En esta aceptación de una ciudadanía difusa, y por tanto aparentemente de un poder difuso, se sitúa la realidad, no visible pero inmediatamente operante, de una serie de oligarquías vinculadas al dinero, al poder, a posiciones que no son inmediatamente de ventaja económica pero que son de todos modos de ventaja social. Estas varias oligarquías dirigen, por decirlo así, la cosa pública situándose detrás del escenario, y por último, en la realidad más cercana a nosotros, incluso se deslocalizan lejos geográficamente, de modo que no resultan alcanzables por una puesta en cuestión directa, que en cambio es característica de los conflictos en los Estados nacionales. Se trata, por tanto, de una situación muy difícil, en cuanto que los dos planos solamente se encuentran en el análisis: el conflicto político visible se da entre fuerzas que se saben dependientes de quien realmente detenta el poder. La consciencia de esto es ya importante, es un paso adelante respecto a la sumisión inconsciente.
Benoît Delépine y Gustav Kervern
Louise-Michel
Francia, 2008
Retrato inteligente, desternillante, libertario y negrísimo del desprecio hacia las personas que expresa el capitalismo transnacional (relocalizaciones exprés, paraísos fiscales, mano de obra de usar y tirar, ejecutivos criminales…)… y de la empecinada reacción que frente a ello adopta un grupo de mujeres despedidas. Es raro que una película de este género llegue a nuestras pantallas y más normal que dure poquísimo en ellas. Recomendable.
Antonio Giménez Merino
11/2010