revista de pensamiento crítico que quiere ayudar a imaginar y construir nuevas realidades sociales y económicas para dejar atrás el capitalismo.
15/10/2014