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Cristina Ruiz Cortina

Desertor de la ética

Cuando hemos recibido la noticia de que recibirás el Premio Jerusalén de las manos de Shimon Peres el próximo mes de febrero, mucha gente con los mismos sueños de libertad que tu y siguiendo la estela de los derechos sociales y políticos por los que lucharon Martin Luther King en Estados Unidos, o Nelson Mandela, bajo un apartheid legal en Sudáfrica, nos preguntamos ¿por qué resulta tan difícil resistirse a la adulación de los poderosos cuando, alcanzada la fama y el reconocimiento ya un premio más no significa nada? ¿Por qué resulta tan difícil tomar la opción ética que guió tu primera literatura?

Miembro de la Real Academia de la Lengua, habitual lector de la prensa diaria, columnista habitual, cronista de la vida, ¿Es posible que se te haya pasado por alto lo que ocurre en Palestina? ¿Es posible que se haya adueñado de ti la amnesia y que no recuerdes cuántas guerras ha empezado Israel contra sus vecinos, cuantas tierras ha robado, literalmente, a los campesinos palestinos, cuantos asentamientos está construyendo en territorios arrebatados a sus legítimos dueños?

No creemos en la amnesia súbita ni parcial, más bien creemos que te es difícil no caer a la palabra de los que te halagan, aunque sus manos goteen sangre. Más bien creemos que es eso lo que te pasa. Por que ¿No has oído tampoco hablar de la campaña de BDS internacional en la que miles de activistas de todo el mundo y personalidades como Nelson Mandela, Demond Tutu, Jean-Luc Godard, Naomi Klein, Arundhati Roy o Eduardo Galeano están empeñados en acabar con un estado racista y de apartheid que ocupa Palestina en su totalidad? También lo dudamos, porque no sólo eres Académico, es que vives en este mundo y lees el periódico. Y habrás leído sobre nosotros. Y sabrás el papel que jugó el boicot para alcanzar el fin del apartheid en Sudáfrica. Y la importancia que tiene que, cualquier persona, desde cualquier ámbito se sume al mismo y proclame al mundo que, en nombre de los derechos civiles de los pueblos, no hay que ir, no hay que aceptar premios, no hay que estrechar las manos de los opresores.

Seguramente en estos momentos no recuerdas cómo eran tus sueños cuando, en septiembre de 1970 Nixon y Kissinger visitaron a nuestro dictador con vistas a la “normalización” de España en el ámbito internacional. En aquélla época, quizás cerca ya de entrar a la Universidad odiaste a los dirigentes democráticos americanos que intentaban la normalización. Dos meses después, el Proceso de Burgos condenó a muerte a tres personas. La gente de bien odió a los que intentaban “normalizar” este país debajo del palio del Caudillo, en lugar de exigirle la democratización, la liberación, el final de la dictadura. Hoy en Palestina, la gente te odiará igual, porque no vas allí para denunciar al opresor sino para recibir de sus manos un premio con una pingüe dotación económica. ¡Por qué poco te vendes! ¿O lo haces sabiendo lo que haces?

Hoy a ti te dan un premio, convirtiéndote en el amigo de los opresores y como Leónidas Trujillo, cuando visitó nuestro país y recibió la medalla de Isabel la Católica, así tu recibes un premio que, ademas, lleva el nombre de una ciudad ocupada, donde el apartheid es más visible que nunca. Una ciudad de la que desalojan a los palestinos, donde los asentamientos se multiplican y se destruyen los restos de la ciudad árabe de muchos siglos de historia.

Solo te contamos esto para que sepas que nosotros sabemos que tú sí sabes a lo que vas y sabes qué recibirás a cambio de ese premio vil: estás haciendo como Nixon entonces, jugar a “normalizar” porque tu presencia allí es solo símbolo de eso.

Cuando cenes con Shimon Peres la comida kosher de rigor, pregúntale, solo por curiosidad, cuántos colonos, en ese mismo momento se están moviendo hacia las montañas de Cisjordania. Cuántos campesinos con hijos como tú, cuando eras pequeño, que han escuchado, en silencio, las mismas historias de guerras y represiones van a expulsar esos colonos. Pregúntale a Shimon Peres cómo cuentan las calorías para que la gente de Gaza “solo adelgacen” pero no se mueran de hambre. (http://www.europapress.es/internacional/noticia-israel-calculo-calorias-necesitaban-palestinos-evitar-desnutricion-20121017143214.html) Pregúntale, en fin, porqué van a colonizar la zona E-1, porque ocupan el valle del río Jordán, por qué saquean los minerales del mar Muerto que son territorios ocupados ilegalmente, pregúntale, si no se atraganta cuando ve los niños asesinados de Gaza y pregúntate a ti mismo, qué haces allí, pregúntate si el niño que eras, el que atendía las historias de sus mayores sobre la vida, sobre el campo, sobre la guerra, es el mismo que hoy comparte ese plato junto a personas que defienden los crímenes de guerra, los asesinatos selectivos, el asedio, los ataques a los pescadores, el expolio a los campesinos, la muerte de enfermos por falta de medicamentos, y permiten, en definitiva, el muro de la vergüenza.

Cuando visites el Memorial del Holocausto llora. Llora por las víctimas que están allí representadas y que son utilizadas para justificar la ocupación y destrucción de Palestina. Llora, porque seguro que ellos no dieron sus vidas para seguir causando más dolor sobre la tierra. Llora, pues, también por las víctimas palestinas de cada año, de cada ataque de cada guerra que, en nombre de la seguridad solo pretende asegurarse el mérito de ser el último estado colonial y de apartheid del siglo XXI.

No nos valdrán que tengas palabras de condena, porque solo vas allí por la gloria. Y la tendrás, la gloria de estar en la lista negra de los intelectuales, artistas, profesores, periodistas, diplomáticos, etc., que de este país, fueron para mirar a otro lado y, teniendo la oportunidad de hacer cambiar la historia, hicieron como los “grandes estadistas” Nixon o Leónidas Trujillo, normalizar, aceptar, acatar y adular a los tiranos.

El Jinete Polaco, tu hermoso libro, merecería un escritor más fiel a sus propios principios.

 

[Fuente: blog cristinarc]

17 /

1 /

2013

Mas no por ello ignoramos
que también el odio contra la vileza
desencaja al rostro,
que también la cólera contra la injusticia
enronquece la voz. Sí, nosotros,
que queríamos preparar el terreno a la amistad
no pudimos ser amistosos.

Bertolt Brecht
An die Nachgeborenen («A los por nacer»), 1939

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