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José A. Estévez Araújo

El dolor de la guerra

El dolor de la guerra, de Bao Ninh es la primera novela traducida al castellano que habla de la guerra del Vietnam con voz vietnamita. El relato está estructurado en tres tiempos que se intercalan entre sí. El primero es la posguerra, con sus dolorosas secuelas. Es el momento en que la narración se escribe y es también una reflexión acerca de ese acto de escribir y su significado. El segundo son episodios de la guerra que el autor cuenta en primera persona, pues se trata de vivencias propias que han dejado profundas heridas en su conciencia. El tercero es el paraíso perdido, la juventud inocente y lozana del autor antes de la contienda, su amor adolescente con Phuong y la premonición de que todo eso va a verse truncado irreversiblemente y que jamás podrá ser recuperado. La novela se presenta, pues, como un relato complejo que articula diversos tiempos de forma no lineal y se estructura en diversos planos, aunque esos mecanismos de distanciamiento no hacen menos apasionante su lectura.

En el texto de la novela hay un pasaje que sintetiza muy bien su sentido:

“Para ganar, unos mártires sacrificaron su vida a fin de que otros sobrevivieran. No es nada nuevo, cierto. Pero para los que siguen vivos y saben que los más bondadosos y dignos han caído (…) este hermoso panorama de calma y paz constituye una atroz paradoja. Es posible que haya ganado la justicia, pero también han ganado la crueldad, la muerte y la violencia inhumana. (…) Las pérdidas se pueden subsanar, el daño se puede reparar y las heridas cicatrizarán con el tiempo; pero las cicatrices psicológicas de la guerra nunca desaparecerán”.

El personaje principal del relato, el soldado Kien, se ve en efecto asaltado por todo tipo de pesadillas y recuerdos extremamente penosos, incluso años después de terminada la contienda. Sus únicos recursos son beber y escribir el manuscrito que servirá de base para la novela. Dedica a ello noche tras noche y plasma con todo detalle los episodios que le atormentan, como si de un exorcismo se tratara. Esos recuerdos, los sentimientos asociados a ellos, la sensación de haber visto truncada su vida, de haberse endurecido de forma irreversible, de no tener futuro, son cicatrices que la guerra ha dejado en Kien y de las que no parece ser capaz de librarse.

A lo largo del libro nunca se pone en duda que haya “ganado la justicia”, que Kien esté en el bando “correcto”, pero tampoco se exalta la guerra en ningún momento, ni se la considera como un acto justo. Lo que realmente presenta el texto son los “desastres de la guerra”, sus atrocidades, los bombardeos de los B-52, los cuerpos que saltan despedazados por los aires, los tanques que tienen que meterse en el río para limpiar de las cadenas los trozos de cadáveres que llevan enganchados. La guerra es, sobre todo, una atroz carnicería. Está compuesta de combates a gran escala, con armas pesadas, artillería y aviación, pero también de pequeñas escaramuzas de las cuales Kien no puede sentirse especialmente satisfecho. En cualquiera de sus escalas la guerra es cruel, es inhumana, no puede ser asimilada por una conciencia equilibrada.

Kien es un superviviente nato que ha escapado por los pelos de la muerte en numerosas ocasiones. El algunas de ellas, gracias a que otros compañeros han sacrificado su vida, quedándose atrás para proteger a los que huían, saltando de modo suicida contra un soldado enemigo que estaba a punto de ametrallarlos, o enfrentándose únicamente con una pistola a toda una patrulla norteamericana.

Los soldados yankees de a pie sólo aparecen en ese último episodio relatado en una única página: en ningún otro momento se enfrenta Kien a militares estadounidenses cara a cara. Sólo sufre sus bombardeos, su napalm, los ataques de sus helicópteros. Los americanos están siempre en el aire, fuera de su alcance, a diferencia de lo que pasa en las películas que todos hemos visto. Y es que ahora, gracias a El dolor de la guerra tenemos una visión del otro bando acerca del significado y consecuencias de los terribles acontecimientos que tuvieron lugar en Vietnam entre 1964 y 1975.

12 /

2005

Mas no por ello ignoramos
que también el odio contra la vileza
desencaja al rostro,
que también la cólera contra la injusticia
enronquece la voz. Sí, nosotros,
que queríamos preparar el terreno a la amistad
no pudimos ser amistosos.

Bertolt Brecht
An die Nachgeborenen («A los por nacer»), 1939

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